Saludos! Dejo a continuación una serie de fics cortos sobre situaciones yaoi que transcurren dentro del castillo de los royal knights, dentro de mis ocurrencias de este género. Recordar que esta secuencia no tiene absolutamente nada que ver con los demás fics que escribo sobre los caballeros reales. "Café con leche" no guarda ninguna relación con estas historias, puesto que es una historia alternativa. Las parejas aquí expuestas son las que utilizo para mis comics y otros fics, así que pueden usar estas historias de base para cuando lean otros trabajos yaoi míos :3
Debo mencionar que estas historias no están estrictamente relacionadas entre ellas, pero todas tratan de lo mismo y están relacionadas a postres y etc. Dedicado a todas mis amigas que leen mis fics y me ayudan a mejorar ^^ (foga, vero, alexa y muchas más TwT)
El yaoi es dulce x3
UlforceXMagnamon
Capítulo 1: Caramelo
Rayos, cómo le gustaba.
Estaba seguro de que él lo sabía, sabía que le gustaba, hasta lo hacía a propósito. No sabía qué le gustaba más, si ver a Magnamon haciéndose el inocente leyendo sus libros y chupando ese caramelo desde hacía una hora, o que realmente no se diera cuenta de lo delicioso que se veía como un niñito despistado y dulce. Qué ganas de hacerlo suyo…
Suspiró de impaciencia y trató de desviar su atención en otra cosa. El calor de la habitación lo estaba matando. ¿Por qué tuvo que darle ese dulce al chico? No podía evitar voltear la mirada a cada minuto y quedarse pegado en su boca roja, teñida por el excesivo colorante del caramelo, degustar con ganas y mucha paciencia el dulce, lamerlo lentamente y jugar con él.
¿No sería que él lo estaba viendo así?
Cerró los ojos y apretó la boca, tragándose la saliva que se le acumulaba. Levantó un poco su camiseta, a ver si entraba algo de aire. Aún con todas las ventanas abiertas se estaba ahogando. Volvió a mirar a Magnamon sin darse cuenta; el chico se quedó con la boca abierta y el dulce apoyado en su lengua, mientras sus ojos castaños recorrían el interminable texto que lo había mantenido ocupado toda la tarde. ¡Ya lo estaba haciendo de nuevo!
-Cierra la boca-murmuró y como despertando de un trance, Magnamon dio un respingo, miró a ulforce a su derecha y sonrió avergonzado. Cerró la boca atrapando al indefenso caramelo dentro y se acomodó un poco para continuar leyendo.
Maldito el minuto en el que sacó ese dulce del bolsillo de su chaqueta y se lo metió en la boca a magna. Esta vez el chico ni siquiera había objetado, dejó escapar un bufido y se encerró en la biblioteca.
-Tengo examen dentro de dos días, así que no me molestes-le dijo a su novio antes de cerrar. Aún así, ulforce abrió de par en par las puertas de la estancia y se sentó cómodamente en el sillón de cuero negro al lado de la ventana. Magnamon lo ignoró y abrió el pesado libro, se sentó en los cojines desparramados en el suelo y se quedó leyendo, divertido con el dulce en la boca y destruyendo los nervios y las ansias del guerrero azul.
Ya llevaban una hora en el más pesado de los silencios. El calor lo empeoraba todo, convertía la situación en una densa escena sin movimiento o sonido, en el que el tiempo no transcurría.
Tiempo… Maldito el tiempo, odiaba al tiempo, iba en contra de sus reglas, su forma de vida y las razones de su existencia. Para él, el tiempo solo eran cadenas inventadas por la mente, pero tan poderosas, que lo ataban a aquella realidad y a cientos de represiones que le hacían la vida imposible. Como esperar a que se cumplieran las dos horas diarias que su pequeño Magnamon gastaba al día para estudiar. Estaba demasiado impaciente, más que lo acostumbrado.
-¿No estás cansado?-le preguntó sin levantar mucho la voz, y la gravedad de su tono hizo un leve eco en la habitación.
-No-respondió Magnamon con simplicidad. Pero no pudo ignorar las vibraciones que la voz de ulforce traía. Le estaba enviando señas, quería decirle algo.
O tal vez quería algo.
Ulforce se enderezó en el asiento y se quedó viéndolo, tratando de traspasarlo y hacerle perder la concentración.
En un par de segundos, Magnamon ya estaba sonrojado y mirando al techo con una ceja arqueada.
-¡¿Qué quieres?!
Uh, directo al grano. Tal vez magna también se habría impacientado un poco.
-¿Cómo está ese dulce?-preguntó.
-Bien-lo miró, interrogándolo con la mirada. ¿A dónde quería llegar?
Se miraron por unos segundos, luego, sonrojado, Magnamon retomó su lectura, sin poder quitarse las cosquillas de la piel ante la mirada aplastante de ulforce.
El sudor le bajaba por el cuello y se iba internando de a poco en su pecho. ¿Cuántos grados habría en la habitación? ¿Cuántos tendría él encima? Agarró el primer libro que le quedaba más cerca y lo abrió, tratando de distraerse.
"Técnicas de apareamiento y reproducción humana"
Mm… no era el tema más apropiado para el momento, por lo que dejó el libro de lado y volvió su atención a Magnamon, quien volvía a jugar con el chupete en su boca, inconsciente de las reacciones que provocaba en ulforce. Al digimon azulado se lo comían las ansias.
Se quedó con la vista fija mientras magna dejaba de lado el palito, cambiaba de página y jugaba con el chicle en la boca. Luego, y con sumo cuidado, hizo un hermoso globo rosa, que al reventar trajo de vuelta a la realidad a ulforce. El chico se levantó sin romper el silencio que los rodeaba, se quedó de pie junto a Magnamon, quien volteó la cabeza algo nervioso.
Ulforce se agachó y rodeó con sus piernas al pequeño estudiante, se inclinó hacia adelante y abrió tentativamente la boca, dejando ver sus preciosos colmillos blancos. Magnamon no pudo más que sonrojarse y tratar de evitarlo inclinándose hacia atrás, pero ulforce no dudó ni un segundo y de un leve impulso, su macizo y esbelto cuerpo quedó sobre el frágil cuerpo de Magnamon, pero no llegó a aplastarlo. Con sus manos entrelazó las de Magnamon para evitar que interrumpiera, mientras que su boca presionaba y apretaba los labios de Magnamon, mordiendo con malicia esa dulce e inexperta boca de 19 años que aún no aprendía a besar, recorriéndola con su lengua experta y arrancándole pequeños gemidos a su tierno juguete, como lo había bautizado desde el principio. Magnamon cerró los ojos, pues sabía que ya nada podía hacer para intentar contenerse a ese lobo hambriento una vez que lo tenía en sus garras. El chico jugó largamente con la lengua de magna, hasta que lo sintió; ahí atrapado contra su paladar. Abrió un poco la boca para que entrara el aire que se le iba a Magnamon, y con su lengua le arrebató el chicle de fresa que tanto le gustaba. Se levantó y arregló un poco su chaqueta. Sonrió de esa forma que rompía corazones por mil y se dio la vuelta, grabando en sus ojos la cara de desconcierto de un Magnamon sonrojado sobre el suelo, con la boca húmeda y los ojos extremadamente abiertos.
Salió de la biblioteca, cerrando las puertas en completo silencio y riéndose para sus adentros.
Lady Beelze: He mencionado un fic muy divertido que leí hace un par de días owo recomiendo que lo busquen aquí en FF y lo lean xD
Espero les haya gustado y me dejen sus reviews.
