Rojarosa

Prólogo

-Está envenenada- Un sollozo- No respira

Las palabras entraron en él sin pedir permiso y aplacaron sus pensamientos. Con ímpetu, destruyeron su razón, haciéndolo tropezar justo cuando entró al centro del bullicio. Y luego, él solo pudo permanecer inmóvil, su cuerpo estático anclado al suelo. Su cerebro vaciándose de poco en poco, drenándose de todo pensamiento cuerdo y dándole paso libre a la locura. El apretó su puño, y los dedos parecieron dormidos.

-¿Qué le pasa?-

-Ha mordido la manzana-

La multitud ya se estaba apilando alrededor de ella, encerrándola en un círculo de calor sofocante. Sin siquiera pedirlo, él se vio formando parte del centro del círculo; su cabellera rubia, casi blanca, resaltaba en medio del bullicio. Bulstrode lo miraba con suspicacia, una sonrisa triunfante plasmada en su rostro. Él volvió la vista con lentitud, escaneando el cuerpo echado sobre el pasto, su mente muy lejos de la realidad. Sus sentidos seguían estando dentro de ese intenso letargo. La droga del miedo aplacando su entereza.

-Eres una maldita, Bulstrode- Otro sollozo- No sabes con quien te has metido-

-No he hecho nada, Potter– La mujer se encogió de hombros, con un aire de desdén que resultó agrio para la visión de muchos-Una escoria menos para el mundo- Lily se levantó de un sopetón, parecía muy pequeña frente al metro ochenta de Bulstrode, pero el golpe que resonó en el rostro de la mujer no dejaba lugar a dudas de que, en su caso, el tamaño no importaba.

Ante el alboroto la cabeza comenzó a dolerle con fuerza. Una punzada de dolor atravesaba su cerebro de lado a lado, y su visión comenzó a nublarse. Los cuerpos a su alrededor parecían formas alargadas y borrosas, amenazándolo desde el perímetro de la circunferencia. Las voces, al unísono, se asemejaban al zumbido de abejas furiosas.

-Scorpius, reacciona- Una palmada en su espalda, y luego nada. ¿Debía sentir dolor cuando ella estaba ahí, echada, sin sentir nada? – Rose no respira, ¿Entiendes?

Él se giró, y se encontró reflejado en el centro de los ojos de Odysseus. El muchacho lo miraba con compasión, y con un semblante triste. ¿Podía ser visible aquella desesperación que sentía? ¿Era tan atroz su apariencia desolada?

-Potter, esta me la pagas-

-No me conoces, cabeza de maíz inflado- Algunos Gryffindors sostenían a Lily, impidiendo que hiciera crecer la montaña sembrada en la mejilla de Bulstrode- Dime estúpida, ¿Cómo Rose puede volver en sí?

Bulstrode se masajeó su rostro adolorido, pero una sonrisa macabra se pintó con lentitud en sus primorosas facciones. Scorpius solo observaba la escena, retraído, intentando comprender el gesto que se asomaba en el rostro de la mujer frente a él, quien se regodeaba por su fatua victoria. La muchacha observó intensamente al cuerpo de Rose, laxo en el suelo, con las palmas de sus manos descansando sobre la tierra. Sus rizos rojos estaban desparramados a su alrededor, haciendo un contraste pintoresco con el verde del pasto.

Su rostro parecía envuelto en fuego.

Su semblante, pálido y sereno, daba la apariencia de que solo dormía. Que Rose solo estaba echada en el pasto, descansando.

Durmiendo.

-¿Nunca has leído la fábula de Blancanieves, Potter?

La nombrada infló los ojos comprendiendo el significado de aquella frase, y volvió tan rápido la vista hacia Scorpius que el cuello le dolió por el brusco tirón. La mano de Odysseus apretó su hombro, como para recordarle que él debía moverse. Y fue cuando sintió su sangre encendida, como si el fuego estuviera recorriendo cada vena, cada arteria. Y el líquido espeso comenzaba a bullir. Su mirada se conectó con la de Bulstrode, quien parecía disfrutar del momento. Ella resultaba ser la única que realmente estaba cómoda en medio de aquella escena.

El solo pudo burlarse de la ironía de la vida. Del trago amargo que le daba y lo traidora que estaba siendo con él.

¿Qué que hacía el príncipe con Blancanieves? ¿Acaso él no lo había memorizado a los tres años?

Y luego, se había obsesionado con cada una de sus versiones. Siempre estuvo en busca de Blancanieves. Una Blancanieves de cabello rojo, menos dulce, y más intrépida. Una Blancanieves como Rojarosa.

Claro que sabía qué cosa debía hacer para que Blancanieve volviera en sí.

O más bien.

Para que su Rojarosa despertara.

Y cuando la respuesta salió de los labios de Lily, no sabía si sentirse feliz o triste por la escena que estaba a punto de personificar. Y no se sorprendió cuando escuchó la frase volar rebeldemente en el aire. De todas formas, hace mucho que la había memorizado.

-Solo el beso del verdadero amor, podrá sacarla de la maldición.

-RR-

He editado esto porque no me había dado cuenta y estaba llamando a Lily Potter por otro apellido (Ok, estoy en las nubes el 70% del tiempo, pero en este error me he pasado) Disculpen los sangrados de ojos ocasionados!

Espero que les siga encantando!

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