¡Holaaaaaaaaaa! ¿Qué creen? Aquí estoy yo con una nueva adaptación sobre vampiritos. He amado completamente este libro de verdad. Y la historia es muuy recomendable. Espero y les guste tanto como a mí! Onegai chicas; denle una oportunidad DD;
La guía de Jessica para citas en el lado oscuro © Beth Fantaskey
Naruto © Masashi Kishimoto
Los No-muertos realmente pueden fastidiar tu último año de secundaria…Casarse con un vampiro definitivamente no se ajusta a los planes de Sakura Haruno para "buscarse una vida" al terminar el instituto. Pero entonces hace aparición un extraño (e increíblemente guapo) estudiante de intercambio llamado Sasuke Uchiha, afirmando que Sakura es una princesa vampírica de nacimiento y es además, su prometida perdida. Armada de mucho valor y una copia de Crecer Estando Muerto: La Guía Para Vampiros Adolescentes, Citas, Sentimientos, Emociones, Salud y Vida, Sakura hace una dramática transición de estudiante promedio a glamorosa princesa vampírica europea. Pero cuando un cazador hortera pone sus ojos en Sasuke, Sakura se encontrara luchando por recuperar a su príncipe rebelde, por salvar su alma de la destrucción eterna y por evitar la guerra mundial entre clanes vampiros que se desatará si no cumple su destino de casarse con él.
La primera vez que lo vi, una niebla gris y pesada se aferraba a los campos de maíz, lenguas de bruma deslizándose entre los tallos moribundos. Era una mañana sombría justo después del Día del Trabajo, y estaba esperando por el autobús escolar, metida en mis asuntos, de pie en el camino de tierra que conectaba la granja de mi familia con la carretera principal de la ciudad.
Estaba pensando en cuántas veces probablemente abrí esperado ese bus durante el transcurso de doce años, matando el tiempo tal y como lo haría cualquier atleta, haciendo cálculos en mi cabeza, cuando lo vi.
Y de pronto ese familiar tramo de asfalto me pareció horriblemente desolado.
Estaba de pie bajo un haya inmensa al otro lado de la carretera, sus brazos cruzados sobre el pecho. Las ramas bajas y nudosas del árbol se retorcían a su alrededor, casi ocultándolo entre ramas y hojas y sombras. Pero era obvio que era alto y llevaba un abrigo largo y oscuro, casi como una capa.
Se me oprimió el pecho, y tragué con fuerza. ¿Quién estaría de pie debajo de un árbol al amanecer, en el medio de ninguna parte, vestido con una capa negra?
Debió de darse cuenta de que lo había visto, porque se movió un poco, como si se estuviera planteando irse. O quizá cruzar la carretera.
Nunca me había dado cuenta de cuán vulnerable había sido todas esas mañanas en que había esperado allí sola, pero esa realidad me golpeó fuerte entonces.
Miré hacia la carretera, el corazón latiéndome con fuerza. ¿Dónde está el estúpido autobús? ¿Y por qué mi padre tenía que ser tan fanático del transporte público, de todas formas? ¿Por qué no podría yo tener un coche, como prácticamente todos los demás alumnos de último curso? Pero no, yo tenía que "compartir vehículo" para salvar el medioambiente. Cuando sea abducida por ese tío amenazador de ahí, papá probablemente insista en que mi cara sólo aparezca en cartones de leche reciclados…
En la preciosa fracción de segundo que gasté enfadándome con mi padre, el extraño se movió, ahora sí, en mi dirección, saliendo de debajo del árbol, y podría haber jurado que le oí decir "Sakura".
O tal vez estuviera oyendo cosas, porque la palabra fue ahogada por el sonido de neumáticos sobre el asfalto, frenos chirriantes y puertas abriéndose mientras el conductor, el viejo señor Dilly, las abrió para mí. Nunca había estado tan feliz de subir a bordo.
-Buenas, Sakura.- Gruñó el señor Dilly, y caminé a trompicones por el pasillo, en busca deun asiento vacío o una cara amiga entre los pasajeros medio groguis. A veces era un asco vivir en La Pennsylvania rural. Los chicos de ciudad probablemente aún seguían durmiendo tranquilamente y a salvo en sus camas.
Localizando un sitio al final del bus, me apoltroné con alivio. Tal vez había exagerado. Tal vez mi imaginación se había desbocado, o demasiados episodios de los más buscados de América me habían afectado a la cabeza. O tal vez el extraño sí había pretendido hacerme daño… Girándome, miré por la ventanilla trasera, y mi corazón dio un vuelco.
Aún seguía allí, pero ahora en la carretera, con un pie plantado a cada lado de la doble línea amarilla, los brazos aún cruzados, viendo marchar el autobús. Viéndome. Sakura… ¿De verdad lo había oído llamarme por mi nombre?
—Así que eso resume bastante bien mi verano en el campamento. —Suspiró mí mejor amiga Ino Yamanaka, tirando de la pesada puerta de cristal del Instituto Woodrow Wilson. —Niños que echan de menos sus casas, sus plantas, y arañas grandes en las duchas.
—Parece que ser consejera es horrible.- Me compadecí mientras entrábamos en los pasillos familiares, que olían a limpio y a cera fresca para suelos. —Si eso ayuda, yo gané por lo menos dos kilos y medio siendo camarera en el restaurante. No podía evitar comer tarta cada vez que tenía un descanso—
—Te ves genial— Ino le restó importancia a mi queja. —Aunque no estoy segura sobre tu pelo…—
— ¡Eh!— Protesté, aplastando mi cabellera rosada, que parecían estar rebelándose en la humedad del final del verano. —Te diré que me pasé una hora con el secador y esta "crema alisadora" que me costó las propinas de una semana…— Mi voz se fue apagando, cuando me di cuenta de que Ino estaba distraída y no me escuchaba.
Seguí su mirada al otro lado del pasillo hacia las taquillas.
—Y hablando de verse genial— Dijo.
Naruto Uzumaki, que vivía en una granja cerca de la propiedad de mi familia, estaba luchando con la combinación de su taquilla. Frunciendo el ceño a un trozo de papel en su mano, giró la rueda y agitó la manilla. Una camiseta blanca obviamente nueva hacía que su moreno de verano se viera especialmente profundo. Las mangas se ceñían al rededor de unos bíceps prominentes.
—Naruto está alucinante.- Susurró Ino mientras nos acercábamos a mi vecino. —Debió de haberse apuntado a un gimnasio o algo.
—Estuvo cargando pacas de heno todo el verano al sol, Ino. — Susurré en respuesta. —No necesita un gimnasio—
Naruto alzó la vista mientras pasábamos a su lado, y sonrió cuando me vio.
—Hola, Sakura.
—Hola— Respondí. Después mi mente se quedó en blanco.
Ino se incorporó a la conversación, evitando un silencio incómodo.
—Parece que te dieron la combinación equivocada. —Apuntó, señalando con la cabeza a la taquilla aún cerrada de Naruto. — ¿Intentaste darle una patada?—
Naruto ignoró la sugerencia.
—Anoche no trabajaste, ¿eh, Sakura?—
—No, ya terminé en el restaurante. — Dije. —Solo era un trabajo de verano. —
Naruto pareció algo decepcionado.
—Oh. Vaya. Pues entonces creo que tendré que ponerme al día contigo en el instituto, supongo. —
—Sí. Estoy segura de que tendremos algunas clases juntos. — Dije, sintiendo que mis mejillas se calentaban. —Nos vemos. —Casi arrastré a Ino conmigo por el pasillo.
— ¿De qué iba eso? —Exigió cuando estuvimos fuera de su alcance. Miré a Naruto por encima del hombro.
Mi rostro se puso aún más caliente.
— ¿De qué iba qué?—
—Naruto todo triste de que dejaras el restaurante. Tú poniéndote de un rojo brillante…—
—No es nada. — Le advertí. —Vino varias veces hacia el final de mi turno y me llevó a casa en su coche. Salimos un tiempo… Y no estoy roja. —
— ¿De veras? —La sonrisa de Ino era de suficiencia. —Tú y Naruto, ¿eh?—
—No es nada importante. —Insistí.
El brillo de los ojos de Ino me dijo que sabía que no estaba siendo completamente sincera.
—Este va a ser un año muy interesante. —Predijo.
—Y hablando de interesante…- Empecé a contarle a mi mejor amiga sobre el extraño aterrador de la parada del bus. Pero en el momento en que pensé en él, el pelo en la parte posterior de mi cabeza se erizó, casi como si estuviera siendo observada.
—Sakura…—
El eco de la voz baja y profunda llenó mi cerebro, como una pesadilla recordada a medias. Me froté la parte de atrás del cuello. Tal vez le contara a Ino la historia después.
O tal vez todo el asunto se desvanecería sin más y ya nunca volvería a pensar en ese tío jamás. Eso era lo que pasaría, probablemente. Y aún así el cosquilleo no desapareció.
—Esta va a ser una clase muy excitante. —Prometió la señora Wilhelm, desbordando entusiasmo mientras nos entregaba la lista de lectura para Literatura Inglesa IV: desde Shakespeare a Stoker. —Les va a encantar los clásicos que he seleccionado. Prepárense para un año de hazañas épicas, emocionantes romances, y los enfrentamientos de los grandes ejércitos. Todo ello sin dejar jamás el Instituto Woodrow Wilson. —
Aparentemente no todo el mundo estaba tan extático por los ejércitos enfrentados o los corazones arrebatados como la señora Wilhelm, porque oí un montón de gruñidos a medida que la lista circulaba por la clase. Acepté la copia de manos de mi eterno torturador, Deidara, se había dejado caer en el asiento anterior al mío como una inmensa y pegajosa bola de papel, y eché un vistazo rápido. Oh, no. No Ivanhoe y Moby Dick… ¿quién tiene tiempo para Moby Dick? Se suponía que este iba a ser el año en que iba a tener una vida social. Por no mencionar a Dracula… por favor. Si había algo que odiara, eran los cuentos de hadas espeluznantes sin ninguna base en la realidad o la lógica. Ese era el territorio de mis padres, y no tenía ningún interés en ir allí.
Echándole una mirada rápida a Ino al otro lado del pasillo, también vi en sus ojos pánico y miseria mientras susurraba:
— ¿Qué significa "borrascosas"?—
—Ni idea. —Le respondí también en susurros. —Lo buscaremos.
—También quiero que pasen este cuadro de asientos. —Continuó la señora Wilhelm, crujiendo por la clase en sus zapatos cómodos. —El puesto que hayan escogido será su asiento asignado para el año. Veo algunas caras nuevas por ahí, y quiero llegar a conocerlos tan pronto como pueda, así que no se muevan. —
Me hundí en mi asiento. Genial. Estaba destinada a un año entero de comentarios estúpidos, pero malvados, de Deidara, algo que estaba segura saldría a borbotones cada vez que se diera la vuelta para entregar algo. Y la legendaria animadora zorra Karin había reclamado el sitio directamente detrás del mío. Estaba atrapada entre dos de las personas más horribles del colegio como en un sándwich. Y me volví a la izquierda Naruto había encontrado un asiento cercano al mío.
Sonrió de oreja a oreja cuando lo miré. Podría haber sido peor, supongo. Pero no mucho.
Deidara se dio la vuelta en su silla para lanzarme el cuadro de los asientos.
—Ahí te va, Pelo de Chicle— Gruñó, usando el nombre que me había asignado en la guardería.
—Pon eso en el cuadro. —Sí. Estúpido y malvado, tal y como había predicho. Y sólo quedaban 180 días de clase.
—Por lo menos sé deletrear mi nombre. —Le dije entre dientes. Idiota.
Deidara volvió a darse la vuelta, humillado y con cara de malas pulgas, me puse a hurgar en la mochila en busca de mi bolígrafo. Cuando me dispuse a escribir mí nombre, el bolígrafo estaba completamente seco, probablemente porque había permanecido sin tapa en mi mochila todo el verano. Agité el bolígrafo y lo volví a intentar. Nada.
Empecé a girarme a la izquierda, pensando que tal vez Naruto podría dejarme uno de los suyos. Antes de que pudiera preguntarle, sin embargo, sentí un toquecito en mí hombro derecho. Ahora no… Ahora no… Consideré ignorarlo, pero quienquiera que me estuviera dando golpecitos volvió a intentarlo.
—Discúlpame, pero ¿tienes necesidad de un instrumento de escritura?— La voz profunda con el inusual acento europeo venía de algún punto cercano, detrás de mí. No tenía más opción que darme la vuelta. No.
Era él. El chico de la parada. Habría reconocido el extraño atuendo, el abrigo largo, las botas, por no mencionar su imposible altura en cualquier parte. Sólo que esta vez estaba a apenas unos centímetros de mí. Lo bastante cerca como para ver sus ojos. Eran lo bastante oscuros como para ser negros y estaban mirándome fijamente con una inteligencia tranquila, pero de alguna forma inquietante. Tragué con fuerza, congelada en mi asiento. ¿Había estado en clase todo el tiempo? Y si era así, ¿cómo podía no haberlo visto? Quizás porque estaba sentado medio apartado de los demás. O quizás porque incluso el aire en su rincón particular se veía turbio, el fluorescente sobre su asiento fundido. Pero era más que eso. Era casi como si él creara la oscuridad. Eso es ridículo, Sakura… Es una persona, no un agujero negro…
—Requieres un instrumento de escritura, ¿sí?- Repitió, estirando su brazo a través del pasillo, un brazo largo, musculoso, para ofrecerme un bolígrafo brillante y de oro. No los lapiceros de plástico que casi todo el mundo usa. Un bolígrafo de oro de verdad. Podías afirmar que era caro sólo por ver cómo resplandecía. Cuando vacilé, una expresión de molestia cruzó su aristocrático rostro, y agitó el bolígrafo ante mí.
—Reconoces un bolígrafo, ¿verdad? Este es un objeto familiar, ¿sí? —No aprecié el sarcasmo, o la forma en que me había asustado dos veces en un día, y me quedé mirando, estúpidamente, hasta que Karin se inclinó hacia delante y me pellizcó el brazo. Muy fuerte.
—Sólo firma el cuadro, niña, ¿entiendes?—
— ¡Eh!— Me froté lo que sería un moretón, deseando tener el valor de responderle a Karin, por pellizcarme. Pero la última persona que se había metido con Karin había terminado por cambiarse a Santa Mónica, el colegio católico local. Así de miserable había hecho su vida en Woodrow Wilson.
—Apúrate. — Me espetó Karin de nuevo.
—Ya voy, ya voy. —Acercándome al extraño a regañadientes, acepté el pesado bolígrafo de su mano, y cuando nuestros dedos se tocaron, sentí la sensación más extraña que haya existido nunca. Como un "deja vu" convertido en premonición. El pasado colisionando con el futuro. Entonces sonrió, revelando el conjunto más perfecto de dientes blancos y regulares que haya visto jamás. Brillaban de verdad, como armas bien cuidadas.
Sobre él, el fluorescente zumbó a la vida durante un segundo, resplandeciendo como un relámpago. Vale, eso fue raro.
Me deslicé otra vez hacia el frente, y mi mano temblaba un poco mientras escribía mí nombre en el cuadro de asientos. Era estúpido estar asustada. No era más que otro estudiante. Obviamente un chico nuevo. Tal vez viviera en algún lugar cerca de nuestra granja. Probablemente había estado esperando por el bus, como yo, y de alguna forma no había podido subirse. Su apariencia extrañamente misteriosa en la clase de inglés, apenas a un par de metros mío, probablemente tampoco fuera causa de alarma.
Miré hacia Ino en busca de su opinión. Obviamente había estado esperando a establecer contacto. Con los ojos abiertos como platos, agitó el pulgar en la dirección del chico, vocalizando un muy exagerado, "¡Está buenísimo!" ¿Buenísimo?
—Estás loca. —Susurré. Sí, el tío estaba técnicamente bueno. Pero también era completamente aterrador con su capa, sus botas y su habilidad para materializarse cerca de mí aparentemente desde ninguna parte.
—El cuadro de una vez. —Gruñó Karin detrás de mí.
—Aquí. —Pasé el cuadro de asientos sobre mi hombro, consiguiendo un corte profundo y fino como la hoja de una cuchilla mientras la impaciente Karin me arrancaba el papel de la mano. — ¡Auch!— Agité el dedo sangrante y dolorido, después me lo introduje en la boca, probando el sabor a hierro en la lengua, antes de darme otra vez la vuelta para devolver el bolígrafo. Cuanto antes mejor…
—Aquí. Gracias. —El tipo que generaba su propia penumbra se quedó mirando a mis dedos, y me di cuenta de que estaba goteando sangre sobre su costoso bolígrafo. —Oh, perdón. —Dije, limpiando el bolígrafo en mi pierna, por falta de un pañuelo.
Ugh. ¿Y cómo va a salir esa mancha de mis vaqueros?
Su mirada siguió mis dedos, y pensé que quizás estuviera asqueado por el hecho de que estuviera sangrando. Aún así juro que vi algo muy distinto al asco en esos ojos negros… Y entonces se pasó la lengua lentamente por el labio inferior. ¿Qué demonios ha sido eso? Lanzándole el bolígrafo, me di la vuelta rápidamente en el asiento. Podría cambiarme de instituto, como esa chica que se metió con Karin. Ir a Santa Mónica. Esa es la respuesta. No es demasiado tarde…
El cuadro de asientos regresó a la señora Wilhelm, y ella empezó a leer los nombres, para después alzar la vista con una sonrisa hacia un lugar más allá de mi puesto.
—Tomémonos un momento para darle la bienvenida a nuestro estudiante extranjero de intercambio, Sasuke…—Frunciendo el ceño, volvió la vista al cuadro. —Uchi… haa. ¿Lo dije correctamente?—
La mayoría de los alumnos se habrían limitado a murmurar "Sí, qué importa." Quiero decir, ¿a quién le importa de verdad un nombre? A mi acosador mañanero, eso es.
—No. —Entonó. —No, eso no es correcto. —Detrás de mí, oí el chirrido de una silla al arrastrarse sobre el linóleo, y después una sombra se apareció sobre mi hombro. Mi cuello volvió a erizarse.
—Oh. —La señora Wilhelm pareció ligeramente alarmada mientras un adolescente alto con una capa negra de terciopelo avanzaba por el pasillo hacia ella. Alzó un dedo con precaución, como si fuera a decirle que se sentara, cuando él pasó de largo de ella a zancadas.
Cogiendo un rotulador de la bandeja junto a la pizarra blanca, retiró la tapa con autoridad y garabateó la palabra Uchiha con una caligrafía fluida.
—Mi nombre es Sasuke Uchiha. —Anunció, señalando la palabra. —U-chi-ha énfasis en la primera silaba, por favor. —Cerrando las manos detrás de la espalda, empezó a andar, como si fuera el profesor.
Uno por uno, estableció contacto visual con cada estudiante de la clase, obviamente contándonos. Sentí por la expresión de su cara que de alguna forma encontraba que queríamos más.
—El nombre Uchiha es bastante reverenciado en Europa del Este. —Nos aleccionó. —Un nombre noble. —Se detuvo en su caminar y estableció contacto directo con mis ojos. —Un nombre de la realeza. —No tenía ni idea de qué estaba hablando. — ¿No "encendieron una bombilla", como dicen ustedes?— Preguntó a la clase en general. Pero aún me estaba mirando a mí. ¡Dios, sus ojos eran negros!
Me encogí, mirando a Ino, que estaba abanicándose, totalmente indiferente a mí. Era como si estuviera bajo un hechizo. Todo el mundo lo estaba. Nadie jugueteaba, ni susurraba, ni hacía garabatos.
Casi contra mi voluntad, volví a centrar mi atención en el adolescente que había secuestrado Literatura Inglesa. Era cierto que era casi imposible no mirarlo. El pelo medio largo, negro azabache, de Sasuke Uchiha se veía fuera de lugar en Lebanon County, Pennsylvania, pero había encajado a la perfección con los modelos europeos del Cosmopolitan de Ino. También era musculoso y esbelto como un modelo, con altos pómulos, una nariz recta, y una mandíbula fuerte. Y esos ojos… ¿Por qué no dejará de mirarme?
— ¿Te importaría decirnos algo más sobre ti? —Sugirió al fin la señora Wilhelm.
Sasuke Uchiha se giró sobre sus talones embotados para situarse frente a ella, y tapar el rotulador ruidosamente.
—No particularmente. No. —La respuesta no era grosera… pero tampoco se dirigió a la señora Wilhelm como un alumno. Más como un igual.
—Estoy segura de que nos encantaría oír más sobre tu linaje.- Dijo de pronto la señora Wilhelm, admitiéndolo. —Sí que suena interesante. —Pero Sasuke Uchiha había devuelto su atención hacia mí. Me hundí en el asiento. ¿Se está dando cuenta de esto todo el mundo?
—Podrán aprender más sobre mí a su debido tiempo. —Dijo Sasuke. Había un deje de frustración en su voz, y yo no tenía ni idea de por qué. Pero volvió a asustarme. —Esto es una promesa. —Añadió, taladrando en mis ojos. Una promesa.
Y aún así sonaba más como una amenaza.
¿Qué tal? ¿Les ha gustado el primer capitulo? Espero que sí! Enserio les recomiendo esta adaptación T-T Y por supuesto; no quiero que las chicas que estén leyendo mi otra adaptación Mordiscos de Amor crean que la dejaré, al contrario, pronto subiré un nuevo capitulo :D También me esforzaré para traer el siguiente capitulo de esta historia pronto.
Eso es todo por ahora. Denle una oportunidad a esta historia onegai T-T Enserio que no las decepcionará u.u
Les mando un gran abrazo a todas & ojala nos estemos leyendo en el siguiente capitulo!
¿Quieres galletas & un Sasuke calientitos?
Púchale aquí abajito ;D
