Camas vacías
Dave abrió los ojos y miró hacia la ventana. A Kurt le encantaba ver el sol cada mañana al despertar... Soltó un suspiró y se giró para observar el otro lado de la cama. Lo palpó. Estaba frío.
Tenía cincuenta y cinco años, que a veces le parecían muchos, y la mayoría de ellos habían sido felices. Sobre todo desde que había encontrado a Kurt y a Blaine. Tenían un hijo, no un hijo de su sangre pero sí su hijo por todo el cariño, el amor y la dedicación que le habían dado a Tom. Estaba orgulloso del hombre en el que se estaba convirtiendo. Tom quería casarse pronto con su novia y se moría por dejarla embarazada. Dave lo sabía; a pesar de su cariño por su hijo sabía que Tom había crecido un poco solo y, ahora que le tocaba a él formar una familia, deseaba tener como mínimo tres hijos.
David Karofsky podía decir que era un hombre feliz. Tenía cincuenta y cinco años pero no se sentía viejo en absoluto, a pesar de que el espejo reflejase canas en la cabeza y de que su barba mostrase más zonas blancas que oscuras. Pero había sido muy feliz. Por lo menos hasta unos meses atrás…
Suspiró palmeando el lado vacío de la cama y se levantó rápidamente. Se miró en el espejo y se pasó la mano por las canas de la cabeza, por la barba a medio crecer con partes blancas, por los músculos algo menguados por la edad… y se encontró con que a su edad aún era atractivo, o por lo menos no se veía tan mal como sus amigos y compañeros de trabajo. O eso quería creer.
Se quitó el pijama y entró a la ducha, por enésima vez, solo. Comprendía a sus chicos. Blaine era un hombre ocupado, un gran director de teatro musical que debía tener sus momentos a solas para componer nuevas obras. Cuando le pidió dormir solo por un tiempo Dave no dijo nada porque entendía que su genio necesitaba unos meses para dejar que la música naciera. Lo que no alcanzaba a entender del todo era por qué Kurt se había alejado tanto de él en esos seis meses. A pesar de dormir en la misma cama, a pesar de compartir las mañanas y las noches, Kurt sencillamente se limitaba a darle un beso tibio y corto y girarse a dormir. Había intentado hablar con él pero Kurt sólo le decía que estaba cansado, que el trabajo le absorbía demasiado y que cuando llegaba a casa sólo quería dormir. Dave, a pesar de dolerle, lo entendía. Sin embargo esos seis meses estaban empezando a pasarle factura. Se sentía solo… Tal vez estaba más viejo de lo que pensaba y tal vez la realidad era que Kurt no quería estar con él porque ya no le gustaba.
Era duro tener esas ideas rondándole la cabeza, sobre todo desde que tenía más tiempo para estar en casa. Con Tom siendo su mano derecha en la constructora, él apenas tenía que preocuparse por los negocios. Sólo iba a la oficina para no estar dando tumbos en una casa donde sólo estaban las personas que les ayudaban a mantenerla limpia.
Dave sabía que las cosas no podían ser como cuando tenían diecisiete años y tampoco lo pretendía. Tal vez sólo un poco más de intimidad, besos, caricias, sonrisas y esa pasión que sabía que habían perdido pero que no tenía ni idea de dónde habían dejado.
Bajó al comedor completamente arreglado para ir a la oficina: traje impecable, zapatos bostonianos de piel y una corbata que Kurt le había regañado a principios de año. Aurora le sonrió y le sirvió café. Era difícil encontrar personas que quisieran trabajar en una casa donde vivían tres hombres que dormían juntos en la recamara principal en una sola cama y que de vez en cuando se besaban frente a ellos. Dave ya había tenido una mala experiencia; lo habían intentado chantajear. Evidentemente no aceptó tal vejación. Sin embargo eso le puso en alerta y desde ese momento todas las personas que trabajaban en su casa tenían que firmar un contrato de confidencialidad, lo cual era bueno aunque no garantizaba que su personal se quedara en la casa. Muchos se la habían ido. Aurora había llegado a su casa con su nieto de cinco años y Dave la había hecho firmar. Trabajó tres meses de muy mala gana hasta que una noche su nieto enfermó. En casa sólo estaban Kurt y Blaine y ellos llevaron al niño al hospital. El apéndice se le había reventado y poco faltó para que el niño muriera por una peritonitis. Le habían salvado la vida y después de eso Aurora se convirtió en la empleada más leal a su servicio.
—Bueno días, señor.
—¿Desayunaré solo? —preguntó Dave por inercia porque ya sabía la respuesta.
—El señor Blaine está dormido; estuvo componiendo toda la noche. El señor Kurt salió hace una hora y dijo que no llegaría a comer. —Dave asintió mirando la mesa vacía y sintiendo de pronto que cincuenta y cinco años de verdad eran muchos.
—Y Blaine a la hora de la comida se irá al teatro así que comeré solo.
Aurora le dio un afectuoso apretón en el hombro y Dave empezó a desayunar entre buenos recuerdos.
Dave llegó a la oficina silbando e intentando ponerle buena cara al asunto. Por lo menos tenía por delante unas horas en la oficina para despejar la mente. Ciertamente no se encargaba de nada más que decidir qué proyectos iban adelante y cuáles no y de supervisar el trabajo de Tom, que siempre era perfecto.
—Señor… —Dave sonrió al ver a Gale, su nuevo asistente dos años más joven que su hijo. Tenía unos profundos ojos azules, era rubio, algo bajo de estura pero bastante en forma y de muy buen talante. A Dave le caía muy bien a pesar de tener escasos meses trabajando con él pero le agradaba que fuera tan dinámico y preguntón, sobre todo preguntón. Gale le preguntaba por todo, podía pasar horas en su oficina preguntando sobre los edificios que habían construido durante esos años—. El ingeniero Karofsky me pidió que le mostrara estos contratos. —Dave rió dejando pasar al chico.
—¿El ingeniero Karofsky? Si Tom le escucha llamarle así le dará el entripado de su vida. —Gale soltó una agradable risilla mientras le daba los papeles.
—Es la costumbre, señor Karofsky, pero cuando el ingeniero está siempre le digo Tom. —Dave se colocó los lentes y empezó a mirar sin ganas los papeles y esperando, porque siempre la esperaba, la pregunta que iniciaba la conversación.
—¿De verdad cree que sea buena idea reconstruir el auditorio de la escuela William McKinley de Lima?
—¿Por qué no lo iba a ser? Déjame adivinar. Crees que el costo es elevado y no nos van a dar ni un quinto por el trabajo, ¿cierto? —Gale asintió y Dave rió un poco—. ¿No te parece bueno desgravar impuestos? Además, hay un poco de mí en ese lugar. McKinley se está cayendo desde que el presupuesto estatal la dejó de su mano y creo que le puedo dar un poco a mi antiguo colegio. ¿Dónde estudió, Gale?
—Brooklyn, señor. Mi padre… —La voz de Gale se rompió un poco—. Mi padre murió en un accidente. Él era periodista y mi madre ama de casa, así que cuando papá murió ella tuvo que trabajar en lo que pudo. Poco a poco nos empezamos a levantar pero… aún extrañamos a papá. —Unas lágrimas cayeron del rostro de Gale y Dave se apresuró a darle su pañuelo.
—¿Qué edad tenía, Gale? —Gale se tragó el nudo.
—Diez años… Mi papá era… mi súper héroe. —Dave entendía eso. Paul había muerto tres años atrás y aún dolía como el infierno recordar que su padre ya no estaba a su lado. Gale se limpió el rostro y sonrió levemente—. Hace años que no veía un pañuelo de tela. Los hombres de mi edad no los usan. —Dave soltó una carcajada sin querer.
—Lo sé. Soy un poco mayor, Gale. —El chico boqueó pero Dave aún sonreía—. No se preocupe. —Dave regresó su mirada a los papeles—. ¿Sabe? Hay pendiente una revisión del proyecto en la localidad. Viajaremos a Lima. —Gale asintió.
—Aunque el ingeniero no esté creo que usted y los señores Anderson y Hummel disfrutarán del viaje. —Dave se aclaró la garganta de puro nerviosismo.
—No vendrán. Ellos… están ocupados. Sólo reserve para usted y para mí. Saldremos mañana a primera hora. —Gale asintió—. Y… ¿Hay algún lugar donde se pueda comer por aquí cerca? Tengo años sin comer fuera. —Gale sonrió emocionado.
—Sí, claro. Hay un lugar que está bien a unas cuantas cuadras. Muchos de nosotros comemos ahí cada día. —Dave asintió.
—Genial… —Gale se humedeció los labios y lo miró algo sonrojado.
—Podría venir por usted más tarde para… llevarlo al restaurante y comer… comer con todos.
—Me parece maravilloso, Gale. Muchas gracias. —Gale asintió e hizo el gesto de devolverle el pañuelo—. Consérvelo, por favor.
—Gracias…, señor.
Gale lo dobló y se lo guardó como si fuese algo muy importante.
Blaine llegó a casa cuando ya era de noche. Estaba cansado y sólo quería darse un baño y dormir. Vio la luz de la cocina encendida y caminó hacia allá pensando que sería David. Blaine quería un beso antes de ir a dormir. Estaba a nada de terminar el musical y no quería que nada lo distrajera pero empezaba a extrañar a Dave y a Kurt. Se sintió un poco decepcionado cuando vio a Aurora guardando unas cosas.
—Buenas noches, señor. —La mujer le saludó formal.
—Buenas noches… ¿Y el señor Dave? —Aurora se encogió de hombros.
—El señor no vino a comer. —Blaine boqueó desconcertado—. ¿Necesita algo? —Blaine negó. De pronto se sintió muy decepcionado por no haber visto a Dave.
—Me iré a mi habitación. ¿Cuando llegué el señor me puede avisar, por favor?
Blaine se sentía como si algo desafiase la lógica universal. Desde la muerte de Paul, e incluso antes, Dave era un hogareño de lo peor. Sus salidas eran siempre con ellos, a veces sólo con Kurt, a veces sólo él, pero nunca Dave solo. Era raro no verlo en la barra de la cocina bebiendo un café y leyendo algo. A Blaine le encantaba que Dave levantara un poco la mirada y le preguntara por su día. Era muy fácil dejarse llevar por esa simple pregunta y soltarlo todo. Cuando terminaba de hablar, Dave se levantaba, le daba un beso, le colocaba un té caliente en la mesa y le daba un ligero masaje en los hombros. Después él se iba a su habitación para escribir un rato.
Era tan raro no sentirlo esa noche…
Kurt se acomodó en la cama. Era ya muy de noche y Dave no estaba ahí, lo cual era completamente extraño. En casi cuatro décadas juntos era la primera vez que se encontraba solo en su cama y la sensación era… horrible. Aunque últimamente él mismo intentaba llegar todo lo tarde que podía a casa para así encontrar a Dave dormido. Pero aun con eso, se le hacía raro ver el lado de David vacío. Unos minutos más tarde escuchó la puerta abrirse y después vio a David en mangas de camisa, sonrojado, con el cabello algo revuelto y la corbata colgando del bolsillo del pantalón.
—Ey… Lo siento. —Dave sonrió levemente mientras caminaba rápidamente por la habitación a media luz—. Pensé que aún no estarías.
Kurt sabía que no podía decir nada pero quería recordarle a Dave que pasaban de la una de la mañana y que él jamás llegaba tan tarde. Lo vio caminar hacia el armario y coger su maleta y algunas prendas. Parecía ansioso, nervioso y contento como no lo veía en meses. Tal vez hasta algo expectante. Después de tantos años juntos no era complicado reconocer todo eso de una mirada. Tenía meses sin ver a David tan feliz. Casi desde que Blaine se había ido al otro cuarto y él…
—¿Adónde vas? —Dave se le acercó y le besó en la frente—. Hueles a alcohol y tabaco. —Kurt arrugó la nariz y David rió.
—Fui a tomar unas copas con los chicos de la oficina y ellos estuvieron fumando. —Kurt sabía que Dave casi no bebía así que la propia imagen de su David en un bar le brincaba en la cabeza—. Mañana salgo muy temprano de viaje así que dormiré en la otra habitación para no molestarte. Me tengo que levantar apenas en un par de horas. —Otro beso en la frente y luego Dave se marchó.
Kurt no podía más que boquear y sentir que un agujero negro se le estaba comiendo las entrañas. Alisó el lado de la cama de Dave y permaneció despierto mirando su habitación completamente solitaria. Intentó dormir, quizá lo hizo una hora seguida, aunque sentía que se despertaba cada poco. Definitivamente no estaba acostumbrado a dormir solo. Dave siempre buscaba la forma de abrazarle en las noches y, si era sincero, extrañaba mucho esos abrazos sobre su cuerpo.
Nadie en twitter pensó que #CamasVacías tenía que ver con StL. Pues si, reviví uno de los fics que más amo y le estoy dando una secuela. Será corta, tres capítulos pero con sustancia.
Para empezar nos encontramos a los tres mayores. Siendo ya unos hombres adultos, con una vida hecha, una carrera, problemas de su edad y con un Dave que se siente muy solo. Es un buen hombre que anda buscando con quien hablar porque los hombres de su vida andan en todo menos en su relación.
¿Perderán Blaine y Kurt a su Dave? Eso ya lo verán.
Todo mi cariño y respeto para Winter, sin ella, mis historias serían una vulgaridad más.
Nos vemos el miércoles.
