Este fic participa del Reto Temático de Febrero "Dramione" del foro "Provocare Ravenclaw".

Aqui les traigo mi dramione para el concurso de Provocare Ravenclaw. Todos los personajes son de JK Rowling, yo solo me he inventao la historia.

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Era una noche lluviosa en las calles de Londres Muggle. La lluvia caía plomiza como un aguacero y las luces de las farolas le daban un aspecto de lo más siniestro. Las luces de las ventanas de las casas estaban apagadas y la oscuridad pintaba cada rincón de la calle. Entre todo ese caos, caminaba una solitaria figura encapuchada. Sus pies estallaban contra los charcos, que salpicaban con su potentes pasos y mojaban la falda de su túnica. Se dirigía a algún lugar, al parecer con prisa. Era una figura esbelta, de proporciones normales, que no permitía siquiera conocer su género, aunque podemos decir que es joven por su forma de caminar.

Nuestro extraño transeunte llegó al final de la calle y antes de girar en la esquina se metió en un pequeño local de pobre iluminación que parecía un pub harapiento.

Y nuestro personaje no se había equivocado.

Había entrado a una habitación silenciosa y casi desierta, salvo por el hombre que tomaba una copa sentado en una de las sillas de la mugrienta barra. Si alguien hubiera entrado de día, habría encontrado una sala en la total penumbra, pero los ojos de ambos se habían acostumbrado tanto a la oscuridad que podían ver con una claridad perfecta.

Aquel pub era pequeño, aunque profundo, con pequeñas mesas rodeadas por sillones repartidas por la sala. El suelo era de madera roída, sucia y destartalada, y en las paredes se podían ver posters antiguos y cuadros sucios.

La misteriosa figura se sacudió un poco el abrigo antes de quitárselo y colgarlo en el perchero de madera de la entrada. Era un chico que no pasaría de los 25. Metro ochenta, delgado pero atletico, ojos azules y moreno.

Entonces, con un paso lento, se acercó a la barra y se sentó al lado del hombre, que meneaba de manera casual un vaso de licor con hielo en su mano. Era moreno, con los ojos negros y una mirada distraída. Alto, fornido y de hombros anchos, pero tenía un ligero corte el el lado derecho del cuello.

Hubieron unos segundos de silencio, hasta que el hombre que bebía habló con indiferencia:

-Estas hecho un asco.

Y tenía razón. Nuestro recién llegado tenía la túnica medio mojada y los faldones manchados de barro y agua. Compuso una sonrisa irónica.

-¿Cuatro años sin vernos y es lo primero que me dices?

Hubo otro silencio.

-Lo siento.- Le tendió la botella polvorienta que había sobre la barra.- ¿Un trago?

El desconocido sonrió.

-Eso ya está mejor.

Este cogió la botella y se sirvió en uno de los vasos que había acumulados a un lado. Le dió un gran sorbo al vaso, pero rápidamente se atragantó y comenzó a toser mientras se daba golpes en el pecho. El otro hombre, mientras, seguía meneando su propia copa con la misma tranquilidad de antes. Bueno, quizás un poco sonriente. Entonces él habló:

-Oh, supongo que debería de haberlo dicho. Eso que acabas de espurrear como si fuese agua de fregar se llama Poitin. Es un destilado tradicional Irlandés muy antiguo y se considera la cuarta bebida más alcohólica del mundo. Su destilación está prohibida desde 1661 y sólo dos destilerías en el mundo pueden fabricarlo. Me ha costado una fortuna, Theo. No lo escupas así como así.

Theo jadeaba ligeramente mientras recuperaba la compostura.

-Blaise, eres un hijo de puta.

Blaise sonrió como si le acabase de decir algo bonito y todo.

-Para eso estamos los amigos.

Theo, a pesar de que su amigo le había dado un algo tan fuerte a propósito sabiendo que él era muy delicado para el alcohol, sonrió.

-Algunas cosas nunca cambian, por lo que veo.

-Eso es lo bueno de los colegas del colegio, que no hace falta que cambiemos.

Blaise dejó el vaso vacío sobre la superficie de madera y lo volvió a rellenar.

Theo lo miró con fastidio.

-¿Sabes que odio eso?

-¿El qué?.-Dijo Blaise con falsa ignorancia.

Theo bufó.

-Eso de que da igual todo lo que bebas, nunca te emborrachas.

Blaise volvió a coger el vaso lleno y a menearlo.

-Ah, eso. Bueno, a lo mejor es que siempre estoy borracho.

-Eso es imposible.

El moreno arqueó los ojos con excepti

-¿Ah, sí? ¿Por qué?

Theo meneó la mano en el aire mientras se levantaba de la silla y se estiraba.

-Porque Pansy no te lo permitiría.

Blaise se quedó callado unos segundos

-Cierto...

Theo se asomó al interior de la barra y cogió una botella, la examinó un poco y la abrió. Se sirvió un poco del líquido ámbar, luego dio un pequeño sorbo mientras apartaba la botella. Esta vez, Blaise habló.

-Te has dejado barba...

Theo asintió mientras se pasaba la mano por su mejilla de dos semanas sin afeitarse.

-Sí, Astoria dijo que así le gustaba más. Dijo que me parecía a un cantante de una banda de yo que sé qué.

Blaise rió entre dientes.

-Guau. Dos años saliendo con ella y ya te tiene dominado. Debe de ser un nuevo récord.

Theo retiró la mano de su corta barba y cogió la copa.

-El record aún lo tiene Draco y lo sabes. Además, tú no me irás a decir que no fue Pansy la que te dijo que lo del Quidditch era un deporte para "primitivos y salvajes" y que el Quodpot era el "deporte del futuro".

Blaise arrugó los labios.

-Bueno, al menos no me intentó apuntar a los Gobstones, así que no me puedo quejar...

Theo compuso una sonrisa desganada mientras se pasaba una mano por el pelo.

-Es un poco triste, la verdad. Sobrevivimos a la Gran Guerra Mágica, luchamos al lado de Voldemort, conseguimos seguir adelante, hemos visto a nuestros amigos morir...y aún así no podemos ni replicarle a nuestras novias.

Blaise asintió observaba el interior de su vaso con los labios fruncidos.

-Somos pateticos.

Theo rellenó su vaso y lo alzó.

-¡Por nuestras novias!

Blaise alzó el suyo, aunque más desganado.

-Por esas bestias que nos esperan en casa.

Brindaron con un choque flojo, pero prometedor. Un choque que dejaba claro que ambos estaban de acuerdo. Un choque cargado de entendimiento masculino. Ambos se bebieron el contenido de un trago y bajaron los vasos a la barra con fuerza.

-Oh, por cierto, ¿has leído Corazón de Bruja últimamente?

Blaise se quedó un poco shockeado por la pregunta y no tardó en apuntarselo.

-Lo dices como si no tuviera nada más importante que hacer.-Dijo con obviedad.

Theo revisó el interior del bolsillo interior de su túnica mientras decía:

-Bueno, no es que sea mi pasatiempo favorito pero Astoria las deja tiradas por el cuarto y…

Blaise rió con condescendencia.

-Sí, sí… ¡Seguro!

Theo le ignoró con toda la dignidad que pudo, pero le tendió una revista y Blaise la cogió, mientras se terminaba el buche que le estaba dando a su copa.

Hubo otro minuto de silencio, mientras que Blaise leía el artículo y una sonrisa traviesa se iba dibujando en sus labios a medida que sus ojos recorrían el final de la hoja. La dejó sobre la barra con un ligero "plof".

Silbó:

-A Draco no le va a gustar.

-Por eso te la he traído. Pensaba que te haría gracia.

Zabini afirmó con un arqueamiento de ceja.

-Y me la hace. De hecho deberíamos de visitarlo mañana y enseñarsela nosotros mismos, como buenos amigos que somos. No estaría bien que se enterase por otros medios.

Theo hizo una mueca.

-Vamos, todos sabemos que lo que escribe esta revista es basura.

Blaise se encogió de hombros.

-Ya. Pero también sabemos que todo lo que tenga que ver con ella y los rumores lo ponen enfermo, así que solo espero que esa puñetera relación que tienen acabe de una vez, joder. Cada vez que los veo juntos en alguna revista, me pongo malo. No es por Draco ni mucho menos, pero a Granger no la trago, ni lo haré.

Theo le pinchó en el brazo.

-Vaaaamos, no te hagas el duro. Todos sabemos que te cae bien desde que te enseñó el béisbol muggle.

Blaise se llevó el vaso a los labios mientras soltaba un "cállate". Ah, la ironía...

Era una mañana de sábado. Los rayos de sol se filtraban por las cortinas, iluminando una enorme y bella cocina. Si alguien que hubiera conocido Malfoy Manor con anterioridad entrase en esa habitación, probablemente hubiera pensado que se había aparecido en un algún lugar distinto. Aquel lugar tan luminoso y moderno no podía ser la tétrica y victoriana mansión de los Malfoy, ¿no? Pero, sin embargo, lo era.

Y ahí, desayunando, encontramos a nuestro personaje. Hermione estaba sentada en la barra americana, untando un poco de mantequilla en una tostada mientras tarareaba una canción.

La habitación era luminosa, amplia y elegante, decorada principalmente con mármol negro y un suelo de losas blancas. Había ventanas por todas partes y un amplio balcón al que se podía salir para ver el precioso jardín de la mansión. Era muy moderna, más de lo que cualquiera podría esperarse de Malfoy Manor, pero fue en realidad Draco quién la remodeló hace un tiempo.

Cuando Malfoy le pidió que se fuera a vivir con él... bueno, no se lo pidió, más bien fue una trampa.

"Oye, Hermione. Ultimamente estoy teniendo algunos problemas en el trabajo, así que no vamos a poder pasar mucho tiempo juntos"

"¡Pero si apenas nos vemos!"

"Lo sé...- Dijo apenado."

"Hermione bajó un poco la mirada, mordiendose el labio inferior. Draco dejó unos segundos de tensión para proceder con su plan."

"Bueno, solo veo una única solución"

"¿El qué?" Dijo ella, intrigada.

"Bueno, podrías venir a Malfoy Manor, pero no se si lo podré soportar. Tener que aguantarte ya es muy duro, imagínate despertarme todos los días y tener que verte... Pero estoy dispuesto a hacerlo. Total, llevo ya mucho tiempo haciéndolo" Dijo haciendose la victima y con esa sonrisa-mueca tan propia.

Hermione arqueó las cejas y dijo: "Mañana a las 4 ten listo un traslador. Veamos aquí quién tiene que aguantar a quién, señor Malfoy"

Obviamente, Draco no tenía ningún problema en su trabajo como director administrativo...

Aquella tarde Hermione ató cabos al verlo rezongando en el sofá a la misma hora de siempre.

Tenía que reconocer que desde el principio sabía que esa eras su manera de decirle "vente a vivir conmigo" y cuando se acostó esa noche, en su apartamento, estaba más inquieta que nunca. En parte por los nervios y por otra por la casa. Había estado dentro solo una vez y… no era uno de sus mejores recuerdos precisamente. Había ido solo un par de veces para recoger o llevarle cosas a Draco pero nada más, así que el volver a entrar ahí se le hacía un poco tenso.

Después de muchas negociaciones y súplicas, consiguió convencerle de que remodelasen juntos algunas habitaciones de la casa.

Hermione sabía desde el principio el tipo de cosas quería, pero no eran del gusto de Malfoy.

"¿Que diablos es eso? ¿Acaso quieres que mi casa sea como la de un pobretón?" Dijo cuando Hermione le trajo una manta de cuadros para el sofá. Draco, con su exclusividad a flor de piel, al ver la palabra "oferta" en la etiqueta no pudo evitar indignarse "¡JÁ! ¡ESO SÍ QUE NO, HERMIONE! ¡ANTES PREFIERO QUE LAS DOS PRIMERAS PLANTAS SE RENUEVEN ENTERAS!"

Hermione fue a replicar, pero entonces se le iluminó la cara y sonrió con seguridad.

Y así fue como los dos primeros pisos de Malfoy Manor fueron totalmente cambiados.

Se sintió muy aliviada porque se fuese a renovar la indumentaria a tal escala, pero Draco, después de debatirse entre tener semejante manta en su casa o modernizarse, concluyó que no tenía problema mientras él fuese quien eligiese el diseño.

Hermione recibió la victoria con alegría, pero por supuesto, no contó con que Draco tenía un gusto muy elegante y primoroso. Quizás demasiado. Así que cuando el rubio señaló la fuente tamaño piscina para el jardín, supo que no iba a ser tan fácil

Luchó con garras y dientes porque fuera más hogareño, pero él no dio su brazo a torcer, así que en esa batalla tuvo una derrota aplastante.

Pero no acabó mal y aunque el diseño no era precisamente su estilo, era mejor que la tétrica casa a la que había entrado hacía seis años atrás, y no precisamente como invitada. Dejar todas esas revistas de decoracion de interiores por la casa de manera subliminal había dado su fruto.

Pero al final, ella tuvo que aceptarlo. Draco compró todo lo que le gustaba en el centro comercial muggle y mandó a freír espárragos todo lo que Hermione le propuso al principio, aunque logró que sustituyera la cascada que quería construir en el recibidor por una barbacoa en el jardín. La casa parecía otra, aunque las otras 4 plantas por encima seguían más o menos iguales, pero Draco, en secreto, también tenía pensado remodelarlas al ver los resultados en las nuevas habitaciones.

Hermione, a pesar de ser una persona muy sencilla, logró sentirse cómoda e incluso le cogió el gusto a la nueva decoración de la casa, pero no se podía esperar menos. Draco tenía un gusto exquisito para todo lo que tuviese que ver con diseño.

Y allí estaba ella, desayunando mientras se sumía en sus pensamientos. Aquella mañana trabajaba sólo hasta mediodía, pero en el Ministerio había mucha más tarea los sábados. Probablemente saldría a las tres si tenía suerte y lo acababa todo a tiempo. Quizás podía convencer a Draco para que fueran al cine esa noche. Había visto un cartel de una película de George Clooney que tenía muy buena pinta.

Y vosotros os preguntaréis ¿Draco yendo a centros comerciales muggles? ¿Viendo películas? Bueno, quizás Draco haya cambiado un poquito desde la Gran Guerra Mágica. En realidad, Hermione se lo encontró sentado en la barra de una cafetería muggle. El también se sorprendió y la incomodidad no tardó en instalarse en el ambiente, pero después de dos días, acabaron por dirigirse la palabra. Un "buenos días" al principio. Luego el "¿qué tal?" y después de cuatro meses acabaron por quedar para ir a comer. Por supuesto, el camarero que les atendía fue testigo de su progreso todos los días, desde el principio hasta el fin. Había días en los que estaban más amigables, otros en los que charlaban durante casi una hora sobre un tal Howard, otros directamente ni se hablaban, otros se pedían disculpas… Para él era como ver un culebrón. Así que el día que Hermione no apareció ( no había que ser muy inteligente para saber que habían tenido una bronca muy gorda) se dirigió a Draco, que estaba enfurruñado y amargado, y le dijo que le pidiera salir y se marchó. Así sin más. Al día siguiente los dos vinieron juntos y de la mano.

Un elfo doméstico se apareció a su derecha y le dijo:

-El Señor Malfoy está despierto, Señorita. Acaba de leer la sección de revistas matutina y se dispone a bajar.

Hermione le dedicó una sonrisa tierna.

-Gracias. Puedes retirarte.

El elfo hizo otra pronunciada reverencia y desapareció.

Un cuerpo musculoso y delgado apareció treinta segundos después. El actual Señor Malfoy se había dejado directamente todo el pijama arriba y se había quedado en calzoncillos, haciendo gala de su buen cuerpo. Sin embargo un acontecimiento le había puesto de un humor de perros. Su mirada mostraba una frialdad inusual en él, a pesar de ser un hombre poco expresivo. Hermione dijo:

-Buenos dí...-Pero no le dió tiempo a acabar la frase, pues se atragantó con el pedazo de pan al verle. Draco estuvo a punto de reírse, pero se contuvo.

-¿Por qué no llevas nada puesto? - Dijo, ruborizandose ligeramente y apartando la mirada.

Draco, que normalmente habría aprovechado para arrinconarla un poco, dijo secamente.

-Tengo calor.

Hermione se extrañó un poco por su tono de voz, pero lo pasó por alto.

-Bueno... Podrías haberte puesto algo.- Giró un poco la silla para que él la viera.- Yo llevo una de tus camisas, espero que no te importe.

Draco abrió los ojos ligeramente. Su novia llevaba una camisa blanca que le venía grande y mal abotonada. Le llegaba por un poco más bajo de la cintura, rozándole la mitad de los muslos y destacando sus morenas y perfectas piernas. ¿No se daba cuenta de que en ese momento era la fantasía sexual más preciada del género masculino? Sumado a que llevaba el pelo totalmente salvaje y le daba delicados bocados a la tostada, el hemisferio sur de Draco amenazaba con alzarse. Pero él meneó la cabeza, tratando de despejarse. Hoy no iba a ponerse en ese plan.

-No importa. Tengo más.

Rodeó la barra americana y se sirvió un poco de café en una taza. Hermione le dedicó una sonrisa a su espalda.

-Oye Draco, si termino de trabajar a tiempo, ¿te gustaría que fuéramos al cine? He visto un a película que...

-Hoy no puedo.-Dijo cortante.- Tengo que ir con Daphne a una cena de negocios.

Hermione se sorprendió por esa forma casi agresiva de dirigirse a ella. En su pecho se instalaron unos pequeños nidos de molestia y celos, pero los reprimió. No quería comenzar una discusión estúpida por una cena de negocios con su socia.

-Oh, bueno... Vale.

Draco terminó de servirse la bebida y luego se dio la vuela para salir a la terraza. Hermione le siguió con la mirada, extrañada y un poco preocupada. Draco no era el hombre más simpático del mundo, pero normalmente no era tan frío con ella. No le había dirigido ni una triste mirada, ni le había dado un beso de buenos días. Nada. Qué raro.

Una elfina delgada se le apareció a la derecha con un pequeño "plop", cargando con dificultad una enorme cesta de revistas y periódicos.

-Buenos días, Señorita Granger.

Hermione giró la cara y le dedicó una enorme sonrisa a su elfina favorita.

-¡Tutty! Ya te echaba de menos. ¿Ayer fue tu día de vacaciones, no? ¿Que tal te fue?

Tutty hizo una dificultosa reverencia con la cesta a cuestas, hasta que Hermione le hizo una seña con la mano para que la soltase.

-Ayer, Tutty fue a visitar a sus padres a la casa del antiguo amo de Tutty, señorita. Los señores Malfoy están muy bien en Suiza, señorita. Los padres de Tutty también

Hermione sonrió.

-Ah, me alegro. ¿Cuáles son las mejores noticias de hoy?

A Hermione le encantaba Tutty por dos sencillas razones. Primera: fue la que mejor se tomo que ella quisiera darle un día de vacaciones al mes a los elfos domésticos de Malfoy Manor y una paga mínima, pero dinero, al fin y al cabo. Era la única que se iba a atender otros asuntos cuando tenía vacaciones, y no se quedaba en casa haciendo lo mismo de siempre.

Segundo: Era la encargada de la biblioteca y de traer el correo y los periódicos. Eso era suficiente para que Hermione la quisiera. Además, era muy simpática.

Tutty metió casi la cabeza entera en la cesta y comenzó a hurgar en su interior.

-Hoy hay portada en El Profeta sobre el campeonato mundial de Quidditch, pero a la señorita no le interesa eso. Hay un titular sobre Harry Potter y el departamento de aurores, señorita. Dicen que han capturado un red de traficantes de hipogrifos. Tutty piensa que esos magos merecen ser capturados, si señora.

Hermione rió.

-Vale, añádelo al montón.

-Hay otra revista sobre el amigo del Señor Potter. Esta revista la leyó el amo esta mañana y se enfadó mucho. Tutty entiende al amo, si señor.

Hermione se inclinó hacia la elfina, intrigada.

-¿Puedes pasarme esa por favor?.

Tutty le tendió el manojo de papeles de colores que formaban Corazón de Bruja y desapareció, dejando a Hermione con la enorme cara de Ron en portada y un título en rosa que decía:

"Nunca llegué a superar realmente a Hermione"

La chica soltó un largo suspiro, mientras echaba un vistazo al artículo. Básicamente, era una descripción sobre la vida amorosa de Ron con diferentes chicas y luego con Hermione desde que se conocieron hasta que rompieron y volvieron a ser amigos. Luego Rita Skeeter dedicaba un pequeño párrafo a insinuar con la sutileza de un martillo pilón, que Hermione podía estar teniendo una aventura con Ron.

Levantó la vista y buscó a Draco con la mirada, para verlo entrando de nuevo, con la misma cara de enfurruñamiento de antes. Hermione suspiró y decidió dejar las cosas claras.

-Draco, ¿has visto esto?

El aludido apenas giró la cara para mirarlo.

-¿El qué? Ah, eso. Sí, lo ví esta mañana. ¿Por qué? ¿Acaso importa?

Hermione se molestó un poco.

-¡Claro que no! ¡Se nota a la legua que es mentira!

Draco bufó con indiferencia.

-Si tu lo dices...

Hermione se levantó de la silla y caminó hacia el rubio. A veces, Draco podía ser tan celoso como Ron.

Se quedó frente a él, apenas a medio metro de distancia, mirándose a las caras mutuamente. Draco hacía un esfuerzo sobrehumano para mantener la vista en su rostro y no en el resto de su cuerpo que parecía que lo llamaba a gritos.

-Draco Malfoy. ¿Estas celoso?

A Draco casi le da un ataque de indignación y cruzó los brazos sobre su pecho.

-¿¡Yo!? ¿Celoso? ¡¿Del pobretón?! ¡JA! ¡Más quisiera él tener todo lo que yo tengo!

Pero Hermione le miraba a los ojos con tanta intensidad que Draco no pudo aguantarlo y desvió la mirada. Parecía un niño pequeño haciendo pucheros porque está enfadado.

-No estoy celoso.- Dijo mirando la pared. Sonó como si tratase de convencerse más a sí mismo que a su novia.

Hermione sonrió con ternura.

-Ni tienes por qué. -Draco volvió a mirarla a los ojos, aun con esa expresión de enfado. Hermione le colocó las manos en las mejillas y se puso de puntillas mientras traía su rostro hacia el suyo y le daba un sutil beso. Al principio fue como un roce, pero luego los presionó con delicadeza y luego los retiró para dedicarle a Draco su sonrisa más sincera.

-¡Porque yo te amo a tí!

Todo eso pilló tan desprevenido a Draco que destruyó toda su estrategia. Se quedó estático en el sitio, con los brazos colgando a sus costados y una expresión inmutable. Hermione se ajustó un poco el pelo mientras se acercaba a la puerta.

-Así que no te enfades más. Si quieres podemos ir al cine mañana y si no, a dar un paseo. No importa a donde vayamos, es por estar un rato contigo.

Y dicho esto dejó a Draco en la cocina. Solo. Una sonrisita-mueca se dibujaba lentamente en su rostro. Apoyó una mano en la pared mientras se peinaba el pelo hacia atrás, dejando a la vista un ligero rubor en sus pómulos

-¿...como me podría enfadar contigo...?

Entonces el sonido de una ducha comenzó a resonar por el pasillo hasta acabar en la cocina. La imaginación de Draco no tardó en deducir de dónde procedía ese sonido y la situación en la que se encontraría la ocupante de la ducha. Treinta segundos tardó en reaccionar. Abandonó la cocina como una exhalación, soltando un "a tomar por culo el orgullo" y entró al baño a la velocidad del rayo. Esa fue la primera vez en la vida que Hermione Granger llegó tarde al trabajo.