Realmente escribí ésta pequeña historia para el instituto, pero me gustó y decidí adaptarla a un fanfic, a ver qué os parece :))

Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, es propiedad de Hiro Mashima.

Natsu

Vivir para el presente no iba con él. Nunca, desde que Juvia se había marchado al otro mundo, lo había hecho.

Se había vuelto un chico tímido y reservado, que pasaba las horas muertas mirando la televisión, o con la nariz en un libro. No salía con los compañeros de clase, porque tenía claro que nadie podría llegarle a la suela del zapato a Juvia. Y tampoco era que le interesa mucho, todo sea dicho. Su manera de ver las cosas era muy diferente de la de los demás.

Cuando Gray cumplió los 16 años, no había cambiado en nada. No le interesaban ni las chicas ni los chicos, ni las clases o los videojuegos a los que todo el mundo presumía jugar. Los libros y el recuerdo de Juvia eran todo lo que nessesitava para vivir.

Un día llegó a la escuela un niño inocente y simpático de curioso cabello rosado llamado Natsu que, en verlo, no se despegó de él en ningún momento. No importaba que lo ignorara y lo dejara muerto de aburrimiento cuando leía, o que intentara esconderse en algún rincón durante las horas del patio para evitarle. Él siempre estaba allí, sonriente por algún motivo desconocido y un poco perturbador, y sin saber que aquella sombra a la que seguía día y noche comenzaba a odiarlo. Aquello no le importaba a Natsu.

Pasados un par de meses, su fortaleza se hundió, empezando a hablar con Natsu. Primero preguntas rutinarias, con la vergüenza de alguien que habla con un vecino al que no ha saludado nunca, pero, poco a poco, esta fue desapareciendo y acabó por explicarle quién era Juvia y todo cuanto significó para él su pérdida, llegando a pensar que jamás volvería a amar a nadie.

Éste, lejos de parecer sorprendido, sonrió tan ampliamente que el descolocado.

-¿Por qué sonríes? - Quiso saber el pelinegro.

-Cuando eres capaz de hablar de una herida así, quiere decir que ya la has superado.

Sin embargo, era incapaz de aceptarlo. Sería como asumir que Juvia había desaparecido incluso de su memoria, y aquella idea lo repugnaba.

-Tienes que abrirte a los demás. - Concluyó Natsu. - Para comprobar que el mundo no es tan triste como crees.

Aquella fue la primera vez que el pelirosado se fue por voluntad propia.

Pasaron los días, y Natsu no aparecía. Le costaba, pero tenía que admitir que el echaba de menos. Era cierto que pensó en abrirse a los demás, pero prefirió no hacerlo.

Una carta llegó a su casa cuando hacía diez días de la desaparición de Natsu. La carta era suya y, a grandes rasgos, le pedía a Gray que se abriera los demás.

No se tomó en serio su petición hasta pasadas tres semanas. Empezó por unirse a las conversaciones más triviales, y a su ritmo iba haciendo nuevas amistades, hasta el punto de encontrarse rodeado de personas maravillosas que no creía que existisin.

Y Natsu? Quién sabe. Pero le dejó a Gray la enseñanza de que debe ver lo que tiene, en lugar de todo lo que le falta.

-A todo el mundo le faltan más cosas de las que tiene. - Y sonríe, caminando hacia un camino desconocido, seguido por una joven peliazul que, por fin, descansa en paz.

Okey, un "cuento" algo extraño. Obvio, es muy corto. Tenía pensado hacer un longfic con esta idea pero se haría muy pesado, así me gusta más. Espero vuestras opiniones :))