Damas y Caballeros, les traigo aqui una nueva producción, de Bleach, han de saber que este tambien es uno de los animes que me gustan mucho. El violin negro es un anime AU con posible OCC, le agradezco a las personas que le echaron un ojo a este fic. Por favor, si tienen alguna duda o comentario no duden en decirme.


1. El violinista en el ático.


En aquellos días, la vida me era tan efímera que apenas podía distinguir entre lo agrio y lo amargo. Mis sueños se desvanecían conforme el viento barría las hojas de aquellos frondosos arboles que enaltecían la prestigiosa mansión en la que habitaba. Oh, sí, no lo he dicho aún, soy una persona con grandes bienes económicos, no presumo de exuberantes millones en el banco, pero si de una modesta franquicia de riquezas.

¿Mi nombre? No, eso es lo menos importante, lo que realmente importa es mi apellido. Kuchiki. Apuesto a que con sólo saber mi apellido puedes notar que no bromeo con lo del asunto del dinero. Realmente soy poseedora de mucho oro, plata e incienso. ¿Qué? Fue lo único que se me ocurrió, además, el incienso huele rico, te relaja y te intoxica.

Ok, eso no sonó bien.

Total, ¿En que me había quedado? Oh, cierto…

Los suspiros eran mariposas que escapaban de una telaraña, cuando no tenía nada que hacer, me sentaba enfrente de la ventana de mi habitación, me recargaba en el marco de madera y pretendía entretenerme observando el basto paisaje.

Idílicas melodías sonaban en mi radio cuando, en un estado de catarsis inmaculado, me disponía a ensimismarme para perderme en la natura de mi ser. Quizás sonase cómico, que siendo rica no tuviera diversiones más… exóticas.

Lo cierto es, que sí las tenía, gozaba de inspiradores paseos a caballos por los bosques robustos de mi hermoso Japón. Charlaba con mi mejor amigo día y tarde, alegando que el merengue de durazno era lo optimo para acompañar un helado de vainilla. Había ocasiones, en las que él sacaba un argumento muy bueno, otras, en las que yo le ganaba. De hecho, mis victorias eran tan seguidas que sólo me derrotaba en nuestra guerra verbal cuando yo estaba distraída o no estaba en mí.

Ah, sí, lindos tiempos… No como ahora.

Estoy apresada en Inglaterra, en una casa gigante esperando al verdugo que dictara mi condena directo a la horca. No puede imaginar lo deprimida que me siento ahora… Más aun, cuando me dieron la noticia.

Todavía puedo recordarlo, ocurrió en una fresca mañana de verano, me había levantado con ligereza ese día por que ansiaba ir al zoológico. Me interesaban la manera en la que los animales se comportaban, pero también, me encantaba dibujarlos, en especial a los conejos y los osos.

Corrí con el pijama todavía puesta al comedor para desayunar, este día lo comenzaría con harta energía.

- Rukia. – la voz de mi hermano me detuvo en mi camino. Estaba sentado en la sala de estar con el periódico en la mano y una taza de té danés en la otra.

- ¿Qué sucede, Nii-sama?

- Espero que no tengas planes hoy. Hay alguien que quiero que conozcas.

- Oh, ¿Es uno de tus amigos ejecutivos? – Mi hermano, Byakuya Kuchiki era el presidente de una de las empresas arquitectónicas más importantes de todo Japón. Su fama era tal, que había hecho, sin bromear, casi todos los centros comerciales y hospitales que existían en el país. Su trabajo era refinado, de calidad y prestigioso, nadie podría negarse al gran Kuchiki cuando este se disponía a algo.

- No, es alguien especial.

- ¿Especial?

- Rukia… - el silencio se apodero de nosotros en ese instante. - ¿Confías en mí?

- Claro que sí, hermano.

- Perfecto… Ahora, puedes continuar con lo que hacías.

Yo, con andar simple y despreocupado seguí andando hasta la cocina para pedirle a la cocinera lo que se me apetecía comer el día de hoy. Esperaba con todas mis ganas que la presentación no fuera larga y extenuante, pues quería ir al zoológico. Por favor, no duden de eso.

Dos horas antes de que llegara aquella persona "especial" mi hermano me mandó a mi pieza para que me pusiera presentable.

No quise negarle nada, Nii-sama sabía lo que decía. Para cuando se dio la hora, baje con un hermano vestido corto de color azul, me peine como de costumbre y me maquille sólo lo necesario. No estaba muy ansiosa por conocer a dicha persona, pero daría una cara digna.

No alcance a llegar a la sala cuando logre ver a la persona que mi hermano quería que conociera. Encontré entonces un panorama inverosímil. Enfrente de mí, estaban el señor Ishida, con su hijo, el joven Uryuu Ishida. Quedé abstraída por la peculiaridad de ver a esas personas. No entendía del todo que estaba pasando, ellos, dirigían varios hospitales costosos que culminaban en una sala de administraciones en Tokio. ¿Qué querrían con mi hermano y conmigo?

Llegue y me presente amablemente, fuimos a sentarnos a la sala de estar y entre pleitesías e hipocresías, nos servimos copas de vino tinto.

Después de unos tragos mi hermano habló.

- Rukia, él es a quien quería que conociera…

- Ishida Uryuu, es un placer conocerla. – me besó la mano con un galante gesto. No pude evitar sonrojarme un poco.

- El placer es mío, Ishida-san.

- Oh, por favor, llámame simplemente Uryuu.

- De acuerdo, Uryuu…- lo dije con algo de pena, realmente no era de mi gracia su presencia.

- Rukia. – la voz gruesa de mi hermano volvió a sacarme de mi mente para enfocarme en lo que tenía que decir. – Él se convertirá en tu futuro esposo…

- ¿Qué? – musite incrédula. Rápidamente contemple la sonrisa complacida que tenía Uryuu.

- A partir de mañana… te muradas de esta casa, te iras a vivir con ellos a Inglaterra y nos volveremos a ver hasta el día de tu boda.

- ¡Pero, Nii-sama…! – me puse de pie con aires de reproche.

- No hay nada de que hablar en este momento, Rukia. – él también se levantó. – Ustedes, sean tan amables de salir de mi casa. Rukia, quiero hablar contigo después…

Después de aquel trago amargo de verdad, llore desconsoladamente en mi habitación, las ganas de ir al zoológico me abandonaron por completo y la palabra "Fuga" se arremolinaba en mi mente con pasión etérea.

Dentro de una hora, Nii-sama entró por la puerta, esa noche me dio una sentencia desquiciada que según él y los miembros más viejos de la familia Kuchiki sería lo mejor. La empresa no estaba yendo del todo bien, la competencia era fuerte y las influencias de mi hermano bajaban más y más. Una nueva empresa arquitectónica había ganado terreno soberanamente y desplazado por completo a mi familia. Me prometieron en matrimonio con los Ishida para que, se firmara un trato de diez hospitales nuevos en Japón, los cuales, sacarían a mi familia de una posible banca rota.

A mi hermano no le quedó más que aceptar. Pero me aseguró, que si encontraba una manera de romper el compromiso entre los dos, lo haría.

Y aquí estoy, aburrida y deprimida en una mansión europea, esperando a que mi "prometido" llegue para hacer una actividad juntos.

Suspire. Realmente no era lo que quería.

Con los ánimos por los suelos, me recosté sobre mis antebrazos para descansar la cabeza y los pensamientos. Estaba conciliando el sueño, casi escuchaba el arpa de Morfeo cuando…

Algo atrajo mi atención. Era como un silbido, no, era el rechinido de algo. Mire la puerta, estaba cerrada. Me levante y comencé a caminar con pereza por la extensa habitación. Finalmente, encontré que el sonido provenía de un ducto de ventilación. Me mordí un labio y sin que nadie me viera me alce sobre la cómoda para poder llegar un poco más allá y escuchar aquel sonido.

Preste atención y capte que no era un rechinido, era el sonar de un violín. Quede sorprendida y emocionada. Salí de mi habitación y me concentre y rastree la melodía. Camine como un fantasma por la gran casa, la cual, estaba semivacía. Corrí por los pasillos como una niña entusiasmada y encontré al fondo de estos una escalerilla malgastada. Trague saliva y con riesgo me monté en las escaleritas, comencé a subir, me di cuenta que mientras más me acercaba más fuerte era el sonido. Asomé la cabeza con cautela y con mesura me adentre en las penumbras del espacioso ático.

Respire profundamente para darme valor.

Camine conforme me acercaba a la música. No sabía por donde iba y eso me provocó una caía. Me di un golpe que jamás olvidare, cuando alcé la cabeza para observar el entorno, mis ojos quedaron atrapados en dos luceros resplandecientes. Observe con descaro a un hombre de cabellera naranja, sonrisa divertida, cuerpo delgado, brazos fuertes y largas piernas, ropas finas y zapatos de piel negra.

Respire para calmar mis ansias. Me llamó la atención el hermoso violín negro que sostenía en la mano derecha, en su izquierda, se encontraba un arco de madera color bronce, con cerdas blancas que brillaban al toque de la brea.

- Esa ha sido una caía graciosa.

- En vez de hablar y quedarte ahí parado como un tonto, ¿Por qué no me das una mano? – añadí agredida.

Mas la mirada en sus ojos cambio por completo en una llena de asombro y expectación. El violinista se agacho, ya sin sonrisa, dejó escapar palabras de su boca.

- Puedes verme y oírme. – me tomó de la barbilla. – Y yo puedo tocarte.

Me levante con prisa y aleje su mano de mí.

- ¡Por supuesto que sí!

Sin embargo él sonrió pícaramente.

- ¿Te has muerto del susto?

- ¿De que hablas? Claro que no.

- Oh, entonces… - y volvió a tomarme de la barbilla, pero esta vez, no sólo su mano tocó mi piel, sino que sentí unos fríos labios sobre los míos, robándose calor sin mi permiso y gozando a costa mía. Me quedé paralizada al sentirme con unas extrañas mariposas en el estomago. Separó nuestras bocas con cuidado y después, ante mi vaga mirada, sonrió débilmente.

- Mi nombre es Kurosaki Ichigo y soy violinista de profesión.

No supe que pensar en ese momento. Para empezar, ¿Quién en su sano juicio estaría tocando una melodía en el ático de una mansión tan lujosa? Lo más atinado sería ir al jardín y desplegar la magnificencia con la que el buen mozo desempeñaba dicho instrumento. No sabía en mi seso como un violinista tan talentoso se la pasaba de tunante en un ático mugriento en donde nadie podía apreciar su música.

Fui delicada al alejarme dos pasos de él, quizá y no era tan amable de lo que parecía, ¡Si hasta me había besado! Pero eso no me importó, lo que me hizo hincapié fueron sus palabras desconsoladas y claro, esas mariposas enfadosas que revoloteaban en mi estomago como si la primavera me naciera dentro.

Tragué dificultosa y lleve mis manos hacia donde se había posado la boca de él. Joder, estaba comprometida y mis principios me indicaban que no podía estarme besuqueando con cualquiera fulano.

- ¿Disculpa? – fue lo único que logre articular.

- Me he presentado… ¿Cuál es tu nombre?

- Kuchiki Rukia. – le dije de un tirón.

- Ah, no conozco tu apellido, pero por tu fachada fácilmente te calificó como una mujer de realeza. – me dio la espalda y comenzó a tocar su violín. Por un momento pareció hipnotizarme con su música, pero recupere la compostura de inmediato.

- Kurosaki-san, ¿Qué es lo que está haciendo aquí?

Me miró por encima del hombro y con un gesto de aburrimiento dejó de ejecutar su instrumento.

- ¿Y usted? Creo que es más prudente mencionarse primero a que un habitante eterno tenga que hacerlo. Después de todo, yo no tengo prisas… ¿Las tiene usted?

- No quieras hacerte el gracioso, yo te vi primero. – ingerí con astucia.

- Oh, está bien… - me encaró. – De toda la casa, es el único lugar en donde puedo tocar el violín.

- ¿Por qué?

- El ático es silencioso, oscuro, no tengo por que dar explicaciones a la gente… - supe que esta apedreando mi presencia con esas palabras.

- Oh… - fingí demencia - ¿Sabe Ishida-san que permaneces aquí? – me refería al padre de Uryuu.

Pero en vez de lanzarme una frase mordaz, Ichigo me miró con un poco de desconcierto.

- Quien sabe. – me dijo. Caminó un poco y se asomó por una ventana circular que estaba al fondo. La luz le bañó la piel y un resplandor similar al de los espejos me cegó por un momento.

Cuando abrí los ojos, Ichigo había desaparecido.

Continuara…

Tal vez no es muy convencional ante la primera vista, pero ahi voy, considerando que es la primera vez que publico un fic que no es de Naruto. Gracias por leer.

¿Merece un comentario?

Yume no Kaze.