Los personajes no me pertenecen, la historia sí.
ADVERTENCIA: Rating M por Lemon
La clase de literatura estaba llegando a su fin y no me había enterado de casi nada de lo que el profesor estaba diciendo, y todo por culpa de ella.
Sabía que, realmente no me hacía falta prestar mucha atención en clase, me había estudiado los libros de todas las asignaturas en verano. Sí, suena como a un auténtico empollón sin nada de vida social. Pero así era yo.
Empecemos con los clichés, típico "perdedor" que no vestía para nada a la moda y, que no se olvide que también llevo gafas. Por necesidad y no me planteaba ponerme lentillas porque lo veía una auténtica pérdida de tiempo.
No tenía amigos reales, tan sólo algún que otro compañero de ciencias con el que quedaba a veces después de clase para tener alguna partida de rol. Sí, también era un friki, como ellos me decían.
Y sí, aún más cliché, estoy semi enamorado de la chica más popular del instituto, quien, por supuesto, tiene novio.
Él no es el capitán del equipo de fútbol y ella no es la líder de las animadoras, pero ambos son muy populares.
¿Por qué sólo semi enamorado de ella? Pues porque no la conozco.
La he visto en clase, en los pasillos, la he oído hablar con las estúpidas de sus amigas, la he visto morrearse con su novio e incluso pensé que iban a ponerse a tener sexo en medio de un pasillo una vez.
Pero no la conocía para nada. No sabía absolutamente nada de ella, más que lo que se decía por el instituto. Por eso no podía enamorarme de ella. Quizás su personalidad era repelente.
También sabía que no era para nada tonta. Estudiaba y siempre sacaba sobresalientes en los exámenes, era casi tan buena como yo en casi todas las asignaturas.
Pero ella tenía que atender en clase para enterarse porque no se había pasado el verano en casa, sola. Mientras que yo aprovechaba el tiempo para mirarla.
Sí, la miraba "disimuladamente" durante toda la clase.
El año anterior compartía con ella dos clases, pero este año parecía que nuestro horario era casi el mismo. Ella no estaba en matemáticas conmigo. Esa era la única diferencia de horarios.
Me encantaba su pelo. Todos se quedaban algo sorprendidos con el pelo de... aún no dije su nombre.
Isabella Swan.
Le gustaba cambiárselo de color. La conocí (bueno, la vi por primera vez) con el pelo castaño chocolate. Un día apareció con el pelo completamente azul y a las tres semanas lo llevaba muy corto y negro.
El color que tocaba este año era rojo. Tenía el pelo largo de un intenso color rojo.
El primer día de clases la oí, sin querer, discutir con su novio, Mike Newton. A él no le gustaba que se cambiase el color del pelo, ni que se lo cortase. A él no le gustaban los cambios e incluso le oí amenazarla que la dejaría si no volvía a tener el pelo de su color natural.
Al siguiente día, Bella (como le gustaba que le llamasen) seguía teniendo el pelo de ese rojo intenso y también tenía un pendiente en el labio inferior.
Mike se desesperó y le gritó, delante de todos. Le dijo que parecía una friki y que se quitase eso inmediatamente. Bella le enseñó su dedo corazón y se marchó, dejándole solo.
Más tarde oí rumores de que Mike se había arrodillado en medio del pasillo pidiéndole perdón.
Era un idiota.
Y Bella era tan... diferente. Quizás por eso me atraía tanto, por eso poco a poco me había semi enamorado de ella.
Nunca habíamos hablado, la jerarquía del instituto prohibía que se mezclaran las "clases sociales" o dejarías de pertenecer a la tuya.
El timbre sonó, sacándome de mis pensamientos y viendo cómo Bella se levantaba y recogía su mochila del suelo. Pasó por mi lado sin mirarme, como siempre, y se reunió con su patético novio en la puerta.
Lentamente recogí mis cosas y me marché.
Me tocaba biología, me gustaba la asignatura, pero odiaba ver cómo Bella y Mike se enrollaban cada vez que el señor Banner nos ponía un vídeo y apagaba la luz, que era el 90% de las veces.
Llegué a la clase uno de los primeros, intentando esquivar a cualquier alumno. En el instituto no es que el más "perdedor" tenga que aguantar abusos ni nada por el estilo, pero todos te miraban mal, no se acercaban a ti y nada más.
La clase comenzó e Isabella (ni su estúpido novio) habían llegado. El señor Banner iba a empezar la clase, cuando llamaron a la puerta.
Bella y Mike estaban allí. La mirada de ella era de disculpa y la de él de superioridad.
-Estoy cansado de vosotros dos, chicos.- Dijo el señor Banner.- No quiero veros juntos en mi clase ni un día más.
A Mike se le abrieron los ojos como platos e iba a empezar a protestar cuando Bella le dio un golpe en el brazo.
-Lo siento mucho, señor Banner- se disculpó ella. Me encantaba su voz. No tenía esa voz chillona de sus amigas ni era demsiado grave. Era... simplemente... perfecta.
-Señor Newton se sentará con el señor Chenney y, usted señorita Swan con... Cullen.- Alcé la mirada cuando oí mi nombre. ¿Había oido bien?
Bella y yo... ¿compañeros de mesa? Estaba bromeando. O yo había oído mal.
Supe que había oído perfectamente cuando Bella se sentó a mi lado y me miró, descaradamente.
-Hola, soy Bella. ¿Eres nuevo?- Casi me atraganto con mi propia saliva cuando la oí hablarme... a mí. Y aún más al oír su pregunta. ¿Estaba bromeando?
-No...- susurré. Otro cliché más, supongo, no podía hablar con ella. Me ponía nervioso y no me salían las palabras.
Ella seguía mirándome y yo bajé mi mirada. Me ponía tan, tan nervioso.
-Tu apellido me suena... pero de verdad, no te había visto nunca.- Ella seguía hablándome, ¿por qué me hablaba? Llevábamos cinco años juntos en alguna que otra clase y jamás me había hablado.
No encontré mi voz.
-Lo siento, debo parecerte una idiota.- Se disculpó. Quise decirle que no lo era, que me parecía el ser menos idiota del planeta, pero no me salió ni una palabra.- Soy muy despistada y tienen que ponerme a alguien delante para que me dé cuenta que está ahí. Joder... puede que incluso hayamos compartido clase y ni siquiera me he dado cuenta. No me has dicho tu nombre.
Verborrea. ¿Eso significaba que estaba nerviosa? No quería hacerme unas muy falsas ilusiones pensando en que Bella podría ponerse nerviosa hablando conmigo. Inspiré profundamente e intenté que mi voz no saliera temblorosa o me moriría de la vergüenza, aún más.
-E... Edward- susurré. Ella sonrió, la miré de reojo y la vi sonriéndome a mí. Tenía una sonrisa muy bonita y no pude evitar mirarla fijamente. Quería quedarme con este recuerdo.
-¡Qué ojos más bonitos tienes!- Exclamó, asustándome un poco.- Lo siento. Estoy algo nerviosa- me confesó, susurrando.- Pero, en serio, tienes unos ojos verdes preciosos.
Fue lo último que me dijo antes de que el señor Banner la mandara callar.
Me pasé el día siendo saludado por Bella por los pasillos, por las clases e incluso en el almuerzo. No entendía nada.
¿No se suponía que no podíamos... mezclarnos? Todos la miraban raro cuando me saludaba con una sonrisa, pero a ella no parecía importarle.
Y así se llevó el resto de la semana.
Y de la siguiente.
Saludándome por los pasillos, charlando conmigo en biología e incluso el miércoles me la encontré en el aparcamiento del instituto apoyada en mi coche. Me quedé embobado mirando su pelo brillando con el sol, llevaba unas gafas de sol tapando sus ojos y tenía una sonrisa en sus labios.
La miré interrogante.
-¿Me llevas a casa?- Preguntó para después morderse el labio, nerviosa.
-Sí, si claro- balbuceé. Me di un puñetazo mental. No podía ser más patético porque sería ilegal.
Abrí la puerta del coche con la llave y Bella se metió en el asiento del copiloto. Una vez delante del volante, arranqué y salí del área del instituto.
-¿Sabes donde vivo?- Preguntó, quitándose las gafas y guardándoselas en el bolso.
Simplemente asentí. ¿Quién no sabía dónde vivía el jefe de policía de un pueblo tan pequeño?
-Mike es un idiota. Se ha llevado mi coche y me ha dejado tirada.- Refunfuñó arrugando la nariz. No pude evitar sonreir.- ¿De qué te ríes? No es divertido que me hayan dejado tirada.
-Sí lo es- logré articular, sonrojándome como un idiota.
-Ah, claro. Para ti lo es porque así puedes llevarme a casa y pasar más tiempo conmigo- Me puse pálido cuando dijo esas palabras. ¿Tan obvio era?- Edward estoy de coña.
El resto del viaje se lo pasó hablando de tonterías y maldiciendo a su novio cada vez que podía.
Cuando llegamos a su casa se quedó mirándome. Desvié mi mirada hacia ella, perdiéndome en sus ojos.
Hizo el ademán de acercarse a mí, pero se controló en el último momento, mordiéndose el labio.
-¿Vas a ir a la fiesta de Jessica del viernes?- Preguntó, por cambiar de tema.
-No voy a fiestas- fue mi corta respuesta.
-Me gustaría que fueses- Abrí mis ojos sorprendido, no tanto por las palabras dichas sino por el tono meloso en el que las había pronunciado.
-Tengo que hacer un trabajo. Estaré toda la noche en la biblioteca.- Me excusé. En parte era cierto.
-Ah. Pues nos vemos mañana- se despidió. Volvió a hacer el además de acercarse, pero volvió a frenarse y salió del coche.
Estaba terminando el trabajo, tan sólo me quedaba imprimirlo y ya podría irme a casa. Estaba agotado. Me había pasado la tarde entera con Jasper acabando el maldito trabajo de matemáticas. Él se había ido unos minutos atrás, tenía una reunión familiar y le dije que se marchase.
Le di al botón de imprimir y escuché un ruido.
Rápidamente me di la vuelta para encontrarme con algo que jamás pensé encontrarme.
Isabella Swan estaba completamente mojada, con el maquillaje negro corriendo por su cara y unos lastimeros sollozos salían de su pecho. Se me encogió el corazón al verla así. Me quedé petrificado. No sabía qué hacer.
Ella se acercó unos pasos.
-Está... está lloviendo- susurró, con la voz rota por el llanto. Miré sus manos, las cuales le temblaban ligeramente y no sé que me pasó, pero al segundo siguiente me vi abrazándola.
Cuando me percaté de lo que estaba haciendo quise alejarme, pero Bella envolvió sus brazos en mi cintura y comenzó a sollozar más fuerte.
Nos quedamos así unos minutos, unos largos minutos hasta que ella me soltó. Me alejé un poco de ella, dándole su espacio. Bella me miró con los ojos aún llorosos y se sentó en una de las sillas de la biblioteca.
-Fui a la fiesta de Jess y encontré a Mike entre las piernas de otra tía.- explicó. Quise decirle que no tenía por qué decirme nada, pero no me salieron las palabras, como siempre, y ella siguió hablando.- ¿Por qué los hombres sois así? ¿Por qué no sabéis estar sólo con una mujer?
-No todos somos así- las palabras salieron solas y Bella me miró, sorprendida de que hubiese hablado.
El silencio reinó en la habitación un largo rato. No sabía qué decir para hacerla sentir mejor, nunca había estado en una situación como ésta.
-Tengo frío- aunque solo fuera un susurro, su voz se escuchó muy fuerte por todo el tiempo que estuvimos en silencio. En ese momento recordé que estaba empapada. Me acerqué a ella inconscientemente. Bella se levantó, pensé que querría irse a su casa y me aparté de su camino, pero al parecer su camino era yo.
Mi corazón latía tan rápido que pensé que se me saldría del pecho cuando Bella enredó sus brazos en mi cuello. Quise preguntarle muchas cosas, pero las estúpidas palabras se quedaron en mi garganta. Acercó su cara a la mía y, antes de que realmente pensara en algo, me besó.
Me congelé. Sus labios eran muy suaves y, sinceramente, nunca había besado a nadie. No sabía qué debía hacer exactamente. Presionó un poco más fuerte sus labios sobre los míos y agaché un poco la cabeza para que pudiera relajarse. Era mucho más alto que ella.
Lentamente acarició mi labio inferior con su lengua y gemí. Sí, parecía una niñita pequeña en su primer beso, pero en realidad eso era, excepto lo de la niñita.
Viendo que yo no hacía ningún movimientos, Bella mordió mi labio inferior de una manera jodidamente sensual. Y algo dentro de mí se activó.
Esa vez fue ella la que gimió cuando violé su boca con mi lengua, buscando desesperado la suya, fundiéndome con ella. La abracé por la cintura, pegando su cuerpo al mío, sintiendo toda su ropa fría y mojada pegada a la mía.
Sin proponérmelo la levanté del suelo y ella, creyendo que era una invitación, enredó sus piernas en mi cintura. No pesaba casi nada, pero aún así di unos pasos hacia atrás y me senté en una de las mesas, con ella encima.
Bella empezó a refregarse contra mí haciendo que me excitara ún más, rozando nuestros sexos a través de la ropa. Me separé de ella, intentando respirar. Su errática respiración se mezclaba con la mía al estar a escasos centímetros el uno del otro.
No pude evitar admirarla embelesado. Su pelo rojo aún estaba algo húmedo y muy despeinado. Tenía los ojos marrones muy abiertos, aún con el maquillaje que se los hacía ver más grandes y sus mejillas estaban casi del mismo color que su pelo. Miré su ropa; llevaba un vestido negro por la rodilla que, al estar sentada encima de mí, con sus piernas rodeándome, dejaba sus piernas desnudas al aire. Coloqué mis manos en sus piernas, notando su piel de gallina. Tenía frío. Acaricié sus piernas sin dejar de mirarla a los ojos, los cuales cerró cuando pasé mis manos por sus suaves muslos.
No supe en qué momento me atreví a hacer eso pero se sentía jodidamente bien y ella lo estaba disfrutando.
Bella volvió a besarme y, esta vez, le correspondí de inmediato. Bajó su boca por mi mandíbula, regalándome pequeños mordiscos y alguna que otra lamida. Cuando llegó a mi cuello se volvió loca. Sus besos fueron más húmedos y sus mordiscos más fuertes. Enredó sus manos en mi pelo, despeinándome y acercándome más a ella para poder trabajar mejor.
Gemí. Gemí como un loco y sentí que mi pene explotaría en cualquier momento.
De repente ella paró y me miró a los ojos. Con lentos movimientos, como si no quisiera asustarme, levantó las manos y me quitó las gafas, dejándolas encima de la mesa, a nuestro lado. Acarició mis mejillas, jugueteó un rato con mis pestañas y yo, tan sólo pude quedarme mirándola, con la boca ligeramente abierta.
-Eres guapísimo, Edward- susurró, con la voz algo ronca, mientras bajaba sus manos suavemente hasta el cuello de mi camisa. Lentamente desabrochó el primer botón, bajando lentamente quitándome uno por uno hasta dejar mi camisa completamente abierta. Se mordió el labio mientras me miraba.- ¿Por qué siempre te ocultas? Eres perfecto...
-No me mientas, Bella- mi garganta dolió cuando hablé, pero en ese momento no podía pensar en mi estúpida tímidez.
-No tengo por qué mentirte.- me susurró, acariciando mi pecho desnudo con sus manos. Me quitó a camisa completamente y se dedicó a morder mi hombro derecho, bajando poco a poco y besando cada parte de mi piel que estaba expuesta.
Yo no podía dejar de gemir y, no sé cómo ni cuando, pero encontré la cremallera de su vestido, en su espalda y la bajé lentamente. Bella se tensó un poco, pero en seguida subió por mi pecho hasta mi cuello y enterró su cara ahí.
Acaricié su espalda desnuda, encontrándome con el broche de su sujetador, pero pasé de largo. No me atreví a ir más allá.
Me temblaban las manos y no sabía si estaba haciendo nada bien. Era la primera vez que hacía algo así.
Ella se separó de mí y me miró a los ojos. No pude evitar mirar cómo las tirantas de su vestido se deslizaban solas por sus hombros, dejándola desnuda de cintura para arriba, tan sólo con un pequeño sujetador de encaje rojo. Me ruboricé y desvié la mirada.
La oí suspirar y miré de reojo cómo se colocaba el vestido en su lugar.
-Siento no ser cómo te esperabas.- susurró, haciendo el ademán de levantarse. Inconscientemente coloqué mis manos en sus muslos y la miré.
-Eres mejor de lo que me esperaba.- le susurré. Ella me miró sorprendida y algo contrariada.- Pero... Bella... yo nunca... y no sé cómo...
Cortó mi intento de conversación besándome furiosamente, como si llevase años queriendo hacerlo. La abracé rápidamente y ella a mí, fundiéndonos aún más en ese beso desesperado.
Bajé las tirantas de su vestido y, sin dejar de besarla, bajé mi boca hacia su hombro. Gimió en mi oído y me volví loco. Yo la hacía gemir.
Busqué el broche de su sujetador con mis manos y, tras dos intentos, conseguí quitárselo y lo lancé a la mesa de al lado. Me quedé un poco bloqueado cuando la ví ahí, desnuda. Jamás había hecho algo así y comenzaron a sudarme las manos.
Bella me miró y colocó mis manos encima de sus pechos. Enseguida noté cómo se endurecían sus pezones en las palmas de mis manos. Volví a mirarla a la cara, mientras masajeaba lentamente sus pechos y, me quedé boquiabierto al verla con la cabeza hacia detrás y los ojos cerrados, gimiendo. Aumenté la intensidad y ella gimió mas fuerte.
Me moví por puro instinto e intercambié mi mano izquierda por mi boca.
-Edward...- gimió tan bajo, que pensé que me lo había imaginado. Me gustaba su sabor, me gustaba la sensación de su pezón duro dentro de mi boca. Enrollé mi lengua en él y succioné ligeramente, ganándome sonoros gemidos y que Bella empezara a moverse de nuevo sobre mí.
Estaba duro como una piedra y sólo podía pensar en meterme dentro de ella, a pesar de no haberlo hecho nunca.
Bella metió sus manos entre nosotros, desabrochando mi cinturón e intentando quitar el botón y bajar la cremallera, pero estábamos demasiado pegados y la oí gruñir, frustrada.
Dejé de jugar con sus pezones un momento y ella se levantó, dejando que su vestido cayera al suelo. Y allí la tenía. Mi sueño hecho realidad. Isabella Swan, con tan sólo unas braguitas rojas y unas botas delante de mí.
Se acercó y, mientras volvía a besarme, me desabrochó el botón y me quitó, no sin dificultad, los pantalones.
Pude ver la mirada de lujuria cuando me vio casi desnudo. Ella se quitó los zapatos y yo la imité.
Sin dejar de mirarnos, de recorrernos descaradamente con la mirada, nos quitamos las últimas prendas y Bella volvió a subirse encima de mí. Tragué saliva ruidosamente y ella ocultó su cara en mi cuello, respirando pesadamente.
Acaricó con sus manos mi erección y juro que estuve a punto de correrme en ese momento.
Mi mano viajó solo a su entrepierna y la acaricié. Ella ahogó un gemido en mi cuello. Estaba empapada.
Dejó de tocarme y yo a ella. Agarró mi pene por la base y se posicionó justo encima. Sus manos temblaban y yo no conseguía saber la razón, porque sabía que para ella no era la primera vez, no después de haber estado dos años saliendo con Mike... ¿verdad?
Intenté hacer que me mirara, pero no lo conseguí. No sacaba la cabeza del hueco de mi hombro.
Me introdujo un poco en ella mientras mordía mi cuello. No podía describir la sensación, era puro placer. Bajó un poco más, lentamente y, no sé qué me pasó exactamente, pero alcé mis caderas, hundiéndome completamente y notando cómo rompía algo. Me congelé cuando Bella soltó un grito de dolor y noté las lágrimas mojando mi hombro.
Me asusté un montón y la obligué a mirarme.
Las lágrimas salían de sus ojos y no dejaba de morderse el labio inferior.
-Bella, lo siento... no sabía que...- Mientras hablaba, fui saliendo poco a poco de ella, con miedo de causarle más dolor si me salía bruscamente. Pero me paró.
-No. Sigue.- Me pidió y, llevaba demasiado tiempo soñando con tener a Bella así. Además ella quería, quería que fuese yo quien le quitase su virginidad.
O tan sólo había elegido a la primera persona que había visto para quitarse de la mente al estúpido de Newton.
No quise pensarlo demasiado.
Me levanté sin salir de ella completamente y la tumbé en la mesa despejada. Un placer nuevo para mí me recorrió todo el cuerpo cuando empecé a moverme lentamente dentro de ella. Podía sentir su calor, podía sentir cada trozo de piel del interior de Bella. Era indescriptible. Me dieron muchas ganas de aumentar el ritmo, pero no quería dañarla, no de nuevo.
Bella se relajó un poco más y empezó a mover sus caderas con las mías, siguiéndome el ritmo. Los movimientos me estaban volviendo loco y tuve que clavar mis uñas en la mesa para no aumentar el ritmo y envestirla como un animal. No podría controlarme mucho más y menos cuando Bella empezó a gemir audiblemente y a susurrar mi nombre.
Enlazó sus piernas en mi espalda baja y me metí más dentro de ella, si esque era posible.
-No-te-controles- gruñó en mi oído. No me hizo falta más. La besé mientras me hundía bruscamente en ella. Ahogamos gemidos en nuestras bocas, y yo ya estaba descontrolado.
La embestía como un puto animal y a ella parecía gustarle. Intentó seguirme el ritmo varias veces, pero me movía demasiado rápido.
El interior de Bella se hizo más resbaladizo y sentí como se contraían sus paredes. Eso fue lo que me hizo correrme violentamente.
No pude controlarlo, simplemente me dejé llevar.
Seguí moviéndome un poco más dentro de ella, intentando aumentar el placer de los dos.
Nuestras respiraciones estaban entrecortadas y podía sentir el corazón de Bella latiendo incluso más rápido que el mío. Me salí de dentro de ella lentamente y la oí jadear.
Toda la vergüenza apareció en ese instante cuando miré a Bella desnuda, tumbada encima de la mesa de la biblioteca empapada en sudor.
No podía creerme lo que acabábamos de hacer. Rápidamente me di la vuelta y busqué mis calzoncillos, cuando los encontré me los puse, al igual que mis pantalones.
Me senté en la mesa, lo más lejos posible de Bella, quien se estaba incorporando, mirándome contrariada.
Me puse los zapatos con las manos temblorosas.
-¿Qué haces?
-Yo... esto... no está bien. Acabas de... romper con tu novio...- Balbuceé nervioso, colocándome la camisa e intentando abrochármela sin éxito.
-Me he llevado dos años saliendo con Mike y no he tenido la confianza para darle mi virginidad. A ti te conozco desde hace 2 semanas y me entregué a ti.- Su voz estaba rota.
-Porque fui al primero que encontraste...- la miré a los ojos, enfadado cuando dije eso. No quería hacerla enfadar, pero estaba algo dolido. Llevaba soñando con ella tanto tiempo, quería abrazarla en ese momento, pero simplemente no me salía. Sólo quería pagar la frustración que me hacía sentir. Yo no quería un polvo de una noche porque su novio la había dejado. Yo quería toda una vida con ella.
Mi cara ardió como los mil demonios cuando Bella estampó su mano en mi mejilla. Volví la cara y me mordí la lengua para no gritar. La había insultado y lo sabía. Me lo merecía, totalmente.
La miré bajarse de la mesa, con lágrimas en los ojos y vestirse aún más rápido de lo que yo lo hice.
-Vete a la puta mierda, Cullen.- Estalló, mirándome con odio y saliendo corriendo, con los zapatos y el vestido en las manos.
Me entraron unas inmensas ganas de llorar. Estaba perdiendo algo que nunca había tenido pero, aún así, dolía como los mil demonios.
Sí, Bella me había usado, pero ¿y qué? ¿Acaso no había pasado la mejor noche de mi puta vida?
¿Qué les pareció? No sé si hacer una continuación, si poner un Bella POV o no sé xD Tengo en mi cabeza, más o menos, cómo seguirla, pero por ahora se quedará así, por eso la pongo en finalizada.
Además de que muchas veces es mejor dejar las historias así xD
Un saludo
