La luz de los faros del Impala era lo único que iluminaba aquella perdida carretera de Texas. Dean introdujo una cinta en la vieja radio de su coche y Hells Bells de AC/DC comenzó a sonar de forma atronadora.
Demonios Dean, apaga esa maldita radio o me acabará estallando la cabeza- Exclamó Bela.
Por primera vez en mucho tiempo, Dean viajaba sin Sam pues éste se había quedado en el motel para intentar recabar información sobre los demonios que estaban aterrando a la mayor parte de la población de Estados Unidos.
No pienso bajar el volumen.Éste es mi coche. Éstas son mis reglas- Contestó Dean en un tono cortante.
Está bien, señor tengo-un-mal-genio-que-no-me-aguanto-ni-yo: Tú lo has querido- Sacó la cinta de la radio, abrió la ventanilla y la tiró.
-¿Se puede saber qué estás haciendo?
- Limpieza: Estoy tirando todo lo que no sirve a la basura. Lástima que tú estés conduciendo y yo me haya dejado mi permiso en casa- Repuso Bela en tono sarcástico. -
-¿Quién te crees que eres? Éste es mi coche y éstas son mis reglas.
- Winchester, creo que se te olvida que aquí las reglas las dicto yo porque como me sigas tocando las narices me bajo en la próxima gasolinera y te aseguro que no vuelves a ver el mapa ese que buscáis nunca más. ¿Queda claro?
Dean exclamó para sus adentros "hija de perra", pero se contuvo y apretó el acelerador porque necesitaba ese mapa más que cualquier otra cosa en el mundo, pues ahora que Ruby había muerto a manos de otro cazador, su única esperanza era esa.
-Dean o te centras o creo que no vamos a llegar a los treinta.
- Bela eres la tía más pesada, desagradable, antipática, estúpida…
- Pues para ser todo eso llevas toda la noche mirándome el escote que yo no sé cómo no nos hemos tragado ya un par de árboles.
-Emm…
- Dean mejor no digas nada y bésame porque calladito estás más guapo.