Una tenue luz anaranjada comienza a filtrarse dentro de sus parpados cerrados, penetrando de a poco dentro de su conciencia hasta llegar al punto de molestarle. Dib se rueda sobre si mismo, intentando alcanzar con una mano su manta para envolverse de nuevo y dormir algunos minutos mas. No terminaba de girar sobre su espalda cuando la mullida superficie debajo de él se acaba, y termina dándose de bruces contra el suelo.

Maldice entre dientes, tallándose por un momento el trasero antes de alzar la vista a la luz que se cernía sobre él, un foco de un estrambótico tono anaranjado que le ciega por un instante, cubriéndose el rostro con una mano mientras se incorpora, recargándose contra su cama. Es solo entonces que se da cuenta que eso no era su cama, y que sin duda esa no era su habitación. Con la memoria nublada, hecha un confuso vistazo a la peculiar y ruinosa estancia, llena a reventar de extrañas maquinas y aparatos recubiertos de herrumbre y polvo. La iluminación del techo estaba destrozada y colgaba del techo por todas partes, y no tarda en reconocer impactos de armas de plasma aquí y allá, agujereando lo que termina por distinguir como videojuego irkens. Estaba en una sala de vídeos, una sala de videojuegos alienígena.

Se queda varios minutos con aquella ridícula idea atascada en los sesos, hasta que un movimiento a sus espaldas le obliga a volverse de golpe, hacia la mesa-tablero sobre la que el mismo había estado recostado hasta hace unos momentos.

- ¿T-tak? -masculla, encontrándola hecha un ovillo sobre el afelpado cacharro, un bizarro tablero de juegos irken, de esos en las que tenias que-... errh, con esferas-... como una especie de-... ¿b-billar? Se lleva una mano al rostro, sintiéndose mareado. Todo comienza a dar vueltas a su alrededor, y no tarda en comenzar a dar arcadas, corriendo hasta el bote de basura mas próximo para devolver el contenido de su estomago. Tarda un buen rato en reponerse, y aun sujetándose del borde del basurero se obliga a hacer memoria de lo ultimo que recordaba...

Podía... podía recordar que intentaban detener otro de los ridículos planes de Zim, esta vez de una infernal maquina que utilizaría para teleportar las vesículas de todos los humanos fuera de sus cuerpos solo para reemplazarlas con cerdos vivos. La dichosa maquina había estallado con un chillido porcino, y-... bueno, eso era lo ultimo que recordaba. Quizás los había teleportado a ellos. Eso podría explicar las nauseas. Nunca le habían sentado bien eso de teleportarse. Lo dejaba mareado... ah si, y también explicaba en donde estaban. O al menos, en como habían llegado allí. Sin coordenadas de salida, podrían estar en cualquier parte del universo.

- Al menos, fue en un sitio con atmósfera. -balbucea para si mismo. ¿Cuales serian las probabilidades de que tal cosa sucediera. Sin duda, astronómicas. O siquiera que los mandara a una atmósfera que el pudiera respirar, o siquiera en un espacio que no estuviera ya ocupado por otro objeto, o siquiera que-...

- Callate, cerebro. -se reprime en voz alta, con la frase convertida ya en un mantra con el paso de las semanas. En el tiempo en el que había pasado con la invasora, no había dejado de repetírselo una y otra vez. Se limpia los labios con la manga de la camisa, arreglandoselas para regresar tambaleante hasta donde se encontraba ella, solo entonces comenzando a notar como el aire aunque respirable, se encontraba enrarecido y con un fuerte olor a viejo, a estancado. Casi diría, como a podrido. Meditando en ello, quizás se encontraran en alguna nave o estación abandonada, a juzgar por el aspecto. Y ahora que se detenía a pensarlo, todo parecía viejo, muy viejo. No por el polvo o el deterioro, no: todo allí tenia cierto aire a antiguo, a reliquia, si se le comparaba con la tecnología irken que el conocía. Joder, si hasta el bote de basura parecía obsoleto, si tal cosa era posible.

Un gruñido le arranca de aquellos pensamientos, haciéndole saltar en su sitio y volver su atención en la irken, que comenzaba a recuperar el conocimiento y maldecía sonoramente, sujetándose la cabeza. Tak suelta un par de improperios mas, antes de sujetarse súbitamente la boca con ambas manos, conteniendo las nauseas con una expresión a medio camino entre el desconcierto y la sorpresa.

- "Al menos, no soy el único" -piensa el chico, observando como aquella sorpresa se convertía en indignación, vociferando algo sobre la debilidad de la carne o algo así, quejándose de sentirse horrible ante algo tan simple y mundano como una teleportación puntual.

Que la irken se quejara no le resultaba extraño en lo mas mínimo. Que ella menospreciara todo lo orgánico lo era menos aun. Pero el fervor y la rabia en sus palabras no hacen mas que inquietar al chico, quien se limita a mirarla preocupado, aclarándose la garganta para llamar su atención mientras sopesaba las palabras de las que podría arrepentirse. Dib se muerde el labio, sientiendo su mirada sobre él antes de soltar la pregunta que temía formular.

- Ehmm, Tak. ¿Piensas mantener, uhh... inhibido, tu modulador de comportamiento? -se detiene, sintiendo la amarga mirada de ella como si fuera ácido, pero continuando de todos modos- Desde que comenzaste con este "experimento", tu-... bueno, por ejemplo en el combate con Zim, te mostraste mas impulsiva que de... ehmm, costumbre.

- ¿Es mi carne, no? -replica la irken con sequedad, haciendo un gesto de desinterés con una mano- No finalizare este test hasta que vea de lo que es capaz. Estas nauseas son un completo fastidio debo admitir, pero nada que no pueda sobrellevar. ¡Y bien! ¿A donde nos teleportó ese imbécil? ¿Que es este sitio?

- No te llevo nada deducirlo.

- No soy tan obtuso como tú, larva humana. Cualquier invasor competente asociaría nuestra nueva y extraña localización con el colapso de esa burda maquina de teleportación puntual. Este-... sitio. ¿Pero donde estamos?

- Esperaba que tu me lo dijeras. Luce irken, aun con todo. -suelta el humano, comenzando a seguirla mientras ella examina los cacharros que llenaban el lugar. Puede ver como ella va arrugando un gesto de incredulidad, sacando una de sus patas mecánicas e incrustándola en el costado de una de las maquinas. Esta comienza a soltar chispas y ruidos, antes de que la enorme pantalla del aparato cobrara vida de repente, mostrando una ridícula animación. Dib oculta una sonrisa burlona con una mano, al ver la pantalla de inicio de "Incinerate the Nhar-Gh'ok VII", con gráficas absurdamente semejantes a los de un arcade. Pensar en semejante absurdo resultaba demasiado para él, ahogando una carcajada con ambas manos. Todo este tiempo Tak permaneció impávida, mirando en silencio el extravagante personaje del videojuego, un irken con un aparatoso lanzallamas, rostizando un montón de criaturas semejantes a monstruosos bebes humanos.

- Como es esto posible. -murmura para si misma con un atisbo de emoción, sacando de golpe su pata metálica y dejando al juego sin energía. Solo entonces le dirige una mirada al humano, quien no terminaba de desternillarse de risa ante el absurdo, sin dejar de resoplar algo de la convergencia y los vicios universales. Su risa pronto resulta ahogada por la bota de Tak, que le obliga callar exasperada.

- ¿Te das cuenta de lo que esto significa, de lo que encontramos? -le grita en la cara cuando le fuerza a levantarse, sujetándolo de la camiseta. El solo mira a su alrededor, soltando una sonrisa adolorida antes de contestar que era solo un salón de juegos.

- No en cualquier salón de juegos, imbécil. Estos juego fueron descontinuados hace mas de 1700 años.

- Espera ¿qué? -suelta con una mueca exagerada, antes de que Tak lo soltara, dejándole caer sin miramientos contra el suelo y comenzando a tallarse el mentón, mirando a su alrededor pensativa. Dib la observa desde el piso hablar consigo misma, sopesando posibilidades.

- ...un puesto de avanzada abandonado, tal vez. Eso podría ser útil. ¿Sabes lo que valdría uno de estos juguetes en el mercado negro? Hay pobres diablos allí afuera que pagarían muchos dineros por un "Incinerate the Nhar-Gh'ok VII" o un "Timecraft II" en buenas condiciones- Una sonrisa de satisfacción cruza su rostro, hasta que otro posible escenario cruza por su mente. -Solo faltaría que nos encontremos en Nomura, vaya suerte mas miserable que tendríamos. -exclama con una risilla nerviosa.

- ¿D-donde?

- Nomura. -suelta ella con un gesto mundano, como si eso lo explicara todo, solo rodando los ojos al ver como él se queda en blanco- Nomura, Dib ¿Es que no sabes nada de historia galáctica? Nah, que importa. Si estuviéramos allí, estaríamos muertos. Nadie a puesto nunca una bota en ese-... sitio.

Su amplia sonrisa comienza a desvanecerse, y un gesto de velado miedo se le congela en el rostro. Y sin mas, sujeta a Dib del cuello de la camisa, comenzando a arrastrarlo por la estancia en dirección a lo que parecía un mesa bar, arrojándolo detrás del mostrador y desplegando sus patas mecánicas para treparse encima de la barra. Tira copas, vasos y platos de comida momificada mientras avanza a toda prisa hasta el equivalente irken a una caja de fusibles empotrada en la pared, arrancando la tapa de cuajo para trastear con los cables en su interior.

Dib se limita a mirar su labor mientras la iluminación comienzan a parpadear en protesta. Algunas luces estallan aquí y allá, y Tak suelta un bufido, forzando una zarpa entre el manojo de cables, arrancando y reconectandolos con prisa, dando potencia a los diferentes sistemas. Una maquina de palomitas cobra vida a unos metros de ellos, y otra de gaseosas estalla al otro extremo del mostrador... y cuando alrededor del 20 o 30 porciento de la iluminación se encuentra encendida, la pared que se encontraba detrás de la barra se sacude con fuerza, comenzando a replegarse hacia arriba con un sonido oxidado para revelar un gran ventanal con una vista al espacio exterior. Dib se pega a este, casi embobado al ver el fondo negro del espacio, con un enomre planeta gaseoso de tonos purpura y turquesa eclipsando buena parte de la vista... su sonrisa se transforma en desconcierto, solo ahora reparando en la gran cantidad de escombros metálicos y naves mas pequeñas que les rodeaban. En un principio piensa en un basurero espacial, en algo así como la enorme isla de basura del pacifico pero con naves desechadas. Todas ellas tenían un aire bastante viejo y obsoleto si les comparaba con las que él conocía. Todas ellas estaban dañadas o sencillamente destruidas, abiertas en dos como cascarones.

Pero entonces se fija en Tak y en como ella había comenzado a sudar, sosteniendo una mano contra el ventanal con una expresión de absorta incredulidad.

- La flota perdida de Nomura. -suelta ella con un susurro ahogado y el miedo a flor de piel, un miedo que pronto se impregna en el chico, que carraspea nervioso.

- Ehmm... ¿Tak? -Comienza, temiendo preguntar que era ese sitio y sobresaltándose al verse interrumpido por un lejano y casi imperceptible grito. Dib se acerca al mostrador, aguzando el oído para percibir mejor aquella voz que se pierde a la distancia. - ¿T-taaak? -tartamudea, volviéndose hacia la irken solo para mirar como continua mirando por el cristal, sin moverse. Los segundos pasan, el grito se desvanece en el aire estancado, mientras el humano traga con fuerza. Y con todo el cuidado de no hacer el menor ruido, comienza a retroceder hacia donde estaba la irken, apoyándose contra el ventanal a su lado. ¿Tak? -masculla en voz baja, y ella separa la vista del ventanal para mirarle con un gesto que no le gusta para nada. Su compañera no tuvo que decir nada, no hizo falta, no con el coro de gritos y alaridos que les llega a continuación.

Dib se pone tieso como una tabla, perdiendo rápidamente el color en su rostro. Comienza a girar sobre si mismo una y otra vez, intentando localizar de donde provenían aquellas horrendas voces que parecían brotar prácticamente de las paredes, del metal sobre el que estaba parado. El "fenómeno" dura escasos seis segundos, y tan repentinamente como apareció, se esfumo. ¡Esfumo! El silencio ominoso se impuso, como si nunca hubiera sido roto. Intenta articular palabra, tropezándose con el miedo y su propia lengua... hasta que se da la vuelta bruscamente al escuchar la voz de su compañera. Al escuchar como quebraba aquel silencio como si fuera vidrio con unas palabras y con un tono de completo terror, que le arrancaron cualquier esperanza.

- Bien... ¡Bien! Estamos muertos. Eso es, sencillamente muertos. - la irken se sujeta el rostro empapada en sudor, antes de que sus miradas se cruzaran y una débil sonrisa se colara en sus labios- Una pena ¿no crees? ¡Pero hey! Al menos-... ¡Al menos podremos verlo con nuestros propios ojos! ¡Estamos en Nomura, Dib! ¡Nomura! -su voz temblorosa se tiñe de exaltación, sujetándole y sacudiéndolo de los hombros con una sonrisa insana adornándole el rostro- ¡Por irk, Nomura!

Le sacude un par de veces mas antes de soltarle sin tacto, dejándole caer de nuevo al suelo. Ella mira a su alrededor con nuevos ojos mientras su semblante se alterna entre un terror puro, y una emoción desquiciada que no logra mas que asustar mas y mas al humano, jurando esta de vez y de verdad que se había vuelto completamente loca.

- ¡Preparate para una muerte gloriosa, Dib, porque este sera nuestro momento! -El joven Membrana la mira desde el suelo alzar ambas garras sobre su cabeza, en un gesto de triunfo que había visto ya tantas veces, pero esta vez tenia una enorme diferencia. Siente como se paraliza del miedo, observando esa sonrisa desencajada de excitación y horror, de miedo y emoción por partes iguales. Demente y a la vez radiante, de una forma que al chico solo le llenan de pánico. Necesitaba reiniciar su modulador de comportamiento, y necesitaba hacerlo ya.

...

Dib se sentía zarandeado de un lado a otro con cada movimiento que hacia la irken mientras ella se barría y saltaba sin pausa, atravesando la sala de videojuegos. Dib colgaba de uno de los tentáculos de metal que salia del pak de ella, sintiéndose arrastrado en aquel remolino infernal mientras veía todo como una vertiginosa sucesión de cuadros borrosos, a través del humo y el fuego que dejaban atrás.

Porque no veía otra cosa que no fueran ellos. Tenia un arma irken firmemente sujeta en sus manos, apuntando continuamente a la nada cada vez que escuchaba "algo" moverse, cada vez que "eso" arrojaba algo fuera de su camino para darles caza, literalmente teniendo que dispararle a la nada al percibir, escuchar un movimiento demasiado cerca de ellos... porque solo podía escucharles, porque por saturno ¡esas cosas eran invisibles!

Tak usa las extremidades de su pak para partir en dos uno de los juegos arrojado de la nada contra ellos, ampliando aun mas la sonrisa demente que tenia estampada en el rostro antes de apuntar el enorme cañón que tenia en sus manos hacia el punto del que este había salido disparado. Un fogonazo de intenso verde, y un estallido de plasma, vidrios y piezas metálicas... y fue como si les aventara confeti... Aquellas formas etéreas continuaron arrojándose contra ellos, deformando el metal del suelo y destrozando todo aquello que se les interponía enfrente. Pero lo peor de todo eran los gritos... por mercurio, los gritos. Hubiera esperado, deseado incluso escuchar gritos sobrenaturales, gruñidos de ultratumba, alaridos sacados del mismo infierno. Pero aquellas cosas-... no, lo mas inquietante de ellas es que no gritaban como los monstruos que eran-... eran gritos de gente común. De gente normal que hubieran metido dentro de un horno industrial.

Al borde de la crisis nerviosa, el humano continua disparando el blaster al aire mismo hasta que se le acaba la munición, arrojando el arma en un gesto desesperado solo para ver como rebotaba contra una aberración que no debería estar allí, que sus ojos le gritaban que no estaba allí. Se tapa los oídos, escuchando como Tak usa la ultima andanada de su cañón para abrir un hoyo en una compuerta, lanzándose por el agujero recién abierto para quedar dentro de lo que él tarda en reconocer como un tubo de teleportación. Un tubo sin salida.

Dib miro alarmado el tubo cerrado a su alrededor, lanzandole una mirada suplicante a la irken quien se encontraba enfrascada manipulando lo que parecían los mandos del aparato, solo para sentir como multitud de manos les sujetan a ambos, apresandoles e intentando jalarles fuera del tubo. Dib grita con todas sus fuerzas, golpeando con su puño desnudo aquellas garras inmateriales que comienzan a hundirse en sus musculos, sintiendo una sensación fría y fantasmal a medida que penetran su piel... estaban muertos. ¡Muertos, los dos! Con el horror atascado en la mirada, puede ver como sus perseguidores comienzan a tomar forma ante sus ojos. Las decenas de manos que les sujetaban empiezan a tomar un tono aguamarina, revelando dedos irken destrozados, antebrazos con el uniforme desgarrados... y por ultimo, torsos y rostros demacrados... si hubiera sido una película, si se hubiera encontrado en el sofá de su sala con un enorme bote de palomitas en las manos, entonces se habría puesto a reir ante el absurdo de los monstruos de turno. Porque era demasiado estúpido. ¿Quien habría podido tener tan poca imaginación?

Fantasmas. Alienigenas. Zombies... estaban a punto de morir ante los monstruos menos originales del universo.

- ¡Gloria a Irk! -grita exultante su compañera, sacando una granada de su pak para meterla de golpe dentro de la boca del monstruo mas cercano. Dib solo atina a mirar sin aliento como la invasora planta su bota en el rostro del muerto viviente, intentando sacarlo del tubo con la granada titilando entre sus dientes. El explosivo brilla como un sol, y ellos dos son teleportados en ese justo instante.

Dib se queda perplejo, mirando el nuevo tubo de teleportación en el que ahora se encontraban, saturado con el brillo color ámbar de pequeñas virutas de luz que se quedan revoloteando a su alrededor, desvaneciendose suavemente en el aire rancio. El grito de "victoria" de su acompañante no ayuda en nada a sus nervios destrozados, precipitandose fuera del tubo en cuanto la compuerta se abre con un crujido para hallarse ahora en lo que parecían unas cocinas, tan abandonadas como el resto.

- ¿A que fue estimulante?

Dib se da la vuelta de golpe para mirar incrédulo aquel rostro radiante mientras el se atraganta con su propio terror, mirándola con un tic en el ojo mientras avanza con calma, pasando a su lado para contemplar ella misma las mugrientas cocinas, acercándose a una mesa para quitar con una garra la gruesa capa de polvo que lo cubría todo- Vamos, puede que aun queden suministros que podamos usar. -suelta como si nada hubiera pasado. Eso fue demasiado para él, no puede soportarlo mas y estalla allí mismo.

- ¡¿Pero te has vuelto loca?! -ella solo le mira con una "ceja" alzada, mirándole como si se quejara de una nimiedad- Pe-p-pero-... pe-... -tartamudea, sujetándose la cabeza. - ¿Es que no vas a decir nada de lo que paso allá atrás?

- Salimos vivos, eso es lo que paso. ¿Porque te alteras tanto?

- ¡Estuviste a punto de volarnos con una granada junto con todas esas cosas! ¡Pero por mercurio, que rayos son! ¿Irkens zombies? ¿Fantasmas zombies? ¡Eso no tiene ningún sentido! ¡Esto es peor que una cinta de serie B! ¡Ni siquiera en misterios misteriosos se dignarían a transmitir algo como esto!

- Deja de alzar la voz Dib, vas a revelarles nuestra nueva posición.

- ¿Nuestra posición? ¡Nuestra posición! ¡Tak, por Júpiter! ¡La nave entera esta infestada! ¡Tenemos que hacernos con un voot o una capsula de escape! ¡Tenemos que salir de aquí! UAHG -se detiene al sentir como el tentáculo de metal le cierra con fuerza la boca, mientras ella se acerca tranquilamente hasta estar frente a él.

- ¡Calmate, Dib! No quiero verme obligada a dejarte inconsciente. ¿Escapar? Pfff, JAH. Nada sale de Nemura, Dib. Nada. Todo el sistema esta en cuarentena. Ninguna nave entra o sale de este sitio. ¿Lo entiendes? -hace una pausa para mirar al humano con el tentáculo envuelto alrededor del rostro asintiendo con la cabeza- ¡Bien! Así esta mejor. Entramos por teleportación puntual ¿no? Esa seria la única forma de salir. Dudo que tal cosa sea posible, pero dejo abierta la posibilidad si eso te hace sentir mejor.

Ella se limita a mirarle por un momento, pudiendo ver como abre mas y mas los ojos perplejo- Nos encontramos en el equivalente a un Viral Tank, Dib. el sistema de teleportación de aquí no nos servirá. Tendríamos que usar el de la nave insignia de esta-... de esta flota. - ella congela un gesto de indiferencia en el aire al ver como la mandíbula de Dib tiembla de miedo, sin dejar de señalarla con una mano- ¿Podrías dejar de mirarme como un completo idiota?

Dib Membrana traga sonoramente, alzando su indice para señalar la mano alzada de ella- ¿Qué? -espeta, bajando la vista para mirar su garra enguantada- ¿Qué?

- M-muevela otra vez.

Tak se lleva la mano al rostro, comenzando a murmurar algo acerca de su completa imbecilidad antes de detenerse en seco, alejando de nuevo sus garras para ver pasmada como dejaba una estela aguamarina. Intrigada, comienza a moverla de un lado a otro, observando como su antebrazo entero dejaba una especie de "negativo" fantasma que sigue al original hasta regresar dentro de su brazo, cuando ella detiene el movimiento. Alza de nuevo la vista, y mira como el humano repite el gesto, embobado con su propio brazo fantasma.

- A-al menos, ahora sabemos de donde salieron esas cosas. -suelta él pasmado, agitando su pie para ver el mismo y extraño efecto. Como un "lag" fantasmal, por llamarlo de alguna manera. - ¡De acuerdo! Esto sin duda tiene sentido. Tiene todo el sentido de mundo. -exclama con el tic de su ojo peor que nunca- Ahora, si no te molesta, voy a desmayarme.

Dicho y hecho, el humano cae de espaldas como una tabla, levantando una nube del polvo mientras la irken se queda de pie, en medio de aquella cocina con un gesto de completa incredulidad encajada en el rostro. Por unos diez segundos, al menos. Pronto toma uno de los sartenes que se hallaban colgados de los armarios, examinándolo para comprobar su resistencia antes de darle un buen uso y estrellarlo contra la cabezota del chico. Este se para de un salto al recibir el sartenazo, solo para girar sobre si mismo un par de veces y caer de cara contra el suelo, quedando sin sentido de nueva cuenta. Ella se atraganta con rabia pura, y se prepara para golpearle con mas fuerza...

...y se detiene, con el sartén y la adrenalina en lo alto, mirando la sangre roja escurrir del chichón que comenzaba a formarse. Su semblante tiembla por un momento, y baja lentamente el utensilio.

- Por Irk ¿Que estoy haciendo? -suelta en un suspiro amargo, dejando caer el sartén al piso. Por un momento, aunque fuera por un solo momento, se había olvidado que Dib no era irken. Se había olvidado que era un humano. Y se había olvidado que no tenia un pak que pudiera hacer reaccionar ante el daño.

Se apoya contra un horno detrás de ella, cubriéndose el rostro con la mano enguantada mientras se obliga a calmarse, a dejar atrás aquella agitación, aquel arrebato que había estado abrazando con entusiasmo. -Calmate. Solo calmate. -susurra para si misma mientras deja su mirada vagar sin rumbo por las vaciás cocinas, llenas de trastos descontinuados cubiertos de polvo. Y maldice con fuerza su red neural, deseando realmente no haber iniciado ese tonto experimento para ver que es lo que podía ofrecerle su propia carne, sin la ayuda o directriz de su pak. Una carne que había resultado muy superior a sus expectativas, porque era suya después de todo... y aun así, no dejaba de ser solo carne. Sin su pak, no era mas que carne...

Mira el pequeño dispositivo por sobre el hombro antes de sacar de este una pantalla de luz solida, mirando por largo rato la larga lista de las funciones que tenia inhibidas antes de torcer un gesto de recelo, dudando unos segundos mas antes de regresarlo de nuevo al pak. Estaba muerta, o al menos lo estaría dentro de poco. No tendría ninguna otra de oportunidad de completar ese test. De comprobar el alcance de su carne superior.

Baja la mirada para observar a Dib quejarse en el suelo inconsciente, con el chipote creciéndole en la cabezota- Maldita sea, Dib. -exclama con una media sonrisa, caminando con pausa hacia el y tomándole de la manga de la camisa, arrastrándolo por el suelo para apoyarlo contra la puerta del viejo horno. Lanza una mirada a su alrededor una ultima vez, y se sienta ella misma a su lado. Todavía puede escuchar esas cosas chillando enloquecidas en la distancia, pero deja escapar su aliento con calma, apoyándose contra el polvoso metal... después se preocuparía de eso, ahora podía darse el lujo de descansar su sobrecargada red neural. De pensar y acomodar un poco sus ideas.

...ya después, se ocuparía de corretear por los pasillos con el torpe humano a cuestas.

Notas del autor: Este originalmente habría sido solo el epilogo de Entre los Restos, un cierre para la curiosa relación que logre con estos dos... peeero conforme fue cuajando la idea, se me cruzo por la cabeza que esto podría quedar perfectamente como un relato independiente, que podía dar bastante jugo por si mismo. Así que si, si bien este relato se desarrollara después de los sucesos de Entre los Restos, quiero plantearlo de tal forma que no sea obligatorio leer tal relato. Veamos si tal cosa me funciona.

Y SI. Me encuentro consciente de lo fuertemente influenciado que me encuentro por el fic de ETMAN, de Dreignus, con cosas como inhibición del pak o el "gloria a irk" Sencillamente no puedo quitármelo de la cabeza! Ya van tres veces que tengo que borrar la palabra "pinza" mientras escribía. Solo me resta decir, que mi sesera se esmera bastante en considerar ese universo como canon. ¿Aun no has leido ETMAN, El Terrible Mas Alto Negro? Vaya, pues que esperas, es lectura obligatoria para el fandom, si me permiten opinar.

Ah! cierto, deseaba dejar esto aquí, por si a alguien le interesa. Es la música que utilice para escribir el relato.

The Shins - The Rifle's Spiral

Brandyn Burnette - Down

Noé - Lady

Panic! At The Disco - Miss Jackson