Hola Carylers,

he empezado a escribir un nuevo fic, y me gustará saber si les gusta, para continuarlo o no. COmo siempre aceptó criticas positivas y negativas. Aviso contendrá capítulos con Smut

Nos leemos muy pronto.

San


El llanto de su hija le despertó de su siesta. Cansada y aún medio dormida, la mujer se levantó de la cómoda cama, y se encaminó a pasos lentos hacia la habitación de Sophia. La niña de apenas un año y cinco meses, estaba aferrada a los barrotes de la cuna, desesperada por poder salir de su encierro.

-Ya está, mi amor, -susurró la mujer mientras la agarró en brazos.

Dándole un sonoro beso en la mejilla, Sophia se tranquilizó en los brazos de su madre. Dejó a la pequeña en el suelo, y ésta empezó a caminar con sus pequeñas piernas hacia los juguetes que había por toda la habitación. Sentándose en el suelo, Carol la observó mientras Sophia agarró uno de sus libros preferidos y se sentó en su regazo.

Sophia empezó a pasar las hojas del libro con rapidez, señalando primero el dibujo de una manzana, después una rosa y finalmente una jirafa. Rápidamente la pequeña perdió la atención en lo que estaba haciendo, y se separó de su madre para agarrar otros muñecos y ponerse a jugar.

Ambas disfrutaron de ese momento de tranquilidad, antes de que Carol decidiera que era la hora de bañar a la pequeña y preparar la cena para ella.

-¡Vamos a bañarte!

-No… -suelta la pequeña. Últimamente era su palabra preferida.

-¿Cómo qué no? -Dice Carol mientras la eleva del suelo.

La gira en el aire y le hace cosquillas en el pequeño estómago de Sophia, haciendo que la habitación se inundé de una angelical risa.

Carol prepara la bañera, llenándola lo suficiente para que la pequeña pueda chapotear, pero no pueda ahogarse, y jugar con el agua mientras ella le enjabona. La sonrisa de Sophia se apodera de su cara cuando ésta moja a su madre. Y vuelve a hacerlo de nuevo, divertida al ver a su madre quejarse.

La mujer deja a la pequeña que juegue un poco más en la bañera, mientras Carol se sienta en el inodoro leyendo el libro "Denim Dreams". En ese instante, escuchó el teléfono vibrar en la otra habitación. Salió del baño, temerosa de que fuera un mensaje de su marido, pero lo que vio le dejó aún más impactada.

Se trataba de un número desconocido. Con el ceño fruncido, agarró el móvil y deslizó la pantalla para abrir dicho mensaje. Y entonces tras leer el contenido, el corazón le empezó a latir fuertemente.

"A la misma hora en el mismo lugar?"


6 de febrero del 2015

Carol miró inquieta el reloj que marcaba las 00:21 de la madrugada. Sentada en la cama del hotel, esperaba impacientemente a que él apareciera. Miró hacia la puerta cuando escuchó unos pasos amortiguados por el largo pasillo, esperanzada de que fuera él. Pero éstos pasaron de largo hacia otra dirección desconocida.

Suspiró de nuevo, admirando las paredes de color amarillento y el maltrecho escritorio que adornaba la habitación. Volvió a mirar el reloj, que marcaba en esta ocasión las 00:26. Después de una jornada de trabajo de ocho horas, el dolor de pies le estaba matando, de un puntapié se quitó los zapatos dejándolos en el lado derecho de la cama. Descalza, sintiendo la suave caricia de la moqueta, se dirigió hacia el baño.

Observó su rostro cansado y pálido reflejado en el espejo, y vio en sus hermosos ojos azules la tristeza. Carol pasó su lengua por sus finos labios mientras se observaba a sí misma.

Era consciente de que no debería estar en esa habitación de ese motel, sabía que estaba volviendo a cometer el mismo error una vez más. Pero no podía evitarlo, lo necesitaba. Este era el único momento en que salía de la rutina, y aún más, era en el único instante que no sufría.

Por un momento, pensó en Ed y el corazón empezó a bombear violentamente. Si él supiera lo que sucedía en esa habitación cada viernes por la noche… Carol tragó saliva y cerró los ojos, intentando obviar esa sensación de pánico que le produce pensar en su marido. Hace años que la situación entre ambos era bastante tensa, pero ella seguía intentando arreglar su matrimonio, esperanzada de que pudiera ser tan perfecto como ella siempre pensó.

Volvió a mirar la hora: las 00:31. ¿Dónde demonios se ha metido?

Carol sabía que si tarda un poco más va a tener que irse. Ed suele llegar a casa casi rondando a las dos y media de la madrugada, y para ese entonces, Carol ya debería estar durmiendo.

Un mechón de pelo resbala de sus cabellos y cae por sus mejillas en forma de bucles. Después de una jornada de 8 horas repartiendo hamburguesas, sus cabellos se han alborotado un poco y probablemente huele a fritanga, necesita una ducha, pero no tiene tiempo para eso. Aun así se arregla los cabellos rebeldes, peinándolos en una coleta alta.

Sus cabellos rojizos van a conjunto con la camiseta del uniforme, que le estiliza la figura. Ella lo odia, pero parece que él encuentra cierto atractivo en la vestimenta. Se mira al espejo al mismo tiempo que desabrocha uno de los botones de éste, dejando entrever la curvatura de sus senos. En ese instante, su estómago se contrae en deseo.

Volvió a mirar la hora impaciente, preocupada porque él no se presentara a la cita semanal. Ambos sabían la consigna:

A la misma hora en el mismo lugar.

A las 12 de cada viernes, en la habitación 221 del hotel se encontrarían durante una o dos horas. Estos encuentros llevaban sucediéndose desde hacía casi siete meses, desde que por casualidad se encontraron en el taller donde Daryl trabajaba. Tras una conversación poco amigable con reproches por asuntos sin resolver del pasado, decidieron tomar una cerveza y pronto la conexión sexual les llevó a compartir una noche de hotel. Desde ese entonces, sus encuentros se habían convertido en un ritual.

Los golpes en la puerta le sobresaltaron. Giró el rostro hacia la puerta, antes de dirigirse hacia allí. Nerviosa como una adolescente de 15 años, abre la puerta.

Y allí está, el hombre que había puesto patas arriba su vida, otra vez. Su amor de la adolescencia, su primer amor, quien le destrozó el corazón al abandonarle sin ninguna explicación, y ahora, se había convertido en su amante.

Daryl Dixon.

Entornando sus cejas, Daryl le observa con admiración, centrando sus ojos verdosos en ellos. Tienen ese toque de timidez y vergüenza, pero mezclado con lujuria que tanto le vuelve loca.

-Lo siento, Merle me entretuvo con sus gilipolleces. Espero que no sea demasiado tarde. –Preguntó esperanzado. Ella sonrió de lado y negó con la cabeza.

-Aún hay tiempo.

-¡Cojonudo! –Dijo entrando en la habitación del hotel, cerrando la puerta tras de sí, mientras enmarca su rostro entre sus manos.

Ella se aferra a su cintura dejando caer la barbilla contra su fuerte pecho. Pero rápidamente, él eleva sus ojos tristes hasta los suyos, examinándolos. Como cada viernes, él se percata de la tristeza que hay en éstos. Con sus nudillos, acaricia suavemente su rostro.

–¿Qué es lo que hace ese imbécil para que estés así? –susurra suavemente.

-Por favor, Daryl… -suspiró Carol intentando que él no ahondara en el tema, otra vez. –Sabes que no quiero hablar de él.

A excepción de su primer encuentro, Carol no había hablado de su matrimonio. Lo único que sabía Daryl era que estaba casada con un tipo al que conoció poco después de que él la dejara. Ni nombre, ni trabajo, ni nada. Él estaba sorprendido de ver a esa Carol tan retraída y tan poco expresiva.

No sabía que había hecho ese hombre con Carol, pero la adolescente que él había conocido: divertida y alegre, había desaparecido. Odiaba verla así, tan triste y retraída en una vida que no era feliz de vivir.

Carol sabía que él se empeñaba en saber y conocer de su vida, sobre todo en lo referente a Ed, pero para ella, estos momentos en los que pasaba con Daryl, lo único que quería era olvidarse de su vida. De todo lo malo que había en ella. Solo quería sentirse viva y Daryl lo conseguía.

Era consciente que probablemente Daryl sería la única persona en su vida que le entendería. Estaba segura de eso, pero no le quería involucrar más de lo que ya estaba. Además no se sentía preparada para contarle según qué aspectos de su vida.

A pesar de que odia ser el otro y odia encontrarse a escondidas cada viernes, él no está dispuesto a desaprovechar la noche. Lleva toda la semana soñando con estar con ella.

Resignándose, Daryl se inclinó para rozar sus labios contra los suyos suavemente.

-Hey, -saluda contra sus labios.

-Hey Pookie, -suelta ella con diversión sabiendo cuanto le molesta ese apodo cariñoso que solía utilizar en su adolescencia.

-Para.

Daryl suelta un gruñido mostrando su falso enojo, satisfecho de ver como la mujer vuelve a mostrar esa parte divertida y coqueta de ella. Esa es la Carol que conoce y la que no quiere que desaparezca nunca. El sonido de su risa inunda sus oídos y él baja sus labios a su cuello, atacándolo, pasando su lengua por está. Ella gime por esa sensación de lujuria que empieza a invadirle.

-¿Qué quieres hacer? –pregunta con tono juguetón-. Podemos ver la televisión o jugar a las cartas… o…

Ambos saben cuál es la respuesta, están allí por la misma razón. Pero quiere jugar y ser travieso. Solo con ella esta tan cómodo que puede llegar a bromear.

Carol levanta las cejas con diversión y sonríe.

-¿Nos revolcamos?

-Mmm, no sé… déjame que me lo piense, -dice él con diversión-. Creo que voy a pasar…

-Entonces no me interesa, me voy… -Dice ella intentando separarse de él en dirección a la puerta, pero entonces la agarra del brazo girándola.

Antes de que Carol pudiera averiguar qué estaba pasando, le empujó contra la puerta, atacando su boca, adentrando su lengua en ella. Carol gimió, al mismo tiempo que ésta se arremolinó contra la suya, y sus manos tiraron de sus cabellos rubios.

Daryl la apretaba con fuerza contra la puerta mientras él le devoraba con su boca. Carol podía sentir su erección apretándole contra su estómago, sorprendiéndose de que él ya estuviera en ese grado de excitación. Él gimió cuando subió su mano por el contorno de su cuerpo, hacia uno de sus senos tomándolo a través de la apertura del uniforme. Le dio un suave apretón, acariciándolo antes de pasar al otro y repetir el proceso.

Carol se quejó cuando él arrancó su uniforme por los hombros y lo dejó caer al suelo, volviendo las manos a sus pechos, mientras él empezó a frotarlos por encima de la lencería, jugueteando con sus pezones con la punta de sus dedos. Al mismo tiempo, presionó su centro adolorido contra su erección varias veces, como si estuviera tratando de entrar en ella a través de sus pantalones vaqueros.

-Uhh, -gimió Daryl.

Echó la cabeza hacia atrás para conectar sus ojos en los suyos, que estaban llenos de pasión.

-¿Necesitada? –preguntó con sorna, cuando Carol levantó una pierna envolviéndolo alrededor de su muslo como un gancho, tirando su entrepierna contra su centro otra vez, al mismo tiempo que sus dedos tiraban de los rizos en la parte posterior de su pelo.

Daryl correspondió moviéndose en contra de ella unas cuantas veces, y su miembro saltó contra los pantalones. De repente, él se echó hacia atrás, y acarició el botón de sus pantalones vaqueros.

Carol levantó un brazo sobre su cabeza y se apoyó en la puerta, dejando que Daryl desabrochara sus vaqueros y los deslizara hacia abajo, hasta los tobillos. Él deslizó la mano por su muslo, y de repente la metió por debajo de sus bragas mojadas. Ambos gimieron, mientras se observaban el uno al otro, al mismo tiempo que los dedos de él rozaron su carne sensible, y rápidamente éstos fueron recubiertos al instante por su humedad.

-Oh, nena, que húmeda estás. –susurró con voz ronca en su cuello mientras él encontró su clítoris, y puso la punta de sus dedos encima. Se arremolinaron por sus pliegues, cubriéndolas de humedad.

-Llevo así todo el día. Pensando en este momento. –Confesó Carol tímidamente con un toque de sinceridad, haciendo que Daryl soltara un suave gemido, mientras él volvió a rozar el pequeño capullo endurecido y empezó a mover sus dedos-. Casi tuve que ir al baño y aliviarme. –continuó ella con voz suplicante.

-¿Estás intentando matarme? –Daryl susurró y movió sus labios contra los suyos y la invitó a seguir con ese beso voraz mientras seguía jugando con su clítoris. –Joder, no voy a poder sacarme esa jodida imagen de la cabeza.

Carol gritó cuando de repente, sin previo aviso, Daryl deslizó su dedo profundamente en su apertura empapada. Lo retorció en su interior antes de deslizarlo hacia afuera. Ambos sintieron el deseo insoportable que solo él podía hacerle sentir, cuando comenzó a follarla con el dedo.

De repente, Daryl arrancó las bragas de Carol, y el aire fresco chocó contra su área más sensible. Él se agachó enfrente de ella ayudándole a salir de los vaqueros y las bragas. Mientras ella sentía un nuevo hilo de humedad cuando él besó el interior de su muslo derecho y pasó la lengua por su centro. Carol echó la cabeza hacia atrás desesperada, antes de que él se levantara de nuevo y su mano volvió a tocarle. Lo cierto es que nunca se había sentido tan deseada.

-Ábrete para mí, -susurró Daryl, y Carol obedeció sin pensar, dando un paso a cada lado, abriéndose más.

-Así que... ¿en qué estabas pensando para estar así de mojada? -Daryl susurró con voz ronca en la boca de Carol, deslizando su dedo en su interior de su núcleo, enterrándolo hasta el fondo, comenzó a deslizarlo dentro y fuera, una y otra vez, y otra, más profundo, y girando. Carol sintió que todo su cuerpo se llenó de lujuria antes de contestar a su ardiente pregunta.

-Estaba... pensando... en ti... dentro de mí. –Daryl gimió suavemente por su respuesta y torció el dedo más profundamente dentro de ella, continuando su exploración incesante de su cuerpo que le daba tanto placer como le estaba dando a ella.

Él se estremeció cuando Carol se adelantó y agarró su dura erección a través de sus pantalones vaqueros, apretando fuertemente. Ella, con vehemencia, comenzó a tocar el botón y la cremallera, tratando de liberarlo lo más rápido posible. Cuando logró deshacerlo, rápidamente tiró de sus pantalones y calzoncillos hacia abajo en un movimiento para que se agruparan alrededor de sus rodillas.

Carol gimió suavemente cuando ella lo envolvió con una mano a su alrededor, acariciándole suavemente.

-Nena… -respiraba suplicándole contra su boca mientras deslizaba sus manos detrás de ella para agarrar su culo con fuerza, levantándola. La sostuvo contra la puerta mientras ella envolvió sus piernas a su alrededor, dejando espacio solo para la mano que seguía acariciándole.

-Necesito más, -se lamentó, con voz tensa, al mismo tiempo que la punta blanda de su pene se frotó con sus resbaladizos pliegues, cubriéndolo. –He estado toda la puta semana pensando en esto… -Daryl respiraba hondamente mientras se frotaba arriba y abajo contra su núcleo. -¿Puedes sentir lo jodidamente duro que estoy para ti?

-Sí… se siente tan bien, – susurró Carol, a través de las respiraciones irregulares mientras llevaban sus bocas húmedas juntas otra vez, mientras apretaba sus talones en el culo desnudo de Daryl.

Entonces, ella usó su mano para colocarle en su entrada. Él se apoderó de la situación y la abrazó contra la puerta. Suavemente pero con firmeza, se adentró en ella, sintiendo la sensación abrumadora de plenitud.

Carol gritó mientras su visión se nubló debido a la intensidad. Él comenzó a deslizarse a sí mismo dentro y fuera de ella, Carol movió sus manos a sus cabellos y comenzó a tirar con fuerza de ellos, incitándole a moverse más rápido.

-Daryl… joder…

Carol mueve su lengua contra la suya, mientras sus músculos de su cuerpo se tensan cada vez que él se movía más y más rápido contra la puerta del motel. Cada golpe de sus caderas, le hacía gemir más fuerte. La sensación era abrumadora y pronto le hizo ver las estrellas frente a sus ojos. Y cuando los movimientos de Daryl se volvieron salvajes, Carol registró los sonidos fuertes que estaban haciendo contra la puerta. El intenso amor y la lujuria primitiva de Daryl le estaba haciendo sentir tan increíble que lo último que quería era parar lo que estaban haciendo.

-Daryl… -murmuró mientras envolvía sus brazos alrededor de su espalda.

Él masculló en respuesta y su cuerpo no puede hacer otra cosa que seguir su implacable movimiento, que le hizo sentir como si estuviera a punto de estallar en mil pedazos. Era tan difícil parar en ese momento.

-Daryl… a-alguien… podría oírnos… -Se las arregló para que sus palabras salieran de su boca.

Pero él deslizó su lengua por la cara hasta que sus bocas estaban de nuevo juntas, saboreando el delicioso sabor. De pronto, Daryl paró, agarrándola con fuerza contra él, manteniéndose enterrado dentro de ella, mientras empezó a moverse por la habitación, su aliento caliente y desigual contra su oído. Carol gemía suavemente por sus movimientos bruscos mientras se acerca a la cama del motel. Después de tantas noches, ambos sabían la distribución de la habitación.

Daryl tendió cuidadosamente a Carol en la cama, aun con sus caderas apretadas a las suyas, justo en el instante que empezó a empujar y golpear otra vez, como si estuviera recuperando el tiempo perdido, mientras empezó a lamer y besar su cuello desesperado. Carol grito y usó su mano para tirar de su boca hacia la de ella, mientras él se movía sin piedad, prácticamente le partía en dos.

-Mierda, joder –se quejó con vehemencia, cuando él se incorporó para mirar hacia abajo viendo la imagen perfecta. Viendo cómo se adentraba y salía fuera de ella, más duro y más profundo.

El rostro de Carol era lo único que necesitaba ver, para saber que ella sentía lo mismo que él, y que necesitaba hacer esto una y otra vez, igual que él.

Pero de pronto, antes de que supiera que estaba pasando, él se separó de ella. Su rostro se tornó en confusión, y él sonrió. Sintió los fuertes brazos de Daryl tirando de su cuerpo. Su boca se abrió con sorpresa cuando Daryl se sentó en sus rodillas y tiró su núcleo húmedo hasta su boca. Ella rodó sobre su espalda, doblando ambas piernas sobre sus hombros mientras él empezó a lamer de arriba abajo.

-Mierda, sabes tan condenadamente bien… -susurró con voz tensa, lamiendo y chupando su clítoris.

Carol se echó hacia atrás y gimió fuertemente, con los ojos cerrados al sentir su lengua hambrienta devorándole, alimentándose de ella, antes de que él se deslizara hacia abajo y metiera su lengua tan profundamente dentro de ella como pudo. Daryl se quejó contra su cuerpo cuando comenzó a devorarle con su lengua, frotando y acariciando su culo desnudo. Carol luchaba contra el dolor que le estaba causando dentro de ella, pero era tan difícil y cuando Daryl envolvió el clítoris con su boca, pensó que iba a perder el conocimiento.

-Para... o voy a… venirme… -declaró la mujer.

Sus caderas se contradijeron cuando empujaron a si misma contra su rostro pidiendo más de sus atenciones, y él continuó su incesante adoración, con su caliente aliento contra ella y su lengua seguía lamiéndole sin parar.

-Sí, por favor. –Susurró Daryl, acariciando su nariz en ella. Agarró sus nalgas acercándole a su boca-. Quiero que te vengas en mi boca, -respondió él, con voz excitada, cuando volvió a lamerle de arriba abajo con movimientos largos, antes de regresar a su clítoris y chuparlo de nuevo.

En cuestión de segundos, Carol sintió que cada uno de sus músculos de su cuerpo se apretaba en un puño, mientras gemía fuertemente y Daryl seguía lamiendo sus jugos. Todo su cuerpo temblaba cuando Daryl se separó de ella y se dejó caer sobre sus espaldas sobre la cama, llevando su boca sobre la de ella, dejando que Carol saboreara su propio gusto. A pesar de la intensidad de lo que acababa de sentir, Carol aún estaba lejos de sentirse saciada, y agarró el pelo de Daryl, chupando su lengua, separando sus piernas debajo de él y empujándolas hacia su erección.

-Nena, hoy estás codiciosa, -susurró Daryl, aun sosteniendo su cuerpo, mientras sus ojos ardían con descaro, al mismo tiempo que Carol siguió levantando sus caderas hacia arriba y golpeando contra él, provocándole. – ¿Qué es lo que quieres? - Preguntó en tono jocoso, observando ese rostro lleno de auténtica lujuria y desenfreno.

-Quiero esto… -gimió suplicante mientras agarraba su miembro con fuerza. Él se inclinó y beso suavemente el labio inferior.

-¿Qué es lo que quieres que haga con esto? – preguntó, con rostro desafiante jugando a ese juego sensual entre ellos. La mano de Carol siguió acariciando su miembro.

Pero ella no podía más con los juegos de Daryl, tiró de él hacia su centro y levantó las caderas para guiarlo de vuelta dentro de ella. Daryl frunció el ceño con un gemido cuando comenzó a mecer las caderas hacia delante y hacia atrás, mientras él se quedó inmóvil sobre su cuerpo con sus manos apretadas en la cama. Carol gruñó de la frustración, mientras seguía intentando moverse debajo de él, pero era difícil.

-Daryl por favor, -le instó a moverse de nuevo, agarrando su cintura tratando de que se moviera para aliviar el sufrimiento, pero él solo se quedó en su lugar, sonriendo suavemente.

-Dime que es lo que quieres, - volvió a pedir con falsa inocencia, mirando a ese hermoso rostro, mientras intentaba que él entrara más profundamente en su interior. -¿Quieres que te folle? –Preguntó con voz ronca. Carol arqueó su espalda por su pregunta, retorciéndose bajo de él, con los ojos entornados y suplicantes.

-Sí, por favor, -Carol rogó mientras él deslizaba sus manos a sus pechos, agarrándolos con fuerza, cepillando los dedos hacia atrás y hacia delante sobre sus pezones.

La vista hizo gemir a Daryl, mientras su miembro dentro de ella se estiró de nuevo, antes de que finalmente se rindió y empezó a moverse. La sensación repentina hizo que Carol gimiera fuertemente, mientras él siguió acariciando sus pezones. Carol rodó su cabeza de un lado a otro.

Daryl se dejó caer hacia el cuello, chupando su piel resbaladiza, cuando empezó a hacerle el amor con más fuerza y más profundo. Gruñó, al mismo tiempo que sus dedos se volvieron más exigentes en sus pechos, haciendo que su pene se hinchara más dentro de ella.

Él sabía que no iba a tardar mucho más, se inclinó y llevó su boca a sus pechos dedicándoles la atención que merece. Pero la sensación de los talones de Carol clavándose en su culo, sus paredes húmedas abrazándolo con fuerza, lo llevó de repente a envolver sus fuertes brazos a su espalda y tirar de ella más arriba en la cama.

Ella gritó, cuando él empezó a moverse mucho más fuerte y profundo. Y otra vez, esa sensación de romperse en mil pedazos… Daryl sintió las paredes de Carol apretarse con fuerza a su alrededor, cerrando los ojos con fuerza, con su rostro mostrando la lujuria. Él observó su rostro descomponerse, que lo volvía loco, y fue lo que le hizo venirse, sintiendo que su liquido caliente estallaba en su interior, rodeado de calor, mientras se inclinaba para besar su barbilla con su boca temblorosa.

Carol acarició su espalda llena de cicatrices sintiendo como él temblaba bajo su toque, disfrutando de los últimos rescoldos de su orgasmo. Sus bocas se juntaron de nuevo, en un beso suave y delicado.

Él salió de ella, dejándose caer a su lado, mientras ambos intentaban recuperar el aliento. Carol se acurrucó a su lado, con su cabeza apoyada en su amplio pecho y ella llevó a su brazo a su cintura, apretándolo en silencio, deseando que esa noche no tuviera fin.

Como cada viernes, en ese instante la realidad se apodera de ella. Debe marcharse, volver a casa y hacer como si esto no hubiera pasado. Carol acaricia su mejilla contra su pecho, mientras siente la mano de él acariciando su columna vertebral.

Era paradójico que la persona que le rompió el corazón en su adolescencia, ahora era quien le ayudaba a sobrellevar su vida de adulto.

-Debería irme, -murmura suavemente, aunque no se mueve de sus brazos.

Carol cierra los ojos, cuando él le abraza más fuerte, apretándola contra su cuerpo. Sabe que la separación también le hace daño a él.

-¿Estás bien? –preguntó Daryl en voz baja.

-Sí, estoy bien. –Mintió evitando sus ojos y se separó de él, poniéndose en pie en busca de su ropa para irse.

Daryl la observó preocupado moverse por la habitación preocupado, al ver que otra vez volvía a separarse de él, no solo físicamente, sino emocionalmente.

-¿Por qué siempre haces esto? –preguntó molesto.

-¿Hago el qué? –preguntó Carol mientras se ataba el sujetador, tapando sus senos.

-Alejarte de mí, cada vez que quiero saber algo de ti. –Las palabras de Daryl le sorprendieron.

-Pensé que ambos teníamos claro lo que ocurría aquí. No quiero que estemos más involucrados de lo que tenemos aquí…

-Y tú sabes que eso es una jodida mentira… los dos sabemos que lo nuestro nunca podrá ser solo sexo –dijo poniéndose en pie, sin importarle su desnudez.

Carol cerró los ojos, sabiendo que tenía razón. La relación que tenía con él siempre había sido especial. Incluso tras diez años sin verse, él seguía siendo la única persona que nada más mirarle sabía cuál era su estado emocional, además del sexo espectacular y la atracción física que existía entre ambos, él era especial para ella.

-Sabes cuál es la situación, Daryl. Yo no puedo…

-Puedes, pero no quieres. –Soltó duramente. Carol le observo poniéndose la ropa.

-Me tengo que ir. – Daryl cerró los ojos dolido, de pronto sintió como Carol se acercó a él. –Lo siento, –susurró, él abrió los ojos mirándole. –Ojalá pudiera hacerlo más fácil para los dos. Eres el único que puede entenderme.

Él asintió ante sus palabras, a pesar del dolor que le causaba todo esto, él la entendía, e iba a hacer todo lo posible para ayudarla. Se inclinó besando suavemente sus labios, un beso cargado de afecto y amor.

Carol con tristeza se separó yendo hacia la puerta.

-¿Misma hora, mismo lugar? –preguntó el hombre. Ella se giró sobre sí misma, sonriéndole.

-Sí. Cuídate Pookie. –Le dijo Carol, antes de desaparecer por la puerta.

Daryl se quedó de pie observando la puerta cerrada, con una sensación agridulce. Sus últimas palabras le sonaron a despedida, y sus sospechas se confirmaron cuando ella no se presentó a su cita ningún otro viernes.

No tenía su número de teléfono o su dirección de casa; lo único que conocía era el lugar donde trabajaba. Pero tres semanas después le confirmaron que Carol ya no trabajaba en aquel sitio.

Había desaparecido de la faz de la tierra.