Disclaimer: Los pobres personajes auténticos son de JK. La Heredera es creación mía, mi gran aportación al fandom, que ya era hora.

NdA: Esta mañana me levanté, me miré al espejo, y ¡oh Merlín! Me había convertido en una badficker. So, en tal ataque de inspiración, tuve que escribir esto.

Aclaro que es la primera parodia que intento hacer así que no sé qué tal me salga. Espero que al menos tenga algún valor didáctico xD

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La Heredera

1. La Heredera de Circe

Elisabeth Ann Kathiana Black era una chica perfecta. Pero no perfecta como Mary Poppins, que no le cae bien a nadie, Elisabeth Ann Kathiana, más conocida entre su gran grupo de amigas y fans como Liz o Kath, era perfecta y todo Hogwarts la adoraba. Tenía el pelo largo y negro de su padre con algunos mechones plateados, los ojos azul celeste que brillaban en la oscuridad y podían hechizar de su madre, y su figura era la de una veela.

Su mascota era un precioso pegaso blanco con alas enormes, que usaba para sobrevolar los terrenos mientras meditaba sobre su futuro. Se lo trajo del norte, como último presente de los dioses nórdicos antes de llegar a Gran Bretaña y se alegraba de habérselo traído, porque aquí los pegasos se escondían, no tenían dueño y lo más parecido que se podía montar eran unos horribles bichos con plumas y patas de gallo y picos enormes, que chirriaban y eran muy orgullosos. Sus amigas le explicaron que para dejarse montar, los hipogrifos exigían una reverencia y Liz descartó siquiera ir a verlos. ¡Hacer una reverencia! Por favor. ¿Es que esos estúpidos pajarracos no sabían quién era ella?

Su padre, Sirius Black, el hombre más sensual de la tierra y el más rico, y su madre, una deslumbrante valkiria descendiente de Odín, tuvieron una trágica muerte cuando la pequeña Liz sólo tenía 5 años. Por supuesto, la tragedia trascendió por todo el mundo mágico, ya que la niña era la Elegida de una antiquísima Profecía que la señalaba como la Heredera de Circe, por lo que muchos magos de gran influencia optaron por su custodia.

Pero ella no deseaba un hogar normal, sabía que era peligrosa, que los poderes que había heredado eran terribles y aún no sabía controlarlos. Así que al final fue Albus Dumbledore, un hombre algo mayor pero de gran espíritu quién decidió adoptarla y entrenarla para que la joven pudiera llevar a cabo su grandioso destino. Además, era agradable para el anciano tener un aprendiz que no tuviera que sacrificar. Esta joven podía ser su hija, pues los detalles de la Profecía aseguraban que saldría victoriosa de todas las batallas y no tenía trozos de demonios ni magos oscuros en su cuerpo. Eso alivió mucho al buen director. Porque Harry era simpático, pobrecillo, pero uno no puede encariñarse con la vaca que ya está sellada para el matadero. Sería demasiado doloroso y él ya no estaba tan bien de salud como para sufrir todas sus desgracias.

El primer día que Elisabeth Ann Kathiana Black Dumbledore llegó a Hogwarts, todos se quedaron maravillados de su extraordinaria belleza. Era especial. Sabía mucho más que los profesores pero nunca alardeaba de sus supremos conocimientos, incluso algunas veces se ofrecía a dar clase en su lugar para que los pobres maestros descansaran de tanto trabajo, ganándose así la admiración de casi todo el cuerpo docente.

El Sombrero se debatió mucho para decidir en qué casa ponerla, porque tenía los dones de los tres grandes fundadores de Hogwarts (a Hufflepuff aún se le anda buscando algún don especial, aparte de meter ahí a toda la gente que no va a ningún sitio guay). Finalmente, tras sudar la gota gorda, el Sombrero dijo "Slytherin". A nadie le sorprendió mucho porque Circe había sido un poco puñetera y era difícil que su Heredera acabase en Gryffindor. No por falta de valor, pues era la más valiente de todos los alumnos que habían pasado por la casa de Godric, ni por falta de inteligencia, desde luego, pues tenía su propia Diadema de la Sabiduría, mucho mejor que la de Ravenclaw.

Los Slytherin aplaudieron entusiasmados y ella pasó hasta la mesa del final dejando a todos los chicos con la boca abierta. "Ron, las babas", se oyó el grito histérico de alguna sabelotodo insufrible. Ah, Liz Kath odiaba a esas perdedoras que se pasaban el día en la Biblioteca aprendiendo y aprendiendo todo lo que ella ya sabía. Le parecía triste y un poco injusto que la inteligencia estuviera tan mal repartida pero no podía preocuparse por eso ahora que un guapo rubio con el pelo engomado la estaba saludando tan cortésmente.

—Draco Malfoy —dijo el desconocido, tomándole la mano para besarla. Qué caballeroso el chico—. Me llaman el Príncipe de Slytherin —añadió el rubio arrogante y la chica sonrió haciendo aletear sus larguísimas pestañas.

Tras la cena, donde fue anunciado que la hija adoptiva de Dumbledore se incorporaba al último curso porque era una norma inquebrantable antes de poder entrar en el Departamento de Aurores (por más que el anciano usara todas sus influencias para ahorrar a su pequeño ángel un año de suplicio entre alumnos mediocres), todos los estudiantes fueron dirigidos a sus correspondientes habitaciones.

—¿Dormimos CUATRO en la misma habitación? —se escandalizó Liz, que en su mansión tenía veinte dormitorios para ella sola.

—Pero así es más divertido —le guiñó el ojo Kassandra Bullok, descendiente de una muggle muy conocida que resultó ser una bruja.

—Además, te pondremos al corriente sobre todo lo que tiene que ver con los chicos —se sumó una pelirroja muy alta y pintada.

—Me saludó un chico simpático… Draco, Craco, algo así.

—¡¡Malfoy!! —chillaron sus amigas enloquecidas.

—Es el mejor partido, Pansy lleva siglos queriendo pescarle.

—No es verdad —protestó la tal Pansy, una niña bajita y bastante fea, bizca, con pecas y dos coletas ridículas.

—¿Y de otras casas? —preguntó distraída Liz mientras cambiaba con la varita las sábanas de su cama por unas verdes de seda.

—Tienes a Cedric pero es un Puff. Está bueno para un rollo y luego adiós, nunca dejes que crean que hay algo serio entre vosotros o tu popularidad caerá en picado.

—Sí, nunca te dejes ver con un Puff, son inferiores a nosotras en todo.

—¿Y de Gryffindor?

—Bah, está Potter —dice la pelirroja, Leonora, con desprecio—. Pero es muy rarito. Además, siempre está metido en líos. El pelirrojo está medio enrollado con la empollona, hay un gordo inútil y dos chicos más, que según Kassy son gays. Mejor ni buscar ahí.

—Yo te aconsejo a Malfoy, amiga —espetó Kassandra—. Es de una buenísima familia, rico y muy noble. Además, todas nos hemos enrollado ya con él, puedes quedártelo.

—No me gusta género usado —se ofendió Liz echando hacia atrás su interminable melena negra y fulminando a Kassandra con sus ojos mágicos.

Leonora empezó a reír.

—Mujer, es que llegas tarde para pillar a uno virgen a los 17.

—Nah, mañana ya tendrás tiempo de inspeccionar el material. Ahora hay que dormir o cuando me levante no encontraré el rimel por ningún lado, ni la laca ni el pintalabios. —Kassandra suspira—. Es tan difícil estar siempre perfecta.

—Para mí no —sonrió Liz altiva—. Puedo arreglarme con un par de giros de la varita, ya te lo enseñaré a hacer mañana. A cambio, tú me enseñas a los chicos populares.

—Trato hecho.

Al día siguiente, la primera hora era Pociones y Liz Kath estuvo arreglada (hasta la última uña pintada color beige) en dos segundos. Bajó a desayunar y saludó gentilmente a su padre, que presidía la mesa de profesores.

—Eh ¿quién es ese tío bueno que está al lado de la que parece un cuervo?

—¿En la mesa de profes? —se extrañó Leo—. Ah, es Snape. Este año viene un poco arreglado, tenías que verle los años anteriores.

Las chicas siguieron hablando de lo horrible que estaba Snape cuando no se lavaba el pelo, pero Liz no las hacía caso. Se estaba concentrando para usar uno de los poderes de su madre. Sus ojos refulgieron un instante y Snape se dio la vuelta para mirarla directamente, hipnotizado. Con el pelo largo y negro, la túnica oscura y una figura esbelta, a Liz le parecía muy interesante. Con una risita mental se preguntó qué opinaría su padre adoptivo sobre enredos entre alumnos y profesores. Y más cuando se trataba de su hijita.

Soy la Heredera de Circe, se dijo encogiéndose de hombros. Ella tampoco era una santa. Y me muero por heredar el poder de convertir a hombres en cerdos… pensaba nuestra encantadora Liz Kath. Apenas le quedaban dos días para cumplir los 17 años y recibir todo su legado mágico. Si ya soy superior a todos estos niños, cuando termine de heredar el poder de Circe, podré derrotar a ese tipo feo que llaman Voldemerd y salvaré el mundo y seré la Bruja más poderosa y amada que nunca haya existido. Y seguro que invento un remedio para los enfermos de San Mungo y la laca de uñas color añil y salvo algún pobre muggle de vivir en las calles y, ¡lo más fundamental! ¡Tengo que crear una marca propia de cosméticos!

Con tan buen ánimo, Elisabeth Ann Kathiana se encaminó a su primera clase. Pociones. Mmm. Veré al patito feo que se convirtió en cisne. A ver en qué le puedo convertir yo, pensaba maliciosa. Podría ser mi príncipe y reinaríamos juntos en un mundo de paz, sin malvados morfítargos ni señores oscuros ni pollos que exigen reverencias. Sólo las criaturas hermosas que aprenderán de mí el arte de la Belleza y de mi príncipe cómo cocinarlas en pociones…

Tan entretenida estaba Liz Kath con sus planes que ni sospechaba que el Ministerio había entrado en estado de alerta. Al parecer, algo horrible había ocurrido. Los inefables del Departamento de Misterios aún no podían explicárselo, pero se había cometido un gran error en la sección de Profecías…

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NdA: Me pregunto qué se habrá descubierto en el Ministerio… ¿Qué será de nuestra amada Elisabeth Ann Kathiana? Un personaje que, estoy segura, apreciáis tanto como yo. O incluso menos. El segundo capítulo, en breve.

Flames no, please. Recordad que podría fulminaros con mis ojos celestes o arrancaros un ojo con mis perfectas, pintadas y largas uñas. Por no hablar de mis poderes de valkiria de Odín...

Nos vemos prontito, pueblo. xD