Dulce descanso

Fairy Tail © Hiro Mashima

Sinopsis: No iría al gremio, definitivamente. Un día no haría mal a nadie.

Nota de la autora: ¿Que hace una escritora cuando tiene frío y llueve? Pues escribe de ello.

En serio, ¿esto es normal? Respondan en los comentarios.

Capítulo único: Dulce descanso


Por alguna razón, ese día su cama estaba muy cómoda y cálida. Lucy sabía que tenía un día largo yendo al gremio y buscando misiones para tener dinero para su renta. Además, debía pensar en una misión con buena recompensa y que fuera lo suficientemente accesible para que solo Natsu, Happy y ella acudan, así como que no fuera compleja para evitar destrucción masiva por parte de su compañero pirómano.

Era demasiada planeación y la cama estaba llamando a su pereza.

¿Y cómo no rendirse a tal tentación? Estando entre el sueño y la realidad, la blonda podía sentir un enorme sentimiento de relajación en ese instante y una especie de visión de un fuego crepitante la acompañaba. Era un sentimiento cálido y agradable. Ella se acurrucó más contra la almohada tan firme, tan suave y acogedora que no podía quitarse la cabeza. Acomodo su rostro más profundamente en la lujosa superficie y sonrío.

No iría al gremio, definitivamente. Un día no haría mal a nadie.

—¿Lucy...?

La maga estelar se remueve un poco. No quiere despertarse, no por el momento. Ya lo había decidido.

—Vamos, Lucy. Despierta...

Escucho una voz otra vez. Sonaba exaltada, pero de alguna manera también muy dulce y repleta de calidez. La llamaba suavemente por su nombre.

—¿Luce...?

Abrió los ojos. Bostezo y jadeo pasmada cuando descubrió a quién pertenecía la voz. Natsu Dragneel estaba allí, mirándola con esa socarrona sonrisa suya que solo le mostró cuando se conocieron en Hargeon y le insistió en que fueran juntos a Fairy Tail.

—¿Natsu?

—¡Hey, Luce! Al fin despiertas —señaló luciendo la sonrisa con sus colmillos resaltando—. ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien. Pero ¿por qué estás...

Lucy miró hacia abajo y se dio cuenta que su mano descansaba sobre el cálido y firme torso de Natsu. Y no solo eso, también se dio cuenta que él la tenía rodeada firmemente por la cintura.

—Espera, ¿¡qué!? —pensó para sí misma.

¿Por qué estarían de esa forma? Simplemente no tenía ningún sentido. Volvió a mirar hacia abajo para comprobar que no estaba alucinando... y se sonrojo. Natsu no solo estaba acostada a su lado, sino que estaba aferrada a ella solo con la ropa interior. Y él no era el único, se dio cuenta. Sus pechos estaban presionados contra él, y lo que parecía ser las mantas gruesas de su cama, los cubrían.

—Espera, Natsu. ¿Por qué estamos…?

—¿No lo recuerdas? Estábamos volviendo a tu casa cuando caminabas por el borde, ese que siempre te dicen los pescadores que tengas cuidado, cuando caíste al agua y te golpeaste la cabeza de forma horrible —Natsu alzó la vista hacia a la marca en su cráneo—. Por suerte pude detener el sangrado y protegí la herida bastante bien —carcajeó.

Ella lo miró de nuevo y luego tocó la zona de la herida, recordando todo.

Habían vuelto de una misión en una ciudad vecina donde la paga fue buena por una sencilla tarea. Lucy estaba contenta de que podía pagar dos meses de renta, Natsu insistió en comer con el dinero. Entre charla y charla ella hizo su habitual caminata por el borde, a la par de la advertencia de los pescadores, solo que esta vez la capa fina de hielo sobre la piedra provocó que cayera al agua.

Por suerte, Natsu la sacó segundos después, pero descubrió el tono escarlata sobre su cabeza y la herida, así como el impacto del agua fría para sentir sus manos, sus pies e incluso sus dedos cada vez más fríos. Con prisa, el pirómano corrió hacia la casa de su compañera y le dijo que se desnudara, como Lucy no estaba del otro consciente, accedió sin quejas.

Desafortunadamente, la exposición al frío, aunque fue breve, la dejó débil y cansada. Solo quería irse y nunca despertar.

Lo último que recordó antes de desmayarse fue a Natsu, que había ido a preparar algo de té, ir a socorrerla antes de que golpeara su cabeza contra el suelo. Entre momentos, a su mente vinieron imágenes de él quitándose la ropa con frenesí y envolviéndola en su abrazo, asegurando que no la iba a dejar morir.

—Ahora lo recuerdo.

Natsu suspiró.

—Que alivio —exclamó—. Me preocupaba que no despertaras enseguida y tuviera que ir con la vieja.

—Bueno, ahora estoy bien. Gracias Natsu —Lucy le sonríe.

—No lo menciones —contestó Natsu con una mueca tranquila—. Sé que hubieras hecho lo mismo por mí. De hecho, lo hiciste cuando me desmaye por el asunto de END.

—Sí, lo recuerdo. Te desmayaste dos veces en esa batalla —la expresión de la maga estelar decayó—. Temí que fuera a perderte, Natsu. Nos asustaste a todos.

—Lucy...

El silencio reino entre ellos, pero se quedaron mirándose a los ojos, escuchando el sonido exterior, como si fueran las únicas dos personas en ese plano. Lucy se sintió maravillada al estar al tanto que Natsu se preocupa por ella tanto como ella por él, averiguar que el dragón slayer recordaba los acontecimientos de la batalla contra el Imperio Álvarez le hizo ver que eligió al muchacho correcto como si compañero de grupo.

Natsu acarició su mejilla suavemente, mientras ella aferro su rostro con la mano y se dejó caer en su mirada esmeralda. Podía ver en ellos una auténtica preocupación por ella y el alivio que sentía al percibir que estaba bien. Lo recordaba, estaba igual cuando regresó en sí durante el combate.

Lucy suspiró.

—Natsu. Estoy mejor ya, creo que podemos separarnos...

—¿Eh? Pero si estoy tan cómodo —bromeó. Apretó su agarre y oculto su rostro contra el hueco de su cuello—. Quiero quedarme así, Luce.

Lucy se sonrojó, pero conservo la compostura ante el tacto del dragón slayer.

—Sea como sea que te sientas, ahora estoy bien. Deberías dejarme.

Natsu carcajeó.

—¿Estás segura…?

Lucy abrió los ojos para encontrarse con esa sonrisa traviesa de él y se sonrojo para su disgusto. Tenía que permanecer fuerte, si miraba esa sonrisa más tiempo, perdería.

—Bien yo…

—No creo que estés siendo sincera del todo, Luce —el tono de Natsu había cambiado. Era sobresaltado, pero un tinte de perversión brotaba también—. Lucy…

Antes de que ella pudiera decir algo, el pirómano presionó su frente contra la de ella y empezó a mirarla a sus ojos azabache, luciendo la misma sonrisa socarrona que tantas veces le había dado para alentarla. Solo que esta vez era diferente.

—He deseado esto por mucho tiempo, Natsu.

Él sonríe.

—Igual yo...

La maga le sonrió al dragón slayer, satisfecha al saber que correspondía sus sentimientos. Pasó sus dedos por su cabello rosado y acomodo su cabeza en sus manos, observando esa sonrisa suya que parecía crecer con cada segundo. Finalmente, Natsu cerró los ojos y besó sus labios. Lucy soltó quejido mientras envolvía sus brazos alrededor de su cuello.

Ella quería más. Ella obtendría más.

—¿Natsu…? —preguntó contra su boca.

—¿Mmm? —el pirómano abandonó sus labios y comenzó a trabajar en el cuello, estremeciendo a la maga.

—¿Crees que nos vayan a extrañar en el gremio?

Natsu se detuvo y volvió la vista a una confundida Lucy. Este soltó una carcajada y le dio un beso casto en los labios. La maga estelar se río también.

—Un día de ausencia no hará daño a nadie —concluyó—. Ahora, si me disculpas, continuaré con mi trabajo —y volvió al cuello de la blonda.

Nadie preguntó por Natsu y Lucy ese día en Fairy Tail. Ellos estaban descansando, aparentemente.