Abolir la rebelión consciente es eludir el problema. El rema de la revolución permanente se ha trasladado así a la experiencia individual. Vivir es hacer que viva lo absurdo.
Albert Camus, El mito de Sísifo.
Allen, Rinalí
Allen sabía que si volvía a dormir junto a las vías del tren, en su sueño semi lúcido inducido por las drogas, podía moverse hacia la máquina eléctrica al momento de partir por la madrugada. Su cuerpo bien podía ser así, destrozado bajo las ruedas de metal. Rinalí Lee se lo había dicho una vez, con los ojos llenos de lágrimas, mientras lo despertaba sacudiendo dulcemente su hombro.
-¡Vas a llegar tarde a la escuela!-Exclamaba mordiéndose el labio inferior y haciendo un esfuerzo para levantarlo del suelo.-Y tu uniforme se ensució.-Comentaba ya feliz de verlo en pie, dubitativo y confundido, restregándose los ojos grises, enrojecidos por el tiempo en desmayo. Le sacudía entonces la camisa blanca, llena de tierra roja y le indicaba que hiciera lo mismo con los pantalones negros, ligeramente enlodados, con algo de pudor subiendo a sus mejillas pálidas.
Cuando Allen Walker se puso a hacer arcadas cerca del andén, en tanto Rinalí Lee le sostenía la cabeza y lo dejaba agarrarse de sus muslos jóvenes, sonrojada, el muchacho de cabello blanco pensó que no eran ciertos los rumores. Acerca de sus piernas, la parálisis y el dinero de la clínica que su hermano estaría derrochando para intentar evitar que esa jovencita fresca y dulce, se convierta en una inválida.
-Tú ya sabes que éste mundo es un desastre. Esa clase de cosas, no deberían sorprenderte.-Dijo Rhode, limándose las uñas, tras soltar ese veneno, el domingo por la tarde anterior a ese lunes gris oscuro.
Y Allen había peleado con ella, le había gritado y había roto sin querer queriendo, tras dar un puñetazo en la mesa, su esmalte negro al precipitarlo con el golpe hacia el suelo. Así se sucedían todos los momentos juntos que compartían desde que ella se había mudado a su apartamento, sin pedirle permiso alguno, tres semanas antes.
Todos los días estaba allí, con las piernas cruzadas sobre la mesa , arreglándose las manos o leyendo, antes de aburrirse y tirar los libros hacia un rincón oscurecido de la sala y arrojarse de lleno sobre Allen. El Black Metal había reemplazado la música clásica que los Walker hubieran preferido en ese antiguo departamento y con mayor cadencia, que los éxitos setentistas que el tutor de Allen había dispersado sobre el aire turbio durante cinco años desde la muerte de Maná.
-No tiene caso morirse si no elegimos cómo.-Le había comentado Rhode, con una sonrisa sombría , sacando una pastilla de éxtasis del bolsillo y colocándosela en los labios para luego introducirla a medio deshacer en la boca temblorosa de Allen durante un apasionado beso de lengua.
Mientras Rinalí lo ayudaba a caminar deslizando su brazo por encima de sus hombros delgaduchos, Allen se dió cuenta de que estaba enfermo.
-Probablemente te quedaste dormido porque trabajas mucho. Deberías avisar de eso en la escuela.-Le dijo ella, con una sonrisa de inocente complicidad en unos labios pálidos, sin maquillaje y levemente resquebrajados.
Allen se preguntó si Rabi le habría contado de qué trabaja y si acaso, pensaría mal de él por eso. También supuso que sería buena idea tratar de tomarla de la mano, en vez seguir asiéndola torpemente de la muñeca a través de las calles poco transitadas a esa hora de la mañana. Imaginó que ya todos los usuales transeúntes habrían llegado o a la escuela o al trabajo. Se sintió culpable por retrazar a Rina y pensó seriamente en pedirle que lo dejara descompuesto en la acera, pero se dio cuenta de que ella era capaz de sentarse junto a él sin preocuparse por su asistencia perfecta yéndose a pique.
-Eso hacen los amigos, Allen-kun.-Le diría en ese caso, acariciándole la mejilla, en tanto un rayo de sol le atravesaba el rostro sonrosado como el de un ángel misericordioso.
Al final, era un cuadro patético. Ser arrastrado hasta la escuela secundaria por la ex porrista más adorable del superior, no era algo de lo que podría estar orgulloso más tarde. Por otro lado, ella era muy agradable.
Al menos para Allen, parecía un sueño, tras haber aprendido a convivir con una muchacha que más de una persona consideraría una fiera mal domada.
Tal vez-sólo tal vez- estaba medio enamorado de esa chica.
