Disclaimer: El universo de Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer. La trama es mía, no robes, no publiques en ningún otro sitio sin mi permiso expreso. No escribo con ánimo de lucro.
Notas: Primer fic de Crepúsculo. Tengo la intención (a ver si la cumplo) de ir haciendo viñetas sobre diversas parejas.
ROJO
Cuando Victoria enrededa las piernas alrededor de sus caderas, James gruñe satisfecho. La acerca a él y las pieles frías parecen casí templadas, sus pechos -pequeños, algo puntiagudos, de pezones con aureolas oscuras- se pegan a su torso y el acto de morderle el cuello toma más significado que en otra pareja. Mucho más.
Lo suyo siempre es así.
El pelo de Victoria -rojo, rojo sangre, más rojo incluso que sus ojos- corta el aire con un silbido cuando echa la cabeza hacia atrás. Todo es rápido, crudo, algo brutal. Son tan sólo un centelleo de cuerpos que no sudan, que no se quejan por el ritmo incansable, un centelleo de cuerpos casi invisibles de lo rápido que se mueven. Son ellos. Los dos. James y Victoria, Victoria y James que se enredan y desenredan en milésimas de segundo, que se lamen y se muerden con mordiscos que no sacan sangre.
-Viene
Laurent -susurra ella mientras arquea la espalda, al oir las pisadas
casi inaudibles del otro vampiro.
-Que espere -gruñe James. Y la
acerca más sí, incluso. La besa con rudeza.
Y vuelven a sumergirse en lo suyo.
No lo hacen en la cama, claro -la rompieron el primer día-, e intentan no apoyarse demasiado en la pared. Tampoco es que lo necesiten, la verdad, su fuerza de algo tenía que servir. Así que se besan. Se muerden. Se lamen.
Y Laurent abre la puerta.
-Chicos, yo quer-
Se detienen. Le miran con James aún dentro de Victoria y ésta con los colmillos a menos de dos milímetros del cuello de su pareja.
-Fuera
-sisea James-.
-Bue-
-Fue-ra -silabea furioso.
Victoria sonríe a medias, con algo de sorna, y Laurent sale. Ellos se miran de nuevo cuando el silencio domina la pieza. Se acercan un segundo pero se separan después, James gruñe otra vez.
Se ha roto la espiral.
Laurent, mientras tanto, sonríe detrás de la puerta. Eso de esperar nunca le acabó de gustar.
