AVISO: Card Captor Sakura no es de mi propiedad, sus personajes pertenecen a CLAMP. Yo solo los utilizo al adaptarlos a esta historia cuya autoría si me atribuyo


TERRIBLE OBSESION

No era bueno, lo sabia, y ya había dejado de importarme. Era un completo egoísta y no me importa llegar a los límites con tal de obtener mi objetivo... Ella, mi terrible obsesión.

PROLOGO

La luz no entraba a mi despacho. El ambiente soterrado y el aire claustrofóbico eran mi única compañía en aquel cuarto oscuro del cual he hecho mi refugio. En soledad todo es un poco mas claro para mí. Era dueño de mi mismo.

No era bueno, lo sabia, y ya había dejado de importarme. Era un completo egoísta y no me importaba llegar a los límites con tal de obtener mi objetivo.

La vida me había llevado a ser el hombre roto que era hoy. Con cada perdida, con cada falta, y hasta con cada exceso, me había convertido en un bastando sin escrúpulos del cual todos temen.

Y lo peor, había comenzado a gustarme…

Podía sentir la euforia recorrer mis venas, y sin embargo, solo mostraba una sonrisa carente de total sentimiento.

Esperaba. Minutos, quizás segundos para que fujitaka Kinomoto atravesara la puerta y su repugnante presencia apareciera frente a mi. me pertenecía, lo tenía amarrado de manos y pies y lo aprovecharía de la mejor manera.

Dos toques en la puerta llamaron mi atención. Mi ansiedad se disparó, aunque mi rostro no de muestras de ello.

—Pase—mi voz salió autoritaria, y me sorprendió que no se transparente la emoción que invadía mi ser.

Le imagen de un hombre acabado y burdo se materializó frente a mi. Fujitaka no era nada, quizás apenas escoria viva. Un bastando con suerte que había heredado una buena porción de tierra que lindaban con mi terreno, un alcohólico más en tomoheda, un adicto al juego al cual estaba a punto de joder.

Caminó de forma brusca y tomó asiento en el sillón frente a mi, rápidamente el olor a ron barato invadió mis fosas nasales haciendome entrecerrar los ojos con desagrado hacia su dirección, aquel vulgar hombre se hace pequeño bajo mi mirada.

—¿te he invitado a que tomes asiento?—pregunté con voz monocorde. Y me enorgullezco de saber que estoy hiriendo su orgullo de hombre de pueblo, lo disfruto, había algo en ello que me hace sentir poderoso.

Intentó pararse con rapidez, pero agité mi mano con desinterés para quitarle importancia al asunto.

—¿sabe por que esta aquí, señor Kinomoto?—pregunté con burla, y es que el idiota que tenía al frente hacía mucho que había dejado de ser conocido como un caballero.

El asintió con toda la reticencia de un hombre cuyo orgullo había sido herido y su mirada me mostró el odio que como el cobarde que era no se atrevería a materializar en palabras.

—quiere hablar de la deuda que tengo con usted, señor Li.

Sonreí.

—espero que tenga una buena prepuesta, no quiero tener que verme obligado a adueñarme de su propiedad.

—no creo que debemos llevar este problema hacia esa dirección. Vera señor Li, si usted extendiera el plazo para poder pagar mi deuda yo podría conseguir el dine…

Le hice callar levantando mi mano.

—yo no doy segundas oportunidades, fujitaka. De ser así no podría mantener mi fortuna como hasta el momento.

—pero puedo conseguir el dinero, solo necesito algo de tiempo.

—tiempo que no te daré, no es rentable confiar el la palabra de un alcohólico o en la de un adicto al juego, en su caso, ambas cosas…

Le vi apretar sus puños y por un instante pensé que se abalanzaría sobre mí.

—pero es ridículo pensar que lograría conseguir esa cantidad de dinero en tan poco tiempo.

—entonces no debió apostar lo que no tenía. Hoy ha terminado el plazo de un mes que le di para pagar su deuda, a no ser que ponga sobre este escritorio la cantidad acordada, mañana a primera hora me verá en su casa apropiándome de lo que por ley me pertenece, y créame, disfrutaré cada segundo que dure el desalojo.

Aquel era mi juego, infligir temor, demostrarle que mi poder estaba por encima de cualquier cosa y luego, ir a por lo que realmente buscaba… Su entupida propiedad no me interesaba en lo más mínimo, el tenía algo mucho más interesante que unas cuantas hectáreas de tierra.

—piense en mi esposa señor Li, esta enferma, una noticia así podría matarla—rogó Fujitaka, avalándose de la enfermedad de su esposa para causar mi lastima. En aquel momento sentí más asco que nunca hacia el.

—si usted no pensó en ella antes de poner en riesgo sus bienes, por que habría de importarme a mi—razoné de forma cínica. Y me acomodé mejor sobre mi caro asiento de cuero negro, tras mi escritorio.

—no puede hacer esto, tiene que haber una forma de poder alargar el plazo—la desesperación se marcaba en su mirada, y ni por un instante sentí compasión de el. La sonrisa cínica se agrandó en mi cara al prever como se darían las cosas.

—puede que la haya—dije con fingido desinterés, mi incliné un poco hacia adelante y lo observé detenidamente.—aunque no se si este dispuesto a acceder a mis deseos.

—haré lo que sea, lo que sea con tal de no perder mis tierras.

Yo asentí, saboreando con antelación mis próximas palabras. Volví recargarme sobre mi sillón y dije

—quiero una garantía, algo que me asegure que no saldrá corriendo a la primera oportunidad.

—puede tomar lo que quiera, solo dígame.

Lo observé detenidamente disfrutando de cómo la desesperación lo hacía actuar de manera tan complaciente. Alargo mi pausa por el mero placer de ver su angustia crecer con cada segundo que se alarga el silencio en mi oscuro despacho.

—Quiero a Sakura—dije por fin, y disfruté casi de manera enfermiza mencionar cada silaba que componía el nombre de su hija.—yo la hago mi esposa, y a cambio podrás tomar el tiempo que quieras para pagar lo que me debes—concluí.

Fue su oportunidad de dedicarme una profunda mirada, como si quisiera examinarme.—entonces es cierto lo que dicen en el pueblo, que esta encaprichado con mi hija—dice después de un rato con un atisbo de sonrisa bailando en sus labios, creyendo que con eso obtiene algún poder sobre mi.

La sonrisa cínica vuelve a adueñarse de mis labios, y con un orgullo que realmente no siento le recalco:

—no estoy encaprichado, me obsesiona ella—y odiaba no estar mintiendo porque esto me hacía todavía más vulnerable.

Sakura Kinomoto había sido mi obsesión desde que hacía dos años atrás había llegado al pueblo justo unos días después de la muerte del padre de fujitaka. Era hermosa, la cosita más bonita en todo aquel pueblucho que prácticamente era de mi propiedad. Todo en ella me llamaba, el aire de inocencia que desprendía, su belleza irreal, y hasta aquel dejo de temor que había en su mirada las pocas veces que me había permitido evidenciar mi interés por ella.

Todos lo sabían, sabían que la quería para mi, de mi propiedad, por eso nadie intentaba acercarse a ella.

Y ella?, ella también lo sabia, y parecía repudiar todo de mi.

Lo peor era que eso solo alimentaba mi obsesión enfermiza. Una alquimia entre mi deseo por ella, y el odio que me provocaba su rechazo.

Y si esta era la única forma que tenía para adueñarme de ella, entonces lo haría.

Me acomodé en mi asiento y me dispuse a dar mi ultimátum.

—piénsalo, fujitaka. Tú obtienes el plazo que ansías y yo la obtengo a ella.

El silencio volvió a adueñarse de la habitación. Y no sentí ansiedad porque sabía de antemano cual sería su repuesta.

—bien, acepto…

Dijo por fin. Y yo me dividí en dos sentimientos totalmente contradictorios. El placer de saber que ella me pertenecía. Y el terror de entender de que así como yo me había apropiado de ella, Fujitaka pudo haberla entregado fácilmente a cualquier otro.