Hola, no puedo creer que regresé a escribir algo después de tantos años. A veces pienso en la historia que nunca terminé por falta de inspiración, pero regresar de esta forma me resulta bastante frustrante de cierta forma.
Esta historia de un solo capítulo, surgió precisamente por eso, por frustración. Inicié este capítulo tras el episodio 8x04 de Game of Thrones, el cual me dejó un mal sabor de boca por el descuidado camino por el cual sus personajes estaban siendo encaminados. Decidí no publicarlo, pues me pareció una forma íntima de expulsar mi molestia. Sin embargo, tras el episodio 8x05, supe que necesitaba terminarlo y publicarlo.
Para ser sincera, nunca deseé un final feliz. Esta serie no es así y yo nunca lo hubiera pedido, sin embargo, me entristece darme cuenta que ni siquiera les pudieron dar un final adecuado a los personajes que tanto hemos querido desde hace ya tantos años. ¿Por qué no morir como lo que eran? Héroes en un mundo de violencia, conspiración y crueldad. Jon debía morir, dudo que muera en el último episodio y me rompe el corazón pensar que Daenerys posiblemente muera traicionada. Un capítulo antes de su supuesta locura aún la veíamos vulnerable y el rumbo de esa locura es tan pobre que da pena, es como seguir un estereotipo débil sobre su personaje porque su padre estaba loco y pues ya, ella debía volverse loca también. De hecho, me molesta más que solo recorrimos su historia viéndola pelear contra lo que su familia fue, y al contrario de lo que muchos dicen, viéndola pelear contra su carácter y sus impulsos. Y de repente, tiene este destino y te hace pensar que su vida entera, su historia completa no tuvo ningún valor, ningún sentido.
El mensaje está claro, el poder y la ambición son peligrosos. He visto muchas series de anime seguir ese camino y sientes empatía y aceptación por el rumbo de los personajes volviéndose los villanos con un argumento fluido, más orgánico. Y lo entiendes… sin embargo, ¿aquí como quieren que lo entienda? ¿Solo porque ella era 'cruel' e impulsiva a veces y esos argumentos rellenaban algo coherente en ese momento de la historia? Las justificaciones fuera de lo que la serie refleja por sí sola no sirven para nada, es como querer inventar argumentos porque algo está saliendo mal.
En fin, hablo con frustración y como dije, esta historia surgió por eso. De hecho, al final resultó tan empalagosa que me sorprendí, pero digamos que más o menos lo necesitaba.
Es un solo capítulo porque no pretendo creerme mejor escritora que nadie (y de hecho estoy bastante oxidada en eso, a decir verdad) y sé que darle un final a esta historia es bastante complicado. O no sé ya.
Bueno, espero que a alguien más le sirva para descargar un poco su frustración. Al principio la historia sigue únicamente las emociones de Dany tras los sucesos del episodio 8x04 y al final ya toma su propio rumbo.
oOoOoOo
Dolor.
Cuando él la soltó y se alejó de ella, rechazándola, un fuerte dolor le aplastó el pecho. Discutieron, ella escondió todo lo que pudo el dolor que estaba sintiendo. Quizá él no lo entendía, pero ella estaba perdiéndolo a él tanto como al objetivo por el cual había dedicado toda su vida.
Daenerys salió de la habitación de Jon, molesta. Con él, con ella misma. Le había suplicado, le había suplicado aun sabiendo que él era demasiado honorable para mantener una mentira de esa magnitud. Dioses, por esa actitud misma lo amaba, pero toda esta situación estaba rompiendo algo dentro de ella.
Llegó a su habitación y se encerró. Se sentó en la cama, llevándose las manos al rostro y suspiró pesadamente. Le dolía el cuerpo y sentía la espalda rígida por el estrés. Observó el fuego de la chimenea y sintió las lágrimas arremolinarse en sus ojos. Se levantó y se limpió los ojos con furia. Se sentía… indefensa, vulnerable y lo odiaba. Hacía tanto tiempo que no se sentía de esa forma y no era placentero recordarlo.
En algún momento de los últimos meses, desde que había conocido a Jon Snow y se había enamorado de él, creyó que finalmente había encontrado su hogar. Algo que ella añoraba de Poniente, que buscaba con desesperación. Un lugar simplemente al cual pertenecer. Nunca lo había sentido en Essos y siempre pensó que llegando al hogar de sus ancestros, lo iba a encontrar. Sin embargo, en ese momento, mirando el fuego, se dio cuenta que posiblemente nunca pudiera encontrarlo.
Le temblaron las manos cuando se apoyó en la chimenea, escuchaba a los soldados y familias festejar afuera del castillo, sumidos en la felicidad que ella podría estar sintiendo pero que no sentía. El humo de las piras aún se observaba en el horizonte y Daenerys apretó los labios, recordando a Jorah. De repente, sintió la necesidad de irse de ese lugar. Había sacrificado tanto por Jon y por el norte, y aun así nadie parecía quererla.
Tomó sus guantes y se dirigió a la salida.
Caminó atravesando los pasillos, fríos y poco iluminados, escuchando los vestigios del festín en el gran salón. Cruzó la salida hacia los terrenos del castillo y el gélido viento le golpeó el rostro. Se detuvo un momento, respirando pesadamente y miró el cielo.
Era hermoso. El norte en su plenitud, era simplemente hermoso.
Siguió caminando, algunos la miraron, curiosos, pero nadie parecía demasiado sobrio para preguntarse por qué la reina vagaba fuera del castillo a esas horas.
Cruzó rápidamente la gran puerta de madera que recién habían reparado y caminó fuera del castillo, ignorando el humo de las hogueras que se desvanecía en el horizonte. Se dirigió a una colina lejana, donde sus hijos descansaban, escondida en la oscuridad y evitando a los soldados que descansaban después de festejar.
Ambos dragones la miraron en la oscuridad, Rhaegal incorporó su largo cuello lentamente, aun con varias heridas en su costado y su ala. Su madre le acarició el rostro con amabilidad y cariño. Drogon se quedó quieto, echado, observándolos. Daenerys se acercó a él y también le acarició el rostro soltando un suspiro.
Se dio cuenta que temblaba y se sentó frente al hueco que Drogon dejaba libre entre una de sus alas y su cuerpo para tener un poco de su calor. Rhaegal se volvió a echar frente a ellos, tapando el viento helado para su madre y los tres permanecieron en esa posición por el resto de la noche.
Drogon se removió y ella abrió los ojos pesadamente. Apenas había dormido en toda la noche, y le dolía el cuerpo por haber permanecido en el frío, aunque los dragones habían hecho un pequeño nido a su alrededor y la nieve estaba ligeramente derretida donde ella estaba sentada.
Levantó una mano y se tapó el rostro de los rayos del sol. Drogon se incorporó cuando su madre se había separado ligeramente de él y extendió las alas. Daenerys se frotó la sien mientras veía como Drogon alzaba el vuelo y dejaba escapar un rugido ligero. Rhaegal lo miró, pero se quedó quieto, aun adolorido por sus heridas.
– Pronto estarás mejor – susurró, acariciándolo. Se incorporó y observó a lo lejos el castillo. Sospechaba que aún era muy temprano, sin embargo, ya había gente moviéndose. Vio las pocas tiendas que quedaban del ejército de los Dothraki y apretó los labios.
Mientras pensaba si quedarse con sus dragones, o volar con Drogon por el resto del día, vio tres figuras acercarse a ella. Suspiró al reconocer quién encabezaba el grupo.
Jon la miró y aceleró el paso hasta estar a un metro de ella. La observó con preocupación y ella estuvo a punto de desviarle la mirada. Se controló y tragó saliva, tampoco pretendía demostrarle cuán incómoda –o dolorosa– le resultaba su presencia en ese momento.
– Mi reina, estábamos preocupados por ti – dijo tras una pausa. Daenerys sintió como se le estrujaba el pecho y agradeció que los inmaculados que iban detrás de él los alcanzaran. Hicieron una reverencia en su dirección y ella les regresó el saludo en silencio. – Missandei se dio cuenta esta mañana que no habías pasado la noche en tu habitación y hemos estado buscándote desde entonces… ¿Has dormido aquí afuera? – preguntó de repente, alarmado.
– Necesitaba aire – musitó mientras empezaba a caminar, pasando a su lado sin mirarlo.
– Daenerys, espera. – Jon alcanzó su brazo y la detuvo. Estaba helada. Ella se sorprendió y lo miró con una mezcla de molestia e indignación. Se soltó rápidamente y lo miró con dureza. Jon tragó saliva. – Disculpa… yo solo, estoy preocupado por ti… ¿estás bien? Sé que nuestra conversación de anoche no fue placentera pero yo– se frenó, con ojos suplicantes, muy consciente de los Inmaculados que los observaban a unos pasos de distancia. Los ojos de ella eran fríos, y su expresión endurecida y feroz le recordó a Jon aquella vez que la había conocido.
A ella le dolía el cuerpo, estaba cansada y lo último que quería en ese momento era verlo.
– Estoy bien – mintió. – En este momento hay cosas más importantes que discutir – dijo y se volvió, dándole la espalda nuevamente y caminando un poco más rápido de lo que le hubiera gustado, en dirección al castillo. Adiós a su idea de pasar el día con sus dragones.
En cuanto terminaron la reunión aquella tarde, Daenerys salió más molesta que antes. Era claro que Sansa Stark la odiaba y no entendía por qué ninguno de los presentes entendía que ella necesitaba con urgencia irse de ese lugar, marchar a Desembarco del Rey y recuperar el Trono de Hierro. No era mentira que habían pasado meses desde que hablaron con Cersei y mientras Daenerys perdía a su ejército, ella había fortalecido el suyo. Todo lo que hizo previamente para evitar esta situación había sido en vano, perder a Viserion había sido en vano.
Sintió como Tyrion la miraba, pero tampoco estaba de humor para hablar (o discutir posiblemente) con él. Le pidió a Missandei que le llevara la cena a su habitación, sin ganas de estar cerca de nadie por el resto del día.
Después de un par de horas se recostó, sin apenas tocar su comida, cansada después de tomar un baño y sintiendo los ojos pesados, sin embargo, tenía miedo de dormir. Había muchos pensamientos que no quería tener. Pensamientos y sentimientos oscuros, pesadillas que quería evitar.
Por un momento, sintió el anhelo desesperado que Jon tocara su puerta, que cruzara a su habitación y que la abrazara, como antes. Se sintió estúpida… y pequeña.
Se giró sobre la cama y miró el techo de piedra unos segundos antes de taparse los ojos con el brazo, tratando vanamente de evitar algo que sabía que esa noche no podría evitar. Sintió las lágrimas pelear por salir de sus ojos y apretó los puños con fuerza.
Había perdido a tantos soldados que confiaron en ella, que creyeron en ella. Había perdido a Jorah, a la persona que mayor lealtad le había mostrado, regresando con ella tantas veces y aconsejándola tantas otras. Él, que había estado con ella desde el principio, desde que ella era sólo una niña débil y patética. Ahora que había muerto, aquellos recuerdos de su vida parecían querer desvanecerse con él.
Y ahora… ahora posiblemente también había perdido a Jon. Las lágrimas que había contenido desde que había discutido con él sobre su linaje, finalmente le habían ganado y se deslizaban silenciosamente por sus mejillas.
Lloró.
Lloró como no lo había hecho desde que Viserion había muerto, permitiéndose ser débil en la soledad de su habitación, y en algún momento de la noche, se quedó dormida.
Dos días después de su crisis emocional, el ejército de Daenerys finalmente dejaba Invernalia. Se acomodó los guantes y el abrigo y miró a los hermanos Stark mientras se despedían. Arya y Sansa conversaban quedamente con Jon antes de que la más pequeña se girara hacia Sansa y la abrazara con fuerza, se separó, miró a Jon con intensidad y le tocó el hombro antes de alejarse de ellos.
Daenerys desvió la mirada, incómoda. Esperó a que Jon y Sansa terminaran su despedida con un abrazo y carraspeó antes de acercarse a ellos.
– Lady Stark, – ella la miró. Daenerys vio el reflejo de desdén y desconfianza en sus ojos, pero supuso que su propia expresión no podría ser mejor, dado la tensión que sentía en su rostro. – Te agradezco mucho la hospitalidad, espero que nuestra siguiente reunión sea para festejar nuestra victoria, – sonrió levemente y extendió su mano, consciente que Jon las miraba. Sansa entrecerró los ojos, pero al final le devolvió el gesto.
– Le deseo suerte en la guerra, su majestad – murmuró, dedicándole una sonrisa forzada. Daenerys sospechaba que le deseaba lo contrario. Se dio media vuelta sin decir nada más, pasó al lado de Jon sin mirarlo y se alejó de ellos con paso tranquilo pero firme.
Salió del castillo sin querer mirar atrás y subió la colina donde sus dragones la esperaban.
Se acercó a Drogon y Rhaegal, y observó como el último ascendía a los cielos con cierta dificultad. Sonrió levemente, liberando ligeramente la tensión de su cuerpo y montó a Drogon para alzar el vuelo.
No volteó el rostro mientras se alejaba de Invernalia. Los recuerdos amargos de ese lugar superaban los recuerdos felices que había tenido ahí y ella solo quería escapar de ellos.
Dolor.
Furia.
Mientras se alejaba de la flota de Euron Greyjoy, solo sentía dolor y furia. Apretó sus manos fuertemente en torno a las espinas de Drogon y bajó el rostro, derrotada, jadeando quedamente del dolor que le aplastaba el pecho.
Los habían emboscado en su regreso a Rocadragón y había visto con desesperación como tres grandes flechas habían atravesado a Rhaegal.
Se alejó lo más que pudo, intentando apartar del peligro al último de sus hijos.
Apretó los labios y miró con desesperación como la flota de los Hijos de Hierro atacaba sus barcos. Quiso ir a ayudarlos, por un momento casi lo hizo. Pero pensó en Rhaegal y el dolor del pecho regresó para frenarla. Lágrimas pesadas cayeron de sus ojos y se alejó con Drogon mientras rezaba que sus amigos sobrevivieran.
Aterrizó sobre una de las altas colinas de Rocadragón, al lado contrario de donde los habían atacado y se dejó caer al pasto, tapándose el rostro con ambas manos mientras sollozaba. Sintió como su corazón se rompía un poco más y creyó que no podría soportar el dolor.
Estaba furiosa. La furia ayudaba a esconder su dolor. Quería ir con Drogon y matar a Cersei Lannister. Quería verla morir. Escuchaba apenas la mitad de lo que Varys o Tyrion estaban diciendo, y sólo podía pensar en Rhaegal y Missandei.
Exhaló fuertemente y miró a Varys con dureza. No le importaba, en realidad, en ese momento, nada de lo que decía le importaba.
Cersei había volado el Gran Septo de Baelor, había matado a muchos inocentes y había conspirado para destruir familias enteras. A la de Jon, por ejemplo. Sin embargo, ella quería matarla y todos parecían creer que estaba perdiendo la cabeza. Ella.
A lo largo de los años había cometido errores de todo tipo, el más recurrente era el de confiar en las personas equivocadas. Había unos errores que aún la torturaban en sus sueños y otros que le habían ayudado a crecer como persona.
Sin embargo, siempre, siempre intentaba escuchar a sus consejeros. A todos. Algunos de ellos frenaban sus impulsos más oscuros y ella lo sabía.
A veces olvidaba que el poder que tenía podía dañar a mucha gente. Y lo sabía.
Sin embargo, en ese momento, cuando sentía que todo se derrumbaba a su alrededor, no quería escucharlos, no quería.
Aun así, lo hizo.
Aceptó lo que Tyrion dijo. Le daría una última oportunidad a Cersei de rendirse, si no funcionaba, nadie podría detenerla de dejar caer el infiero sobre ellos.
No funcionó.
Apretó los dientes y se giró, furiosa. Se sintió mareada y los ojos se le llenaron de lágrimas mientras se separaba de la pequeña compañía de inmaculados que la acompañaban. Trastabilló mientras se alejaba, sintió el dolor de Gusano Gris a su espalda y ella quiso escapar y sumirse en su propio dolor.
Missandei había sido su mejor amiga y consejera durante tantos años, y verla morir de esa forma había sido desgarrador. Quizá si nunca la hubiera traído a Poniente… quizá ella… o Jorah…
Tembló fuertemente y apretó el paso, llegando con Drogon. El impulso de ir y destruir a Cersei creció incontrolablemente. Apretó su rostro en sus manos y supo que tenía, debía, esperar a Jon y el resto de su ejército antes de poder atacar.
Había pasado una semana desde que Cersei había ejecutado a Missandei y ella se encerró en su habitación sin ganas de ver a nadie.
Recostada en la cama, sintió como el fuego de la chimenea se extinguía poco a poco. No quiso levantarse, no le importó que la habitación se sumiera en las penumbras o que el frío de la noche la envolviera.
Tyrion había intentado varias veces hablar, reconfortarla, pero ella se había negado. No había comido nada y se sentía débil y cansada. Muy cansada. Quizá cansada de todo.
Alguien tocó a su puerta, y apenas lo escuchó. Por un momento creyó que lo había imaginado, pero unos segundos después tocaron nuevamente un poco más fuerte que la primera vez.
No se levantó. Se iría, Tyrion intentaría un par de veces más, le diría que comiera algo de lo que había llevado y finalmente se iría.
Le estaba dando la espalda a la puerta y no escuchó cuando ésta se abrió.
– Daenerys… – Su cuerpo se tensó, se incorporó rápidamente y la falta de alimento hizo que su cabeza diera vueltas. Lo miró ¿Cuándo había llegado? – Lo siento mucho, Dany. No podría nunca entender lo que estás pasando o sintiendo. – Jon la observó con esos ojos cálidos que la hicieron temblar de algo que no supo interpretar. Llevaba una bandeja con comida en las manos y la dejó sobre una mesita al lado de la chimenea. Se arrodilló sin decir nada y avivó el fuego antes de acercarse a ella, dejando su espada encima de una de las sillas de la habitación. No llevaba puesto su característico abrigo de piel grueso ni el peto de la armadura, así que ella asumió que hacía ya algunas horas desde que había llegado.
Jon se sentó a su lado sin dejar de verla y suspiró. Ella se dio cuenta que no había dejado de verlo tampoco y también suspiró, cerrando los ojos. Se sobresaltó cuando sintió la mano de él sobre su rostro y abrió los ojos.
– Tyrion me ha dicho que no has comido nada – murmuró él, y le acarició el rostro. Se veía cansada, triste y… destrozada. Tenía ojeras oscuras bajo los ojos, rojizos probablemente por llorar, y su cabello estaba despeinado, suelto de aquellas trenzas que solía mostrar con orgullo. Jon se atrevió a decir que incluso se veía más delgada que la última vez que la había visto en Invernalia, hacía casi un mes.
– ¿Cuándo llegaste? – preguntó ella, ignorando su comentario.
– Hace un par de horas – contestó y se levantó para tomar un plato humeante de la bandeja. Daenerys frenó el impulso de alargar su mano y evitar que se alejara de ella, en cambio, apretó las pieles de la cama con ambas manos. Jon le tendió el plato pero ella negó con la cabeza. Él suspiró pesadamente. – Necesitas comer…
– No tengo hambre.
– No importa, necesitas comer, - repitió él, sentándose de nuevo a su lado. Levantó la cuchara y le ofreció un poco de estofado. Ella solo lo miró y él le regresó la mirada tercamente. – No creí que te dieras por vencida de esta forma, Dany, si no comes, no tendrás fuerza para la batalla.
Su comentario no fue justo y ambos lo sabían. Finalmente, tras una larga pausa, Daenerys tomó la cuchara de sus manos, derrotada, y tragó el alimento con dificultad. Jon la observó en silencio y ella se sintió incómoda. Probablemente estaba despeinada, con una cara horrible y sólo traía puesto un delgado camisón que utilizaba para dormir.
Se terminó más de la mitad del estofado y cuando ya no parecía que fuera a comer más, Jon le retiró el plato y lo dejó a un lado. Le pasó un vaso con un poco de agua y ella tomó un sorbo antes de dejarlo a un lado también.
Se quedaron callados por unos minutos, viéndose el uno al otro. Daenerys no sabía muy bien qué hacer y aunque su primer impulso era estirar los brazos y abrazarlo, sabía que no podría soportar otro rechazo de él. No ahora.
Sin embargo, contra todo pronóstico, él alargó los brazos hacia ella y la abrazó. Daenerys se tensó, pero cuando él la apretó fuertemente, su cuerpo se relajó involuntariamente.
– Siento no haber estado aquí antes, – susurró en su oído. – Siento no haber estado contigo cuando todo pasó. – Ella no dijo nada, incapaz de hablar y sólo negó con la cabeza mientras sus brazos, los cuales había tratado de aferrar a la cama, se aferraron más bien a él con algo parecido a la desesperación.
Quería besarlo, quería que él la besara. Necesitaba fundirse en sus caricias para escapar un poco de la realidad. Apretó su rostro contra el hombro de él y frenó los impulsos que empezaban a surgir en su interior. Últimamente lo único que hacía era pelear contra ella misma.
– Vamos a derrotar a Cersei, te lo prometo – susurró Jon, que sentía el pecho arder a causa de la desesperación de ella.
– La mataré, los mataré. Van a pagar, todos ellos.
– Dany…
Levantó la cabeza y lo miró. La observaba con aquellos ojos asustados con los que Tyrion y Varys también la observaban cuando intentaban convencerla de no hacer algo.
– Se lo merece, Jon. Ella… todos me ven como si yo hiciera algo malo, – apretó la mandíbula con una furia creciente. – Perdí tantas cosas por esperar, por ser paciente, por no atacar cuando tuve la oportunidad. Ahora tengo menos de la mitad de mi ejército y solo me queda Drogon, – se le quebró la voz. – No entiendo qué es lo que todos ustedes esperan que yo haga.
– Hay gente inocente en ese castillo, Dany. No puedes entrar y quemarlo todo.
Se separó de él con furia. Agradeció haber comido, así pudo levantarse de la cama sin tanto esfuerzo. Se acercó a la chimenea y se frotó el rostro con las manos. Estaba cansada de intentar entrar en razón con todo mundo, sentía que nadie la apoyaba o entendía. Ni siquiera sabía por qué tenía que intentar convencerlos. Ella era la reina al final de cuentas.
– Gracias por la comida, Jon, pero deberías marcharte – musitó con frialdad. Jon se levantó pero no se marchó. Se acercó a ella y le puso una mano en el hombro. Daenerys sintió como los músculos se le tensaban.
– Mírame, Daenerys, – le pidió pero ella no se giró. Jon suspiró. – La vamos a vencer, juntos podemos encontrar la mejor forma. Has perdido mucho y lo entiendo, pero ella es la culpable. No el pueblo.
– Tampoco quiero ver a todos morir, – susurró, aun sin mirarlo. – Pero no sé de qué otra forma podemos vencerla. Necesito atacar, no puedo simplemente sitiar la ciudad y esperar años hasta que el pueblo me apoye. Tú y yo sabemos que probablemente eso nunca pase de todas formas.
Jon sintió la tristeza de su voz, pero sobretodo la derrota y no supo qué decir.
– Márchate, Jon. En estos momentos sólo hay una cosa que quiero de ti y sé que no estás dispuesto a darme, – le dijo con amargura. Jon tragó saliva con esfuerzo y su brazo se separó de ella. Daenerys apretó la mandíbula, dolida.
Él la rodeó y se puso delante de ella, mirándola intensamente.
– A veces me recuerdas a un norteño ¿sabes? Eres tan terca todo el tiempo, – le tomó el rostro con ambas manos y presionó sus labios contra los de ella. Movió sus labios en un beso dulce y lento, dándose cuenta cuánto había extrañado esa sensación aterciopelada de sus besos.
Jon entendió que no podía seguir evitándola o tratando de fingir que no sentía ya nada por ella. Aun menos después de verla tan vulnerable y rota. Entendió por su voz, que probablemente él le había hecho daño, a pesar de que en un principio solo pensó que la verdad sobre él la había enfurecido. Entendió que ella lo necesitaba y si él la abandonaba ahora, ella estaría perdida.
Al principio, ella se resistió. Subió las manos a su pecho e intentó empujarlo, pero él no se apartó.
La aferró hacia él y se giró hasta encerrarla contra la pared. Daenerys dejó escapar un gemido ahogado y empezó a responder el beso con ansiedad. Asió su ropa hacia ella, necesitándolo. Jon rompió el beso y bajó sus labios hasta su cuello, succionando levemente la piel más sensible debajo de su oreja.
Ella entreabrió los ojos y se mordió el labio.
– Jon… – susurró, enterrando sus manos en su cabello oscuro y aspirando el aroma de su cuerpo que tanto había anhelado las últimas semanas. – Si v-vas… si vas a retractarte… d-deberías… – Jon le besó los labios mientras bajaba sus manos hasta alcanzar sus muslos. La cargó, sin dejar de besarla, y la llevó hacia la cama, donde la recostó y se acomodó sobre ella.
– Te necesito… – le dijo antes de besarla de nuevo. Daenerys sintió algo tremendamente cálido en el pecho. Algo que le llenó los ojos de lágrimas que, sin embargo, no se derramaron.
– Yo también… No sabes cómo te extrañé, – confesó, sin importarle mucho que sonara tan vulnerable. En ese momento lo necesitaba, necesitaba que él le demostrara que a pesar de todo lo que había perdido, él aún era suyo y ella de él... aunque eso implicara tantas cosas en las que no quería pensar.
Jon se incorporó y empezó a desabrocharse la parte superior de su vestimenta con apremio, arrojándola a algún lado de la habitación. A Daenerys le estaba dando vueltas la cabeza y sentía el temblor de los brazos ante la expectativa de lo que iba a ocurrir. Cuando Jon se sentó para quitarse las botas, ella no pudo contenerse más y alargó sus brazos para tocarle la espalda. Jon sonrió y se giró a ella para besarla, sacudiéndose las botas en el proceso.
Se separaron para que él pudiera desabrochar el delgado camisón que ella traía puesto, y levantó los brazos para que él pudiera retirarlo con mayor facilidad, dejándola completamente desnuda. Se besaron nuevamente, jadeando al unísono cuando sus pechos desnudos se tocaron. Jon acarició su espalda, pasando por sus costados y separándose ligeramente de ella para abarcar sus senos con ambas manos. Daenerys gimió de placer y le jaló levemente el cabello, besándolo con urgencia mientras él acariciaba sus pezones.
De repente, Jon la incorporó hacia él y ella solo atinó a levantar una pierna y acomodarse en su regazo, sintiendo la dureza de su intimidad bajo ella. Se separaron unos segundos y se miraron, respirando entrecortadamente. Él levantó una mano y le acarició el rostro con cariño.
– Eres tan hermosa…
A Daenerys se le secó la garganta y apretó la mandíbula tratando de apaciguar sus emociones. No pudo controlarlas y desvió la mirada, sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas nuevamente.
– ¿Estás bien? – le preguntó él, preocupado. Ella cerró los ojos y asintió. Lo besó de nuevo, sintiendo como las lágrimas bajaban por sus mejillas. Jon no respondió a la pasión del beso y la separó de él nuevamente, tomándole el rostro con ambas manos y limpiándole suavemente las lágrimas. – Dany…
Ella negó con la cabeza y aspiró profundamente mirando hacia arriba.
– No es nada… yo sólo… No pretendo que nuestros problemas se solucionen con esto, sólo necesito que me hagas olvidar todo por un rato. – Jon la miró con tristeza y la besó de nuevo, empezaba a creer que ni ella misma entendía lo frágil que estaba.
La recostó sobre la cama y se apoyó sobre uno de sus brazos a un costado de ella. Sin dejar de besarla, bajó una de sus manos hasta su intimidad e introdujo un dedo en ella, viéndola arquear su cuerpo por la sorpresa y el placer. Introdujo un segundo dedo y Daenerys soltó un grito ahogado.
Jon dejó sus labios para bajar hasta su cuello, donde se entretuvo un momento, escuchando como ella jadeaba quedamente y le enterraba los dedos en los hombros mientras su cuerpo respondía a sus caricias. Dejó su cuello y bajó hasta atrapar uno de sus pezones con los labios, succionándolo y acariciándolo con la lengua sin dejar de mover los dedos sobre su intimidad.
No pasó mucho tiempo hasta que ella jadeara intensamente y su cuerpo se retorciera por el placer al momento de llegar al éxtasis. Lo jaló del cabello para atraerlo hacia ella y lo besó profundamente, gimiendo fuertemente contra su boca.
Se besaron por unos segundos, él esperando que Daenerys se recuperara aunque la presión de su propia excitación empezaba a resultarle dolorosa. Se separó nuevamente de ella y retiró la mano de su intimidad para desabrocharse y quitarse los pantalones.
Una vez completamente desnudo, se recostó sobre ella y se acomodó entre sus piernas, besándola de nuevo. Se introdujo en ella con un movimiento rápido y ambos jadearon, él demasiado excitado y ella totalmente lista para él. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuvieron juntos de esa manera y el deseo era tan intenso, que él se preguntó cómo pudo ser tan idiota de pensar en alejarse de ella. Estar con ella se sentía tan correcto. La amaba de una forma descontrolada, casi dolorosa.
Jon hubiera querido hacerle el amor lentamente, pero los gemidos y movimientos de Daenerys lo estaban volviendo loco. Nublado por la pasión de ambos, la embistió con movimientos fuertes y constantes, besándola cuando podía y respondiendo a la rapidez con la que ella misma se estaba moviendo.
Empezó a sentir como un calor se concentraba en su vientre bajo y empezó a moverse con mayor rapidez mientras ella le enterraba las uñas en la espalda y gemía fuertemente, besando su cuello o mordiendo su hombro. Pasaron unos minutos hasta que Jon jadeó de placer cuando alcanzó su propio éxtasis y la besó intensamente mientras ambos intentaban recuperarse.
Tras unos segundos en esa posición y con el temor de estar aplastándola, se separó de ella a regañadientes y se acostó a su lado, aspirando profundamente su aroma tratando de recomponer su respiración. Se giró a mirarla y alargó su brazo para atraerla hacia él. Daenerys se acomodó sobre su pecho, escuchando el fuerte latir de su corazón y cerró los ojos, exhausta y satisfecha.
– Te amo – le susurró él quedamente. Ella abrió los ojos, adormilada.
– ¿Te quedarás a pasar la noche conmigo? – preguntó, con un poco de ansiedad.
– Por supuesto que sí. – Jon le acarició el rostro y ella cerró los ojos de nuevo, satisfecha con la respuesta.
Pasaron unos segundos en los cuales Jon creyó que ella se había quedado dormida, pues su respiración se acompasó tranquilamente, pero entonces, escuchó:
– Yo también te amo. – Sólo después, ella se sumió profundamente en el mundo de los sueños.
La ventana alta de la habitación de Daenerys aun dejaba entrever el ligero brillo de la luna cuando él se despertó. Bajó la mirada y la vio dormida, apoyada sobre su pecho. Apenas se había movido durante sus horas de sueño y Jon intuía qué hacía días que ella no había descansado de esa forma.
Calculaba que aún quedaban un par de horas de oscuridad, así que, girándose levemente, la besó despacio en los labios. Ella tardó unos segundos en responderle, aun adormilada. Jon le acarició los pechos con delicadeza y hundió su lengua en su boca mientras ella le acariciaba la nuca, subiendo las manos hasta hundirlas en su cabello y respondiendo a la pasión de su beso.
Cuando ella gimió bajó sus caricias, Jon sonrió.
Hicieron el amor despacio, disfrutando el uno del otro y dejando un poco la pasión desenfrenada de hacía horas atrás. Cuando terminaron, satisfechos el uno del otro, se acomodaron en sus respectivos costados mientras se miraban fijamente.
Jon le acarició el rostro y ella cerró los ojos, presionando su mano contra la de él y girando su rostro para besarle la palma tiernamente.
– Lo siento, – musitó él de repente.
– ¿Q-ué es lo que sientes? – le preguntó ella, ligeramente alarmada, temiendo que él se arrepintiera de lo que había pasado entre ellos.
– Siento haberte hecho a un lado. – Daenerys dejó escapar el aire que apenas notó estar conteniendo. – Todo fue tan difícil para mí, que fueras mi pariente y eso, pero aun así no lo merecías. Si no hubiera intentado evitarte quizá todo hubiera sido diferente. Me concentré tanto en mis sentimientos, que nunca consideré los tuyos.
– No fue sólo tú culpa, Jon, quizá te presioné demasiado, tuve miedo de ti y me importó tanto el trono que quizá yo misma te obligué a que te apartaras. Además, estás aquí conmigo en este momento y eso es lo que importa.
– Claramente no pude soportar estar tanto tiempo sin ti, – sonrió. Ella le devolvió la sonrisa. Parecía más feliz, pero sus ojos seguían apagados. – Supongo que aún tenemos que hablar, – susurró él, jugueteando con su mano. Ella asintió, resignada. – Tengo algo que decirte…
Daenerys miró sus manos entrelazadas por unos momentos y después respiró profundamente antes de mirarlo a los ojos.
– ¿Quién lo sabe?
– Mis hermanas.
Ella cerró los ojos y se giró, quedando boca arriba. Suspiró pesadamente pero no soltó la mano de él. Jon se acercó un poco más a ella y afianzó sus manos entrelazadas.
– No voy a permitir que nadie robe lo que es tuyo, Dany. Te lo vuelvo a repetir, tú eres mi reina y eso nadie lo va a cambiar ni mucho menos destruir. Simplemente no lo voy a permitir.
Ella no respondió, lo miró nuevamente, con una pesadez en los ojos y la misma expresión derrotada que tenía cuando recién entró a su habitación. Jon la miró con angustia y ella se dio cuenta, aunque lo malinterpretó.
– No necesitas sentir compasión por mí, Jon.
–No es eso lo que siento por ti, – le dijo – de alguna forma, desde que te conocí siempre has tenido esta fortaleza que pareciera irrompible, como si nada pudiera afectarte. Incluso cuando murió Viserion y viniste a mi habitación, aunque parecías tan vulnerable como ahora, tu mirada seguía teniendo esa fortaleza increíble que incluso llegó a intimidarme… – Jon le besó la mano y ella sonrió levemente. – Ahora, desde la batalla y con todo lo que ha pasado, tus ojos parecen tan distintos, y me preocupa. No es compasión, Dany, eso jamás.
– Tyrion y Varys están convencidos de que mi mente se ha vuelto inestable y al parecer piensan que me convertiré en lo que mi padre se convirtió, – murmuró, mirando de nuevo el techo y frotándose la frente con su mano libre. – Quizá tengan razón…
– Sigues siendo una persona de carne y hueso, Daenerys, y has sufrido más que muchos de nosotros en tan solo unos pocos días. Tienes derecho a tener una crisis emocional de vez en cuando, – le dijo con dureza. Le retiró la mano de su frente y la obligó a mirarlo con gentileza. – Eso no significa nada.
Ella pensó que quizá si él pudiera ver sus pensamientos, entonces opinaría distinto.
– Si hubieras conocido a la persona que era antes de convertirme en lo que soy ahora, quizá te hubiera decepcionado.
– Eso nunca pasaría, probablemente me hubiera enamorado como tonto de todas formas, – afirmó, sin dudarlo.
Ella sonrió y depositó un tierno beso en sus labios.
– No me refiero a eso… también es acerca de cómo me siento, tan indefensa y débil. No me gusta, he peleado toda mi vida para no sentirme otra vez de esta forma y ahora que intento evitarlo con todas mis fuerzas, simplemente no puedo, – sonrió con tristeza.
– No necesitas cargar con todo tú sola, Dany. Me tienes a mí. – Jaló la mano de ella y la apretó contra su pecho, justo por encima de los latidos de su corazón. – Sé que… sé que has perdido a gente valiosa… a Jorah, a Missandei, sé… puedo ver lo que significaban para ti. Pero yo sigo aquí, Tyrion sigue aquí.
Ella respiró profundamente y asintió.
– Todo lo que siempre quise fue un hogar, – musitó, luego de unos segundos en silencio. – Una familia. Desde niña, siempre relacioné una familia con el abuso de mi hermano. Crecí cumpliendo todas sus órdenes, le tenía tanto miedo que ni siquiera cuando me vendió como esclava ante los Dothrakis pude imponerme ante él. – Jon apretó la mandíbula, sintiendo un vacío enorme al imaginarla siendo maltratada física y mentalmente cuando tan solo era una niña. Él había recibido algo de eso cuando era niño y no había sido placentero, sin embargo, estaba seguro que ella lo había pasado mil veces peor. Le pasó un brazo por debajo y la atrajo hacia él para envolverla en un abrazo. Ella lo agradeció besándole el hombro.
– No merecías nada de eso.
– Quizá no, pero eso es lo que me tocó… – murmuró mientras le acariciaba las cicatrices del pecho, pensando en el destino que también él había sufrido. – Al principio, con Drogo, todo fue tan difícil para mí. Ni siquiera podíamos entendernos. Dolía, todo el tiempo, al principio era lo más difícil. – Sintió como todo el cuerpo de Jon se tensó y lo besó de nuevo antes de continuar. – Eventualmente nos enamoramos y por un tiempo, creí que ese era el lugar al que pertenecía.
A Daenerys la invadió la nostalgia y cerró los ojos, perdiéndose un momento en los recuerdos.
– ¿Lo extrañas? – Ella asintió.
– A veces, – lo miró. –Nunca pensé que volvería a amar a nadie de la forma en la que lo amé a él. – Le tocó el rostro, – aunque estoy segura que mi amor por ti es mucho más fuerte, más intenso.
Jon la apretó más contra él y la besó profundamente. Pensó por un momento en lo que él había sentido por Ygritte y entendió lo que ella quería decir. Él la amaba de una forma que le apretaba el pecho, algo que ardía, algo que era más fuerte de lo que había sentido por Ygritte en su momento.
– Cuando lo perdí, a él junto con mi bebé, sentí que este mundo no era para mí… Me di por vencida, me recosté en la hoguera junto a sus cuerpos y estuve dispuesta a morir con ellos si mi plan no funcionaba, – suspiró pesadamente. – Sabes lo demás, de ahí es donde nacieron mis hijos. – Jon asintió. – Después de eso, Jorah, Missandei y algunos más que han muerto en el camino, han sido la única familia que he tenido además de mis dragones.
Daenerys se separó de él y se incorporó, sentándose sobre la cama, sin importarle que las sabanas se deslizaran de su cuerpo. Jon la miró y tragó saliva.
– He peleado toda mi vida… He vivido entre fuego y sangre creyendo que al llegar aquí iba a encontrar ese sentimiento de pertenecer a algún lugar otra vez. – Escondió el rostro entre sus manos y Jon se incorporó también y le tomó las muñecas, llamando su atención.
– Tú perteneces aquí. – Él vio que ella no estaba convencida de eso. Le apretó las manos para darle confianza. – Perteneces aquí, conmigo ¿eso no es suficiente?
Ella lo miró con ternura.
– Lo es, Jon, en este momento lo es. – Lo abrazó. En esa posición, Daenerys fue un poco más consiente de la desnudez de ambos e intentó besarlo con el deseo reavivándose dentro de ella, pero él no se lo permitió. Ella lo miró, preocupada. De repente, se preguntó si el miedo que sentía de que Jon se arrepintiera de lo que pasaba entre ellos iba a desaparecer en algún momento.
– Me voy a asegurar que realmente lo creas, Dany. Te prometo que haré lo que esté en mi poder para darte lo que tanto deseas. – La besó con fuerza y la empujó suavemente para recostarla sobre la cama.
Ya era muy entrada la mañana cuando Jon finalmente salió de la habitación de ella. Le había insistido que subiera con él a comer algo, pero ella lo había mirado con ojos apagados y le había dicho que aún no estaba de humor para ver a nadie más.
Él suspiró, caminando hacia las cocinas para poder llevarle algo de comer. Iba tan inmerso en sus pensamientos que no reconoció a la figura que se atravesó en su camino hasta que prácticamente chocó contra ella.
Varys lo miró, con curiosidad y cautela. Hizo una pequeña reverencia con la cabeza antes de hablar.
– ¿Cómo sigue? – Jon lo miró y frunció el ceño.
– Mejor, en este momento le llevaré algo de desayunar. – Varys asintió.
– Puedo enviar a alguien para que le lleve comida.
– Dudo mucho que acepte comida de alguien que no sea yo, – le dijo con algo de dureza y desconfianza. La mirada que aquel eunuco le estaba dedicando, lo hacía sentir molesto por alguna razón. Pasó a un lado de él sin mirarlo, dando por finalizada su conversación.
– Mi lord, necesitamos hablar. – Jon se detuvo y se giró a mirarlo. Había algo en su voz que le heló la sangre, como si supiera algo que no debería saber. Tragó saliva.
– ¿Hablar de qué?
– Daenerys está inestable, - le dijo, tranquilamente. – Su estado actual puede ser peligroso.
Jon apretó los puños antes de contestar.
– La reina está sufriendo, – dijo, arrastrando las palabras. Varys asintió, sin inmutarse por su molestia.
– Lo está, y eso es peligroso. Ambos sabemos lo que está planeando hacer. – Jon soltó aire pesadamente.
– Dime exactamente qué pretendes que yo haga.
– Lo único que deseo es el bienestar del pueblo. Y lo único de lo que estoy seguro en este momento, es quién debería ser el Targaryen sentado en el trono de hierro. – Lo miró intensamente, tan tranquilo que Jon se enfureció todavía más.
Lo sabía, sabía sobre su linaje, sabía quién era él.
– Daenerys es nuestra reina, – musitó, apretando la mandíbula tan fuerte que empezaba a dolerle.
– Sin embargo, tú deberías ser el Rey. Podrías serlo, sé que reinarías con honor. Ella no– Jon lo tomó de la parte superior de su abrigo y lo estrelló contra la dura pared de roca, interrumpiéndolo.
– Yo no deseo el trono de hierro. Daenerys es nuestra reina. Cuida tu lengua, Lord Varys, estás hablando de traición con la persona menos indicada. – Jon lo soltó y lo miró con dureza por unos segundos antes de girarse y alejarse de él.
– Espero que tengas razón, Jon Snow, – le dijo. – Espero que tengas razón creyendo en ella.
Jon no respondió y se alejó rápidamente, apretando la mandíbula, molesto con la situación. Cuando cruzó la puerta de las cocinas, también estaba preocupado.
Preocupado principalmente por lo que ella haría cuando se enterara de esto.
Jon entró a la habitación sin tocar la puerta. Encontró a Daenerys sentada sobre la cama, dándole la espalda y viendo hacia la ventana. Finalmente se había vestido y su cabello estaba recogido en una trenza un poco descuidada, pero al final de cuentas se veía un poco mejor.
Dejó la bandeja de comida sobre la mesita y se acercó a ella.
– Tyrion ha venido a verme… – le dijo sin verlo, antes de que él pudiera tocarla. – ¿No te he dicho lo que pasaría si le decías a tu hermana sobre tu linaje? – terminó, con algo de dureza.
Jon se congeló en su sitio, consciente de que ella estaba molesta.
– Varys me ha traicionado… ha enviado cartas a todo el reino proclamando que eres el legítimo heredero al trono de hierro. – Su voz, fría y monótona, logró causarle un escalofrío que recorrió su espina dorsal.
Jon apretó la mandíbula y tragó saliva con dificultad. Rodeó la cama y se arrodilló frente a Daenerys pero no la miró. Le tomó las manos y respiró profundamente, con alivio, cuando ella no lo apartó.
– Lo siento tanto, – le dijo con sinceridad, sintiendo un nudo en la garganta. – Soy un estúpido.
Ella le tocó el rostro y él levantó los ojos para mirarla. La mirada de ella estaba vacía.
– Tiene que morir.
Jon no dijo nada. Él había matado traidores, no podía decirle nada, no tenía derecho.
– Estoy más preocupado acerca de cómo te sientes tú al respecto.
Daenerys no habló por unos segundos, y por un momento, Jon creyó que no lo había escuchado.
– Estoy molesta, – aceptó ella, suspirando. – Pero por otro lado, me pregunto si lo que empiezan a temer de mí es verdad…
– ¿A qué te refieres?
– Nadie me ama aquí, Jon, lo único que sienten por mí es miedo.
– No te conocen.
– No, – aceptó ella, ese argumento siempre era el que se repetía en su cabeza para no pensar en otras razones. – Pero saben que la sangre del Rey Loco corre por mis venas. Ni siquiera mis propios consejeros parecen confiar en mí.
– Eso no es justo, Dany, si fuera de esa forma, yo también tengo sangre del Rey Loco corriendo por mis venas. – Daenerys lo miró y vio determinación en los ojos de él.
– La diferencia, Jon… la verdadera diferencia es que las personas que te criaron lo hicieron con amor, bajo un techo donde te enseñaron qué era lo correcto. Tu padre… Ned Stark sacrificó su honor por protegerte, – suspiró. – A mí me criaron con odio, con rencor y en un ambiente de violencia. Nunca tuve un hogar.
Jon la miró, molesto con lo que decía.
– Yo te conozco, Dany, y todas las desgracias de las que hablas son las que has superado para convertirte en la increíble persona que eres. Hablas como si fueran tus debilidades, pero yo pienso que son tus fortalezas. Peleaste por los débiles y los protegiste sin que nadie te lo pidiera, después de todo lo que pasaste, el mundo no debería haberte importado… y sin embargo, te importó.
Jon le tomó el rostro con ambas manos y se incorporó ligeramente, aun arrodillado enfrente de ella.
– Nadie te educó para ser así. Eso está en ti y a pesar de todas las adversidades, decidiste ser esta versión de ti misma que simplemente quiere ver un mundo mejor y tener un hogar ¿No es eso verdad?
Ella lo miró con los ojos cristalinos y él observó cómo sus labios temblaban. Asintió levemente y apretó las manos que él aún tenía sobre sus mejillas.
– Eso intento, – le dijo despacio, con la voz rasposa. Jon levantó el rostro y la besó con delicadeza, moviendo sus labios sobre los de ella con lentitud. – Gracias, – susurró ella después de unos segundos. Él la miro.
– No quiero el trono de hierro y nunca lo he querido, no me importa. En este momento sólo me importas tú y tu bienestar, y te prometo que caminaré a tu lado para levantarte si alguna vez tropiezas en tu reinado, estaré aquí mientras tú me lo permitas. – Por primera vez en su conversación, Daenerys sonrió, Jon vio algo de calidez en sus ojos y sintió una presión reconfortante en el pecho.
– ¿Eso es alguna clase de proposición, Lord Snow? – preguntó sin borrar la sonrisa de su rostro. Jon abrió la boca, sorprendido.
– Y-yo… yo n-no – balbuceó, ligeramente incómodo.
Daenerys suspiró sin dejar de sonreír, tocándole la mejilla con los dedos para que no se tomara tan en serio su comentario. Después de unos segundos, borró la sonrisa y se puso seria de repente.
– Me he estado preguntando… ¿Deseas que te llame por tu verdadero nombre? Yo… yo lo entendería. Tu linaje, tu posición… ya no son un secreto… – Jon bajó la mirada, sin saber qué contestar. – Ya no eres el bastardo de Invernalia.
– Soy Jon, Dany. Quizá sea un Targaryen por sangre, pero también soy un Stark. Si renuncio a mi nombre, temo que la parte de mi vida como un Stark desaparecerá, – dijo, decidido.
–Me gusta Jon, – susurró ella, bajó la cabeza hasta su altura y lo besó. – Seguiré amándote decidas lo que decidas. Eres mi familia, por sangre y por elección.
Jon se incorporó y se sentó al lado de ella. La besó despacio, con tranquilidad, le rodeó la cintura con los brazos y la apretó contra él. Daenerys rompió el beso tras unos segundos, con la respiración agitada. Suspiró pesadamente y se separó ligeramente de él.
– Hay… asuntos urgentes que debemos atender, – susurró, cerrando los ojos, tan cerca de él que sus labios rozaban su barba ligeramente.
– Sí… – La besó. Ella se separó de nuevo y le acarició el rostro.
– Jon… – él suspiró.
– Lo sé.
Se miraron un momento más antes de que Daenerys se levantara con pesadez. Le dio la espalda y de repente, perdió ligeramente el equilibrio, sosteniéndose apenas contra la pared. Jon la miró sorprendido y se levantó para acercarse hacia ella. Antes de poder alcanzarla, ella salió disparada hacia una esquina de la habitación, alcanzando precipitadamente un pequeño cuenco de madera y arrodillándose ante él, devolviendo lo poco que había comido la noche anterior.
Jon la observó, completamente sorprendido. Por un momento, sólo parpadeó fuertemente sin moverse de su lugar. Escuchó una arcada que lo sacó de su sorpresa inicial y se movió hasta arrodillarse a su espalda. Observó como ella se detenía, llevándose una mano a los ojos y respirando con dificultad. La frente le brillaba por la capa ligera de sudor por el esfuerzo y estaba más pálida de lo normal. Jon le alcanzó un vaso con agua y se lo tendió. Ella lo tomó con dificultad y se bebió el líquido de un trago. Las manos le temblaban.
– ¿Estás bien? – preguntó, preocupado. Le rodeó la cintura con un brazo, esperando su respuesta, brindándole apoyo para cuando ella estuviera lista para levantarse.
Daenerys respiraba profundamente y se quedó callada por unos segundos antes de contestar.
– Y-yo… – giró su cuerpo levemente, buscando su mirada y Jon ladeó su rostro para mirarla también. De repente, ella aspiró profundamente y abrió mucho los ojos. Desvió la mirada de él y se llevó una mano al rostro para taparse la boca.
– ¿Dany? ¿Estás bien? Estas preocupándome, ¿debería llamar a alguien? – Ella negó y le retuvo el brazo para evitar que él se levantara.
– He… he estado sintiéndome tan mal estos últimos días que yo… yo nunca lo pensé… y-yo– se frenó. Seguía respirando con fuerza y su silencio sólo aumentó la preocupación de Jon, estaba a punto de decirle que definitivamente iría a buscar a alguien cuando vio que ella se llevó una mano al vientre. La miró, sorprendido, y el cuerpo se le tensó violentamente.
Ella se giró sin que él moviera el brazo de su cintura y lo encaró, ambos aun arrodillados en el suelo. Daenerys abrió y cerró la boca por unos segundos y él tampoco parecía poder reaccionar.
– ¿Estás segura? – preguntó finalmente, con la voz ahogada. Ella sacudió la cabeza.
– Y-yo… no lo sé… yo… – se llevó la mano al rostro, con algo de frustración. – He estado tan emocional estas últimas semanas… y no he tenido apetito… es decir, los mareos y-y... – suspiró profundamente, buscando las palabras correctas. – No lo sé, sólo puedo asegurarte cómo se siente mi cuerpo y hasta este preciso momento que te tengo frente a mí, nunca había enlazado los síntomas con un posible embarazo. Pero sé cómo se siente, conozco estos síntomas.
Embarazo.
Jon la miraba sin realmente verla, con la boca ligeramente abierta, paralizado por sus palabras. Ella parecía preocupada, le tocó el rostro con los dedos y él reaccionó, tragando saliva y parpadeando fuertemente.
– Si esto fuera verdad… ¿Estarías… feliz? – preguntó ella, en un susurro, desviando la mirada hacia abajo, hacía su vientre.
Él la miró con los ojos cristalinos y aspiró profundamente. Le tomó el rostro con ambas manos y la besó fuertemente.
– ¿Recuerdas esa proposición que mencionaste hace un momento? – preguntó Jon, con la voz entrecortada.
Daenerys sonrió y por primera vez desde la noche anterior, esa sonrisa le llegó a los ojos.
oOoOoOo
Bueno, eso es todo. Espero que les haya gustado, ayudado o lo que sea.
Salió más romántico de lo que planeé en un principio, pero, como dije, lo necesitaba. Me molestó que nadie nunca le ofreció un poco de consuelo a Daenerys, y probablemente eso le hubiera ayudado. Es decir, en su cabeza, todos la habían traicionado, incluido el amor de su vida y sus consejeros, y sus mejores amigos habían muerto y también dos de sus dragones. Estaba destruida y nadie parecía querer ayudarla, en realidad al final te dicen que lo único que sienten por ella es miedo. Jon no tuvo ni la más iniciativa de darle un poco de consuelo, o bueno, serán los escritores los que decidieron eso.
En fin, de antemano agradezco a los que lean o comenten esta historia.
Saludos a todos :)
