Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a galfoy y esta historia fue beteada por AliciaBlackM.
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El tren corría bajo la tierra, el clac clac de las ruedas batiéndose en los rieles dejaba un eco familiar a través de los túneles. Era el viaje de la tarde, y el tren estaba lleno. Más muggles de los que cualquier purasangre hubiera visto jamás, pero la novedad ya había desaparecido. Esta no era su primera vez, después de todo.
Ni siquiera se suponía que estuviera aquí. Si alguien descubriera a dónde estaba escapando, sería un hombre muerto. ¡Un mortífago dispuesto a rodearse de muggles! Era blasfemo. El Señor Oscuro tendría su cabeza. Era casi gracioso... tan cerca de lo divertido como uno podría conseguir estos días, de todos modos.
Draco Malfoy se acurrucó un poco más, con las túnicas transfiguradas en un abrigo largo y negro, con el cuello levantado para evitar llamar la atención. Había conseguido el mejor lugar; el asiento de la esquina era el lugar perfecto para esconderse, aunque todo el mundo parecía ir empaquetado como sardinas, pero evitaban el contacto visual. Benditos sean los muggles británicos y su aversión colectiva a la interacción con extraños. Era un caos organizado, las personas se movían como ganado, pero comparada con la existencia de alto perfil que mantenía en su propio mundo, desaparecer en la asfixiante muchedumbre de viajeros era un alivio de proporciones casi indescriptibles. Podía sentir la tensión que salía de él, como la sangre. Imaginó que salía de su piel, por su boca, le corría por sus mejillas, para finalmente caer al suelo. La sangre era limitada, pero la tensión era inagotable. Podría ahogar a todo el mundo en este tren con ella.
La idea le hizo sonreír, pero al ver su reflejo en el cristal, parecía más una mueca de desprecio, sus labios se curvaban en una línea poco risueña, el cabello desgreñado le llegaba hasta la clavícula. Le hacía parecer viejo y amargado. Se dio la vuelta.
Hundiéndose un poco más en su asiento, Draco cerró los ojos y dejó que el ruido del tren alejara la oscuridad dentro de él.
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Estación Sloane square, estación Gloucester Road, estación Earl's Court, estación West Kensington…
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En el tren, dejó que su mente vagara a lugares a los que normalmente nunca se permitía ir. Últimamente se había estado preguntando si alguna vez podría escapar. Realmente escapar.
¿Había alguna manera de dejar de ser un mortífago y sobrevivir?
¿Tendría que convertirse en espía?
La idea parecía ridícula. Cómica. Incluso si de alguna manera encontraba a un miembro de la Orden, este lo mataría en el acto. Él era el enemigo. Era su trabajo cazarlos y asesinarlos, y en términos generales, él hizo bien su trabajo.
Además, la Orden pudo haberse disuelto, habían pasado años desde que alguno de ellos fuese visto. Los miembros sobrevivientes desaparecieron en la noche; después de un asalto en uno de sus refugios. Esa fue una buena noche para su equipo, cinco miembros de la orden murieron, incluyendo a Ron maldito Weasley. El padre de Draco se las arregló para matarlo. Había sido un momento de orgullo para los Malfoy.
Ellos asesinaron a Lucius más tarde, por supuesto, una represalia de la que Draco aún tenía que recuperarse. La ira se encendió dentro de él, consumiendo su interior como si fuera ácido. En lugar de guardar el luto, simplemente se volvió más volátil. Afortunadamente, un mortífago con un problema de ira en la mansión, no era ningún inconveniente.
Pensaron que habían ganado la guerra después de que Weasley fue derribado, pero estaban equivocados. Incluso con la Orden desaparecida, la Resistencia era fuerte. Draco no entendía cómo la Resistencia se las arreglaba para pelear tan bien después de años de adversidades... ellos deberían haber sido aniquilado hace años. Tal vez era Potter otra vez, guiando a las personas como un puto faro de luz. Cómo había permanecido escondido durante tanto tiempo era otro misterio.
Pero de nuevo, eso era en lo que la guerra se había convertido. La Resistencia era fuerte, la Orden era invisible, y nadie sabía quién estaba ganando. Era un maldito desastre, seis años y sólo estaba empeorando.
Tal vez podría huir. Era inteligente; tenía muchos contactos con los tipos de criminales que hacían que la gente dejara de existir. ¿Podría pagarlo?
Entonces recordó haber visto a Timothy Randall después de haber intentado huir. El Señor Oscuro lo encontró. Lo desolló. Y lo mantenía vivo así. Draco tuvo que verlo, junto con todos los otros mortífagos. Era una advertencia; él entendió. Los mantenía aterrorizados y subordinados. Les recordó que un Señor Oscuro enojado era mucho peor que una muerte rápida. Les recordaba que debían callarse y luchar.
No había salida. Estaba atascado hasta que un luchador de la Resistencia finalmente tuviera suerte y lo matara. No pasaría mucho tiempo. Podía sentirlo.
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Estación South Kenton, estación North Wembley, estación Central Wembley…
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La primera vez que le ordenaron matar a alguien, no salió bien. Las palabras salieron de sus labios, y la explosión verde de su varita golpeó al hombre que lloraba frente a él, pero el hombre seguía gimiendo y susurrando por misericordia.
—Draco —dijo a su tía Bella—. Tienes que sentirlo.
Tía Bella se creía mentora y decidió enseñarle esta lección con un ejemplo. Ella torturó al hombre por un tiempo, el tiempo suficiente para que la sangre escapara de sus oídos, sus palabras dejaron de tener sentido. Draco fue quien finalmente le pidió que se detuviera.
—Quiero intentarlo otra vez —dijo. Y él lo hizo. El hombre murió inmediatamente, sin dolor.
Draco supo desde entonces que tendría que matar cautivos antes de que alguien más llegara a ellos. Era más amable que la larga tortura.
Matar fue un poco demasiado fácil después de eso. La bondad de un principio se convirtió en un punto cuestionable.
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Estación Chalk Farm, estación Camden Town, estación Mornington Crescent…
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No estaba seguro de cuándo las cosas comenzaron a cambiar para él. Durante años, estuvo orgulloso de ser quien era. Cerca de la parte superior de las filas, limitado sólo por su edad. Era un luchador fuerte, despiadado, y el poder le convenía. Todo el mundo sabía que estaba destinado para las cosas más grandes y mejores. Los mortífagos menores lo idolatraban. El futuro, si esta guerra llegara a su fin, parecía brillante.
La inteligencia de Draco trabajo a su favor al principio, pero finalmente las pequeñas cosas comenzaron a llamar su atención. Se dio cuenta cuando las incursiones dejaron de ir según lo planeado. Él oía las discusiones llenas de pánico entre los mortífagos. Observó la naturaleza ligeramente más desesperada en las órdenes del Señor Oscuro. Algunos incluso sugirieron que había un traidor en algún lugar de las tropas. Lo que comenzó como un diminuto agujero en la tela de sus filas, se convirtió en un orificio enorme. Todo parecía inestable, como si acabaran de salir de un bote para caminar junto al mar. A pesar de todo, continuaron como si todavía fueran los claros vencedores, retenidos por algunos pequeños inconvenientes.
Fue la primera de muchas mentiras que se dijeron.
La realización llego a él en una noche de insomnio, cuando estaba de vigilancia. Solo lo empeoraba el hecho de que era tan dolorosamente obvio, y había estado ciego durante tanto tiempo.
No quería estar allí.
No había deseado esta realidad desde hacía años. ¿Lo había querido realmente? Los dioses sabían que él gozaba del poder, pero comparado con su vida antes de la guerra, esta era una pesadilla. Lo que no daría por estar de vuelta en Hogwarts, asistiendo a clases, estresado con sus lechuzas. Por el momento, estaba debatiéndose si tendría que torturar a su próximo cautivo para obtener información antes de matarlo.
Quería retroceder en el tiempo y elegir la opción B.
Quería salir, pero ya era demasiado tarde para él.
Draco miró sus manos, la marca tenebrosa le gritaba desde donde su manga terminaba. Merlín, era fea. ¿Cómo no se había dado cuenta? Fue aterrador conseguir esa cosa, la mancha en su brazo. Fue hace tanto tiempo, se sentía como si hubiese pasado en otra vida. De alguna manera, lo era. El Draco de Hogwarts no reconocería a la persona en la que se había convertido.
La duda era algo gracioso. Era como una garrapata; inofensiva en la superficie, pero cuando se hundía en lo profundo, era extremadamente peligrosa. Algo desorientador. Y a veces letal.
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Una semana después de su realización, estaba caminando por las calles oscuras y lluviosas de Londres muggle, tratando de localizar uno de sus contactos, cuando vio un rectángulo azul en el suelo.
—Ostra —leyó en voz alta, tocándolo con sus dedos—. Transporte para Londres. —Por qué los muggles sentían la necesidad de nombrar su transporte como una criatura del mar, eso estaba más allá de él. «Malditos idiotas».
Hizo hincapié de tirarlo de vuelta al suelo, pero fue interrumpido por una luz verde que se estrelló contra la pared de ladrillo junto a su cabeza. Asustado maldecía, corriendo mientras gritos resonaban detrás de él. «Maldita sea», alguien lo había visto. Tal vez su contacto lo había arruinado todo. Tal vez su contacto no había sido un contacto real en absoluto. De cualquier forma, tenía una mejor oportunidad de desaparecer con seguridad si no estaba en el medio de una emboscada. La calle estaba empapada de lluvia, sus botas casi resbalaron en un par de esquinas antes de ver la entrada a un túnel. Una escalera que conducía al suelo con varios muggles bajando por los escalones.
Uno de ellos tenía una tarjeta azul como la que todavía tenía cerrada en el puño.
Otro hechizo pasó por encima de su hombro, y Draco pensó que tenía poco que perder. Un miembro de la Resistencia no intentaría realizar un hechizo una vez que estuviera inmerso en una multitud de personas inocentes. Corrió, tropezando un poco en los escalones y golpeando a algunos muggles de aspecto molesto en el proceso. Era fácil imitar cómo pasaban sus tarjetas sobre la caja eléctrica para pasar la barrera, así que usó su pequeño rectángulo azul y se deslizó entre la multitud.
Draco miró por encima del hombro. Ninguna señal de que lo persiguieran. Estaba a salvo y lo mejor sería permanecer allí abajo un rato.
No fue hasta que en realidad se sentó en el tren que se dio cuenta de lo fácil que era mezclarse, lo fácil que era tomar esta ruta hasta el final, lo fácil que era olvidar quién era por un momento. Nadie se daba cuenta de él allí. A nadie se importaba de qué familia era, o lo que había hecho. A nadie le importaba que pudiera estar en el lado perdedor de una guerra que había estado ocurriendo por más tiempo de lo que nadie quería recordar. Draco Malfoy no era nadie en el mundo muggle.
Era algo glorioso.
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Estación Angel, estación Old Street, estación Moorgate…
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Una cosa que apreciaba sobre el tren, aparte del anonimato, era la visita ocasional de la naturaleza en el subterráneo. Las raíces que crecían a escondidas hacia fuera de una grieta en la pared. Moho arrastrándose por el hormigón húmedo. Encontró también una pequeña flor empujando hacia arriba a través de entre algunos azulejos.
La estación que utilizaba con mayor frecuencia incluso tenía una pequeña infestación de aves. Generalmente allí había un gorrión que revoloteaba alrededor de los arcos, mirándolo, chirriando en voz alta. Ahora le era familiar, un elemento básico en su extraña vida. ¿Cómo se las arregló para sobrevivir allí? era algo que nadie entendía, pero no parecía molesto. Incluso había visto a un cuervo en la plataforma una vez, uno elegante, no como los pájaros de la ciudad a los que estaba acostumbrado. Parpadeó antes de saltar. Le produjo una sensación divertida, pero los cuervos eran así. Aves asustadizas e inteligentes.
Era una esperanza fugaz, pero si la naturaleza podía existir en este extraño hábitat, tal vez tenía una oportunidad después de todo. No tenía ni idea de a dónde pertenecía.
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Estación Rayners Lane, estación South Harrow, estación Sudburry Hill…
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Había un refrán muggle que decía: «a veces algo tiene que empeorar antes de que mejore».
El problema con ese dicho era que, durante una guerra, nunca se sabe realmente cuándo se ha tocado fondo. Sólo sigues cayendo.
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Un rápido Alohomora y Draco estuvo dentro del viejo comedor, todo su cuerpo temblaba, su estómago amenazaba con devolver su contenido. Tropezó por el pasillo trasero y pasó por la oscura cocina, con la esperanza de encontrar el baño. Gracias a Dios que había recordado este lugar. Gracias a Dios no había sistema de alarma. Eran las tres de la mañana y lo último que necesitaba era otra complicación. Si alguien aparecía, bueno... no quería matar a nadie más esta noche. No podía.
«Ah, por fin». Fisgoneando para encontrar el interruptor de la luz, Draco parpadeó ante la luz fluorescente y casi entro en pánico al ver su reflejo en el viejo espejo oxidado sobre el fregadero.
Joder, lucia como una masacre. Había sangre en su cabello. La sangre manchaba su rostro. Sus ropas negras estaban empapadas. Un sonido de dolor salió de su garganta antes de que pudiera detenerlo. «Detente. Cállate». No era el momento de perder el control.
Los grifos se abrieron, dejando fluir el agua fría en sus manos. El jabón rosado genérico del dispensador tendría que servir... ni siquiera confiaba en un Scourgify para limpiar este lío. El gel viscoso le escoció mientras se deslizaba por sus cortes, lo que sólo le hacía frotar más fuerte. Esperaba que el desagradable perfume ayudara a limpiar el olor de la sangre de su nariz.
Un húmedo hilo de algo se deslizó por sus costillas, y Draco no pudo calmar la sarta de maldiciones que profirió. Se quitó las túnicas y decidió que preferiría quemarlas antes que tratar de limpiar la sangre.
Su respiración entrecortada resonaba en la pequeña habitación. Sonaba como un animal atrapado. Él era un animal atrapado.
La incursión fue un absoluto desastre. Había niños en esa casa... se le dijo que estaban cazando simpatizantes de la Orden, que deberían atacar primero y corroborar la información más tarde. Había también adultos entre los cuerpos, pero la visión de los niños-
Draco hizo una arcada, vaciando el contenido de su estómago en el baño, vomitando hasta que sólo quedó bilis. Se dejó caer de rodillas sobre los azulejos, tomó aire y miró a su alrededor, al sangriento desorden que había hecho en la pequeña habitación.
Por primera vez desde que empezó la guerra, Draco se dio cuenta de que se había convertido en la pesadilla de la que los padres intentaban proteger a sus hijos. No era sólo uno de los dos lados en una batalla.
En realidad, se había convertido en uno de los monstruos.
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Estación Aldgate, estación Liverpool Street, estación Moorgate, estación Farringdon, estación Barbican, estación Baker Street, estación Gran Portland Street, estación Euston Square, estación King's Cross, estación Uxbridge, estación Finchley Road, estación Hillingdon, Ickenham…
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Fue demasiado pretender que podría volver y entrar en la mansión sin ser detectado. Una mano fuerte le dio una palmada en la espalda, y casi saltó de su piel.
—Te ves más pálido que de costumbre, compañero —dijo Blaise, sonriendo—. ¿A dónde has huido?, pareciera que han pasado siglos. Parece que has visto un fantasma.
—Fui a las mazmorras —mintió, tratando de esconder el hecho de que había estado sufriendo un ataque de pánico prolongado en el tren durante horas, por mucho más tiempo de lo que había planeado alejarse. Ni siquiera estaba abierto, pero cuando finalmente terminó de limpiar su cuerpo, entró y esperó. Entró en una zona muggle y esperó a ser consolado por un paseo en un tren muggle. Draco Malfoy. Mortífago. Fracasado.
—Encontré un esclavo para ayudar con la tensión, si entiendes a lo que voy.
Blaise chasqueó la lengua con simpatía. —Sí, eso fue una incursión horrible, pero me alegro de que no sean así todas. Inteligente cogértelas, sin embargo. ¿Encontraste a una bonita?
Draco pensó momentáneamente en el estado de los esclavos en la mazmorra. Estaban hambrientos y sucios, y probablemente todos enfermos. Además, probablemente era responsable dejarlos allí.
Preferiría cortarse la polla antes que llevar a un esclavo a la cama. Preferiría coger con un basilisco.
—Oh, sí. —Él le guiñó un ojo—. Maravillosa.
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Estación Osterley, estación Boston Manor, estación Northfields...
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Probablemente podría haber fingido. Era un oclumante dotado; podía haber ocultado sus dudas, esperar a que terminara la guerra, o mejor, esperar a que un guerrillero de la Resistencia lo sacara de su miseria. Podría haber funcionado perfectamente. Nadie habría necesitado saber sobre su doloroso arrepentimiento o su furioso auto desprecio.
Pero entonces, todo se fue al carajo.
Draco estaba de pie en una plataforma de metro cuando sucedió. Transfigurar sus túnicas era ahora sencillo: abrigo negro, botas negras, expresión desinteresada... todo lo que necesitaba para ser ignorado. Las rutas del subterráneo se trazaban impecablemente en su cabeza. ¿A dónde iría hoy? Supuso que en realidad no importaba mientras se encontrara solo.
Sólo que alguien se acercó a él, demasiado cerca, tan cerca que sus brazos se rozaran. Molesto, volvió la cabeza con una mueca de desprecio, dispuesto a decirle algo al idiota.
—Hola Draco —dijo Luna Lovegood. Su cabello largo, casi blanco y su expresión soñadora eran exactamente las mismas que cuando estaban en la escuela. La única diferencia era la fea cicatriz roja que le atravesaba la mejilla.
Draco se quedó boquiabierto.
—No esperaba verte aquí —continuó ella—. Pero, de nuevo, todo el mundo se mueve hoy en día. Pareces un poco enfermo... ¿Está todo bien?
Profirió un gruñido seco, algo entre una tos y un «qué», antes de que el tren se detuviera. Y la multitud subiera.
La perdió inmediatamente.
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Más tarde, cuando se dio cuenta que no podía dormir, recordó a su excompañera sonriendo con aire amistoso, pensó en varias respuestas a su pregunta absurda.
«Por supuesto que todo no está bien. ¿Cómo puedes preguntarme eso? ¿Sabes lo que soy?»
O…
«¿Por qué no huyes de mí? Mato gente como tú. He matado a tus amigos, a tu familia, por el amor de Dios Lovegood, ¿por qué no estás corriendo?»
O…
«¿Estoy alucinando?»
O tal vez…
«¿Puedes ayudarme a salir de esto?»
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Se le ocurrieron muchas cosas, mucho más tarde; descubrió por qué no había huido de él.
Nunca, ni por un momento, pensó en tomar su varita.
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Fin Capitulo Uno.
Notas: ¡Hola a todo el mundo! ¿Cómo están? Hace un tiempo les había comentado que comenzaría a publicar otro Dramione, y pues aquí lo tienen, esta bella obra de arte es de la fantástica y maravillosa galfoy. Espero les guste, besos y abrazos para todos, sobre todo para los que comentan XD okno.
Link historia original: www . fanfiction s/ 10692523 /1/ One-of-the-Monsters
Naoko Ichigo
