Se sentía triste y un poco molesto. No sólo había discutido con su padre antes de salir de casa, sino que ahora su cita lo dejaba plantado ¿Qué podría arruinar más su día?

Decidió ir por un café, aunque ya casi era la hora de cierre del lugar que tanto le gustaba para su latte descremado. Por eso no se sorprendió cuando vio al encargado bajando la cortina para dar por terminado ese día de trabajo.

Sin embargo, antes de bajar la cortina el chico se giro.

-Hola-dijo el muchacho de cabello negro y espesos rulos cayendo con libertad.

-Hola-susurró sintiéndose tímido al momento que se acercaba con lentitud.

-Creo que venías por un café-dijo al momento que dejaba que la cortina subiera y volvía a abrir la puerta, dejó que él entrará y luego cerró la puerta manteniendo el letrero de cerrado, pero mañana te recibimos.

Se alejó llegando detrás de la barra y comenzando a preparar un café, se disponía a verter la leche cuando notó que los primeros copos caían fuera de la tienda.

-Blanca Navidad-murmuró comenzando a tararear una canción.

-¿Siempre estas tan feliz?-dijo su cliente asomándose y escuchando al moreno.

-No se trata de ser o no feliz, es la actitud que tenemos a cada momento-dijo terminando de servir el café.

-Dudo que no te enfades.

-Lo hago, pero por cosas importantes. Pero ahora tuve la oportunidad de decirte que estaba cerrado, en cambio decidí abrir y servir un café, porque de ese modo sonreirias y eso me agrada-dijo entregando el café al momento que el castaño se sonrojaba.

Se sirvió uno para él y saco unos pasteles del aparador. Los puso en una mesa y se sentó frente al chico.

-Por favor-dijo indicando al castaño para que comiera - Me gustaría saber tu nombre-dijo el moreno sonriendo.

-Kurt Hummel-dijo bebiendo su café.

-Blaine Anderson-dijo comiendo un trozo de pie de naranja.

-Te pagaré todo esto-dijo probando un poco de torta de trufa.

-La casa invita-dijo guiñandole un ojo y sonriendo.

-Gracias-dijo suspirando con fuerza.

-¿Tuviste un mal día?-dijo tomando su café.

-Lo había tenido, discuti con papá y mi cita me dejó plantado.

-Espero que las cosas con tu padre se resuelvan y lamento que alguien sea tan ciego y desconsiderado como para no estar contigo. Yo habría sido puntual-dijo mirándolo a los ojos.

-Apenas nos conocemos-susurró Kurt sorprendido.

-Pero sin conocerte más sé que vales la espera-dijo sonriendo-pero no quiero asustarte, por favor cuéntame qué más pasó en este día.

-¿Siempre eres así?-susurro con una sonrisa. Le agradaba el chico.

-Soy sincero con quien me importa-dijo sonriendo-por eso anote mi teléfono en tu vaso, por si decides tomar un café conmigo mañana.

-¿Este café no cuenta?

-No. Una cita contigo no debería ser en mi lugar de trabajo.

-¿Cita?-dijo sonrojado.

-Yo…-trataba de combatir sus nervios.

-Mañana a las 7 de la tarde, te mandaré un mensaje para que tengas mi número y me digas dónde.

-Gracias-susurro volviendo a comer y el resto del café que les quedaba lo pasaron conversando de todo y nada al mismo tiempo.

Tal vez a futuro ese café sería recordado como la forma en la que se conocieron.