La Princesa Seremity

Summary:

Hace mucho tiempo, el Comandante Inutaisho, junto a un grupo de humanos, pelearon por las Tierras del Norte; éste, en señal de agradecimiento con aquellos humanos, les regaló un trozo de su Reino. Pero a Makoto, también le permitió casarse con su hermana, una demonio de la Raza de los Perros, llamada Seremity.

Todo se mantuvo tranquilo, hasta que un grupo de demonios entró a los Reinos, en forma de venganza, su único objetivo, era acabar con Seremity, pero ya habían pasado unos años desde que vivía con Makoto, y tenía dos pequeños niños, Shinta, que era completamente humano, y Seremity, ¿una híbrida?

Al pasar los años, la pequeña Seremity se encuentra con Sesshoumaru, ¿qué hará aquel demonio de largas cabelleras, con una híbrida?

Tanto la historia, como los personajes de la serie anime/manga Inuyasha, pertenecen a su creadora Rumiko Takahashi; yo sólo los tomé prestados para desarrollar este relato, sin ánimos de lucro, con el único fin de divertirme y divertir a quienes lo lean. El resto de los personajes insertados, como la historia en sí, me pertenecen. Cualquier alcance de nombre, ya sea con personas reales o ficticias, es mera coincidencia.


La Princesa Seremity.

Capítulo uno: La Princesa Seremity.

La presente historia que paso a relatarles, está ambientada en un país muy lejano, hace muchos años atrás; en el cual habitaban diferentes criaturas como: demonios, humanos y mezclas entres estos, los llamados híbridos, quienes eran odiados por la mayoría de los que pertenecían a sus medias razas.

Al norte de este país, se encontraban dos reinos, los cuales eran limítrofes entre sí. Estaban protegidos de cualquier demonio por un campo de energía muy poderoso, ya que el mismo Inutaisho lo creó; éste los mantenía totalmente desconectados del mundo exterior, sólo tenían relaciones entre sí. Únicamente los reyes de cada país sabían del otro mundo más allá de las fronteras de los reinos, o eso era lo que pensaban.

Uno de los reinos era gobernado por el Rey Phillip, quien tenía dos hijos: el Príncipe Nathan que era el mayor y el Príncipe Ethan. El Rey Phillip, a pesar de ser un humano, peleó valientemente junto con el Comandante Inutaisho en una de las batallas para proteger el Reino del Norte, por eso, le regaló un pedazo de tierra protegido por su campo.

El otro reino, era gobernado por el Rey Makoto, que fue el esposo de la hermana del Comandante, Seremity. Que al igual que Inutaisho, era una demonio completa perteneciente a los Demonios Perros.

Makoto, al igual que Phillip, fueron soldados que pelearon al lado del Comandante y su hermana; en el momento en que Seremity y Makoto cruzaron sus miradas, quedaron completamente enamorados uno del otro, y al paso del tiempo, se casaron.

Para que el Rey Makoto y la Señora Seremity tuvieran el permiso del Comandante para estar juntos, el Señor Inutaisho puso una condición, la cual fue que si tenían algún hijo que saliera híbrido se lo entregarían para entrenarlo como un demonio puro, ya que él sólo tenía un hijo, Sesshoumaru, el cual odiaba a los humanos y aún más a los híbridos, así que no podrían contar con él para protegerse en caso de que algún demonio pudiera traspasar el campo, a lo que Makoto y Seremity accedieron.

Nació el primer hijo del Rey Makoto, el cual era completamente humano y fue bautizado con el nombre de Shinta, en honor al padre del Rey Makoto. Pasaron tres años y nació otro hijo del Comandante, Inuyasha, pero a diferencia de Sesshoumaru, era un híbrido, también ese año, unos pocos meses antes de que Inuyasha naciera, la pequeña Seremity llegó al mundo, fue llamada así por honor a su madre.

Al momento de nacer la pequeña, la Señora Seremity se dio cuenta que era una hibrida, al recordar la promesa que le hicieron a su hermano, y viendo que era una niña, decidió dejarla como humano, usando un antiguo hechizo —que era el mismo que ella tenía—, para que la gente del reino no se dieran cuenta que era una demonio.

Pero, justo el día que iban a bautizarla, unos demonios traspasaron el campo y atacaron a las personas, la Señora Seremity protegió con su vida a sus hijos. Mientras el Rey, peleaba más lejos del castillo, protegiendo a su gente, le informaron que una gran cantidad de demonios había logrado traspasar la muralla que separaba el castillo del pueblo, corrió a ver a su esposa y sus hijos, pero no alcanzó a llegar a tiempo, la Señora Seremity murió en sus brazos.

Las últimas palabras que le dijo Seremity a Makoto, fueron que por favor no la revivieran con Colmillo Sagrado, su tiempo ya había acabado y a pesar de tener dos pequeños hijos, sentía que quería descansar, que no se preocupara que siempre estaría con ellos, y diciendo su último "te amo", murió. Al pasar unos días, llegó el Señor Inutaisho al reino, al enterarse de la petición de la esposa de Makoto, no se pudo negar. Conoció a su sobrina, pero con el dolor que sentía por la perdida de su hermana no reconoció su mezcla de sangre, por lo tanto, no se la llevó para entrenarla. Creó un nuevo campo, mucho más resistente al anterior, y se marchó.

A los pocos meses después el Comandante murió, sin saber jamás que había tenido una sobrina hibrida.

Pasaron los años, el Rey Makoto y el Rey Phillip hicieron un pacto, el cual consistía en que sus dos hijos menores se casarían para unificar los Reinos Ocultos, que era como ellos denominaban sus territorios, y tener más protección, pero ellos nunca se conocieron hasta el día en que Seremity decidió ir a conocerlo.

Cuando se enteró de aquel compromiso, ya habían pasado quince años de la muerte del Comandante y nadie había notado que Seremity era una híbrida, a veces su padre se asombraba ya que era más fuerte que la mayoría de sus soldados y les ganaba con facilidad, pero después pensaba que ellos la dejaban ganar. Seremity siempre fue una niña distinta a las demás, no le gustaba andar haciendo lo que hacían las otras, ella prefería salir a explorar, leer las antiguas leyendas de los reinos, volverse más fuerte que su hermano, ya que Shinta se había convertido en el mejor soldado de la milicia, la que tenían en caso que el campo llegase a fallar, o si en algún caso una banda de asaltantes osase penetrar sus dominios. Se había vuelto una chica muy fuerte y casi ninguno de su edad podía ganarle e incluso a su hermano le estaba costando trabajo derrotarla.

Cuando Seremity cumplió quince años, el Rey Phillip fue a visitar a su viejo amigo y a conocer a la pequeña Princesa que se casaría con su hijo Ethan. Llegó en la noche, conversó largo rato con el Rey Makoto y se fue a la habitación que le habían preparado, al día siguiente el Rey Makoto le comentó a su hija que el Rey Phillip había llegado a conocerla y a fijar la fecha de la boda de ella con su hijo, Seremity se encontraba en el jardín conversando con su mejor amiga, la que la había acompañado a todas las travesuras que se le habían ocurrido y además era la prometida de su hermano.

—Seremity, tengo algo que decirte —dijo el Rey Makoto.

—Dime papá —contestó Seremity—, ¿Qué quieres que haga ahora? —preguntó mirando a su padre con astucia.

—No quiero que hagas nada, ¿por qué me dices esas cosas? —reprochó su padre haciendo que Seremity sonriera—. Sólo vengo a decirte que el Rey Phillip está aquí y quiere conocerte —respondió el Rey, que quería a esa niña más que a su propia vida.

—¿A mí? ¿Por qué? —indagó confundida por la petición de su padre, ya que nunca había visto al Rey y le parecía extraño que de pronto se lo presentarán.

—Porque cuando eras pequeña él y yo decidimos que tú y el Príncipe Ethan se iban a casar cuando fueran más grandes y ha llegado la hora —informó el Rey, sabiendo que si no le decía la verdad, su hija no lo dejaría tranquilo.

—Pero papá, ¿el Príncipe también vino? —consultó curiosa por conocer al que sería su prometido.

—No, él no vino, Phillip vino a poner fecha para la boda y nada más —respondió el Rey mirándola a los ojos.

—¿Y me piensas casar sin siquiera preguntarme? —preguntó de manera confundida y algo enojada—. Tú me dijiste una vez que yo sólo me podría casar con alguien que fuera más fuerte que yo, ¿cómo sé que este Príncipe es más fuerte sin siquiera conocerlo?

—Es un trato que tenemos desde hace tiempo y no se puede romper. Ahora anda a arreglarte para después ir a comer y conozcas al Rey Phillip, además te dije eso sólo para que no te enamoraras de otro, ya que ibas a sufrir mucho si lo hacías —diciendo esto y dándole un beso en la frente el Rey se marchó.

Antes de la comida Seremity fue presentada ante el Rey Phillip, el cual la encontró muy parecida a su madre y muy bonita diciendo que era perfecta para su hijo, la boda se fijo para un mes más, aunque Seremity no lo aprobó, logró cambiar de dos semanas a un mes. Mientras comían y hablaban de la boda Seremity se mantuvo callada y pensativa, su padre y su hermano estaban algo preocupados pues la conocían bien y sabían que algo estaba planeando.

Después de la cena el Rey Phillip partió a su reino, y la Princesa Seremity se fue a su habitación a descansar y a seguir planeando lo que tenía en mente. El día siguiente sería crucial en su idea, y debía contarle a su fiel acompañante sus planes.

—Susume, necesito que me ayudes —le dijo Seremity a su amiga.

—¿Qué se te ocurrió ahora? —preguntó con tono algo burlón.

—Ya sabes que me comprometieron con el Príncipe Ethan, ¿cierto? —habló mientras caminaba de un lado a otro en la enorme habitación.

—Sí, claro yo estaba contigo cuando tu padre te lo contó —respondió con el mismo tono burlón.

—Y también sabes que no me casaré con alguien que sea más débil que yo —continuó hablando sin dejar de caminar.

—Sí, también lo sé —suspiró lanzándose de espaldas sobre la cama de Seremity.

—Pero, no conoceré al Príncipe hasta dentro de un mes, cuando sea nuestra boda —musitó al dejarse caer a un lado de su amiga.

—Sí, ¿Qué quieres hacer? —preguntó algo cansada y cerrando los ojos.

—Si él no viene hacia mí, nosotras iremos a él —contestó sentándose en la cama con una sonrisa maliciosa y torcida.

—Ahora sí que estás loca. Además no creo que nos dejen —miró a su amiga con algo de miedo por la expresión en su cara.

—¿Cuándo hemos pedido permiso para ir algún lado? —indagó mirando a Susume de manera amenazante.

—Pero, no es llegar e ir —respondió rápidamente, al ver los ojos de Seremity con ese brillo que conocía a la perfección cada vez que se le ocurría algo, para la mayoría imposible de hacer.

—Esto será lo que haremos, primero buscaremos la ropa de hombre que nos poníamos para ir a ver a mi hermano a la Academia Militar, que aún está guardada aquí —mientras decía esto se dirigió hacia el ropero y sacó un bolso con algo adentro—. Ves, aquí está el tuyo y aquí el mío.

—Y después qué, ¿tú crees que nos abrirán las puertas así como así? —preguntó Susume aún con la esperanza que a Seremity se le quitará la idea.

—Tranquila tengo todo planeado, iremos en misión de embajadores para hablar con el Príncipe, ¿te acuerdas que en la entrada hay un soldado?, a él le preguntamos por su superior, ya que lo único que sé del Príncipe es que es el general de su ejército —mientras decía esto se probaba el traje de soldado, para verificar que aún le quedará bien—. Si no nos quiere llevar nos metemos por la muralla y listo ya que es del mismo alto que la de nosotros y estamos acostumbradas a saltarla, ¿o no?

—Tú crees que es fácil, pero recuerda aquella vez que quisimos entrar y nos mandaron de regreso al reino —dijo Susume dejando su ropa de lado y volviendo a lanzarse de espalda a la cama.

—Ten confianza esta vez lo lograremos, partimos mañana a primera hora, hoy te quedarás a dormir conmigo, debemos irnos antes que la mayoría de las personas del castillo se levanten —la princesa sonaba muy convencida de su idea.

—Está bien, pero después si nos mandan devuelta a casa, y todos se dan cuenta de lo que quisimos hacer tú tendrás que darle las explicaciones a mi mamá ¿está bien? —preguntó Susume levantándose de la cama y dirigiéndose al enorme ropero que tenía Seremity—. ¿Para qué tan grande? —susurró al abrir la puerta.

—Trato hecho —contestó mientras caminaba en dirección a su amiga—. Ya sabes —sonrió—, para toda la ropa lujosa que uso.

Ambas se miraron y rieron a carcajadas, ninguna usaba ropa lujosa, a lo más, alguna vez para ocasiones especiales. Sacaron las ropas de cama para Susume, dejaron todo listo en la habitación y continuaron con el resto.

Estuvieron todo lo que quedaba del día, planeando lo que harían y preparando un pequeño equipaje, con cada movimiento que hacían fuera de la habitación, el Rey Makoto las observaba y pensaba ¿qué se les habrá ocurrido ahora?

Al otro día se levantaron más temprano que de costumbre, se pusieron los trajes de hombre y partieron en busca de los caballos, que habían dejado ensillados la noche anterior, salieron del castillo, de la urbe y recién montaron, eran aproximadamente cuatro horas de viaje, así que cuando dejaron atrás el reino se detuvieron para descansar y comer algo ya que no lo hacían desde el día anterior.


Continuará....