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Por Amarte Así
El comienzo de todo...
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Siempre serás el niño que me llene el alma,
Como un mar inquieto, como un mar en calma.
Siempre tan lejano como el horizonte.
Se acercaba el ocaso de la última tarde del mes de agosto, un sol rojizo proyectaba sus rayos, que se filtraban por la ventana del segundo piso de una casa blanca, de amplios y hermosos jardines... y pegaban de lleno en un rostro terso y delicado, sus finos párpados fueron los que detectaron la luminosidad de ellos, y se movieron como reacción ante tales. La dueña intentó mantenerlos cerrados y continuar dormida, reflejos castaños se tornaban en esos rulos ahora sedosos y arreglados. La voz dulce de su madre le llamó avisándole que la cena estaría en un par de minutos y cuestionó si ya había terminado de arreglar su baúl, la chica la escuchó y de nuevo trató de hacer caso omiso y seguir durmiendo... O por lo menos quedarse ahí, tirada en esa cama, con los ojos cerrados y mantener la mente en blanco. Pero aunque lo intentase mil veces o millones de formas distintas, no se podía huir de la realidad. Vencida por los insistentes rayos y los dulces llamados de su madre, se incorporó. Inmediatamente los tormentosos recuerdos atacaron su mente, la aparente calma conseguida al dormir hiciera que se olvidasen, siempre regresaban. Algunas lágrimas resbalaron por sus tersas mejillas, observando el horizonte tan lejano como su mente, como estaba aquel chico de su alma, y como quisiese que estuviese su amor de su corazón. Ese amor que había nacido de una hermosa amistad y preciosa convivencia, y es que aunque intentase ser fuerte, sacar ese valor de Gryffindor que la caracterizaba, no podía soportar más. Había tratado de reprimir sus sentimientos, de ahogarlos si era preciso, pero a pesar de no verlo desde hace meses, era una batalla que nunca ganaría. En sueños se imaginaba feliz a su lado, con una familia construida. Otras, simplemente juntos, sin importar lo demás...
Gritando en el silencio tu nombre en mis labios,
Sólo queda el eco de mi desengaño, y sigo aquí
En mi sueño de seguirte amando...
Harry… -apenas se escuchó como un suspiro de sus labios, gritos de su corazón. Un eco cruel y frío le devolvía la triste realidad. Sabía que tan sólo se quedaría en sueños esa felicidad, pues aquel chico de gafas, que cubrían la belleza de unos hermosos e hipnotizantes ojos verdes… era su mejor amigo, sí, pero también era su amor prohibido… Él ya salía con alguien, esa chica afortunada era a la vez como su hermana menor -Ginny Weasley- la pelirroja que ella inconscientemente había querido alejar de él, sus motivos eran ayudarle a ser más notada, pero su intención desde el fondo había sido mantenerla lejos de Harry. Sabía que ello era una mala jugada, pero su corazón muchas veces vencía su razón.
Sintiéndose culpable por ese amor hacia él, y hacia ella por sentirlo y desear que nunca hubiese sido notada, que ella nunca hubiera probado sus labios, y de creer que no era digna de él. Ella había sido su incondicional durante casi seis años, y de buenas a primeras la pelirroja, ajena a su vida personal, le arrebataba su lugar; ocupando el centro del universo del ojiverde… Estaba de acuerdo en que ella jamás le mostró interés sentimental, aún cuando habían pasado miles de veces solos, sin Ron. ¿Pero acaso quería él que fuese más explicita? en lo que se refería a demostrar amor, si qué más podía que entregarle su vida misma arriesgándola a su lado. Tal vez era un absurdo pensar que él lo interpretaría como amor, si en su mente era verle como una amiga de aventuras. Él quería algo diferente a una chica que lo único que parecía interesarle eran los libros y las altas notas académicas, el perfeccionismo y nada más. Nunca se arreglaba, y cuando lo hizo él ya tenía sus ojos puestos en Cho, la chica popular y bella desde siempre, no con hechizos alaciadores de cabello. -apretó sus ojos reprimiendo las lágrimas.
Será, será como tú quieras pero así será.
Si aún tengo que esperarte siete vidas más,
Me quedaré colgada de este sentimiento.
Pero y después de ese día ya no había puesto empeño en su arreglo personal, regresando a su usual apariencia de ratón de biblioteca… En quinto vinieron nuevas desilusiones, el beso de la oriental, y su salida saboteada por ella misma, más todo ella le ayudó a limpiar su nombre. La Ravenclaw casi la deja en evidencia por su manera de actuar, era de esperar, la chica poseía ese sexto sentido que los chicos jamás podrán descifrar. Aventuras, retos, y pérdidas dolorosas como la de Sirius. Estar unidos creaba fuerzas, nunca lo dejaría caer. De nuevo él pareció darle una falsa esperanza… ya no había interés en Cho, pronto se desvaneció con el arribo del 6° año y el primer noviazgo formal… Ginny y Harry, la pareja perfecta, todos ya apuntaban a ellos. - sus ojos ya no pudieron luchar y las lágrimas brotaron sin más - Aún estaban presentes las escenas románticas que tuvo que presenciar, y contener sus emociones. Luego con los últimos acontecimientos del curso, la trágica muerte del mejor mago y la inexplicable traición, que causaron la pérdida de muchas personas inocentes… lo dejaron devastado. Y ella allí, a su lado, dándole fuerzas para continuar… Pero al parecer él no quería seguir con su vida, mucho menos que Voldemort dañase a los que le rodeaban, y a la chica que amaba. ¡Otra vez ella!
Por amarte así,
Es esa mi fortuna, es ese mi castigo.
Será que tanto amor acaso está prohibido,
Y sigo aquí muriendo por estar contigo.
Un nuevo pensamiento de culpa recayó en su alma al recordar que él le pidió consejos sobre qué hacer, y le confesó que la dejaría libre para no arriesgarle a morir a manos de aquel oscuro mago, y ella aprobó su decisión… Es mas, lo había casi orillado a hacerlo, con argumentos convincentes de que estaba haciendo lo correcto. Lo había conseguido, al fin del ciclo él terminó con la menor de los Weasley, la llama de la esperanza se avivó de nuevo. Pese a ello lo que más dolía es que al parecer el chico, arrepentido, tenía intenciones de volver, y ante eso ella no podría hacer nada ya. Sabía a la perfección que un día, sin previo aviso, pero sí esperado por todos, se anunciarían sus nupcias… y ella moriría de ello, estaba completamente segura. Es más, ya tenía planeado que fundamentaría su partida en sus estudios extranjeros, era lo primero que haría al regresar al colegio, ir con la profesora McGonagall y pedir un intercambio a algún colegio fuera de Europa. Si era posible, antes del fin de año, preferiría enterarse de la inminente ceremonia desde muy lejos. Sin querer atormentarse más, se puso de pie y vio su baúl frente a ella, en un banco. Suspiró, en realidad desde hace bastante tiempo lo había alistado, pero no con empeño en sí, como años anteriores había puesto. Sonrió con simplicidad a su reflejo, se fijó en sus mejillas humedecidas por el llanto, se limpió para no preocupar a sus padres y salió de la habitación dispuesta a fingir una felicidad sin sentir…
Por amarte así,
Aun paso de tu boca y sin poder besarla,
Tan cerca de tu piel y sin poder tocarla,
Ardiendo de deseos con cada mirada.
Por amarte así
Por amarte así
Por amarte…
Tras la cena, disfrutando del calor familiar, subió a su habitación. Tomó la ducha y poniéndose la pijama, corrió las cortinas que aún así filtraban los rayos de luna, suspiró y se acostó en su cama, para poder quizás tomar el valor y hacerse a la idea de que a la mañana siguiente les vería juntos... No había querido responder a las cartas de nadie, ni siquiera abrirlas… ni de Ron, ni de Harry y mucho menos las de Ginny. Era mejor así, que no supiera la dura verdad, presentía que con la falta de Dumbledore él iría a la casa de los Weasley, la madriguera sería el hogar de él muy pronto con formalidad, pese a que desde siempre lo había sido... la oportunidad perfecta para la reconciliación. Con un suspiro se quedó profundamente dormida, soñando como cada noche, con él... Soñó una playa desierta, con la fresca brisa marina, las olas con su sonido relajante. Ella caminando por la playa, con un vestido de manta y sus pies descalzos dejando huella en la fina arena. El cielo azul magenta, cual tarde preciosa, y lo encontraba allí sentado en una roca, mirando al horizonte… le volteaba a ver, cruzaban sus miradas, intercambiaban una especial sonrisa y le llamaba con un gesto. Cuando lo tenía cerca le tomaba la mano y le ayudaba a sentarse junto a él, le abrazaba contra su cuerpo. Pero de pronto el Harry a su lado se desvanecía, dejándola sola… el viento rozaba sus mejillas, que se empapan del rocío del mar, disimulando las lágrimas que resbalaban de su marrón mirada…
Así voy caminando en esta cuerda floja,
Por ir tras de tu huella convertida en sombra.
Presa del amor que me negaste un día...
La mañana llegaba tan rápido, junto con los inminentes rayos solares que flasheban sus finos párpados, como penetrantes agujas delgadas. Al instante que su madre corría las cortinas diciéndole que el desayuno estaba en la mesa y que su padre la llevaría a la estación del tren como todos los años, aunque su alma desearía no tener que ir al sitio, un camino demasiado conocido. Apenas y entreabrió los ojos sintiendo ese inmenso vacío en su interior. Se vistió con desgano y pese a no poner empeño es su arreglo... Se miró en el espejo, en verdad su apariencia física había dado un cambio radical, su inmanejable cabello ahora se mostraba en rizos sedosos, sus caderas y busto se habían desarrollado dejándose mostrar, lo que causó sonrojo en sus tersas mejillas.
¡Vamos cariño, ya son las nueve! Apenas y tienes tiempo para desayunar con calma y llegar al centro de Londres... –se escuchaba la voz de su madre.
Voy mamá –respondía con voz de desanimo, dando un suspiro se miró una vez más y con paso decidido salió de la habitación.
Apenas había pisado el último escalón cuando su padre la interceptó con un recibimiento que causó que su rostro ardiese enrojeciendo.
¡Wow!, disculpa ¿eres mi princesa?-preguntó cual sorprendido.
¡Papá!-exclamó frunciendo las cejas.
Claro si de por sí es hermosa pero hoy amaneció más de lo que ya es.-continuaba con sus halagos. Ella sólo sonrió vacilante y algo forzada.
Es que tu hija se puso más bella porque hoy verá a sus amigos, y a ese chico... ¿cómo se llama?, ¡ah sí! Harry, no? –decía su madre guiñándole un ojo mientras besaba en la frente a la castaña.
Él es sólo un amigo mamá.-decía con un nudo formándose en su garganta.
Umm, como digas. Pero de la amistad hay un paso al amor.- dijo con voz rotunda, su madre.
Claro, y ese amor se lo da una amiga que es su novia y su nombre es Ginny.-afirmaba con pesar.
¿Está casado?, No, ¿verdad? ¿Entonces?—intervenía su padre con una sonrisa resuelta.
Pues casi...-exhalaba en susurro casi imperceptible.
Hija, a los 17 no piensas en matrimonio -decía su padre, quien sí la escuchaba.
¡Basta! es un tema del cual no pienso discutir -atajaba algo brusca- Ah! a propósito, no tengo mucha hambre sólo comeré la fruta -informaba negando.
Hermione, amor ¿te sientes mal?, ¡¿estás enferma?! Porque de ser así, podemos llevarte hasta ese lugar cuando nos aseguremos de que estás bien -chillaba con preocupación, tocando la frente de la chica.
Madre, no te preocupes. Lo que tengo no se cura con medicinas... Más bien se llama nostalgia porque este es mi último curso en Hogwarts -sonreía con excusa.
Bueno, si tú lo dices... -le miraba fijamente.
Gracias de todas formas -hacía una mueca triste e iban a desayunar.
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Sabes que estaremos siempre para ti... -decía con solemnidad cuando estaban en la puerta a punto de partir, había observado a su pequeña y la conocía demasiado.
¡Te quiero! -se abalanzaba abrazando a su mamá como si en ello se fuese su vida. Se sentía tan protegida, soltaba unas lagrimitas.
¡Yo te amo! Eres el centro de mi universo...-quien correspondía al abrazo de su hija y también derramaba lágrimas- Y Hermione, ese chico Harry, necesitará un par de lentes –aseguraba mirándole dedutativa.
Ya tiene...-exclamaba entre confundida y sorprendida por lo bien que su mamá podía descifrar sus emociones y pensamientos.
Pues entonces los necesita nuevos, ¡Con Urgencia! Mira que ver a la hermosura frente a él y dejarla pasar...-le brindaba una sonrisa única.
Te veo en Diciembre, mami -atinaba a responder algo sonrojada.
Hasta diciembre, nena -se despedía con los ojos vidriosos.
¡Oh Andrew! maneja con cuidado...-gritaba con voz precavida a su esposo cuando los dos subían al auto que se encontraba frente a la cerca del jardín. Él hacía una seña con la mano de entendido y despreocupación. Por última vez la ojimiel veía a su madre a través de la ventana del auto, le decía adiós con la mano, y también su mirada se tornaba cristalina.
Contando los segundos que pasan por verte,
Haciéndote culpable de mi propia suerte,
Soñando hasta despierta con hacerte mío.
Viajaban por la carretera y ella perdía su mirada en el paisaje tan bello de las montañas y praderas; las flores de diferentes colores que teñían de arco iris el pasto. Fantaseaba con que él pudiese estar allí, junto a ella, disfrutando de tan hermoso paraíso obsequiado por la naturaleza... Pero en el fondo de su ser había contradicciones, contaba los segundos por verle y a la vez no deseaba encontrarlo de aquella forma, con ella de la mano.
Chiquita ¿En qué tanto piensas? Más bien, ¿en quién? -preguntaba de improviso provocando que exhalase un respingo de sobresalto por lanzarle la cuestión cuando estaba tan distraída.
Ah... yo... –titubeaba sin saber qué responder.
Es un chico, es Harry. Tú te has enamorado.-más que pregunta era una afirmación.
No, él... –le miraba abriendo los ojos asustada.
Hija, aún sé lo que es el primer amor, y te puedo asegurar que si es digno de que tú le ames quiere decir que por algo suceden las cosas...-le brindaba una sonrisa.
Pero a él ya le sucedieron y su destino no es estar conmigo -decía con voz triste.
Verás que con el tiempo se descubrirá el porqué de todo... y sabremos si es así o no -volvía a decirle con voz pasiva.
Pero...
Lo verás -afirmaba, ella asentía una tanto contrariada.
Será, será como tú quieras pero así será.
Si aún tengo que esperarte siete vidas más,
Me quedaré colgada de este sentimiento.
Habían entrado al centro Londres, el resto del camino se había transcurrido en silencio y cuando llegaron a la estación King Croos los pies de Hermione parecían de plomo, su corazón latía con tal fuerza que sus latidos se escuchaban, sus manos sudaban frío y parecía a punto de desmayarse de ansiedad. El señor Granger le ayudó a bajar su equipaje y una vez que ingresaron al lugar pudo reconocer a algunos de sus compañeros de Hogwarts, pero en la estación muggle no se encontraban ningún rostro cercano. Avanzaron hasta la entrada del andén 9, donde se despidieron...
Y recuerda Jane, que el destino nos pone pruebas, de nosotros depende superarlas. Ese chico sabrá descifrar sus verdaderos sentimientos, y si no es que en verdad no es para ti –hablaba sonriéndole.
¡Te adoro, papá! - exclamaba abrazándolo con fuerza.
Y yo a ti pequeña...-le daba un beso en su frente-Anda, faltan veinte para las once... –apuraba.
Por amarte así,
Es esa mi fortuna, es ese mi castigo.
Será que tanto amor acaso está prohibido,
Y sigo aquí muriendo por estar contigo.
Muy nerviosa atravesó la barrera que conducía al andén 9 3/4. Inmediatamente vio caras muy familiares, y ahí, entre la multitud de alumnos que se arremolinaba en el andén lo vio. Su corazón dio un vuelco, estaba con ella, con Ginny y al parecer sí ocurrió lo que más temía pues se encontraban tomados de las manos... dando un suspiro para contener las ganas de salir de ahí corriendo, de subir a su auto y huir de todo. Caminó cual sus piernas que antes eran de plomo ahora fuesen de gelatina.
Temía desmoronarse a cada paso que daba, además de la ahora reconciliada pareja se encontraban... Ron, sorpresivamente los gemelos y la señora Weasley, la madre de ellos.
Todos al mismo tiempo al verla venir se voltearon para darle la bienvenida... Ron se adelantó y con una sonrisa algo nerviosa le dijo- Hola- pero instantáneamente cambió su expresión para fruncir las cejas... su nerviosismo se debía que a verle su cambio notoriamente físico le había hecho darse cuanta cuánto le seguía importando la castaña. Sin embargo no decía nada, como siempre.
Bueno, sí te extrañé mucho, y en serio nos preocupaste. Me alegra saber que estás bien -aún ocultando su sonrojo- ¡Pero dónde carajos te habías metido que nunca respondiste a nuestras cartas! –decía con tono recriminatorio.
Ron, gracias por tu tan lindo recibimiento... En serio -hablaba con tono sarcástico.
Eh... Yo... –se sonrojaba, apenado.
¡Ey!, eso no quita que no esté molesto. Pero tampoco altera que te extrañé mucho. Acepto que hasta tus regaños me hicieron falta -agregaba, sonriendo con broma.
Siempre serás el mismo, pero este año tal vez yo no -hacía ese comentario que no pasaba desapercibido para el pelirrojo que le miraba fijamente.
Ah... no entendí. Pero en fin, qué bueno que ya estás de vuelta -se encogía de hombros y comentaba para no dar por enterada a la chica de que él sí había escuchado el tono de sus palabras. (wow, por primera vez).
Yo también te extrañé, Ronald Weasley... -decía y hacía algo muy extraño, le abrazaba y eso hacía que el chico se extrañase más sobre lo cambiada que estaba la chica. No sólo en exterior sino en su comportamiento.
Uy, si te contara lo que ha pasado... Por ejemplo, unos tortolitos ya están reconciliados y recuperé a mi cuñado -soltaba risueño.
Ya me di cuenta -comentó, embozando una sonrisa triste.
Por amarte así
Aun paso de tu boca y sin poder besarla,
Tan cerca de tu piel y sin poder tocarla.
Ardiendo de deseos con cada mirada.
Por amarte así
Por amarte así
Por amarte...
En eso se acercaban la sonriente pareja... pero el ojiverde soltaba de la mano a la pelirroja. Se miraban a los ojos, él le brindaba una sonrisa tierna que hacía como siempre que sus piernas temblasen, que en su ser ardiesen esos deseos de abalanzarse contra él y besarlo sin importar lo que pasase después.
¿Y bien, No piensas decirme nada? -preguntaba cuando estaban frente a frente.
No sabes cuánto me hiciste falta -como respuesta la ojimiel lo abrazaba algo precavida para no verse tan obvia. Trataba de decirle a gritos que escuchase su corazón.
Yo también te eché de menos, Hermione...-susurraba inconscientemente, como si oyese los pensamientos de la chica, pero su voz parecía tan inaudible que Hermione creía que sólo había sido su imaginación desesperada por escuchar la más mínima frase.
Me alegra que ya estés con nosotros -exclamaba una vez que se separaron. Ella quería quedarse así el resto de su vida, aferrada a su cuerpo.
¡Hermione!, Harry y yo tenemos tanto que contarte...-chillaba con entusiasmo la pelirroja, acercándose a los chicos. Tras ella su madre y los gemelos.
¿Sí?, ya habrá tiempo -comentó vacilante y algo alicaída al notar cómo su amiga abrazaba al ojiverde por la cintura y él pasaba una brazo por el hombro de ella.
¡Wow Hermione!, sí que te sentaron bien los años. ¡Estás tan preciosa! -decía Fred, con una sonrisota.
¡Yo diría una mujer muy, pero muy hermosa!-seguía con el halago George.
¡Divina!, Es la palabra correcta —ambos intercambiaban una mirada de estar pensando lo mismo y al unísono coincidían. La castaña sentía sus mejillas arder y hasta podía percibir cómo de ellas salía un vapor. Pero entre los halagos de los gemelos, tanto Ron y hasta Harry observaban cómo los chicos no estaban exagerando o bromeando, en verdad lucía Hermosísima... El pelirrojo disimuló sus emociones, estaba más rojo que su cabello. Y el ojiverde se obligó a pensar que era sólo la impresión de verla tan cambiada, ya que a excepción del baile en cuarto no la había visto tan bella en otras ocasiones- Sí era sólo eso.- recriminándose pensó –Imposible, es tu mejor amiga. Casi tu hermana...-¡Pero no lo es!-intervino esa vocecilla en su cabeza.- Claro que no, sin embargo yo jamás la vería como mujer-¿Por qué no?-Porque es como traicionarla. Además yo estoy con Ginny, ¡Amo a Ginny!, y nada puede cambiar - Eso se verá...-repitió terca la voz.
¿Verdad? – ¿Harry?-apenas y notaba cómo la chica frente suyo parecía estar hablándole.
¡HARRY! -de pronto un golpe medio que sentía a la altura del estomago lo sacaba de su distracción.
Así... sí ¿qué?- atinaba a soltar saliendo de su ensimismamiento, se había quedado viéndola fijamente, todos le miraban entre asustados y desconcertados.
¿Qué que opinas?-preguntaba Hermione.
¿De qué? -soltaba sin entender.
De lo que dijo mamá -agregaba la pelirroja que abrazaba.
¿Te pasa algo bebé? –preguntaba en tono cursi, el mismo que provocaba en él arder sus mejillas y en Hermione un dolor punzante en el estomago.
NO -se apresuraba a negar.
¿Oh, entonces qué opinas? -repetía la chica, él recorría con la mirada los rostros de todos en busca de una explicación lógica.
Ah... -en eso el silbido del tren le salvaba.
Ay, nos tenemos que ir... -le jalaba la pelirroja.
La señora Weasley les daba un abrazo y un beso a los cuatro. Los gemelos les chocaban las manos a Ron y a Harry, abrazaban a su hermana. Pero al llegar a Hermione ambos le decían:
Hermione, esperamos que como dijo mamá. Consigas un chico tan bueno como el que consiguió Ginny -Un consejo, si va ser un Weasley... Que no sea Ron, ¿Va? -le guiñaban un ojo con picardía y la abrazaban al mismo tiempo. Ah!, y mucho menos Harry...-bromeaba George, Fred le daba un golpe disimulado para sonreírle vacilante. La chica les miraba contrariada y a la vez muy sorprendida, Qué confiaditos se estaban volviendo.
Mientras la madre de Ron le decía aprisa al chico de gafas: Harry, cuidas mucho a mi nena y también a Hermione, ¡eh! Escuchaste lo que dije, en verdad la cuidarás como Ron a Ginny... -Así que eso era lo que había dicho en la pregunta que no puso atención.
¡Claro, eso sin dudarlo y pensarlo!-exclamaba con una solemnidad que ni él mismo entendía.
Abordaban el tren y se despedían a través de las ventanas. Ron, Hermione y Ginny se dirigían al compartimiento de prefectos. Le daba un corto beso en los labios a su novia, algo extraño pues lo sentía frío. La ojimiel sentía un vuelco al corazón y avanzaba con el pelirrojo, alejándose... Entonces él buscaba uno vacío, con esa sensación extraña en su confundido pensamiento respecto a la forma en la que por minutos vio a la chica con la que había compartido millones de cosas especiales... Sintiéndose culpable se sentó y sintió cómo el tren aceleraba la marcha, tal vez si observaba el paisaje se olvidaría de sus absurdos pensamientos...
Por amarte...
Notas de la autora:
¿Algo masoquista cierto? Es quizás la historia más triste que haya escrito, sin embargo me gusta mucho. Gracias por su tiempo, y dejen comens sí?
Anyeli Potter Granger
