Disclaimer: Ranma 1/2, sus personajes y trama no me pertenecen. Obviamente pertenecen a Rumiko-sensei. Tendría que ganar la lotería unas veinte veces para comprar los derechos. Créanme, no tengo tanta suerte.
Advertencias: Nop :)
Porque no le gustaba, ni la quería
Ranma Saotome comenzaba a considerar la posibilidad de que estuviese sufriendo de una enfermedad.
Aquello no era normal, y mientras más lo meditaba, más extraño le parecía. Lo único que podía decir era que la culpa de todo la tenía Akane Tendō. Aquella chica marimacho, terca y brusca. Ella era la culpable de su terrible padecimiento.
Y si, estaba seguro. Todos sus síntomas se presentaban cuando ella estaba involucrada, lo que quería decir que algo tenía que ver con todo ese asunto.
Celos.
Si debía nombrar aquella enfermedad, podría nombrarla así. Y no es que Akane le gustara, ni mucho menos la quería (claro que no, ¿a quién podría gustarle esa estúpida marimacho?), pero debía solucionarlo antes de que él se viera demasiado involucrado.
Ranma se había sentido celoso sobre otras cosas antes, como comida, o juguetes, cuando era un niño; sin embargo, jamás había celado a una persona. No con tanta intensidad.
Y le era imposible contenerse, porque cada vez que alguien tocaba, o si quiera se acercaba a Akane, una alarma se encendía en su pecho, y él se sentía en necesidad de gruñir y alejar a todo el mundo de la estúpida marimacho, como si fuera un maldito animal.
Afortunadamente, sabía controlarse. Podría decirse que dominaba la enfermedad, aunque no lo suficiente. Una furia desconocida se internaba en su estómago y él tenía que golpear al idiota que se había atrevido a tocarla. Claro, si ella no lo había golpeado primero.
Akane era de él. Punto.
Y no le gustaba, ni la quería (claro que no) pero ella era su prometida, y así debía ser. Esa chica desagradable, plana y de mal carácter le pertenecía, así que nadie tenía derecho a tocarla. Eso era todo.
Sin embargo, seguía odiando los celos, y seguía odiando a Akane por ser la causante de ellos. ¿Acaso tenía que atraer tanto a los hombres? ¿Tenía que abrazar tanto a ese estúpido de P-chan? ¿Tenía que ser tan amable con el cerdo de Ryōga?
No, ella no tenía que serlo.
Era aún desconocido el motivo por el que ella era tan amable con otras personas, y a él lo seguía tratando como basura. Claro, tenía sus momentos. Pero ese no es el asunto.
Ranma seguía queriendo saber por qué sentía tantos celos sobre Akane. Porque no le gustaba, mucho menos la quería (obviamente no), y que ella le pertenecía era un hecho indiscutible. Los motivos de sus celos seguían escondidos en el fondo de su pecho. Tenía algo de miedo saber lo que se encontraba ahí.
—Ranma, ¿qué pasa?
Se sobresaltó y casi cayó hacia atrás. Ella lo estaba mirando con una interrogante en su mirada, con Ryōga en forma de cerdo felizmente acurrucado en su regazo. Estúpido sea ese maldito cerdo tramposo.
—¿Estás bien? Me has estado mirando raro desde hace rato. ¿No será...? ¡Ranma pervertido! —ella se levantó de un salto, haciendo temblar el tatami. Él se puso a la defensiva de inmediato.
—¡Yo no te estaba viendo, boba! ¡No hay nada que ver, de todas formas! ¡Eres tan plana que sería mejor mirar una mesa!
—¡Idiota! ¡Nadie preguntó tu opinión, fenómeno pervertido!
—¿A quién llamas fenómeno, tú marimacho? Además siempre te la pasas con ese maldito cerdo. ¡Déjalo ya! —Ranma hizo amagos de tomar a P-chan, pero éste le gruñó y se acurrucó más contra Akane. La furia dentro de su estómago se acumuló de repente.
—¿Qué tienes contra P-chan? ¿Acaso estás celoso, Ranma? —Akane lo miró con los ojos entrecerrados. No era una conversación que no hubiesen tenido antes. Porque si, Ranma estaba celoso de ese maldito cerdo. Pero de ninguna manera iba a admitirlo ante ella.
—¡Sólo déjalo, ¿quieres?! —miró a Ryōga con furia asesina, pensando en todas las maneras en las que podría golpearlo en cuanto se transformara. Porque estaba tocando a Akane. Nadie podía tocarla, porque ella era de él.
—¿Cuál es tu problema? —gruñó ella antes de dejar al cerdo negro con suavidad en el suelo. Casi son que sus ojos pudieran seguirlo, Ranma tomó al cerdo y huyó. Akane pasó el resto de la tarde refunfuñando maldiciones, mientras que el artista marcial golpeaba al pequeño P-chan.
No, no se arrepentiría de ello. Tampoco se iba a disculpar, por mucho que ella le gritara y ambos discutieran. Porque era su culpa. Era culpa de esa boba marimacho que Ranma estuviera enfermo de celos, y que la alarma se disparara en su pecho cada vez que alguien la tocaba.
No, Akane no le gustaba. Tampoco quería.
Lo único que Ranma Saotome quería, era asegurarse de que nadie tocara lo más valioso que poseía. ¿Acaso era malo?
[771 palabras]
Nota de la autora:
Pues, nada. Espero no haber sido muy OoC, porque, bueno, yo nunca escribí sobre Ranma. ¡Espero que les haya gustado! :3
¡Nos leemos!
