Hola, es la primera vez que escribo para Harry Potter (?). Nunca antes eh escrito nada del Potterverse pero hoy me decidí a intentarlo. Aunque no sea el último puesto que pronto habrán unos cuantos muchos shots.
En fin, decidí contar la historia de Harry de una perspectiva diferente (que novedad) pues me eh dado cuenta de pueden haber muchos fics del mismo tema. Últimamente eh estado enganchada con leer sobre como los personajes de HP leen la historia de Harry y compañía.
Asi que me decidí por escribir la historia de Harry siendo este una chica (alguien golpéeme, ando muy enganchada con los gender bender).
El primer capitulo me dividió. Ya verán porqué.
Debo añadir que le historia no será tan similar a la de los fantabulosos libros, creo que este capi lo demostrara, por lo que las cosas pueden tornarse muy diferentes. Siendo Harry una chica ahora obviamente no quedara ni con Ginny ni con Cho, todo puede pasar, aun me debato sobre el interés amoroso de Harry. Pero viendo que a penas es la adaptación del primer libro no has que adelantarnos, no contemos los dragones antes de que nazcan.
De cualquier manera intentare ser lo más imparcial posible porque, como todos, tengo una pareja preferida, y si ven mi perfil sabrán que shippeo yo. Mi personaje preferido se Harry Potter luego de Harry es mi querido Tom Riddle, asi que intentare no darle importancia ni quitarle su cara de Voldemort, pero no aseguró nada. Los escritores sabemos que los personajes siempre cobran vida y ellos deciden el que pasara sin que podamos hacer nada.
Bueno, ahora al fic.
DiSCLAIMER: Los personajes de Harry Potter y todo su mundo son propiedad de la muy querida J. K Rowling, yo solo uso sus personajes sin fin de lucro.
ADVERTENCIAS: como este es el primer libro no hay nada interesante por advertir. Dudo que lo haya. Quizá algún horror ortográfico.
Capítulo I: La niña que vivió.
El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive se preparaban para un dia normal.
La señora Dursley era muy delgada y un poco huesuda con su desfavorecida cara como de caballo, su pelo era castaño y vestida como la respetable ama de casa que era.
Su esposo, el señor Dursley era muy diferente de su esposa, era muy gordo, rubio y su gran bigote le daba un aspecto de morsa. Vestía con su importante traje para su importante trabajo.
El señor Dursley era el director de una importante compañía fabricante de taladros.
La vida de la señora Dursley era perfectamente normal y le agradaba, vivía en una gran y bonita casa en un vecindario de clase media alta. Tenía un esposo maravilloso, quizá no guapo como el esposo de su hermana, pero era el hombre que amaba. Además, tenía a su bello y perfecto hijo que era muy parecido al señor Dursley. Gordito, rosado y rubio. Todo un tesoro.
Se despidió de su esposo con un beso y decidió empezar su dia haciendo la limpieza de la casa mientras Dudley, su perfecto niño, dormía abrazado a un peluche de perro negro. Petunia Dursley torció un poco la boca pero debido no tomarle importancia al peluche.
Mientras lavaba los platos del desayuno pudo observar una lechuza por sobre la casa del vecino. Palideció un poco y recuerdo a su hermana.
La hermana de la señora Dursley era la señora Potter. Mientras que la mujer de cabello castaño era una perfectamente normal mujer casada, su hermana menor, Lily era todo lo opuesto.
Su hermana, el marido de esta, y la pequeña hija de ellos eran una familia totalmente diferente a la de ella. La familia de su hermana eran de magos.
Mientras pasaba la aspiradora por la alfombra suspiro pensando en Lily.
Cuando se enteró que su pelirroja hermanita era una bruja ase sintió ofendida. Su hermana no era ninguna bruja, era un poco extraña pero era una niña muy dulce. Mi sabía que el vecino no le decía a su hermana "bruja" como un insulto. Su hermana podía hacer magia.
Y se fue a un internado mágico al que ella, Petunia, deseaba ir. Los celos la alejaron de su hermana hasta que un día, cuando tenía 16 o 17 años (no podía recordarlo bien) se enteró de que su hermana fue atacada por un hombre lobo (*) y casi moría. Luego de eso tomo la relación que había abandonan.
Ahora Petunia estaba preocupada. Según su hermana todo el mundo m-mágico estaba en peligro y su hermana luchaba por salvarlo.
Siempre supo de lo valiente que era Lily, pero solo esperaba que nada malo le pasara.
Por la tarde decidió ir al centro comercial a imprimir las fotos que saco de su querido Dudley, ayer fue el segundo Halloween de su niño especial y querida rápidamente enmarcar las fotos.
Pero algo había raro en las calles. Abrió los ojos impresionada cuando vio un par de m-magos paseando como si nada, felices como si fuera alguna clase de jolgorio o un alquelarre.
Los evitó rápidamente.
Ella aceptaba a su hermana, pero aun le era difícil, tanto para ella como para su esposo, aceptar todo el mundo de Lily. Si aceptaban al esposo de esta era porque Lily tenía el tracto suficientes para visitarlos vestidos como gente decente y normal.
Por segundo le pareció por la palabra "Potter", pero lo deshecho rápidamente. La familia de su hermana no podía estar implicada en todo ese jolgorio.
Después de todo, sabía que hace unos meses la familia Potter se había recluido en su casa en el Valle de Godric y no saldrían por nada.
Por teléfono, Lily le contó que en malvado mago que amenazaba el mundo mágico los buscaba y no precisamente para tomar un té con galletas.
Petunia esperaba ellos estuvieran bien. Su cuñado hasta le caía bien.
Aparto esos pensamientos cuando Dudley pataleo por estar parados sin moverse por mucho tiempo.
La señora Dursley sonrió a su retoño y le pellizco una mejilla con cariño antes de seguir su camino.
Imprimió las fotos de su cámara y vio con ternura a su pimpollo vestido como su papá, con todo y bigote.
Gimió encantada mientras seguía viendo las fotos... Y se detuvo en una del año pasado. ¿Como habría llegado allí?
Esa foto era la del primer Halloween de su hijo y su sobrina. En la foto aparecía ella cargando a Dudley, el cual vestida como una calabaza (su hermana había llegado diciendo que los niños debían celebrar la noche de brujas,y conmigo esas disfraz a su bebé), se vería realmente tierno. Junto a ellos estaba su cuñado, alto se pro negro con lentes grandes y redondos. En sus brazos estaba su pequeña hija, Harriet, vestida como una bruja, con un vestido negro, un sombrero puntiagudo y una varita (que descubrió con horror era tal y de su cuñado, tal como oyó a una furica Lily regalar a su marido por darle una varita real a la niña). La pequeña era el vivo retrato de su padre en versión niña, lo único que heredó de Lily eran los grandes y brillantes ojos verde esmeraldas que su hermana heredó de su abuela materna.
Decidió guardar la foto y regresar a casa.
Una vez su deposito a su hijo en el corral, este rápidamente fue tras el peluche de perro que parecía ser el favorito de Dudley.
Recordó con una mueca la Navidad pasada. Su hermana llego con la pequeña Harriet vestidas de un duende navideño, el resultado de esta no dejaba de decir que un duende no era asi. Mientras las dos hermanas prestaban la cena navideña y luz rápido odiaban en la sala mientras vigilaban a la bebés se escucho un estrecho y de la chimenea aparecieron (¡Como por arte de magia!) tres hombres.
El más alto era un hombre realmente atractivo con una gran sonrisa y aire despreocupado, luciendo lo que suponía seria un traje de Papá Noel; el hombre más bajo estaba un poco gusto y tenía una cara como de rata. Lucia avergonzado con un traje de reno; y finalmente el último hombre, vestido como Dios manda, parecía cansado y un poco viejo para la edad que tenía.
Aquellos hombres eran amigos de su cuñado, recordó con mucho disgusto, su marido parecía que moriría de un ataque al corazón, pero gracias al cielo ningún vecino los vio.
Harriet había recibido muchos regalos, pero ninguno de esos hombres le regalo nada a Dudley (y le señores Dursley no sabían su eso era bueno o malo) pero una de las miradas fulminantes de su hermana hizo que el atractivo hombre le registra un peluche de perro a su hijo, el peluche tocaba algunas canciones de cuna para dormir al niño.
Suspiro nuevamente.
Decidió seguir con su vida hasta que noto que tenía un nuevo mensaje en la contestadora. Por un segundo pensó que era Lily. Puro era el señor Dursley.
-Eh... Hola querida -se escuchaba me vos de su esposo- eh... ¿saliste? -eso extraño a Petunia, su esposo usualmente era muy elocuente para hablarle- eh... No creo que sea nada serio, pero ¿has oído hablar de...? ¡No es nada! Olvido. Llegaré temprano hoy bep bep bep — de esa manera termino el mensaje de su marido, extrañando mucho a la mujer.
"Has oído hablar de..." ¿De qué? Bueno, ya le preguntaría más tarde. Mientras vivía a sus deberes le pareció ver un gato atigrado caminando por la vaya, pero no le Si importancia, quizá la señora Figg (su vecina) habrá conseguido otro gato más.
La señora Dursley hizo un mohín, no le gustaban para nada le animales.
Finalmente al atardecer llego el señor Dursley, pareja muy nervioso.
Suerte en señor Dursley era muy estricto y reluctante hacia el mundo de su cuñada por amor a la señora Dursley los soportaba lo mejor posible. Pero casi nunca iniciaba una conversación sobre ella. Asi que le extraño que preguntas por su hermana.
Petunia negó con la cabeza. La última vez que hablo su hermana por teléfono fue a penas ayer, siendo este James, el marido de Lily, comenzaba a enloquecer encerrado en casa.
Luego de cenar y ver televisión (« Te digo Petunia, su gente esta rara. Lechuzas volando de aquí para allá. Están cada vez más locos», se quejó Vernon Dursley asi ver el noticiario) seprepararon para ir a dormir.
Con Dudley durmiendo y el señor Dursley duchándose fue a la sala a usar el teléfono. Marcó el numero que sabía de memoria y espero. Pronto sono en "beep beep beep", el tonito empezaba a impacientarse, su hermana nunca dejaba tanto tiempo el teléfono sonando. Aunque ella, Petunia, lo atribuyó a la hora.
-Hola, esta es la residencia Potter -resonó la voz de su hermana al otro lado.
— Lily, gracias a Dios, yo...
- En este momento estamos indispuestos a tomar su llamada, pero si deja un mensaje al oír el tono nos comunicáremos con usted.
-Lily, ¿Que estas...? Beep beep beep.
— Lily, soy Tuney (**), hay mucho revuelo con los tuyos, cuéntame que a pasado, llámame —y colgó. Sinceramente, desde ayer en la noche sentía que algo no estaba bien, como un mal presentimiento.
Finalmente se decidió a dormir, ya mañana le volvería a marcar. Se permitió olvidar las lechuzas y el gato de la tarde. Pensando en que su hermana estaría bien.
Y hablando del gato. Ese mínimo yacía en una barda cerca del número 4 de Privet Drive. Yacía tieso como si fuera un animal diseccionado. No se movió hasta casi la media noche.
Un hombre apareció en la esquina que el gato había estado observando, y lo hizo tan súbita y silenciosamente que se podría decir que surgió de la tierra.
La cola del gato se agitó y sus ojos se entornaron.
En Privet Drive un hombre asi nunca se había visto. Era alto, delgado y muy anciano, a juzgar por su pelo y barba plateados, tan largos que podría sujetarlos con el cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa color púrpura que barría el suelo y botas con tacón alto y hebillas. Sus ojos azules eran claros, brillantes y centelleaban detrás de unas gafas de cristales de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si se la hubiera fracturado alguna vez.
El nombre de aquel hombre era Albus Dumbledore. Albus Dumbledore no parecía darse cuenta de que había llegado a una calle en donde todo lo suyo, desde su nombre hasta sus botas, era mal recibido. Después de todo, Privet Drive era un lugar con gente normal y muy estirada.
Estaba muy ocupado revolviendo en su capa, buscando algo, pero pareció darse cuenta de que lo observaban porque, de pronto, miró al gato, que todavía lo contemplaba con fijeza desde la otra punta de la calle. Por alguna razón, ver al gato pareció divertirlo. Rió entredientes y murmuró:
—Debería haberlo sabido.
Encontró en su bolsillo interior lo que estaba buscando. Parecía un encendedor de plata. Lo abrió, lo sostuvo alto en el aire y lo encendió. La luz más cercana de la calle se apagó con un leve estallido. Lo encendió otra vez y la siguiente lámpara quedó a oscuras.
Doce veces hizo funcionar el Apagador, hasta que las únicas luces que quedaron en toda la calle fueron dos alfileres lejanos: los ojos del gato que lo observaba.
La calle entera quedo sumisa en una intensa oscuridad, como si la noche se hubiese tragado incluso la luna y las estrellas
Y ni siquiera Petunia Dursley, que ternura el hábito de espiara sus vecino y era muy cotilla, podría haber visto nada.
Dumbledore volvió a guardar el Apagador dentro de su capa y fue hacia el número 4 de la calle, donde se sentó en la pared, cerca del gato. No lo miró, pero después de un momento le dirigió la palabra.
—Me alegro de verla aquí, profesora McGonagall.
Se volvió para sonreír al gato, pero éste ya no estaba.
En su lugar, le dirigía la sonrisa a una mujer de aspecto severo que llevaba gafas de montura cuadrada, que recordaban las líneas que había alrededor de los ojos del gato. La mujer también llevaba una capa, de color esmeralda. Su cabello negro estaba recogido en un moño.
Parecía claramente disgustada.
—¿Cómo ha sabido que era yo? —preguntó.
—Mi querida profesora, nunca he visto a un gato tan tieso.
—Usted también estaría tieso si llevara todo el día sentado sobre una pared de ladrillo —respondió la profesora McGonagall.
—¿Todo el día? ¿Cuándo podría haber estado de fiesta? Debo de haber pasado por una docena de celebraciones y fiestas en mi camino hasta aquí.
La profesora McGonagall resopló enfadada.
—Oh, sí, todos estaban de fiesta, de acuerdo —dijo con impaciencia—. Yo creía que serían un poquito más prudentes, pero no... ¡Hasta los muggles se han dado cuenta de que algo sucede! Salió en las noticias. —Terció la cabeza en dirección a la ventana del oscuro salón de los Dursley—. Lo he oído. Bandadas de lechuzas, estrellas fugaces... Bueno, no son totalmente estúpidos. Tenían que darse cuenta de algo. Estrellas fugaces cayendo en Kent... Seguro que fue Dedalus Diggle. Nunca tuvo mucho sentido común.
—No puede reprochárselo —dijo Dumbledore con tono afable—. Hemos tenido tan poco que celebrar durante once años...
—Ya lo sé —respondió irritada la profesora McGonagall—. Pero ésa no es una razón para perder la cabeza. La gente se ha vuelto completamente descuidada, sale a las calles a plena luz del día, ni siquiera se pone la ropa de los muggles, intercambian rumores...
Lanzó una mirada cortante y de soslayo hacia Dumbledore, como si esperara que éste le contestara algo. Pero como no lo hizo, continuó hablando.
—Sería extraordinario que el mismo día en que Quien-usted-sabe parece haber desaparecido al fin, los muggles lo descubran todo sobre nosotros. Porque realmente se ha ido, ¿no, Dumbledore?
—Es lo que parece —dijo Dumbledore—. Tenemos mucho que agradecer. ¿Le gustaría tomar un caramelo de limón?
—¿Un qué?
—Un caramelo de limón. Es una clase de dulces de los muggles que me gusta mucho.
—No, muchas gracias —respondió con frialdad la profesora McGonagall, como si considerara que aquél no era un momento apropiado para caramelos.
—Mi querida profesora, estoy seguro de que una persona sensata como usted puede llamarlo por su nombre, ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe... Durante once años intenté persuadir a la gente para que lo llamara por su verdadero nombre,Voldemort. —La profesora McGonagall se echó hacia atrás con temor, pero Dumbledore, ocupado en desenvolver dos caramelos de limón, pareció no darse cuenta—. Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo «Quien-usted-sabe».Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort.
—Sé que usted no tiene ese problema —observó la profesora McGonagall, entre la exasperación y la admiración—. Pero usted es diferente. Todos saben que usted es el único al que Quien-usted... Oh, bueno, Voldemort, tenía miedo.
—Me está halagando —dijo con calma Dumbledore—. Voldemort tenía poderes que yo nunca tuve.
—Sólo porque usted es demasiado... bueno... noble... para utilizarlos.
—Menos mal que está oscuro. No me he ruborizado tanto desde que la señora Pomfrey me dijo que le gustaban mis nuevas orejeras.
La profesora McGonagall le lanzó una mirada dura, antes de hablar.
—Las lechuzas no son nada comparadas con los rumores que corren por ahí. ¿Sabe lo que todos dicen sobre la forma en que desapareció? ¿Sobre lo que finalmente lo detuvo?
Parecía que la profesora McGonagall había llegado al punto que más deseosa estaba por discutir, la verdadera razón por la que había esperado todo el día en una fría pared pues, ni como gato ni como mujer, había mirado nunca a Dumbledore con tal intensidad como lo hacía en aquel momento.
Era evidente que, fuera lo que fuera «aquello que todos decían», no lo iba a creer hasta que Dumbledore le dijera que era verdad.
Dumbledore, sin embargo, estaba eligiendo otro caramelo y no le respondió.
—Lo que están diciendo —insistió— es que la pasada noche Voldemort apareció en el valle de Godric. Iba a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... bueno, que están muertos.
Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta.
—Lily y James... no puedo creerlo... No quiero creerlo... Oh, Albus...
Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda.
—Lo sé... lo sé... —dijo con tristeza.
La voz de la profesora McGonagall temblaba cuando continuó.
—Eso no es todo. Dicen que quiso matar al hija de los Potter, a Harriet. Pero no pudo. No pudo matar a esa bebé. Nadie sabe por qué, ni cómo, pero dicen que como no pudo matarla, el poder de Voldemort se rompió... y que ésa es la razón por la que se ha ido.
Dumbledore asintió con la cabeza, apesadumbrado.
—¿Es... es verdad? —tartamudeó la profesora McGonagall—. Después de todo lo que hizo... de toda la gente que mató... ¿no pudo matar a una niña? Es asombroso... entre todas las cosas que podrían detenerlo... Pero ¿cómo sobrevivió Harriet en nombre del cielo?
—Sólo podemos hacer conjeturas —dijo Dumbledore—. Tal vez nunca lo sepamos.
La profesora McGonagall sacó un pañuelo con puntilla y se lo pasó por los ojos,por detrás de las gafas. Dumbledore resopló mientras sacaba un reloj de oro del bolsillo y lo examinaba.
Era un reloj muy raro. Tenía doce manecillas y ningún número;pequeños planetas se movían por el perímetro del círculo. Pero para Dumbledo debía de tener sentido, porque lo guardó y dijo:
—Hagrid se retrasa. Imagino que fue él quien le dijo que yo estaría aquí, ¿no?
—Sí —dijo la profesora McGonagall—. Y yo me imagino que usted no me va a decir por qué, entre tantos lugares, tenía que venir precisamente aquí.
—He venido a entregar a Harriet a su tía y su tío. Son la única familia que le queda ahora.
McGonagall frunció aún más el ceño. En cuanto Hagrid le contó dónde iba a ir el profesor Dumbledore se dirigió a ese lugar y contemplo a la familia de la que Lily Potter alguna vez le hablo.
Ciertamente no eran mala gente, quizá estrictos y muy muggles, tan opuestos de ellos, pero la hija de James y Lily Potter no debía vivir entre muggles.
— Dumbledore, se que ellos son los únicos familiares con vida de Harriet, otro usted ni podría encontrar gente más opuestas de nosotros. No digo que sean malos, pero ellos jamás entenderán a Harriet — comenzó a airarse un poco—, jamás entenderán a una bruja.
—Es el mejor lugar para ella —dijo Dumbledore con firmeza— Sus tíos podrán explicárselo todo cuando sea mayor.
— Pero ella no podrán con la magia accidental de la niña. Es mejor que se e con una familia de los nuestros, ellos la comprenderán y le están todo el cariño que necesitara. La mujer parece tener ojos Solo para su hijo. No podrán cuidaré adecuadamente de la niña Albus.
Pero al ver la tranquilidad de hombre sólo continuó con más ahínco— ¡Será famosa... una leyenda... no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de Harriet Potter! Escribirán libros sobre Harriet... todos los niños del mundo conocerán su nombre.
—Exactamente —dijo Dumbledore, con mirada muy seria por encima de sus gafas—. Sería suficiente para marear a cualquier niño. ¡Famosa antes de saber hablar y andar! ¡Famosa por algo que ni siquiera recuerda! ¿No se da cuenta de que será mucho mejor que crezca lejos de todo, hasta que esté preparada para asimilarlo?
—Sí... sí, tiene razón, por supuesto. Pero ¿y sí los partidarios de Voldemort deciden buscarla por lo que hizo a su amo? ¿Cómo podrán unos muggles protegerla? —y esa era la última carta del juego de McGonagall. La seguridad de la niña.
Sin embargo, y para su sorpresa Dumbledore sonrió— no se líricos profesora. Ya me encargue de la seguridad de la pequeña.
Finalmente Minerva McGonagall se rindió con ese tema y lo cambió por otro igual se importante— ¿cómo va a llegar la niña hasta aquí, Dumbledore? —De pronto observó la capa del profesor, como si pensara que podía tener escondida a Harriet.
—Hagrid la traerá.
—¿Le parece... sensato... confiar a Hagrid algo tan importante como eso?
—A Hagrid, le confiaría mi vida—dijo Dumbledore.
—No estoy diciendo que su corazón no esté donde debe estar —dijo a regañadientes la profesora McGonagall—. Pero no me dirá que no es costumbre de... ¿Qué ha sido eso?
Un ruido sordo rompió el silencio que los rodeaba. Se fue haciendo más fuerte mientras ellos miraban a ambos lados de la calle, buscando alguna luz. Aumentó hasta ser un rugido mientras los dos miraban hacia el cielo, y entonces una pesada moto cayó del aire y aterrizó en el camino, frente a ellos.
La moto era inmensa, pero si se la comparaba con el hombre que la conducía parecía un juguete.
Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se podía decir que era demasiado grande para que lo aceptaran y además, tan desaliñado... Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casitoda la cara. Sus manos tenían el mismo tamaño que las tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín
En sus enormes brazos musculosos sostenía un bulto envuelto en mantas.
—Hagrid —dijo aliviado Dumbledore—. Por fin. ¿Y dónde conseguiste esa moto?
—Me la han prestado; profesor Dumbledore —contestó el gigante, bajando con cuidado del vehículo mientras hablaba—. El joven Sirius Black me la dejó. Lo he traído, señor.
—¿No ha habido problemas por allí?
—No, señor. La casa estaba casi destruida, pero la saqué antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedó dormida mientras volábamos sobre Bristol.
Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas. Entre ellas se veía un niña pequeña, profundamente dormida. Bajo una mata de pelo negro azabache, sobre la frente, pudieron ver una cicatriz con una forma curiosa, como un relámpago.
—¿Fue allí...? —susurró la profesora McGonagall.
—Sí —respondió Dumbledore—. Tendrá esa cicatriz para siempre.
—¿No puede hacer nada, Dumbledore?
—Aunque pudiera, no lo haría. Las cicatrices pueden ser útiles. Yo tengo una en la rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres. Bueno, déjala aquí, Hagrid, es mejor que terminemos con esto. Dumbledore se volvió hacia la casa de los Dursley.
—¿Puedo... puedo despedirme de ella, señor? —preguntó Hagrid.
Inclinó la gran cabeza desgreñada sobre Harriet y le dio un beso, raspándolo con la barba. Entonces, súbitamente, Hagrid dejó escapar un aullido, como si fuera un perro herido.
—¡Shhh! —dijo la profesora McGonagall—. ¡Vas a despertar a los muggles!
—Lo... siento —lloriqueó Hagrid, y se limpió la cara con un gran pañuelo—. Pero no puedo soportarlo... Lily y James muertos... y la pobrecita Harriet tendrá que vivir con muggles...
—Sí, sí, es todo muy triste, pero domínate, Hagrid, o van a descubrirnos —susurró la profesora McGonagall, dando una palmada en un brazo de Hagrid, mientras Dumbledore pasaba sobre la verja del jardín e iba hasta la puerta que había enfrente.
Tanto Hagrid como McGonagall contemplaron al anciano profesor acercarse y tocar la otra de los Dursley. Los hombros de Hagrid se estremecieron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente.
Ambos vieron como la puerta se abría y el anciano porque entraba
Durante lo que pareció una media hora el profesor estuvo adentro hasta que salio finalmente
—Bueno —dijo finalmente Dumbledore al acercarse a los otros dos—, ya está. No tenemos nada que hacer aquí. Será mejor que nos vayamos y nos unamos a las celebraciones.
—Ajá —respondió Hagrid con voz ronca—. Voy a devolver la moto a noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore.
Hagrid se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta, se subió a la moto y le dio una patada a la palanca para poner el motor en marcha. Con un estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche.
—Nos veremos pronto, espero, profesora McGonagall —dijo Dumbledore,saludándola con una inclinación de cabeza. La profesora McGonagall se sonó la nariz por toda respuesta.
Dumbledore se volvió y se marchó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el Apagador de plata. Lo hizo funcionar una vez y todas las luces de la calle se encendieron, de manera que Privet Drive se iluminó con un resplandor anaranjado, y pudo ver a un gato atigrado que se escabullía por una esquina, en el otro extremo de la calle. También pudo ver las luces encendidas en la casa número 4.
—Buena suerte, Harriet —murmuró.
Nadie, para suerte de él, se percató de lo que había dicho.
Dio media vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció
Una brisa agitó los pulcros setos de Privet Drive. La calle permanecía silenciosa bajo un cielo de color tinta. Aquél era el último lugar donde uno esperaría que ocurrieran cosas asombrosas.
Dentro de la cada le señores Dursley trataban de bajar a le niños, Dursley lloro ante el desgarrador sollozo de su madre al oír la noticia de su hermana y el ruido del niño despierto a la única niña.
La cara de la señora Dursley estaba pálida de muerte, con los ojos rojos y arrullando a su sobrina.
Intercambio mirada con su esposo, surgió cuanto cambiarían las cosas.
Petunia recuerdo las últimas palabras que su hermana le digo cuando estuvieron frente a frente.
"Prométeme Tuney, que sí algo me pasa a mi o a James cuidaras de Harriet chino su fuera tu hija".
Esas de la promesa que hizo con su hermana, y en memoria de ella cuidaría de la niña, aún si esta fuera una bruja como sus padres.
Cuando ambos niños quedaron dormidos los dejaron en la cuna de Dudley y ase fueron a dormir. Ya mañana hablarían mas calmadamente sobre lo que harían.
Ya en la cuna Harriet Potter se dio la vuelta entre las mantas, sin despertarse. Una mano pequeña se cerró en torno a la de su primo, envies dormían pacíficamente, uno de ellos sin saber que era famosa, sin saber que en unas pocas horas le haría despertar su primo Dudley buenas lloraba. No podía saber tampoco que, en aquel mismo momento, las personas que se reunían en secreto por todo el país estaban levantando sus copas y diciendo, con voces quedas: « ¡Por Harriet Potter... La niña que vivió!».
Fin del primer capítulo.
(*) Quizá se pregunten por eso, pero nos quedaremos en ascuas hasta que salga en algún futuro. Si nuestra amada Rowling puede darnos intrigas yo también lo intentare. Pero siempre pueden intentar adivinar.
(**) Apodo cariñoso para el nombre de "Petunia"que Lily utilizaba, por su alguien no lo recuerda.
Como pueden ver la historia de torna diferente del libro. Es eso lo que me dividió. Hacer a los Dursley como los conocermos y odiamos... o hacerlos más tolerantes. Sin embargo, recordemos que aceptaban a Lily y su familia, no a aceptaran a los demás magos y brujas.
Quería dar una perspectiva diferente de las hermanas Evans, sabemos que Petunia solo estaba celosa de su hermana, pero seguro su ella, Lily, hubiera estado en una situación de vida o muerte se hubieran reconciliado.
Sobre los del hombre lobo quiero crear enigmas, no deseo que este fic sea real cual el libro con el Henri de Harry cansado. Y se que pasaron algunos pasajes del libro. Aparecera más (ojala no se molesten por eso), pero será pirata describir algo o palabras importantes como las del fin de Voldy.
Ese fue el primer capi. ¿Que les pareció? ¿Merezco algún review?
Cuentenme sus dudas y sugerencias.
Ciao ciao~~
