He decidido comenzar a reescribir mis fics y comenzaré con este

Si bien en un inicio Giselle era una inclusión mía en el mundo, he decidido hacerla un personaje original que sólo compartirá mi nombre. Tendrá una personalidad un poco más fuerte aunque tambaleante y claro, el drama seguirá ahí. Igualmente, el fic pasará de primera persona a tercera persona.

Igualmente, seguirá siendo una historia basada en la original de Rekka no ken, con ligeras modificaciones.


Capítulo 1. Encuentro

Se quejaba mientras intentaba abrir los ojos. Tendría un sueño largo, o eso era lo que ella pensaba. Habría sentido dolor durante varias horas y de repente quedó inconsciente. ¿Dónde estaba? Abrió por fin los ojos lentamente, notando que estaría en una especie de campamento. ¿La habrían raptado? Se intentó levantar pero en cuanto escuchó los pasos que se acercaban volvió a recostarse. Aquella castaña de ojos verdes no era tan confianzuda, pero es que ¿quién se sentiría confiado al estar en la casa de un completo desconocido?

-Vaya, ya despertaste. – Era una peliverde que se acercaba con un tazón en mano. – Llevabas ya un tiempo dormida. Estabas cerca de aquí, por eso decidí traerte a un mejor lugar. – Sonrió mientras le entregaba el tazón a la castaña – No deberías salir a vagar sin tener algo en el estómago. – Aquella peliverde le señaló el tazón, asintiendo – Te preparé eso… ahora, en agradecimiento, deberías decirme tu nombre.

La castaña olfateó la sopa, sonriendo de lado. Estaba cálida, parecía recién hecha. Al escuchar aquello alzó la mirada, pensando un segundo. – Mi nombre es… Giselle. – Susurró, viendo la casa con detalle. – Me han hablado de estos símbolos antes… son…

-Símbolos de Sacae, sí. – La peliverde soltó una pequeña risita, achicando los ojos. - ¿No habías visitado Sacae antes, o sí? ¿Venías a Sacae?

La castaña negó, dando un sorbo al tazón, viendo a aquella chica. – No… yo… iba a… -cerró un ojo, asintiendo. - ¿Caelin? Creo… - Susurró. – No recuerdo cómo terminé por aquí, a decir verdad. – Sonrió viendo fijamente a los ojos a aquella joven. – Agradezco tu hospitalidad, pero… nadie dice que yo no esté mintiendo. ¿Quién te asegura que no soy una asesina o un espía?

Aquella chica soltó una risita sonora. – Soy Lyndis, tal vez diciéndote mi nombre entiendas un poco que confío en que no eres una mala persona. Yo también pude haberte hecho daño, pero como verás, sigues viva… y tú no tienes razón para acabar con mi vida. – Susurró, sonriente. – Yo he conocido a malas personas… mis padres murieron a manos de las peores en este mundo.

Giselle palideció al escuchar aquello. – Yo… lo siento mucho. – Susurró, bajando la mirada. Por alguna razón, sentía que compartía aquel dolor.

La sonrisa de la peliverde parecía no desvanecerse a pesar de aquello. - Me prometí no volver a llorar. – Lyn sonrió de oreja a oreja, ladeando la cabeza. El silencio no pareció prevalecer por mucho tiempo, un golpe hizo que ambas chicas se sobresaltaran. - ¿Qué fue eso? Giselle, quédate aquí, iré a ver qué pasa. – Dijo mientras se levantaba y tomaba su espada. La castaña parecía no saber seguir instrucciones, pues tan pronto la otra chica habría salido de la habitación, esta saltó y tomó las prendas que quedaban en una silla cerca de la cama. Se colocó la capa negra, cubriendo sus ropajes rojizos, apenas iría caminando a la puerta cuando la peliverde habría entrado corriendo, con los ojos abiertos de par en par. ¡Son bandidos! ¡Seguro que vienen a asaltar los pueblos! Los voy a detener. – Aquella chica vio a la castaña, sonriendo un poco. – Quédate aquí, estarás más segura.

Giselle sonrió vagamente ante aquella petición, era demasiado amable, pero no podía quedarse sentada esperando que la chica terminase con aquellos bandidos.- Lyn, tal vez podría serte útil, si me lo permites. Quisiera ayudar. - La castaña hizo una pequeña reverencia mientras Lyn parecía bastante sorprendida.

- ¿Ayudarme? No veo que portes alguna arma. – La castaña se quedó callada, rebuscándose en la ropa. ¿Qué buscaba? Era cierto, no tenía ningún arma encima.

Giselle la vio decidida, apretando los labios. – Soy… una estratega. Eso lo recuerdo bien, podría… no tener mis armas conmigo, pero tengo los conocimientos aun frescos. – Susurró, sonriendo de lado. – Prometo no serte de estorbo y mucho menos dejarte morir, Lyn.

Lyn asintió, frunciendo el ceño. – Bien, no he sabido de estrategas de por aquí desde hace mucho tiempo, Giselle, pero si quieres darme una mano, no la voy a rechazar. Iremos juntas. – La chica sonrió, tomando la mano de la castaña. Ambas salieron del Ger, buscando a aquellos bandidos con la mirada. – Hagamos esto, Giselle. Quédate cerca, prometo que te cuidaré.

La castaña vio a aquellos bandidos no muy lejos de ellos. – Mira, Lyn, acerquémonos a ellos. – Sonrió ligeramente, señalándolos.

Lyn se acercó lentamente, asintiendo, pero rápidamente habría sido interceptada por aquel hombre. – Giselle, quédate atrás. Yo me encargaré. – Dijo mientras se lanzaba a aquel bandido, propinándole un par de golpes. – Muy bien, a penas y me rasguñó, puedo ir contra aquel otro.

No era difícil de adivinar, aquella peliverde era una gran guerrera. La castaña se vio las manos pensando en lo débil que era, algunos recuerdos le volvían a la mente mientras escuchaba los últimos golpes que propinaba la peliverde. - … - Giselle le sonrió y asintió, apretando sus labios. – Volvamos a casa. – Susurró mientras ambas se daban la vuelta, caminando hacia aquel Ger.

La noche habría caído poco después en las colinas de Sacae y aquella estratega habría sido invitada a dormir en aquel Ger de nuevo. Estaba abrazada a sus rodillas pensando en lo sucedido. Ella estaba sola, asustada y sin un arma encima. Algunos recuerdos comenzaban a vagar en su mente. Padres muertos desde que era pequeña y tres hermanos mayores que la protegerían… ¿dónde estaban? – Yo tampoco lloraré… - Susurró mientras recordaba a la peliverde, sonriendo de lado. El sueño la habría vencido poco después, intentando recordar otro poco más, viviendo sueños que parecían tan reales como la batalla que habría vivido con Lyn.

- ¿Giselle? – La peliverde tocó el hombro de la castaña. Ya se escuchaban los cánticos de algunas aves. – Anda, despierta. – Los ojos de Giselle comenzaban a abrirse lentamente, viendo a la peliverde. - ¿Dormiste bien? Debes estar aún cansada por la batalla. – Dijo, acariciando el cabello de la chica. – Tienes un cabello muy lindo, ¿por qué cubrirlo con esa capa? – Dijo en un tono fraterno mientras la castaña se erguía. Aquel trato le traía un par de gratos recuerdos. – En fin, quería proponerte algo. – Dijo sonriendo de oreja a oreja. – Viendo que tienes conocimientos de guerra y estas cosas, ¿te parecería que viajáramos juntas? Quisiera volverme más fuerte, Giselle, sé que con tu ayuda lo lograré. ¡Seré mejor si tú me ayudas! – La castaña pareció contagiada con la sonrisa de Lyn. Asintió varias veces, achicando los ojos - ¿En serio?

-¿Por qué mentiría? Seguramente en unos días recordaré qué iría a hacer en Caelin, y estaremos perfectamente bien si nos apoyamos una a la otra. – Susurró, sonriente. Tal vez la ayuda que le brindaría a aquella castaña sería el inicio de su larga travesía.