¡Hola! Recuerdo que cuando hice esta historia, tenía 16 añitos con aspiración de entrar a la universidad y sueños y sueños… en fin, las cosas han cambiado mucho algunas para bien otras para mal y cuando quise continuar esta historia muchas cosas ya no me cuadraron.

Por lo tanto, les presento este remake… por así decirlo, de mi primer fanfic de DP. Si alguien leyó la versión anterior quizás tenga idea de para dónde va la trama pues traté de mantener la mayor cantidad de elementos y diálogos originales pero al final cambié tantas cosas que recomiendo leerlo desde el principio. (Si no has leído la anterior, no lo hagas, es demasiado chafa U_U digo, mejor lee esta.)

ADVERTENCIA: Contendrá algunas parejas Slash, aunque aun no decido con quién emparejar a Danny.

Se desviará del canon en Claw of the Wild, asumiendo que Danny tiene 16 años y Phantom Planet no ocurrió.

Danny Phantom y sus personajes pertenece a Butch Hartman. Los personajes agregados son de mi creación.


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EL HEREDERO DE CAOS

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I - EL SUEÑO.

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La enorme puerta de madera rojiza se abrió, entrando una docena de soldados los cuales eran comandados por el hombre vestido de una armadura negra, el fuego violeta ardía a su alrededor dándole un porte que podría hacer temblar hasta a los más valientes. El gran salón del trono estaba vacío en esos momentos, a excepción del majestuoso rey. El caballero hizo una reverencia a su señor y habló.

"Mi lord, le hemos encontrado" dijo, señalando a aquel que los guardias llevaban como prisionero. Uno de ellos entregó al rey una peculiar vara, era adornada por un reloj de manecillas y varios engranes.

"Oh, el Oráculo…" El rey se acercó hasta donde el prisionero estaba, llevaba un par de esposas y un collar que lo tenían atado a cadenas gruesas y brillantes en color verde radioactivo. "Bien hecho, Caballero. Ahora, vete y llévate a todos contigo."

Con una reverencia todos se dieron la vuelta y salieron del lugar, el rey miró fijamente al prisionero quien a diferencia de todos sus otros súbditos le devolvía la mirada con ojos rojizos y con la cabeza erguida, mostrándose nada intimidado por el rey.

"¿Así que tú eres el legendario Maestro del Tiempo? O… ¿cuál es el nombre con el que te escondes?"

"No me escondo. Eres tú, rey Pariah, quien ha fallado en encontrarme." Respondió el prisionero con voz calmada. El rey gruñó por la insolencia del Maestro del tiempo, quien ladeó un poco la cabeza analizando al rey. "¿Por qué no pregunta lo que su corazón tanto desea saber? Tal vez… pueda despejar sus dudas."

"Así que por eso no pusiste resistencia," el rey observó. "Un fantasma tan poderoso como tú, no hubiera tenido problemas enfrentando al Caballero del Terror. Pero en vez de eso, dejaste que te arrastrasen hasta aquí… así que dime, ¿cuál es la respuesta a mi problema?"

"La respuesta puede no ser de su agrado." El maestro del tiempo dijo. "Ya que es más una advertencia que otra cosas. Te has hecho con demasiado poder con la corona de fuego y el anillo de la ira, sin embargo tu cuerpo no resistirá al tercer artefacto. Al menos no sin la gema del equilibrio… la que está fura de tu alcance. Esa es mi respuesta. Ahora, si no le molesta… mi vara."

"¡Habladurías!" El rey bramó, el suelo bajo los pies de ambos seres se estremeció y pequeñas grietas aparecieron. "Obtendré todos los artefactos, así seré tan poderoso que ni siquiera tú, Maestro del tiempo, podrás evitar que convierta toda esta dimensión en escombros."

"Y es esa actitud la que le ha puesto un cronometro a tu reino." El maestro del tiempo, hizo un movimiento con la mano y la vara desapareció de la mano del rey para reaparecer en manos de su dueño. "Escuchas mis palabras, Rey Pariah Dark, mientras hablamos ya hay quien se organiza para tumbar tu reino de caos."

"Dime quien es… o no me darás más opción que aplastar a todos por igual."

El rey amenazó pero el maestro del tiempo sonrió levemente y con un giro de la vara, una luz azul le hizo desaparecer. El rey miró las cadenas en el suelo con furia contenida. Le hacía falta tan solo un artefacto, con el cual sería capaz de gobernar lugares incluso más allá de los Reinos Infinitos, en especial aquel tan místico Reino de los mortales.

"¡Caballero!" Gritó, ante lo cual el caballero envuelto en llamas violetas hizo su entrada, arrodillándose en espera de órdenes. "Reúne los ejércitos, busquen hasta el último rincón hasta que encuentren ese artefacto faltante."

"¿Y qué haremos con el Maestro del tiempo?"

"Déjale libre por ahora." El rey admitió entre dientes, "En cuanto consiga el guante, ese relojero será al primero que quitaré del camino. Ahora. Vete."

Él era el gran rey de los reinos infinitos, un fantasma tan poderoso que podía controlar la energía contenida en la Corona de Fuego y el Anillo de la Ira. Los únicos dos artefactos que le hacían falta era el Guante de la Realidad y la Gema del Equilibrio, una vez que tenga con él todas las reliquias de poder nadie podrá dudar de su autoridad. Mientras su gente buscaba el guante, él debía planificar cómo quitarle la Gema del equilibrio al poderoso Clan del FarFrozen uno de los pocos a quienes aún no lograba someter sin importar lo drásticas de las medidas que tomara.

Caminó entre los pasillos de su gran palacio hacia las habitaciones, ignorando a los fantasmas que detenían sus actividades para hacer una reverencia, hasta que llegó donde sabía encontraría alguien que le ayudaría. Al abrir la gran puerta varios sirvientes quedaron paralizados pues no era común que el rey visitara, al menos no a esas horas.

"¡Largo de aquí!" Ordenó. En segundos el lugar estaba vacío, con excepción de un hombre joven de cabellos blancos como nieve y unos ojos verde brillante llenos de energía ectoplásmica, sus vestimentas eran tan elegantes como lo era su porte.

"¿A qué debo su visita, mi rey?" preguntó con voz serena. Pariah se le acercó con pasos retumbantes hasta quedar justo frente a él, alzó una mano para tocar el lado derecho del rostro del ojiverde en dulce gesto que no dedicaba a nadie más.

"Oh Engel…" pronunció el nombre con suavidad. "Los Reinos infinitos casi míos… aún no tengo todos los artefactos para someter a los rebeldes. Así que necesito tu ayuda de nuevo. El relojero no quiso decirme donde se encuentra el guante y la gema sigue protegida por esos yetis."

"¿Qué es lo que puedo hacer yo, amor mío?" la mirada verde brilló con determinación.

"Usemos a tu gente," pidió el rey fantasma. "Ayúdame, así seremos los gobernantes supremos."

"Mi ejercito humano no podría sobrevivir mucho tiempo en este mundo de ectoplasma." Le miró con ojos cómplices. "A menos que… les dotes del mismo poder que me obsequiaste." Las manos del de ojos verdes buscaron el collar que el rey llevaba, acariciando la cadena de oro hasta que llegó a donde tres piedras colgaban, sus colores: rojo, amarillo y azul. "Puedes hacerlo ¿no? A pesar de no tener el guante aun."

"¿Quieres que dote a todo tu ejercito del poder de ectoplasma?" El rey arqueó una ceja.

"¿Puedes imaginarlo?" Engel habló con voz seductora. "Con mi gente a tu disposición, tendrás un ejército que podrá no solo conquistar los Reinos infinitos sino también el Reino de los mortales. Harás tuyo el universo entero, Rey Pariah Dark."

El rey miró intensamente a su consorte, quien cerró sus ojos verdes y un anillo de luz apareció en su cintura, dividiéndose se deslizó hacia arriba y hacia abajo, su piel pálida adquirió un tono más vivo, sus cabellos se volvieron negros y al abrir los ojos el azul que tanto fascinaba al rey se hizo presente.

"Un ejército mitad fantasma, mitad humano…" meditó, las posibilidades pasando por su mente rápidamente. Sonrió y quitándose el collar se lo otorgó al único ser en el cual confiaba. "Que así sea, Rey Engel Schicksal…"

"¿Danny?"

La voz le llegó desde lejos pero fue suficiente para que sus ojos azules se abrieran de golpe en un gran sobresalto. De momento esperó encontrarse en el palacio de paredes rojas, pero sus amigos y familia le dieron la bienvenida, sus rostros aliviados de verle despertar.

"¿Qué pasó?" preguntó Danny aun aturdido por todo lo que acaba de ver estando inconsciente.

"Nos diste un gran susto, pequeño tejón." Vlad dijo entrando a la habitación.

Escuchó a sus padres hablar con el multimillonario, quiso incorporarse pero su cuerpo estaba débil y la mano de Sam sobre su hombro le hizo volver a acomodarse en la cama. El peor ataque fantasma había acabado, la invasión del rey fantasma fue detenida. No había que preocuparse por nada, al menos en las siguientes horas. Ya tendría tiempo para pensar en el significado del extraño sueño que tuvo.

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Las noticias volaron tan rápido como un rayo de ectoplasma. Durante los días y semanas siguientes, fue el tema de conversación de casi todos los pobladores de la Zona Fantasma. Danny Phantom retó al Rey fantasma y venció, se decía, está destinado a grandes cosas. Algunos estaban escépticos, otros maravillados, otros ya se lo esperaban. Los fantasmas que tomaron parte estaban secretamente orgullosos de su "rival". Aun así tomó varias semanas para que esta noticia atravesara el vasto territorio y llegara hasta uno de los reinos más hostiles que habitaba en un mundo que parecía ser otra dimensión.

"¿Quién es ese tal Phantom?" Preguntó el hombre que estaba sentado en el lujoso trono, sus ojos verdes se tiñeron de rojo con rabia contenida. "¿Cómo fue posible que lograra semejante hazaña?"

"Los espectros rumorean que es del mundo humano, majestad." Respondió el sujeto que estaba arrodillado frente al rey, flanqueado por un par de guardias que le apuntaban con lanzas.

"¿Un humano?" el que estaba sentado a la derecha del rey, soltó una risa. "Imposible."

"No es humano cualquiera, mi lord." El informante se atrevió a levantar la mirada por unos breves segundos. "Los espectros aseguran que es un humano con el poder del ectoplasma. Un Halfa. Así que trate de entrar a su territorio para confirmar pero está muy bien protegido. Los espectros no dejaron que me acercara mucho…"

"¿Atravesaste la barrera?" gruñó la mano derecha del rey. "Está prohibido para los ciudadanos salir de Stadtmond."

"Almirante Lausit." El rey calló a su leal consejero. "Deje que el hombre termine su historia."

"Como decía…" continuó el informante. "Aunque no logré entrar al territorio, conseguí interrogar a un espectro, afirma que Phantom es residente del mundo humano, aun es muy joven, tendrá entre de 15 o 16 años, su cuidad es Amtiy Park y aunque venció al rey… no ha reclamado el puesto."

"Entendible, si es un adolescente." El almirante sonrió. "¿Tienes alguna descripción?"

"Su apariencia cambia del azul al verde y del negro al blanco. Es todo lo que me conseguí averiguar. Sé que es poco, pero valioso."

"Bien, agradezco el servicio que das al reino." El rey sonrió al informante y luego miró a sus guardias haciendo un gesto con la mano, a la orden ambos guardias atravesaron el cuerpo del hombre con sus lanzas brillantes de energía verde. Los presentes no se inmutaron, ante el charco rojo y verde que se formaba siendo esto un acontecimiento común. "Lamentablemente, cruzar la barrera es un crimen que se paga con la muerte."

"Rey Henry…" el almirante Lausit habló. "Es de vital importancia localizar a esta persona, nuestra guerra para conquistar a los fantasmas podría llegar a su fin."

"Necesitamos capturar a este tal Phantom," el rey dijo mirando a sus súbditos, "aún no ha sido coronado rey de los espectros por lo que tenemos una gran oportunidad de destruirle. Es una amenaza para el reino, quiero que el más fuerte de los guerreros vaya por él. Que el ganador de la Competencia anual sea el que lo traiga como prisionero."

"Así será gran rey Henry."

Pronto todos los presentes, miembros de la corte y sirvientes comenzaron a retirarse cada uno a sus respectivas actividades. Hasta que quedó solo el rey, su almirante y un hombre anciano que estaba de pie en medio del salón con mirada preocupada. El rey una señal para que se acercara mientras recibía una copa de vino de parte de su sirviente personal.

"¿Qué te preocupa?" preguntó el rey al hombre.

"Está olvidando algo, mi rey," el anciano habló. "La profecía dice que el Rey Pariah Dark solo puede ser derrotado por alguien que lleve la sangre de Schicksal, alguien que por derecho de sangre le correspondería reinar sobre Stadtmond y al vencer a Pariah también reinaría sobre los Reinos infinitos. El Heredero de Caos."

"Esa es una leyenda," respondió el rey soltando un bufido.

"No es una leyenda, Rey Henry es una profecía dicha por el mismo Engel Schicksal." El hombre anciano le miró intensamente. "Usted debe saber que la posibilidad está allí… aunque la reina le mostró el cuerpo del bastardo, nunca se encontró el cuerpo del arquero ¿o sí?"

"Cuidado," siseó Lausit desvainando su espada y colocando la hoja sobre el cuello del anciano. "Sus palabras se acercan a la traición."

"Vete, Riley." El rey ordenó al sirviente, mientras le entregaba la copa vacía.

El joven asintió y con una reverencia salió del lugar, lanzando una última mirada a los tres hombres. Riley cerró las grandes puertas, permaneciendo unos momentos tratando de obtener aunque sea un poco de la conversación pero nada parecía filtrarse así que antes de que pueda ser descubierto espiando, tomó su bandeja y recorrió los pasillos hasta la cocina. Dejó el vino y tomó una canasta que llenó de frutillas hasta que no cabía una más.

Nada en su caminar o en su expresión podría ser considerado sospechoso. Mientras recorría el gran palacio saludando a varios trabajadores del palacio, sonriéndoles a los guardias que solo ondeaban la cabeza. Él era sirviente personal del rey por lo que tenía acceso a casi todas las zonas del lugar. Cuando llegó a su destino, tocó la puerta con golpes leves.

"Majestad, le traje unas frutas frescas," dijo en voz alta. La puerta se abrió dejando ver a una mujer de cabellos platas y ojos azules. El sirviente hizo una reverencia. "Reina Icely, déjeme colocar la canasta en su mesa, es muy pesada."

"Adelante, Riley." la mujer sonrió, dejando que el sirviente entrara. Los guardias que estaban en la puerta se tensaron un poco, sus ojos cambiando a un brillante rojo al ponerse lo más alertas que podían cuando las puertas se cerraron.

"Le tengo noticias alarmantes, Reina Icely." El joven sirviente dijo mientras acomodaba las frutas en una mesita, sus ojos mieles volviéndose color amarillo brillante para recalcar la seriedad. "Es sobre su hijo."

"¿Daniel?"

No necesitó la confirmación del sirviente pues ella sólo tenía un hijo biológico, aunque ante la ley fuera madre del príncipe y de la princesa. Los recuerdos vinieron a su mente, rápidos y dolorosos como puñaladas, haciendo que sus ojos azules se llenaran de lágrimas mientras escuchaba lo que ocurrió en la sala del trono.

Su amorío siendo descubierto, su amante condenado al destierro y siendo cazado. El hijo que nació de ese amor, el primogénito de la reina, el verdadero heredero del trono de Stadtmond a quien tuvo que entregar a otra familia para protegerle de su enfurecido prometido – ahora esposo y rey. Pero…

"Pero sus poderes fueron suprimidos por su padre." La reina interrumpió al sirviente, su voz temblando de preocupación. "¿Cómo los recuperó? Se supone viviría como humano sin el peso de los errores de sus ancestros. Él me prometió que le cuidaría."

"Si lo desea, puedo encontrar la manera de averiguarlo." Ofreció Riley, pero la reina negó.

"No, permanece en tu puesto. Es importante que continúes vigilando a Henry."

Como buen súbdito no cuestionó la decisión de su reina. Asintió con la cabeza, hizo un saludo tocando su pecho con la palma de la mano murmurando en voz baja el lema por el cual vivía.

"Viva el Heredero de Caos."

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Notas:

Realmente adoro las historias donde Danny se convierte en rey de la Zona así que esta es una de esas, si no se entendió que lo del sueño ocurrió durante Reing Storm, justo después de que Pariah fuera encerrado en su sarcófago.

Si bien en la versión anterior emparejé a Danny con un OC llamado Mark, ahora estoy considerando ponerle con alguien que sea de la serie. Estoy abierta a sugerecias.

Espero lo haya disfrutado. ¿Algún comentario?

EDIT 16-12-15