Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima.

Personajes/parejas: Natsu/Lucy. Erza. Gray. Juvia.

Notas: Este fic ha sido creado para el "Amante Invisible 2015" del foro "El Gran Reino de Fiore". Mi persona asignada fue Serena Sailor Moon. Responde a su primera petición: "Un One-Shot NaLu que sea de puro humor, pero con su pizca de romance." Espero te guste.

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Tú, yo, y el resto del mundo.


Que su casa fuera centro de reunión comunitaria no era una sorpresa, ya estaba acostumbrada a ello, lo que no quería decir que no le molestara, le molestaba, y mucho. Más aún si lo que ella precisaba era... privacidad.

Aquella fatídica noche había comenzado cuando Natsu había entrado por la ventana, solo y sin señales de felino alguno a la vista.

—¿Y Happy?

—Por ahí. —Natsu le restó importancia, se había asegurado de mandarlo lejos para esa ocasión en particular.

Lucy solo pudo sonreír, porque ese era el día. Sí, ese día, aquel día tan ansiado. ¡Cuanto había esperado por ese día! Meses de relación, meses, y ahora estaban listos para dar el siguiente paso. Por eso ese día era tan especial, lo recordaría el resto de su vida. Aunque para eso primero tendría que mirar el calendario porque no tenía idea de qué día era.

No, a ver, sí sabía, era el día en que ella y Natsu darían ese paso tan importante para cualquier pareja, el día en que finalmente... bueno, lo harían. Se sonrojaba de solo pensarlo. Ahora, lo que no sabía con exactitud era la fecha, día y mes. ¿A cuánto estaban?

—¿A cuánto estamos?

—A como un metro.

Tenía que venir a gustarle un retardado mental.

—¿Qué día?

—Sábado.

Pedazo de...

—Fecha —aclaró.

—Ah —Natsu entendió, por fin, el punto de la pregunta. Lucy enarcó la ceja, impaciente—. ¿Qué pasa?

—¿A cuánto estamos, tarado? No me has respondido.

—Ah, lo siento.

—¿Y bien?

—¿Y bien qué? No sabes tú, cómo voy a saber yo.

—Genial.

Se levantó de la cama, molesta. Natsu frunció el ceño ante ese hecho.

—¿A dónde vas? —Se supone que debía estar en la cama, o qué, ¿lo harían en el piso?

—A mirar el calendario.

—¿Para?

—Para ver la fecha, ni que me lo fuera a comer.

—¿Para qué quieres ver la fecha?

—Porque es un día importante y quiero recordarlo.

—Ah —Cursilerias. ¿Qué más iba a ser?

No entendía de esas cosas, de acuerdo, es que a él las fechas no solían serle relevantes. Pero no dijo nada porque esas cosas eran importantes para Lucy y uno tiene que respetar las ideas ajenas.

—Veintiocho de febrero —dijo la rubia, luego sonrió—. No lo olvidaré.

Porque era ese día.

—Ahora no deberías volver a la cama.

—Porque no comienzas tú por bajar de mi ventana.

—Pues vale.

Natsu se bajó de la ventana, ella sonrió y volvió a la cama. Se miraron. Los ojos enfrentados. Café contra verde. Chocolate contra pasto. Madera contra... eh... moco. En fin, que se miraron. Mucho. Demasiado. ¿Cuánto llevaban así?

—Eh —Natsu tragó, algo incómodo—. ¿No deberías acercarte?

—¿No deberías hacerlo tú?

Más miradas.

—Bueno... sí, creo que sí.

Se aproximó, gateando hasta ella. Lucy se recostó en la cama, quedando Natsu sobre su cuerpo. Se miraron otro poco.

—Ahora...

—Deberías acercarte más, ¿no? Digo —Lucy se sonrojó—, pegarnos.

—¿Pegarte?

—¡No, idiota! —reclamó—. ¡Pegarnos el uno al otro, juntarnos!

—Ah.

Miradas.

—Bueno, aclarado ese punto... Hazlo.

—Claro.

Por Mavis. ¿Por qué era tan difícil todo eso? Publicidad engañosa, eso es lo que era, publicidad engañosa. ¿Quién fue el tarado que dijo que el sexo era fácil?

—Deberíamos desnudarnos, ¿no? —dijo Natsu, separándose, que no venía a implicar nada porque salvo por juntarse y quedarse mirando como idiotas no habían hecho nada más.

—Eh... —Lucy parpadeó, incómoda—. Cierto.

Se desvistieron, y Lucy tuvo el impulso de cubrirse los pechos, ganándose una mirada extrañada.

—¿Qué? —cuestionó.

—¿Para qué te tapas?

—Me da vergüenza.

—Pero si ya te he visto.

Un buen punto, y nada de sensibilidad. Tamaño tarado. ¿Es qué no era obvio que estaba nerviosa?

Bajó los brazos, exponiéndose y dirigiendo una mirada a Natsu, que también estaba desnudo. Se sonrojó, porque ella sí no lo había visto desnudo antes.

—Nos —Natsu buscó la palabra— pegamos de nuevo, ¿no?

—Claro.

Lo hicieron, y hacerlo estando ambos desnudos se sintió totalmente diferente. Natsu llevó sus manos hasta su cadera, sacándole una risa nerviosa. Lucy pasó los brazos tras su espalda, abrazándose a él. Se miraron unos momentos.

—Lu...

—¡Lucy! —Y casi se mueren de un infarto cuando Erza entró de pronto por la ventana, sorprendiéndolos. Pero la pelirroja ni los miró—. La tienda de pasteles está cerrada —dijo, dirigiéndose a la cocina—, vine por la reserva que tengo guardada aquí. —¿Reserva? Qué... ¿Erza tenía una reserva de pastel en su cocina, en su refrigerador?—. Cerrado. ¿Puedes creerlo? ¿Qué tienda de pasteles está cerrada a esta hora?

—¿A las doce de la noche? —cuestionó con ironía, y bastante ira—. Prácticamente todas.

—¿De verdad? —Erza salió de la cocina sin hacer caso a su tono de voz, pedazo de pastel en mano, y los miró—. ¿Qué hacen?

Hasta Natsu sintió deseos de ser tragado por la tierra. Soltó un bufido y apoyo el rostro en el cuello de Lucy, con quien aún estaba abrazado. Erza parpadeó al captar la situación, se sonrojó y abrió la boca.

—Oh —musitó—. Lo lamento mucho, no he visto nada. —Dio la vuelta—. Bueno, yo estaré en la cocina, prosigan.

¿En la cocina? Esperen, ¿es qué no se iba a ir?

Pues no, porque la maga de armadura ingresó nuevamente en la cocina y cerró con fuerza, dejándolos solos en el cuarto, pero no totalmente solos, porque solo una puerta los separaba de su amiga.

—Bueno... —Natsu frunció el ceño levemente, pensativo, luego lo relajó y la miró—, pasado eso... ¿Seguimos?

Lucy quiso golpearlo.

—¡Por supuesto que no! —exclamó, apartándolo.

—¿Por qué no?

—¡Erza está aquí!

—Está en la cocina.

—Y de seguro nos escucha.

—¿Y eso qué?

—Nos escucharía... bueno —tragó—, hacer eso.

—¿Pensabas gritar mucho?

Lo dicho: tenía que venir a gustarle un retardado mental.

Le soltó un golpe, obvio, y le rompió la nariz, pero bien merecido lo tenía, eso nadie, ¡nadie!, se lo podía negar.

—¡¿A qué vino eso?!

—¡Serás imbécil!

Lucy se levantó, dispuesta a recoger su ropa y asesinar a Erza. La que, en esos momentos, se asomaba por la puerta de la cocina.

—Si quieres mi opinión, Natsu —comentó, todavía pastel en mano—, deberías ser más delicado.

—¿Yo qué hice?

—Ser un tarado —dijo Lucy, iracunda—. ¡Y tú! —señaló a Erza, que parpadeó confundida y un poco asustada, porque Lucy estaba tan enojada que acojonaba—. ¡Largo de mi casa!

—Oh —Erza parpadeó, comió otro poco de pastel, parpadeó de nuevo y se animó a hablar—. ¿Quieren privacidad?

No me digas.

Le hubiera respondido, ese era el plan de Heartfilia, pero no tuvo tiempo.

—¡Lucy! —Gray entró por la ventana de un salto, pálido—. ¿Está Erza aquí? ¡Necesito su ayuda! —dijo el mago—. Juvia se ha vuelto loca, de verdad loca, no la han visto, si la vieran... —Se quedo a medio decir, reparando recién en el estado de la maga frente a él—. ¿Estás desnuda?

No me digas.

—No, es que ocupo ropa invisible —respondió Lucy.

—Ah —El mago de hielo se revolvió los cabellos, completamente rojo a causa de la imagen frente a él—. Entonces... —dijo, incómodo—, ¿está Erza?

—Aquí estoy —dijo esta, alzando la mano en que sostenía el plato con pastel para acompañar sus palabras—. ¿Qué decías?

Pero Gray Fullbuster no tuvo oportunidad de responder a eso.

—¡Gray-sama! —oyeron gritar, unos momentos antes de que una chica de cabellos azules entrara por la ventana—, ¿por qué huye de Juvia?

Todos centraron la mirada en la maga de agua, notando casi inmediatamente algo raro ahí.

Erza parpadeó, extrañada, antes de hablar.

—Juvia —llamó—. ¿Qué demonios llevas puesto?

Y es que Juvia Lockser había entrado al lugar vistiendo un traje de... ¿almeja gigante?

—Juvia es una almeja —No, si es que eso era obvio—. Juvia leyó que era un afrodisíaco, por eso va vestida así, para que Gray-sama se anime a tomar su perla.

OH. MI. DIOS.

Lucy solo pudo cubrirse la cara, al igual que Erza, ambas igual de avergonzadas.

—Ayudame —le rogó Gray a la maga de armadura—. Me ha perseguido por toda Magnolia al grito de "¡Gray-sama, abra las conchas de Juvia!"

OH. MI. DIOS.

Hasta Natsu parpadeó, completamente impactado por la imagen mental.

—¡Venga, Gray-sama! —exclamó Juvia, arrojándose sobre el mago—. ¡Dentro de la concha de Juvia hay una carne muy suavecita, tómela!

OH. MI. DIOS.

Lucy se planteó estar presenciando una escena porno en medio de su departamento, con Juvia sobre el mago de hielo en lo que trataba de hacer no sé qué con su traje.

Un momento. Su departamento. Suyo.

—¡Juvia! —gritó de pronto, cayendo en la cuenta de un detalle importante—. ¡No vas a violar a Gray en mi casa!

—¡Ya sabía Juvia que estarías en su contra, rival de amor! —exclamó la maga, molesta y dirigiéndole una mirada furibunda, que desapareció tras la primera inspección que le dio—. ¿Por qué está desnuda? —Lucy pensó unos instantes, y fueron solo unos instantes porque no le dio tiempo a pensar por más tiempo, que eso, dada la situación, no iba por buen camino—. ¡No puede ser, mi rival de amor me ha ganado, le dio primero la perla a Gray-sama!

¿Por qué le pasaba eso a ella?

—¡¿Qué?! —gritó Natsu, sorprendido y haciendo uso de todo su no-coeficiente intelectual.

—¡Por supuesto que no! —Lucy no dudo en pegarle una vez más, por idiota—. Tú sabes porque estoy desnuda, idiota.

Natsu se sobó la nuca, en lo que Juvia ahora centraba la mirada en él.

—¿Natsu-san también le entrego antes que Juvia su perla a Gray-sama?

—¡¿Qué?! —gritaron ambos chicos, descolocados por la imagen mental.

La horripilante imagen mental. Más que descolocados, estaban perturbados.

—No. Es que Lucy se la iba a entregar a Natsu y Natsu a ella —aclaró Erza, todavía comiendo pastel.

—¡No lo digas así nada más! —reclamó Lucy.

Juvia parpadeó, antes de formar una gran o con su boca y asentir, a saber a qué.

—Juvia entiende. Juvia les dará privacidad para que hagan sus cosas, ella irá a otra parte a hacerlas con Gray-sama.

—¿Qué? —cuestionó Gray, no muy seguro de en qué minuto había accedido a hacer algo con Juvia.

—Sí, por favor. Lárguense —dijo la rubia.

Juvia asintió, de nuevo, y arrastró sin ninguna delicadeza a Gray rumbo a la ventana.

—¡Un momento! —No tardó en reclamar éste.

—Saben, Lucy, Natsu —llamó Erza, contemplando la batalla verbal entre Gray y Juvia mientras continuaba comiendo pastel—, pienso que tal vez deberían vestirse, ya saben, dejar de andar mostrándolo todo.

—Qué. ¡Claro que no! —reclamó Natsu—. Hoy es el día en que lo haré con Lucy.

—No. Hoy es el día en que los sacare a todos a la mala de mi departamento —contrarrestó Lucy, cuchillo en mano.

Esperen. ¿Qué?

Erza parpadeó, Natsu parpadeó, Gray y Juvia no porque estaban ocupados en lo suyo, de no haberlo estado habrían tenido tiempo de notar el aura asesina que se expandía por el cuarto.

Ese veintiocho de febrero no lo olvidarían nunca. Lucy era aterradora cuando se lo proponía.


Ojala te haya gustado.

Nos leemos. Bye.