HISTORIA DE UN CAFÉ

Soy un pequeño y simple granito de café, nacido desde lo más profundo de la Amazonía, en donde el cafeto crece por donde quiera que uno observase… Era feliz allá. He oído historias de mis compañeros de envase, que cuentan que es allí donde nosotros, la semilla del café, crecemos con mayor ímpetu y nos desarrollamos mejor.

Lamentablemente, yo no crecí allá. No, mi madre me creó un día y unos extraños seres me tomaron a mí y mis hermanos de nuestro tallo y nos arrancaron. No les importó lo que sentíamos, mas bien parecían felices de habernos encontrado.

Luego de aquel incidente en el que me separaron de mis hermanos, llegaron nuevamente a molestar estos seres, y me abrieron, y me aplastaron, me machacaron contra una superficie lisa, en la que sentía que me iba a cada segundo.

Ahora, estoy disperso por todas partes, pero estoy lo suficientemente junto como para poder pensar esto.

De pronto todo se llena de un movimiento brusco. Nunca me había sentido así, y por un momento tuve miedo. Una extraña luz se coló por la abertura que alguien creó, pero no sucede sólo eso. Un extraño y brillante objeto ingresa a este lugar, de donde soy tomado nuevamente en contra de mi voluntad. Pero no hay mucho que hacer considerando que eres microscópico.

Caigo de golpe contra un frío contenedor, y más de mis compañeros caen, pero no saben lo que ocurre, y de igual forma pasa conmigo.

Un extraño líquido de altas temperaturas cae sobre nosotros, y siento como en cada segundo dejo de sentir, y me voy triste por no haber vivido más…

- Bien, Coronel, aquí está su café.

Riza Hawkeye era la más fiel subordinada del coronel Mustang, quien no había podido disfrutar de su taza matutina de café y le encargó a su subordinada una taza del negruzco líquido. Ahora ella se lo tendía con una sonrisa en su rostro, algo un poco raro en ella, y Mustang alzó la mirada del periódico de Central, el "Central Times"

- ¡Oh! Es muy amable, teniente -agradeció Roy

A Mustang en verdad le costaba decir gracias, pero cuando lo hacía lo decía con sinceridad. Roy cogió la humeante taza de café que su subordinada le preparó y se la llevó a los labios, disfrutando del delicioso líquido bajando por su garganta a un punto que no quemaba y tampoco estaba frío.

- ¡Vaya! Hace bastante tiempo que no probaba un buen café -dijo Mustang.

Riza sonrió y observó la dirección de la mirada de Mustang: iba directo a la vacía taza que sostenía en sus manos.

- ¿Quiere que le prepara más, señor? –preguntó Riza.

Roy la miró y sonrió.

- Es un deleite que estoy deseoso de aceptar -dijo Mustang, sonriente-. Usted en verdad sabe preparar café, teniente.

Mustang volvió a su lectura mientras Hawkeye sonreía por los elogios de su jefe.

- Son años de experiencia –murmuró Riza

Mustang alzó la mirada del periódico y observó la sonrisa de Hawkeye, respondiendo de igual forma y olfateando el olor del café recién preparado.

Ambos oficiales no sabían algo: en menos de un minuto un diminuto grano de café desapareció en los jugos estomacales de un ser que no conocía: Roy Mustang… y la vida del granito jamás regresará.