Disclaimer: los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien


El Señor Oscuro, el que se alza en poder, Melkor, señor de Utumno, señor de la tierra de Arda... o al menos esos eran los títulos que él se daba, sus siervos aceptaban, mientras que otros muchos lo ponían en entredicho.

Y ahora se encontraba en las Estancias de Mandos, impenetrables y de las que nadie salía a no ser que fuese por obra de Námo y por orden de Manwë. A las Estancias de Mandos sólo iban los Muertos, pero él, el Vala Melkor, se encontraba encandenado, encerrado durante lo que eran ya tres edades, con Angainor, la cadena con la que Tulkas lo ató fuertemente y la cual llevó desde Utumno hasta el Máhanaxar, el Anillo del Juicio, donde el veredicto de los Valar, sus iguales, fue unánime. Confinamiento durante tres edades en las Estancias de Mandos.

Y ahora estaba allí, después de tres edades, boca abajo, con la cara sobre el frío suelo, no pensando en buenos propósitos de rendención para salir indemne, sino en venganza, en cólera y en guerra. Pues desde el primer momento en que Melkor puso un pie en las Estancias de Mandos, supo que su caída era debida a los Elfos, y desde un primer momento supo echarles la culpa a ellos, los artífices de su caída y de su futuro alzamiento.

Unas puertas se abrieron y por ellas entraron unos seres que los sacaron, los sirvientes de Mandos. Volvía a ser libre, al menos hasta saber la nueva decisión de los Valar. Y cuando salió de allí y fue llevado hasta Valmar, cuando puso un pie en la ciudad, vio a los Elfos una vez más, todos aquellos que habían decidido viajar a Valinor. Y su odio se acrecentó, pues ahora veía con más claridad a los causantes de su derrota. Y los odió aún más, esperando mientras tanto a maquinar un nuevo plan de venganza.

Aclaración: no está claro si Námo, Mandos, tenía sirvientes como algunos de los demás Valar, es decir, Espíritus Maiar, pero nunca está de mal.