QUE ASÍ SEA.
Aclaraciones: Los personajes no son mío y no hago esto con ánimo de lucro.
Cap. 1: Una carta para Akane.
Había pasado un mes. Un mes desde todo aquel jaleo de la boda, un mes desde el día en que él pensó que la había perdido, un mes desde que ella creyó resucitar en los brazos de un hombre que; al creerla muerta, apartó su orgullo y sus miedos y confesó, en un acto de absoluta desesperación; que la amaba.
Y en ese mes ninguna pelea, ninguna mala palabra, ni siquiera malos gestos. Él no podía olvidar el momento en el que su corazón estallaba y ella no lograba comprender que pasaba por la cabeza de su prometido. Akane no paraba de preguntarse dónde estaba el chico del que se enamoró; ese Ranma orgulloso, pretencioso y peleón. Su aún prometido, el nuevo Ranma, no la hacía enfadar ni la dejaba sola en ningún momento. Se había convertido en su sombra, siempre allí por si necesitaba su ayuda, dispuesto a defenderla porque, pasase lo que pasase, no permitiría que nada ni nadie la volviese a dañar. Nunca más la perdería.
Akane, sin embargo, no era consciente del motivo de su comportamiento. Intuía que la culpabilidad de que ella casi muriese lo estaba consumiendo. Pero las razones de Ranma se alejaban de la culpabilidad para acercarse más al sentimiento de angustia que se tiene cuando se está a punto de perder a la persona amada.
Aquella tarde caminaban a casa desde el instituto. Ambos paseaban tranquilos, él junto a ella. Ya no caminaba sobre la verja, estaba empezando a madurar poco a poco, con esos gestos, expresiones y pequeños detalles.
Cuando llegaron a casa Kasumi les esperaba con su eterna sonrisa, el maravilloso olor a comida recién preparada y una extraña carta dirigida a Akane.
- Akane, he encontrado este sobre en el buzón. –dijo Kasumi – Lleva tu nombre.
Kasumi entregó el sobre a su hermana menor. Estaba hecho con un papel raro, se cerraba con un pegote negro de cera que llevaba impreso un extraño signo. Akane abrió la carta y leyó su contenido para sí misma.
" Estimada Akane Tendo, aunque aún no me conocéis, yo llevo años observándote para estar en condiciones de afirmar que eres la mujer que reúne las cualidades para convertirse en la nueva diosa de Helikopos. Mi nombre es Koshiri, soy el Dios del reino; y tengo el placer de informarte de que iré a recogerte el día de tu próximo cumpleaños para convertirte en mi compañera para el resto de la eternidad. Será del todo imposible que vuelvas a ver a tu familia y amigos, pero a cambio de ese pequeño sacrificio te convertirás en la Diosa de Helikopos. Reinarás junto a mí para toda la eternidad y adquirirás la condición de divinidad.
Hasta entonces se despide afectuosamente;
Koshiri, Dios de dioses de Helikopos. "
La cara de la chica cambió de expresión tan irrebatiblemente que Ranma, asustado por el contenido de la misiva preguntó:
- ¿Ha ocurrido algo Akane? ¿Quién te manda esa carta?
Akane le pasó la carta a Ranma sin pronunciar una sola palabra. El chico se tomó su tiempo para leerla y al terminarla adoptó un semblante de determinación mezclado con un sentimiento de rabia al comprender que era del todo imposible que ambos permanezcan tranquilos y en paz durante mucho tiempo.
- ¿Tu cumpleaños no es la semana próxima? –Preguntó – Es decir, ¿sólo tenemos una semana para pensar que hacer?
- Sí –respondió Akane – es el próximo viernes. Dios Ranma, ¡ese tipo pretende secuestrarme! No quiero pasar por todo esto otra vez. –se lamentó con lágrimas en los ojos.
- No te preocupes Akane, pelearé con él. Le venceré y no tendrás que ir a ningún lado. –aseguró el chico – Este mes he estado descuidando un poco mis entrenamientos, pero a partir de esta misma tarde trabajaré duro por lo que pueda encontrarme.
- No necesito que pelees por mí, ese individuo dice ser un Dios; podría hacerte daño. Me esconderé para que no pueda encontrarme. –replicó la joven temiendo por la seguridad de su prometido.
- A ver, Akane, no podemos fiarnos de que no sea capaz de hallarte. Entrenaré cada tarde a partir de hoy mismo y tu permanecerás donde pueda verte. –argumentó Ranma que sospechaba de que ese loco pudiese adelantar sus planes.
Tras esta conversación Akane permaneció pensativa. No comprendía por qué él no podía perderla de vista ni el motivo de esa ansiedad y esa obsesión por su seguridad.
Durante el almuerzo relataron al resto de la familia el suceso acontecido.
- Ranma, ¡debes proteger a tu prometida, es tu deber como su futuro esposo garantizar su seguridad! –dijo Genma con condescendencia.
- ¡Tiene razón hijo mío! –gritó Soun con grandes lagrimones resbalando por sus mejillas – ¡No debes permitir que nos la quiten!
- ¡Queréis callaros los dos! –gritó Ranma – Yo sabré lo que tengo que hacer – sentenció el joven perdiendo la paciencia – Además, – añadió en un ataque de ira y rabia provocado por la situación que se le venía encima – tal vez no haga falta hacer nada y ese individuo huya asustando cuando vea a Akane en persona.
- ¡Pues yo no te he pedido que me salvases! ¡No necesito que lo hagas! ¡Tal vez esté mejor allí con un Dios que aquí con un hombre que la mitad del tiempo es una mujer! –atacó la chica respondiendo a la provocación de Ranma.
- Eres una niña tonta y desagradecida. – contestó el chico y desapareció sin añadir nada más.
Poco después, Akane se fue a su cuarto para hacer los deberes y, de paso, reflexionar sobre lo ocurrido. Lo cierto es que no creía que Ranma hablase en serio cuando dijo eso. Era la primera vez que discutían después de todo un mes y estaba claro que el chico había perdido los nervios. Tal vez había herido verdaderamente sus sentimientos al llamarle medio mujer y al hacerle sentir inferior a un ser pretencioso que trataba de raptarla y convertirla en algo que no era. Ella realmente no sentía todo lo que le dijo, y tras pensarlo durante un tiempo, decidió que lo mejor sería disculparse y arreglar las cosas con él. No soportaba pensar que su prometido estaba sufriendo por culpa suya aún más aún de lo que llevaba haciéndolo durante el último mes.
- ¡Ehh, Ranma! –le llamó sorprendiéndole en el dojo mientras entrenaba.
- ¿Qué quieres ahora? –respondió el joven de forma huraña.
- Tan sólo venía a disculparme –respondió Akane mientras clavaba sus ojos en el suelo y hacía unos movimientos circulares con su pie derecho que, sin duda, demostraban su nerviosismo.
- ¿Disculparte tú? –se sorprendió él – Esto debe ser nuevo…
- Bueno… ¡para ya Ranma! Es que llevábamos más de un mes sin discutir y creo que los dos estábamos algo nerviosos y dijimos cosas que no sentíamos. Por supuesto que no creo que seas medio mujer… a pesar de tu maldición siempre serás pues… ehh… -titubeó Akane.
- Siempre seré… ¿qué? –preguntó con la voz un tanto ronca y acercándose a ella inconscientemente seductor.
- Pues… esto… que siempre serás mu… mucho más hombre que algunos no malditos que ni locos se enfrentarían a un Dios por ayudar a una amiga. –terminó Akane con gran esfuerzo y evitando mirarle a los ojos.
- Esto… pues – continuó él mientras colocaba detrás de la oreja un mechón rebelde del cabello de la chica que le tapaba los ojos – no… no es nada Akane. Ya sabes cuánto me gustan los retos. Además –añadió alejándose un poco de ella, ya que su cercanía lo estaba poniendo realmente nervioso y no estaba objetivamente familiarizado con esa repentina actitud de cercanía que estaba tomando con respecto a ella – ¡no creo que haya nacido ni el hombre ni el dios que pueda conmigo!
- ¡Oh Dios, pero que vanidoso llegas a ser!
- ¡Ya sabes que nadie puede conmigo! –rió Ranma – Además también quería decirte que siento haberte insultado, para nada era mi intención… pero a veces mis palabras salen antes de que pueda controlarlas. Ya sabes, la costumbre. – se volvió a acercar a ella para acariciarle la mejilla quedándose anonadado por su sonrisa – Quiero que dejemos de discutir – añadió totalmente hipnotizado por los ojos de la chica – A veces nuestros padres pueden ser realmente irritantes y sacan lo peor de mí. Pero ya no te preocupes más, guardaré toda mi rabia para vencer a ese tal Koshiri. No discutiremos más. – continuó mirándola y acercándose hasta que finalmente se dio cuenta que debía controlar sus actos y se alejó un par de pasos sonriéndole. Cada día le costaba más estar lejos de ella, el tenerla cerca y acariciarla y abrazarla empezaba a ser una necesidad demasiado evidente, pero por ahora ni su miedo al rechazo, ni su timidez le permitían acercarse más a ella.
Akane por su parte estaba hecha un manojo de nervios. Su prometido se acercaba y alejaba de ella continuamente. Nunca sabía que era lo que quería realmente, ni era consciente de la batalla interna que libraba el muchacho. Ella se sentía verdaderamente bien cuando él la tocaba, algo en su estómago despertaba y subía por su pecho donde se sentía explotar. Sólo él podía hacer que se sintiese tan… tan… TAN… no podía encontrar la palabra adecuada para describir eso.
- ¿Hablabais de Koshiri? ¿Del Dios Koshiri? ¿qué sabéis de él? – apareció el maestro repentinamente tras haber escuchado las últimas palabras dichas por Ranma.
- ¡Nada que le importe viejo estúpido! – contestó el joven.
- ¡Ay! Ranma, pero no seas así. Tal vez pueda ayudarnos en algo. –reclamó Akane a su prometido – Maestro resulta que esta mañana recibí una carta – dijo sacando ésta de su bolsillo y entregándosela al viejo.
- ¡Vaya, vaya! –exclamó el maestro tras haberla leído – Ranma estás chiflado si pretendes luchar con él. Tienes la batalla perdida de todas, ¡todas! Koshiri es invencible, no es mortal, no se le puede dañar de ninguna manera.
- ¿Qué es lo que quiere decir con eso? – gritó el chico.
- Pues que no tienes ninguna posibilidad frente a él, por muy bueno que seas.
- Pe… pe… pero maestro – titubeó Akane - ¿qué haré ahora? ¡Yo no quiero irme con él!
- A decir verdad, hay una manera de evitar que el Dios despose a una mortal cuando ya la ha escogido –reflexionó el maestro.
- Y, ¿cuál es? ¿Qué debemos hacer? –preguntó Ranma.
- Koshiri no puede poseer a ninguna mujer que pertenezca a otro hombre tanto legalmente como…
- ¿Quiere decir que Akane debe casarse o estar casada antes de que él llegue para llevársela?
- Si, exactamente eso, debe haberse casado antes de su próximo cumpleaños que parecer ser el plazo que Koshiri ha dado para venir a por ella y, además…
- Pero ¿cómo voy a casarme así, de un día para otro? Y, ¿con quién? –le interrumpió Akane empezando a desesperarse. Hasta ese momento no se había dado cuenta de la fe que había depositado en su prometido para que venciese a ese individuo.
Ranma por su parte estaba librando una fuerte batalla con las posibilidades que se le ponían delante. Tenía demasiado miedo para reconocerlo.
- ¿Es la única solución posible? ¿qué se case antes de una semana? –preguntó Ranma violentamente y añadió con voz tremendamente cabreada y llena de rabia – Pues que así sea. – Y salió del dojo atropelladamente y dando un fuerte portazo.
