Hola, lectores de ! Aquí Anna de Usui reportándose ^^
En realidad, quería compartir este fic porque ya tenía este y otro cap escritos y… pues no me animaba a subirlo (además de que no era de SK)
Sipi, le cambié el fandom, las parejas, los personajes y demás.. (espero no haya quedado muy pero muy irreal) Por eso ya de antemano me disculpo, si lo encuentran muy OOC o demás cosas.. u.u
En fin, espero guste de cualquier modo y que me dejen review (no vale leer sin dejar review, eh? aunq sea una cortita, para saber que leyeron ^^ )
Sin más, aquí dejó el primer cap de AMOR HÚMEDO.. (se sobreentiende, ¿verdad? Oops, qizás no … )
+AMOR HÚMEDO+
+STAGE 01: MADRUGADA+
El sol volvió a pegar contra mi cara, como lo había hecho ayer y antes de ayer y el otro día.
Sentía los ojos extremadamente pesados y tenía la boca asquerosamente seca, quizá también parecía tener los hombros en estado de congelación y hasta mi pecho un poco descubierto de mi pijama, a la par en que sentía bastante erizada la piel de mis piernas y mis pies arrugados hasta el punto de hacerse chiquitos.
Hasta podía sentir un hilo de viento soplando contra mi espalda, penetrando la suave tela de mi prenda de dormir y tocando mi piel de una manera casi amorosa, por lo que yo confundí considerablemente mis sensaciones y dibujé una sonrisa chiquita entre mis tiernos labios.
Me acurruqué un poco más cuando mis hombros quedaron totalmente desnudos, cuando sentí como alguna especie de dedos marcar mi piel y el choque constante de cierta especie de respiración caliente, a la par en que mi cabello dejó al descubierto mi pálido cuello y experimenté los dulces besos de un par de tibios labios.
Me quejé, sí... pero absolutamente no me negué, permití que fuera escribiendose mi nombre al compás de los besitos y que aquellas manos pasaran por el espacio entre mis pechos redondos, a la par en que se pegó a mi espalda de una manera prácticamente anhelante y tocó con la punta de la lengua hasta el último rincón de mi nuca.
Me había encontrado en esta misma situación como por una semana entera, me despertaba cada día sintiendome de alguna manera prácticamente desnuda y de repente una ola gigante de sensaciones se apoderaba de mi cuerpo por completo, hasta el punto en que llegaban a escapar sonidos roncos de mi boca y era yo la que así inesperadamente empezaba a vibrar.
Y obviamente en esta oportunidad volvió a pasar lo mismo, solté un gemido ahogado cuando lo sentí contornear mis atributos y salió de mi interior una especie de ronrroneo cuando apretó mis senos de una manera brutal, a la par en que lo escuché susurrarme palabras de amor al oído y sus labios buscaron mi boca para plantarme un beso de manera animal.
Intercambió conmigo el gusto amargo de un poco de saliva y se enrredó entre mi lengua de una manera prácticamente constante, a la par en que masajeaba mi busto como queriendo sacarme jugo y quizá apretaba mis pezones entre sus dedos sólo para enloquecerme, a medida en que mi ropa interior iba mojandose considerablemente y en que la reacción entre sus piernas iba amenazando mi puerta trasera.
Entonces llegó el momento en que me liberó de toda atadura, se desprendió de la unión casi como si se le saliera el corazón y exitantemente mi boca dejó caer de la punta de mi lengua, una misera pero estrecha gota de saliva que se encontró con mi piel y que bajó por mi plano vientre hasta casi tocar la entrada de mi antes chiquita flor.
Cosa que provocó que sus manos siguieran aquel camino húmedo, que sus dedos pasearan divertidos hasta por el último de mis rincones y que su cara por primera vez se mostrara ante mis ojos, donde escasamente se reflejó una sonrisa algo maliciosa y la satisfacción desbordante en sus ojos tan chiquitos como de alguna manera negros.
-¿Horo... Horo?-alcanzé, a pronunciar
Me desperté sobresaltada a eso de las cinco de la madrugada, tenía prácticamente el corazón atragantado en la garganta y sentía como una especie de fiebre recorriendome de pies a cabeza, quizá un poquito medio húmeda en el contacto con mis pantaletas y las sábanas de seda enrredadas entre mis piernas inexplicablemente abiertas.
Había sido quizá el peor sueño de toda mi vida, se había sentido tan real que mi cuerpo había reaccionado por si solo y hasta yo había terminado creyendome siendo participe de semejante acto, como si hubiera sido cierto que la punta de su exitación había tocado mis partes íntimas y como si hubiera sido cierto que el derrame de saliva había corrido sobre mí hasta alcanzar la entrada de mi intimidad.
Y sin embargo no había sido nada más ni nada menos que producto de mi imaginación, en medio de una semana que me tenía quizá un poco alterada y que me llevaba a hacer inconsientemente cosas como estas, para únicamente hacerme pasar más vergüenza que lo habitual y ponerme altamente nerviosa en lo que restaba del día de vacaciones.
¿Exactamente? Sí, llevabamos una semana en esta cabaña, todos y absolutamente todos juntos.
Quizá el tiempo de convivencia me había llevado a eso pero era imposible, tú dormías en la habitación de al lado junto con los otros dos chicos y yo obviamente me había instalado en la habitación de las chicas, sólo para poder sentirnos un poco más cómodas y charlar de cosas que únicamente era cosa de chicas.
Seguro fue por esas charlas que mantuvimos de madrugada, quizá fue el opinar sobre ti lo que me guió a esto y quizá fue el calificarte en materia sexual lo que me llevó a querer evaluarte, cosa que se transfirió inconsientemente a mi inconsiente y así yo te probé imaginariamente en mis sueños que acababan húmedos.
¿O quizá, era que yo...? No, eso no podía ser, ni de casualidad.
ERA IMPOSIBLE.
-¿Otra vez despierta?-me habló, desde la cama de arriba-Las cinco, ¿no?-
-Ah, perdón...-dije, medio bajo-¿Dormías?-
-Imposible dormir contigo haciendo tanto ruido-asomó, la cabeza-¿Entiendes lo que digo?-
-Damuko, no le cuentes a nadie, por favor...-le supliqué, casi-No sabes cuánta vergüenza me da...-
-¿Hmm?-despertó, la mayor de todas-¿No le cuentes a nadie que cosa?-
-Aquí Anna ha tenido unos de esos sueños...-explicó, la pelinegra-¿Entiendes, Kanna?-y le levantó, las cejas
-¡Ah!-se asomó, la pelirroja-¡Así que eso era lo que se escuchaba!-se golpeó, la palma-¡Era ella, entonces!-
-¡No lo puedo creer!-casi, me tiré los pelos-¿Hasta Matti se dio cuenta?-prácticamente, lloré-¡Esto es terrible, en serio!-
-Bueno, ahora que todas sabemos...-volvió a asomar la cabeza, la pelinegra-Podrías contarnos un poquito, ¿no te parece?-me vio, divertida-A ver quien es el que te tiene así...-
-¿C-Cómo... sabes que es un chico?-temblé, a la par que tragué saliva
-¡Mira las cosas que dices, Anna!-chisteó, la mayor del lugar-¡No sabía que tuvieras la mente tan sucia!-
-¡Son las cinco de la madrugada!-chillé, casi histérica-¿Podemos volver a dormir, por favor?-
-¡Pero si tú nos despertaste a todas!-habló, la pelirroja-¿No es tan importante, entonces?-
-¡Sí, las desperté, pero no quise despertarlas!-refuté, sonrojada-Así que...-jugué, con mis cabellos-¿Podemos dormirnos ya, por favor?-
-Eres linda cuando tienes vergüenza...-me sonrió, la pelinegra-Estoy segura que, a cualquiera de los tres, le encantaría verte así...-dijo, suavemente-Y...-y desvió, una mirada pícara
-¡Verte mimosa, por supuesto!-agregó cómica, la mayor-¡Tu otra cara debe ser igual de linda!-
-¡Basta las dos!-grité, medio idiota-¡¿Cómo pueden burlarse de una cosa así?-rodee, por el colchón-¡¿Qué voy a hacer cuando...?-y sola, me tapé la boca
-¡Ah!-cayó, la pelirroja-¡Entonces, sí es un chico!-me apuntó, con el dedo-¡Y es uno de aquí!-
-¡Oye, tú!-la miré, únicamente, a la más tonta-¿Desde cuándo te volviste tan inteligente?-
-No vas a decir que te da vergüenza, ¿cierto?-señaló, la mayor-Vas a terminar siendo como Mari, a este paso-
-La vas a despertar, si sigues hablando así-casi, susurré-Y ella no tiene que enterarse, nunca-
-Hmm...-pensó, la pelinegra-¿Entonces, es Hao?-preguntó, con entusiasmo-¿Soñaste con Hao?-
-¿¡Qué?-inevitablemente, me sonrojé-¡No, por supuesto que no!-
-¡Mira lo roja que te pusiste!-se rió, la más grande-¡Claro que soñaste con él!-sonó, fascinada-¡Pero descuida, Anna, que eres bienvenida a la familia!-
-¡Eso, eso!-coincidió, con su compañera-¡Tú eres más para Hao que Marion!-dijo, maliciosa-¡Estamos más contentas de tenerte a ti en vez que a ella!-
-¿¡Qué?-prácticamente, me ahogué-¡No, no me están entendiendo!-moví las manos, desesperada-¡No tiene nada que ver con Hao!-
-¿Entonces, quién es?-preguntó, la pelinegra-¿Ren, acaso?-achicó, los ojos-¿O quizá es...?-
Sinceramente me aterró la idea de que llegara a completar la frase, que ella te nombrara casi con dolor y que así descubriera lo que yo había estado haciendo, por lo que únicamente tragué saliva y contuve la respiración todo el tiempo que pude.
Algo como esto me había dejado sin excusa alguna, ella me había presentado las únicas dos opciones posibles y ahora sólo me quedaba tiempo para deliberar, en inventar alguna mentira medio convincente o simplemente escupir la verdad así de cruda como estaba.
Pero estaba prácticamente segura de que ella estaba enamorada de ti, lo noté aún más por la determinación con la que me miró y con la que me pidió una respuesta que no la lastimara, tanto que atendí a cómo sus ojos obviamente temblaron y se mordió los labios intranquilos para poder contener las lágrimas.
Y yo lamentablemente no pude hacer nada, no pude ni pensar en dejar la verdad suelta por ahí y mucho menos meterlo a él en una mentira de ese grado, por lo que me vi encerrada en un laberinto tres veces más grande que yo y entonces todas mis oportunidades de matar la curiosidad desaparecieron.
No tenía idea de que contestar realmente, si no estaba dispuesta a arriesgarme a ninguna de las dos cosas y si no quería que tampoco sonara a cualquier pavada, por lo que quería dejar este asunto sellado y que no volviera a repetirse una conversación como esta.
Claramente lo que se me venía a la cabeza ni a mí me convencía, algo como "lo vi por la tele y soy una gran admiradora" o "me lo cruzé en la calle y él me sonrió", o "vivía al lado de mi casa y un día, lo vi sin remera" o "trabajaba en la tiendita a la vuelta y lo tenía visto de ahí".
Obviamente era imposible decir algo como eso, yo no conocía a nadie dentro de esos aspectos de la vida y nunca fui muy devota a la televisión, así que descarté cada una de esas opciones y preferí no ponerme en ridiculo frente a las tres.
Entonces fue vaga quizá la idea que me cruzó por la cabeza, tal vez hasta fue ridicula dejar que se me escapara algo como eso y sin embargo tuve que apostar a que funcionara correctamente, por eso simplemente contesté algo completamente inesperado y que quizá en el fondo no iba para nada conmigo.
Total, ¿quién se iba a dar cuenta? Era de madrugada todavía, ¿no?
Y TODAS, ESTABAMOS DORMIDAS.
-E-Es un chico que conocí por ahí...-dije, lo más apenada que pude-Hace mucho tiempo, en realidad...-
-Ah...-sospechó, la pelinegra-¿Y así nada más te acordaste de él?-
-Bueno, fue muy importante en mi vida...-inventé, una historia-Pero no quiero dar detalles...-jugué, con mis dedos-Era un tanto mayor que yo, así que...-bajé, la vista-No me siento nada orgullosa...-
-¿Mayor cuánto?-preguntó, la mayor del lugar-¿Unos tres años?-
-En realidad, eran unos diez, si no me equivoco...- le exageré, para descartar las posibilidades-No estoy segura, igual...-
-¿¡Diez años?-se sorprendió, la pelinegra-¡No tenía idea de que te gustaran tan maduros!-puso los ojos, como platos-Pero, bueno, mejor así...-
-¿Mejor?-ladee, la cabeza
-¡Es que, por un momento, pensé que era Horo Horo!-dijo y yo, trague saliva-¡No sé si hubiera podido manejarlo!-y así, se tiró los cabellos
-Realmente, no puedes estar sin hablar de él, ¿cierto?-la criticó, la mayor-Eres tan cursi que, a veces me das asco-
-¡Pero...!-reprochó, la pelinegra-¡Es que Horo Horo es...!-
Me perdí el resto de la conversación a partir de eso, vagué entre los recuerdos de mi mente hasta el punto en que volví a caer y así me acurruqué entre las sábanas al ritmo de la discusión, tanto que quizá escuché por última vez tu nombre saliendo de sus labios y así cerré los ojos para quedarme dormida antes de que el sol llegara a asomarse.
Pero como obviamente las imágenes empezaron a invadirme con frecuencia, no me quedó más que abandonar el lecho a eso de las ocho de la mañana y salir a tomar un poquito de frío antes del desayuno, sólo para despejar cosas como esas de mi cabeza y refrescarme las ideas antes de cometer alguna locura.
Y a pesar de que había planeado dejarlo antes del tiempo vacacional, saqué el encendedor de metal que llevaba en mi bolsillo y encendí un cigarrillo que me había guardado por ahí, luego de sentarme en uno de los escalones de madera y perderme entre medio del humo con olor a menta.
Cosa que provocó que tú vinieras a mi mente de repente, escuché escasamente esa risa medio insoportable que tenías y esa sonrisa bastante idiota que te adornaba la cara, al paso en que tu voz resonó ciegamente en mis oídos y fueron mis labios los que te imaginaron dandome un beso.
Quizá estaba algo dormida todavía o simplemente te tenía implantado dentro mío, pero... ciertamente me estaban pasando cosas algo complicadas, estaba hasta dandome risa tu rostro que creías gracioso y me estaba poniendo roja con sólo imaginar el verte a la cara, lo que me llevó a encender otro par más de cigarrillos y dejar que el humo cubriera hasta el último rincón de mi vergüenza.
Sin embargo ésa fue la primera vez en años en que tocí, me quedé como medio ahogada apenas aspiré y se escapó de mis dedos el causante de una enfermedad pulmonar, por lo que sentí el golpe chiquito de las cenizas contra el piso y la pequeña seña de fuego que ardió apenas en la punta.
Volví a agarrar el cigarro entre mis nerviosos dedos y lo escurrí en el césped lentamente, hasta que llegó a apagarse soltando un par de cenizas y lo pisé hasta poder ocultarlo entre los pastos, sólo para que quedara enterrada mi adicción de hoy en día y también el sueño que venía perseguiendome desde la última madrugada.
