6 de noviembre del año 2022...
- ¡Jugadores! Quiero darles la bienvenida al mundo de Sword Art Online! Muchos quizás se hayan dado cuenta de que el Botón de Desconexión no aparece en sus menús... déjenme decirles que esto no es ningún tipo de desperfecto... todo esto es parte del mundo de Sword Art Online... [...]
- Es importante que recuerden lo siguiente: si sus puntos de vida llegan a cero, el Nervegear destruirá sus cerebros inmediatamente... La única forma de salir, es venciendo al Jefe Final en el Piso 100. [...]
- Esto concluye el tutorial y lanzamiento oficial de Sword Art Online, jugadores les deseo... buena suerte...
6 de noviembre del año 2024 – Pueblo de los Inicios – 22:45 pm
- Han pasado 2 años desde aquél día– dije para nadie en particular.
Muchas cosas cambiaban en el mundo de Sword Art Online, pero aquel bello cielo nocturno no era una de ellas.
- ¡Hiro! ¡Hey, Hiro!
Me di vuelta para observar al joven que se acercaba con una sonrisa de rendición.
- Eres tu, Kaito – susurré.
- Tenía la corazonada de que estarías aquí. De nuevo viendo el cielo, ¿eh?
Nombre: "Kaito" – Edad: 25 años. Ocupación: Maestro Espadachín
Kaito, había sido mi amigo prácticamente desde el comienzo del juego. Como muchos otros, era un beta tester, pero a diferencia de los demás, él había elegido quedarse en los niveles inferiores, tanto para inspirar a los temerosos como para entrenar a los más inexpertos. Lo conocí durante una de sus charlas sobre motivación. Nos pasamos el día conversando sobre aspiraciones, metas y hasta un poco de literatura. Me hallé en confianza con él, llegando incluso a compartir cosas personales entre nosotros. Como que era el menor de un grupo de 3 hermanos, que ellos se habían casado y él no, quedando relegado a ser el tío divertido en las reuniones familiares. Para mí, era como el hermano mayor que nunca había tenido.
- Perdón Kaito, es que es tan...
- Hermoso, ¿cierto?
- Si... No puede verse algo así en el mundo real – contesté.
Estuvimos callados unos cuantos segundos, hasta que decidí romper el silencio.
- Oye... Kaito...
- ¿Qué ocurre?
- Me preguntaba, ¿por qué rechazaste la oferta de Kobatz hoy?
- Oh, ¿eso? – contestó jocosamente. La Fuerza Libertadora de Aincrad (Aincrad Liberation Force) puede que sea uno de los gremios más grande de todo SAO, pero ese sujeto es insoportable. No me imagino recibiendo ordenes de alguien como él, debiste ver a sus soldados.
- Pero...
- Déjalo ya, Hiro, no vale la pena – interrumpió acariciando mi cabeza. Por cierto- agregó materializando una espada ya muy familiar frente a mí. - ¿Quieres hacer otro intento? Han pasado casi 2 meses desde la última vez, quizás hoy sea diferente...
Me quedé mirando el arma unos segundos hasta que por fin me digné a extender el brazo. Suavemente sujeté el mango y apoyé la hoja entre mis piernas, permanecí mirándola por breves momentos hasta que comencé a sentir la ausencia de aire.
Desesperado arrojé la espada al suelo y traté de componerme respirando entrecortado.
Kaito sólo suspiró y guardó la espada en su inventario.
- Veo que aún no superas ese trauma, ¿verdad?
Apoyé la cabeza sobre mis rodillas.
- Sabes, ya se va haciendo tarde y tengo un trabajo de escolta en la mañana, además, tu continuarás haciendo tus misiones diarias supongo...
Asentí débilmente.
- Bien- dijo frotando mi cabeza. Creo que es mejor irnos a dormir.
Kaito se levantó y dio media vuelta en dirección a la posada.
- Lo siento...- susurré en silencio mientras una lágrima desbordaba de mi rostro. Desearía no ser así...
Kaito y yo dormíamos en una de las posadas del pueblo. Sus precios eran relativamente bajos y las camas confortables. Además, contaba con un restaurant en la planta baja, por lo que no sólo podíamos tener una comida decente, si no que también podía trabajar como camarero durante la semana y obtener algo de Col para otros gastos. Siempre reservábamos la habitación más grande en el segundo piso, ya que ciertos rumores decían, que tenía las camas más cómodas y un suave aroma que ayudaba a relajarse para dormir. Pero esa noche, me era muy difícil conciliar el sueño...
- Kaito, ¿estás despierto? – dije en vos baja
- ¿Mmm?
- ¿Crees que algún día saldremos de aquí?... Que algún día..., ¿volveremos a ser algo más que simples datos?
Kaito giró su atención hacia el techo colocando las manos detrás de su cabeza.
- Eso no lo sé, Hiro... creo que nadie puede tener una respuesta concreta a esa pregunta. Lo único que puedo decirte es que no debemos perder la fe. Algún día todo esto sólo será un mal recuerdo. Las filas del frente ya han limpiado el piso 74, al menos eso leí en el último informe. Es un gran logro haber llegado tan lejos.
- Pero... se tardaron 2 años...
- Si, 2 años han pasado volando. Y el juego sólo se pondrá más difícil. No me imagino como será para aquellos que luchan contra los jefes. Pero, ten algo por seguro, las guerras no se ganan en un día, todo toma su tiempo...
- Supongo que... tienes razón- contesté con tono apagado recostándome sobre mi hombro izquierdo.
Mi compañero giró su mirada hacia mí.
- ¿Algo te está molestando? Recuerda que puedes contarme lo que sea.
- ¿Me dirás algún día el por qué nunca te has unido a un gremio, hasta el día de hoy? - contesté aún dándole la espalda.
- Quizás... quizás algún día lo haga- contestó.
- Podrías decírmelo mañana, después de todo es mi cumpleaños.
- Si...- respondió suavemente. Te lo diré mañana, cuando vuelva de mi labor como escolta, lo prometo. Ahora duerme, nos espera un día ajetreado mañana y no queremos estar cansados – dijo volteando su cuerpo en la otra dirección.
Mi mirada se fijó en la ventana y en la enorme Luna que podía observarse a lo lejos.
- Mañana... – dije despacio y me entregué al sueño.
– dije despacio y me entregué al sueño
7 de Noviembre de 2024
Desperté al día siguiente. El reloj en mi menú indicaba las 8:40 am
Salí de la cama, me equipé con mi ropa de civil y partí hacia el centro. Kaito dijo que estaría de regreso para el almuerzo, así que tenía bastante tiempo para completar encargos. Tenía que dirigirme al Boletín de Misiones, pero antes de eso, quise pasar por una de las tiendas más cercanas. Nunca estaba de más tener una copia más de la guía del juego.
- Disculpe, buenos días... dije al pasar por la puerta.
- Ohh bienvenido- dijo el NPC. ¿Qué puedo ofrecerte hoy?
- Me preguntaba si, tiene el último ejemplar del Diario del Informante.
- Déjame ver... déjame ver... - contestó el barbudo vendedor revisando su estante. Aquí esta – no sé si te sirva, pero es la más actualizada que tengo.
Al analizar el pequeño libro, vi que era una edición de hace 2 semanas.
- Si, está bien, me servirá- agregué.
- Me alegra escuchar eso, son 30 Cols, por favor.
Desconté el dinero de mi inventario y se lo entregué al vendedor. Al salir el reloj marcaba las 8:55 am. Era una larga caminata hasta el Boletín, pero al menos me alegraba tener algo con que entretenerme hasta llegar allí.
- Capítulo 28... - recité en voz alta. El Ataúd Risueño... (Laughing Coffin...)
- Palacio de Hierro Negro...– dije leyendo el encabezado de unos de los viejos capítulos, al mismo tiempo que giraba mi cabeza hacia el enorme edificio frente a mí.
El Palacio de Hierro Negro (Iron Black Palace), una de las estructuras más grandes de todo Aincrad. Había oído de boca de los beta testers, que era el sitio donde se hallaba el olvidado Cuarto de Resurrección (Room of Resurrection). Durante la beta, si caías en batalla, terminabas aquí. Como si nada hubiese pasado. Posteriormente se había convertido en el Monumento de Vida (Monument of Life), como una bonita y retorcida forma de recordar a los desafortunados...
Además, este lugar se había convertido en la nueva base de operaciones de uno de los gremios más grandes de todo SAO: La Fuerza Libertadora de Aincrad (Aincrad Liberation Force), apodada como "El Ejercito" por algunos miembros de la delantera, debido a su elección de vestimenta y rigurosos hábitos de comportamiento. Lo más extraño era que, aunque que sus cuarteles se hallaran en uno de los lugares más óptimos para vivir, prácticamente el 90% de sus tropas había emigrado hacia pisos más altos, al ya no haber una razón para pasar tiempo en este piso, sin mencionar que a muchos les traía malos recuerdos...
Seguí recorriendo aquellos amplios caminos, a medida que completaba mis tareas...
La ciudad cada vez estaba más vacía. Ya casi no había rastro de jugadores. Sólo quedaban un par de niños en el refugio que Sasha había organizado en la catedral, pero no durarían ni un día en espacio abierto...
Pensándolo mejor... ¿cuándo se había convertido mi vida en algo tan aburrido?- dije para mí. No tenía deseos ni de celebrar mi propio cumpleaños... Mi único deseo ahora era, por más insignificante que pareciese, saber las razones por las que Kaito aún seguía anclado aquí luego de 2 largos años...
"Te lo diré cuando vuelva... lo prometo" – Fue lo que dijo antes de marcharse a su misión. El reloj marcaba las 11:30am. No podía creer lo rápido que habían pasado los minutos. Dicen que el tiempo suele volar cuando estás metido en un videojuego y jamás pensé que sería tan literal... Pero en fin, lo único que podía hacer ahora era esperar...
Decidí sentarme en uno de los asientos de la plaza central, ya que mis encargos habían finalizado, y comenzar un nuevo capítulo de la guía pero... me pareció oír que alguien decía mi nombre...
