Prólogo
Toda historia tiene un comienzo, pero hay ocasiones en que estas pueden iniciar por el final, pensaba Jack Frost pues, que importaba contar esta historia desde el principio si iba acabar así, siendo absorbidos, cual tierra en un tornado por la obscuridad.
Sentía la misma sensación de cuando aún se encontraba dentro del lago, antes de ser quien era, cuando aún nadie lo conocía ni podía verlo, excepto la luna, que le había dado otra oportunidad, pero en ese lugar no se encontraba ella y nunca podría salir.
Podía contemplar las pequeñas luces del mundo que, aunque sabía que no se encontraban ahí las veía extinguirse una por una sin que pudiera evitarlo, ya no había sueños, ni esperanza y con ellos también se iba desvaneciendo poco a poco. Millones de peguntas inundaban su cabeza mientras derramaba lágrimas de impotencia.
¿Qué hemos hecho mal?
¿Por qué no pudimos lograrlo?
¿Qué pasará ahora?
Sin respuestas
Recordaba sus momentos vividos, su primera aventura con los guardianes, cuando fue nombrado uno de ellos, sus travesuras, incluso su viaje al pasado donde conoció a sus nuevos compañeros, pero no logró recuperar a los antiguos, donde la conoció a ella.
Ya no había un futuro
Ya no había esperanza
Solo existía…
El miedo
