Encendió aquel cigarrillo ante la mirada fulminante de su compañero de habitación, que segundos más tarde salió por la puerta tosiendo fingidamente y mirándolo mal aún, como si quisiera hacerle sentir mal por fumar.

Theo Nott rodó los ojos. Hace un tiempo ya que había hechizado aquellos cigarrillos muggles para que no dejaran ningún olor, y sin embargo su compañero seguía insistiendo en que saliera afuera a fumar, porque lo ponía mal. Lo cual, cabe resaltar, era una completa mentira.

No era que Theo se sintiera orgulloso de aquel vicio que, él sabía, terminaría matándolo; pero había intentado dejar de hacerlo fallidamente tantas veces ya que, al final, se había rendido. De cualquier manera, se sentía mejor mientras fumaba, de una manera rara. Se sentía más relajado, más despierto.

Recordó entonces, aquella frase, salida de la boca de aquella chica de cabellos rubios y rosas. «Quiero dejarlo», había dicho. Por unos segundos, Theo había pensando que se refería al cigarrillo que sostenía en la mano, pero luego entendió. No dijo nada, tan sólo asintió con la cabeza, mientras daba una larga calada a su cigarro.

«¿Eso es todo?», preguntó entonces, «¿es todo lo que dirás?». Theo se había encogido de hombros, mientras encendía otro cigarrillo. Dominique Weasley lo miraba con una ceja alzada, y había algún tipo de sentimiento en sus grandes ojos celestes, que Theo interpretó como dolor. Luego de escupirle algunas cuantas groserías, se alejó, dejándolo a él sólo en aquella cafetería muggle que a él y a ella tanto les gustaba.

No es que a él no le hubiera dolido. Es más, Theo no recordaba un día peor que aquel. Pero tampoco estaba dispuesto a rogarle. Había sido ella misma quien lo había dejado, ¿por qué se supone que le dolía? De todas maneras, con Dominique todo era complicado y confuso. Siempre había sido así, desde aquella primera vez que se vieron en la Academia de Sanadores, donde cruzaron palabras y coqueteos.

Unos cuantos meses después, ya luego de varias citas y algo más, Dominique le había dicho que no quería nada serio con nadie, por lo que comenzaron con una relación de amigos con derechos, para que luego de un año aproximadamente Dominique terminara todo aquello porque necesitaba algo que él no podía darle. Se separaron todo un verano, sin hablarse ni cruzar miradas. Cuando volvieron a la Academia fue cuando los coqueteos comenzaron nuevamente, y entonces comenzaron a salir. Y luego de unos varios meses, pasa esto.

Theo había pensado en mandarla a lugares no muy apropiados algunas veces, para luego ver aquella sonrisa radiante y aquellos ojos celestes cielo brillar de una manera que sólo había visto en ella.

Dominique Weasley era adictiva y dañina, como aquel cigarrillo en la mano de Theo, que empezaba a acabarse. Sí, no había dudas de que Dominique Weasley era un cigarrillo de humo rosa.