Pesadillas
Corre, corre sin descanso oculta en la oscuridad de la noche. Estas acostumbrada, no hay nada nuevo en el hecho de huir en la más completa oscuridad. Sabía que estaba perdida, oía sus pasos cada vez más cerca, y ella estaba agotada, sentía sus músculos agarrotados…Un grito resonó en una de las habitaciones de las águilas de Hogwarts.
-¿Otra vez soñando con el hombre del saco Lunatica?- preguntó con sorna una de las compañeras de habitación.
- Mira, no me importan tus costumbres extrañas pero si vuelves a despertarnos de esa manera iras a dormir al pasillo. Buenas noches.
La chica de la pesadilla seguía despierta mucho tiempo después de la pequeña charla con sus compañeras de habitación y decidió salir a dar una vuelta por los pasillos de Hogwarts. A pesar de saber que a esas horas estaban prohibidos, poco le importaba, de todas formas sabía que los nargles la avisarían si se acercaban Filch o su gato. Estaba segura de que el resto de personal viviendo en aquel castillo estaba profundamente dormido. Apenas faltaba una semana para Navidad y la mayoría del alumnado había ido a visitar a sus padres y los que quedaban estaban bastante cansados después de los exámenes para dar vueltas por los pasillos oscuros, además nadie querría estar castigado la semana de Navidad.
La rubia caminaba por los jardines, allí se sentía libre, sin muros que la aprisionaran en la realidad de su vida, en el horror de la guerra, en los recuerdos dolorosos o en los sueños imposibles. Ella, sentía que cada segundo que pasaba era una puñalada en su pequeño corazon lleno de sentimientos dulces. Se sentó en el borde del lago viendo las formas que creaba la luz de la luna en el agua congelada, era un espectáculo precioso le hacia pensar que a pesar de todo el mundo podía ser bonito, que merecía la pena ponerse de pie cada día y sonreirle al mundo, que debía luchar por mantenerse erguida y ser fuerte. Debía luchar por ellos, por ver una sonrisa en la cara de las personas a las que quería, por ver ese brillo único y especial que desprendía los ojos de todos y cada uno de sus seres queridos. Luchar por oír las risas de aquellas personas que habían dedicado su tiempo (por poco que fuera) a su felicidad.
Sabía que no estaba sola que aunque no estuvieran allí sus amigos seguían confiando fielmente en ella. Pero…a veces se sentía tan sola, abandonada a su suerte en el castillo, sin nadie allí para apoyarla en los momentos difíciles y los necesitaba, lo admitía, necesitaba que alguien le dijera que todo iba bien, estaba preocupada por su padre, hacia mucho tiempo que no le escribía y por sus amigos, por Neville que se había ido a pasar la navidad con su abuela, por miedo a dejarla sola, por Ginny que se había ido y no pensaba volver ese año, su familia era perseguida, por Dean al que sabía que estaban buscando, por Harry, Ron y Hermione quienes sabía estaban arriesgando sus vidas en una misión secreta. Pero ella no podía hacer nada por ninguno, solo quedarse en Hogwarts y ayudar a los niños que asustados por los castigos de los profesores querían huir de allí, sabía que después de las vacaciones de navidad la mayoría no volvería y se ocultaría con su familia, no pensaba que eso fuera a preocupar demasiado a los hermanos Carrow y mucho menos a Voldemort, menos personas capaces de enfrentarse a él en el futuro, pero ella pensaba quedarse allí, aprendiendo todo lo que podía de aquellas lecciones, para poder ayudar en todo lo posible a sus amigos y esperando ver una señal en su moneda del Ejército de Dumbledore para luchar al fin contra todo aquello. Nunca había sido dada a los enfrentamientos, pero en esos momentos estaba deseosa de que el enfrentamiento llegara al fin, más que nada para acabar con todo aquel miedo y sufrimiento.
Sobre todo quería hacer que su madre se sintiera orgullosa de ella, su madre había sido una gran bruja y ella…no es que fuera el mayor orgullo de Hogwarts, su padre decía que tenía una inteligencia especial y diferente, que veía las cosas de manera diferente al resto del mundo, eso ella lo sabía y siempre le había parecido algo positivo… hasta que se enamoró.
Todos estos pensamientos fueron interrumpidos por un sonido estridente que hizo retumbar las paredes del castillo. La alarma que indicaba que las clases empezarían y que se había perdido el desayuno.
Vaya- pensó la rubia- he estado aquí más tiempo del que esperaba. Por suerte me vestí antes de salir de mi habitación.
La pequeña águila salió corriendo hacia su clase, sin darse cuenta de que sus ropas estaban completamente húmedas ya que había empezado a nevar mientras estaba allí sentada.
-Vaya vaya, la Lunática ha olvidado quitarse la ropa antes de darse una ducha, ¿qué paso idiota te perseguía un pimplop de esos?- comentó Pansy Parkinson con veneno al verla aparecer casi corriendo en la puerta de clase.
-No se dice pimplop son pimplis de agua dulce y pueden llegar a ser muy peligrosos en el quisquilloso de hace dos meses comentaba que…- Luna fue interrumpida en medio de su explicación.
-Si ya nos hacemos una idea de que son peligrosísimos, sobretodo si lo dice un periódico que compran…mmm dejame pensar ¿dos personas? ¿Tu padre y tu?- Le contestó Pansy mordazmente, sabiendo que todo el mundo estaba atento a la conversación.
Las risas de las serpientes no tardaron en hacerse oír por todo el pasillo, y a pesar de no llevarse muy bien con ellas, los alumnos de ravenclaw tampoco se quedaron atrás. Antes de que Luna pudiera responder que tenían a varias personas suscritas a la revista, los hermanos Carrow aparecieron para descubrir de donde podían provenir tantas risas molestas, pero al ver la escena, la rubia completamente mojada en medio de un grupo de alumnos con Pansy Parkinson a su lado sonriendo con malicia y orgullo al saberse el centro de atención, ambos supieron que no eran risas de felicidad si no risas para hacer daño a otra persona.
-Señorita Lovegood estoy esperando una explicación- siseó miss Carrow, como hacia llamarse allí.
Luna viendo su futuro castigo simplemente se encogió de hombros.
-¿Has decidido meterte en el lago con ropa?- siseó en esta ocasión .
-El lago esta congelado no me podría bañar aunque quisiera- murmuró la chica distraídamente.
Mr. Carrow la agarró con rudeza del brazo para sacarla de allí y darle un buen castigo, pero cuando había dado un par de pasos se lo pensó mejor.
-Cruccio- dijo con fuerza, señalando con la varita el cuerpo menudo de Luna.
-Así aprenderéis a no contestar a vuestros superiores y… Cruccio… a respetar las normas de vestimenta- agrego su hermana.
Luna estaba en el suelo intentando respirar y no dejar salir las lagrimas que pugnaban por salir de sus ojos. Se recordaba a si misma que debía ser fuerte, por sus seres queridos, que debía demostrar que era un verdadero miembro del Ejército de Dumbledore que no temía nada y que lucharía contra la tiranía de los hermanos Carrow en el castillo. No debía llorar eso daría un mayor gusto a todas esas personas que se reían al ver el castigo al que había sido expuesta. Se levantó, sacudió sus ropas y miró hacia delante como le había enseñado su madre, sin sentir vergüenza de ser ella misma. Los demás alumnos la miraban sorprendidos, esperaban que huyera corriendo por el dolor a su habitación y no volviera a salir en una semana, como había hecho más de uno de los presentes. Pero la pequeña águila seguía allí, demostrando que no le afectaba lo más mínimo las risas cargadas de veneno de sus compañeros, ni las miradas cargadas de odio o vergüenza ajena.
La puerta de la clase a la que esperaban se abrió, invitándoles a pasar y olvidar lo sucedido y Luna entró con sus demás compañeros. Era navidad, o por lo menos la semana de vacaciones, pero como no había nada mejor que hacer en la escuela y Snape, el director, no pensaba celebrar la navidad de la misma manera que años anteriores y los hermanos Carrow no quería alumnos molestando, había clases por la mañana, aunque fueran de repaso, ya que los profesores repetían lo poco que les habían dejado enseñar durante el curso.
Como no quedaban apenas alumnos, mezclaban las clases y los cursos.
Era la hora de la comida Luna caminaba a contracorriente entre los alumnos de Hogwarts, todo el mundo se dirigía al comedor, ella a los jardines. Se sentó en el mismo lugar que la noche anterior.
Una voz que conocía demasiado bien y que hizo que hasta los cimientos más reconditos de su cuerpo se estremecieran- ¿Qué haces aquí?
-Podía preguntarte lo mismo.
-Yo he preguntado primero y además no tengo por que darle explicaciones a nadie y menos a ti Lunática… pero tu si tendrías que dar explicaciones a- el chico no pudo terminar la frase ya que fue interrumpido por la dulce voz de la rubia.
-No lo se- apenas un susurro, rompiendo la firmeza y seguridad de la persona a su lado.
-¿Cómo no sabes que haces aquí? ¿eres tan estupida como para perderte todavía después de seis años estudiando aquí?- en la voz del chico se apreciaba sorpresa y burla.
-No estoy perdida, simplemente me deje llevar y acabe aquí, no tengo otro sitio donde estar- otra vez un susurro que apenas si se escuchaba a traves del viento, pero dicho con firmeza.
- ¿Te dejaste llevar? ¿Por quien? ¿Por tus sentimientos?
La chica giró la cabeza y lo miró fijamente- No me sorprende que no lo entiendas.
El visitante no pudo sostener la mirada de ella demasiado tiempo, aquellos grandes ojos mirándole fijamente, tuvo que girar la cabeza incomodo y mirar hacia el bosque prohibido.
-Tu no tienes sentimientos…¿verdad Malfoy?
Aquellas palabras dichas de esa forma tan sincera sin maldad o burla, simplemente constatando un hecho, le hicieron estremecerse, sentía la mirada de la chica clavada firmemente en él.
-No sabes de lo que hablas Lovegood- siseó el rubio sin atreverse a mirar a la pequeña chica loca que estaba sentada delante de él.
-Se más de lo que crees Malfoy.
Ambos se quedaron observando el lago en silencio, perdidos en sus pensamientos durante varios minutos.
-Tal vez no sepas tanto como crees.
Cuando la chica se giró a mirarle para tratar de comprender a que se refería, ya no quedaba ni rastro del chico, excepto las huellas de sus pisadas en la nieve.
La chica miraba la habitación sin mucho entusiasmo. ¿Hacia cuánto tiempo que nadie pisaba aquel lugar?
Era una habitación oscura, que olía a cerrado, humedad y alguna que otra sustancia a la que prefería no poner nombre.
-Ya sabes lo que tienes que hacer- murmuró el señor Carrow antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con llave tras él.
Ese era su castigo, aparte de haber sufrido las maldiciones imperdonables en su carne ahora debía limpiar esa habitación sin usar la magia. Sabía que era para hundirla, estaba claro que no necesitaban esa habitación para nada o lo que era peor todavía si que la necesitaban pero para algo terrible, como nueva habitación para los castigos. Lo cual la hacia sentirse terrible, ya que sabía que aquel asqueroso lugar que tanto le estaba costando limpiar sería usado para hacer sufrir a personas que no se lo merecían.
Le llevo toda la tarde y gran parte de la noche, no había comido nada en todo el día y se notaba terriblemente cansada. Así que sin quererlo se quedo dormida en aquella habitación, de todas formas y pensándolo bien, nadie había ido a abrirle la puerta en ningún momento.
Tuvo de nuevo la misma pesadilla que la noche anterior, pero esta vez no había nadie para burlarse, estaba sola en la oscuridad de aquel mugriento lugar, decidió asomarse a la ventana para poder tomar el aire y observar el lago aunque fuera desde lo alto del castillo.
Pero Luna Lovegood se sorprendió cuando miro hacia el brillante lago, allí había alguien, que como ella no podía dormir, su cabellera rubia bailaba con el viento helado de esas horas, se encontraba sentado en el mismo lugar que ella horas antes y mirando hacia el lago como tantas otras noches había hecho ella, pero eso no fue lo más sorprendente si no que esa persona fuera Draco Malfoy.
¿Cómo podía ser que el alumno más frío del castillo no pudiera dormir como ella?
¿Tendría pesadillas o simplemente los nargles no le dejaban dormir? ¿Tendría miedo de estar solo? ¿Estaría preocupado por sus padres? Miles de preguntas rondaban la mente de la rubia mientras observaba al hombre que le robaba el sueño y la cordura observar el lago.
La conversación que habían mantenido aquella misma tarde se repetía una y otra vez en la mente de la pequeña águila, hasta que la puerta de esa habitación se abrió.
Señorita Lovegood puede regresar a su habitación, su castigo ha terminado-La profesora McGonagall le hablaba con dulzura.
Luna pensó que no había terminado de limpiar la habitación, pensó en que haría la profesora McGonagall encargándose de quitarle el castigo cuando era cosa de los Carrow, pensó que realmente no quería ir a su habitación en la sala común de Ravenclaw, pensó que estaba cansada, pensó que no quería tener otra vez aquella pesadilla, pensó en hablarle de todo esto a la profesora que la miraba con dulzura desde la puerta, pero todo aquello quedo eclipsado por los ojos de un rubio y Luna simplemente asintió en dirección a la profesora y se dirigió lentamente a su habitación, deseando que sus compañeras no se despertaran y le dejaran soñar en paz.
A la mañana siguiente ya no había más clases así que los alumnos eran técnicamente libres para hacer lo que quisieran. Luna decidió visitar a los elfos domésticos que vivían en las cocinas para poder comer algo sin tener que pasar por el gran comedor y enfrentarse a las miradas de todos sus compañeros, no se sentía con fuerzas.
No tenía miedo de que se burlaran de ella, eso no le importaba. Lo que le daba miedo, lo que la paraba eran las miradas cargadas de tristeza, de miedo, de preocupación, de las personas que estaban allí. Personas que se habían rendido, aquello la hundía y ella no quería tener más de que preocuparse.
Además le gustaba visitar a los elfos, se sentía como si nada hubiera cambiado.
Decidió ponerse a escribir a su padre y a sus amigos.
Papá
Tal como te conté en la última carta las cosas aquí no son fáciles, pero lo llevo bien, soy fuerte y puedo enfrentarme a lo que hay aquí.
Te echo mucho de menos y ahora que se acerca la Navidad se hace más duro no poder verte, pero entiendo los motivos por los que me mantienes aquí. Ginny y Neville se han ido, así que estoy bastante sola, pero eso me ayuda a centrarme en el estudio y mejorar mis técnicas de defensa.
Espero que todo vaya bien por casa y que dentro de poco podamos sentarnos a tomar leche caliente con galletas delante de la chimenea, mientras planeamos nuestras futuras excursiones.
Estoy segura de que esto no resulta fácil para ti pero recuerda que si sonríes le das una razón al mundo para ser mejor.
Te quiere
Luna
Sabía que su padre se pondría triste al leer la carta, pero si le mentía demasiado su padre lo adivinaría y se preocuparía mas así que lo único que le quedaba era hacer la verdad menos dolorosa. Escribir esas cartas le estaba costando mucho más de lo que esperaba. Dolía mucho. Recordar…
Neville
Te deseo una Feliz Navidad. Espero que tu abuela te haga ese pastel que tanto recordabas cuando estabas aquí.
Hoy nos han dado las vacaciones y no esta siendo tan duro como esperaba, así que no tienes de que preocuparte.
Recuerda que tienes que darle de comer a Travers las chocolatinas que le regale antes de que os fuerais y si te sientes mal en algún momento mira mi regalo, pero intenta no abrirlo hasta el día de Navidad.
Espero que pases unas buenas fiestas
Con cariño, Luna
Mentir a Neville no había sido fácil, pero estaba segura de que no se daría cuenta de que le ocultaba que estaba sufriendo terriblemente y que le echaba muchísimo de menos porque llevar eso sola se le hacia demasiado grande.
Ginny
Espero que todo vaya muy bien por allí y que no tuvieras un viaje complicado. Disfruta todo lo que puedas las vacaciones con la familia. Por aquí las cosas van mejor de lo que esperaba así que no tienes de que preocuparte y si al final resulta que nos han dado vacaciones, ¿increíble verdad? Aunque claro no podemos hacer mucho.
Los Carrow me han vuelto a castigar, pero no han sido crueles conmigo.
Te deseo una feliz navidad y no habras mi regalo hasta que no llegue el día (aunque conociéndote lo abrirías en el expreso de Hogwarts nada mas perderme de vista).
Te deseo lo mejor, Luna.
Le gustaría poder escribir al trío dorado, pero sabía que eso los pondría en problemas y posiblemente al resto de miembros de la Orden, ya era muy arriesgado lo que iba a hacer.
La chica subió las escaleras para llegar a las lechuzas pero cuando estaba colocando las cartas una mano la detuvo y se las quitó.
-¿Me podría devolver mis cartas?- pregunto inocentemente la rubia.
Continuará…
Hola a todos, antes que nada agradecer a las personas que esten leyendo esta historia y pedir perdón por las faltas de ortografía.
Este es un fic DracoxLuna, se que en este capítulo Draco no ha tenido un gran protagonismo, pero prometo que en los demás saldrá mucho más (este capítulo era para poneros en situación)
He de admitir que para mi escribir sobre la mente de Luna es muy complicado y en este capítulo no sale como es ella en realidad, pero recuperareis a la verdadera Luna poco a poco.
Comenten por favor
