Cap 1

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Gritos, insultos, sollozos entrecortados por palabras que eran difícil de entender, palabras que podían ser interpretadas como suplicas mientras que la otra voz, la voz que gritaba e insultaba sin piedad la que subía su tono sin miramientos, sin querer atender a lo que la otra voz, una voz débil y conciliadora quería decir.

Era una situación, una situación repetitiva a la cual las dos partes estaban acostumbradas o mas bien las tres partes, la tercera parte era la protectora, la que intervenía con su poca fuerza pero su gran voluntad, la que se paraba en frente entre las otras dos voces, que salían de dos siluetas, una de ellas grande y amenazadora, a la cual pertenecía aquella voz con las mismas características, la voz que insultaba la silueta que maltrataba, golpeaba, empujaba sin razón aparente. Silueta que pertenecía a un hombre, un hombre bipolar, con problemas de ira y con una doble personalidad, en estos momentos la personalidad presente y dominante no era otra que la violenta la que tenia aquellos problemas de ira.

Esta es la primera voz, la otra voz, que podemos clasificar como la víctima, era una mujer como ya habrán supuesto, una mujer que solía ser alegre y llena de vida, una mujer prisionera, prisionera de sus propios sentimientos, sentimientos hacia esa voz dominante, ese hombre inestable que la hacia sufrir.

Por ultimo estaba la tercera voz, la voz que se paraba entre las otras dos siluetas, los dos cuerpos, el del Victimario y el de la víctima, la voz que defendía a la víctima y se enfrentaba, voz perteneciente a una chica, una chica joven, adolescente para ser mas exactos, chica que defendía a su madre la cual en esto momentos se encontraba tirada en el suelo con sus manos tapando su cara golpeada, tirada a los pies de su hija que se enfrentaba valientemente a su esposo y el padrastro de esta.

-Aléjate maldito animal.

-Este asunto es entre tu madre y yo niñita, hazte a un lado.

-No lo haré, atáqueme a mi, yo no soy como mi madre, bastardo, a mi no me da miedo atacar.

-Isabella- se escucho la débil voz de la mujer en el piso- Hija tranquila no pasa nada, vete tienes que irte al instituto.

La chica ignoro por completo a su madre, esta situación se repetía constantemente, Isabella no dejaría sola a su madre hasta que el desperdicio de persona que estaba enfrente de ella se fuera. Era una rutina, una rutina enferma de la cual Isabella trataba de convencer a su madre, Renee, que escaparan, pero como suele decir la gente, el peor ciego es el que no quiere ver y su madre estaba ciega por sentimientos que su hija no alcanzaba a comprender y que, de seguro, ni ella misma podía entender.

¿Como se podría sentir algo por aquel monstruo, aquel hijo de puta que no merecía ni respirar el mismo aire que las demás personas?, esa pregunta rondaba la cabeza de Isabella todos los días, cuando se levantaba por las mañanas y encontraba la misma situación. Para esa pregunta no había respuesta, lo único que se puede decir es que Renee era una mujer masoquista, cuando era pequeña había sufrido de abusos físicos y verbales que la habían dejado bastante deshecha, pero cuando llego a cumplir la mayoría de edad se enamoro perdidamente de un hombre, un hombre que la cuidaba y protegía, un hombre con el cual tuvo una hija, un hombre perfecto; pero la vida no deseaba un final feliz para aquella mujer, aquel hombre murió, dejándola, devastada, junto con su hija, dejándola más vulnerable de lo que había sido antes, a la merced de cualquier desgracia, desgracia que llego años después, desgracia en disfrazada de un hombre, un hombre enmascarado que la enamoro, un hombre en el cual deposito todo su amor y esperanzas, un hombre que después de un tiempo quito su mascara y se dejo ver tal como era.

-Escuchaste a tu madre.- dijo el hombre que respondía al nombre de Phill

-Qué? Me tiene miedo? no es capaz de enfrentarse a alguien que si se defiende, que si da la cara, es usted más cobarde de lo que imagine.

Cuando termino de decir esto sintió como la cogían del cuello y la estrellaban contra la pared, se estaba ahogando pero como pudo sonrío amargamente, escucho como su madre gritaba a su lado pero solo la miro con una sonrisa triste antes de volver su vista al mal nacido que la sostenía de la garganta.

-Esfúmate.- dijo Phill acercando su rostro al de Isabella.

Ella simplemente le escupió en la cara, el rió de forma desagradable y asquerosa antes de levantarla del suelo, apretar su agarre en su garganta y golpearla contra la pared un vez mas. El grito de la madre se volvió a escuchar, esta vez la respuesta de Isabella hacia los gritos fue una mueca de dolor pero se recompuso a los pocos segundos, no quería mostrar lo débil que era, débil físicamente mas no de espíritu, su odio la hacia soportar el dolor para seguir enfrentando la situación, mostrando una actitud altiva y fuerte.

- Debes sentirte muy bien no?, mira a la mujer que "amas" tirada en el piso, con moretones en la cara… Eres un desperdicio de persona, un pobre intento de hombre que no sabe que hacer con su miserable vida, con problemas de personalidad, no vales nada Phill, nada y me puedes seguir golpeando pero eso no cambiara nada.

Al acabar de decir estas palabras alzo su pierna con fuerza, golpeando los genitales del hombre que al instante la soltó y llevo sus manos al área lastimada, Isabella se volteo a ver a su madre que estaba en el suelo llorando. Mientras se agachaba a su lado y la ayudaba a levantarse para que se fuera a su cuarto no pudo dejar de pensar en como esta situación se repetiría, aunque lo intentara una y otra vez mas no seria capaz de convencer a su madre de marcharse y como solo le quedaba soportar porque tampoco contaba con la opción de avisar a las autoridades. Su madre no se lo permitiría y ella no encontraba el valor; por mas increíble que sonara, no encontraba el valor de hacerlo, ella que se enfrentaba contra aquel monstruo, sin temor alguno no se veía en la capacidad de hacerlo, eso implicaría que todo la gente de aquel pequeño pueblo asqueroso y perdido se enterara de su situación, lo cual generaría lastima y compasión, cosas que ella no podía aguantar, actitudes que ya había percibido antes en las personas. Cuando su padre murió todos sus conocidos no hacían mas que compadecer a "la pobre niña" y una de las razones por lo que lo hacían era porque ellos conocían el carácter inestable de su madre, ese carácter que las había llevado a esta situación, un carácter que había causado que la niña desapareciera rápidamente, ella no era una niña, ni una adolescente tampoco, haba crecido para proteger a su madre cuando esta cayo en manos de aquel monstruo que se encontraba tirado aullando de dolor en estos momentos. Así que aunque fuera prácticamente inútil tratar de convencer a su madre y que fuera desgastante, agotador y auto destructivo para las dos seguir en esta situación, Isabella seguía en la misma posición.

Halo a su madre escaleras arriba, todo era una rutina repetitiva, cada vez que esta situación ocurría, que la personalidad inestable y salvaje de Phil salía sucedía lo mismo, gritos, insultos, sollozos y golpes luego todo se calmaba y volvía a una relativa paz, que era el momento en el cual el salía de la casa e Isabella podía respirar en paz, sabiendo que no volvería sino hasta la noche y que su madre estaría "segura" mientras ella asistía al instituto; no es que tuviera muchas ganas de asistir pero su madre insistía aunque a ella no le causara gracia dejarla sola y por eso siempre esperaba hasta que Phill se fuera de la casa para poder salir, razón por la cual siempre llegaba tarde o aveces no asistía lo cual afectaba directamente sus notas.

Después de unos minutos de estar sentada al lado de su madre, revisando las heridas que ella tenia y consolándola escucho como la puerta se abrió y minutos después un motor encenderse, se había ido…

Su madre ya se había tranquilizado pero seguía sentada ahí mirando el vacío sin decir nada simplemente escuchando a su hija hablar.

-Cuanto tiempo más? cuanto tiempo nos quedaremos aquí madre?, podemos irnos y dejar todo, mira como te maltrata como te insulta, te grita y te golpea.

-Yo..yo lo amo…

-Lo amas? Oh perfecto perfecto eso estaría bien si no fuera un abusador. Mamá mirame, mirame …

La madre seguía con la mirada perdida pensando en la situación que estaban viviendo, ella lo amaba, le había entregado su amor, algo que era muy serio en su caso, al estar falta de amor en su niñez había adquirido una autoestima baja y ademas de eso era un persona que al ver que alguien le mostraba afecto era difícil para ella no corresponderle y cuando lo hacia, cuando se entregaba a esa persona que había mostrado afecto hacia ella en algún momento ya no importaba lo que sucediera después, ella ya se encontraba atada a esa persona. Su maltrato hacia ella misma era tan grande y fuerte que no importaba cuanto maltrato o abusos sufriera de otra persona nunca superaría lo cual hacia que ella no interpretar las cosas como otras personas lo harían, si alguien la maltrataba menos de lo que ella se hacia a si misma en su mente, no había problema porque su propia mente le repetía una y otra vez que lo merecía que el afecto que esa persona le brindaba e era suficiente.

-Tienes que irte al instituto- dijo cuando salió de sus cavilaciones sin importarle lo que su hija le decía, ella no la entendía…

-Adios- respondió Isabella enojada, enojada consigo misma por no poder hacer nada, enojada por su impotencia, enojada con su madre y su ceguera, enojada y con hambre de venganza hacia aquel carcelero que se hacia llamar su padrastro.

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Al tiempo que todo esto sucedía una situación parecida pero a la vez muy diferente ocurría al otro lado de la ciudad.

Gritos, insulto, palabras de conciliación y cosas romperse, objetos tirados contra el piso o las paredes, una mujer fuera de si, una mujer con problemas, para ser mas exactos adicciones, a varios tipos de drogas pero de la cual era mas dependiente era a la droga legal, el alcohol. Siendo alcohólica y drogadicta su comportamiento era difícil de controlar y ahí se encontraba, en la sala de su casa, discutiendo, gritando, insultando y diciendo cosas incoherentes a su esposo, un hombre bueno que la amaba, que siempre la había amado y que solo la quería ayudar, sacarla de aquel vacío, aquel abismo en el cual se encontraba.

Al lado del hombre se encontraba su hijo, que a la vez que su padre era víctima de esta situación y también quería ayudar a su madre, a la cual quería, mas no podía decir que la amaba, habiendo crecido viendo su conducta, su actitud de madre desnaturalizada. Quería ayudarla, aunque en verdad era mas que todo por su padre, por si mismo, por la urgencia que tenía de terminar con esa situación tan agobiante que vivía compartiendo techo junto a una mujer que ya le costaba llamar madre.

Esa era la forma en que el la quería ayudar, el la entendía, durante los años había entendido que ella no deseaba la vida que llevaba, era un alma libre encerrada, lo cual había hecho que se comportara así, un comportamiento que había hecho que ese joven no la amara, había hecho que la actitud de su hijo cambiara. Él era un chico inteligente, cerrado, esquivo, engreído y que daba la imagen de carecer de sentimientos, cosa que no era del todo cierto pero no distaba mucho de La realidad, fácilmente se podría contar con los dedos de la mano las personas a las cuales le tenia afecto o confianza; pero a el no le importaba eso, en estos momentos estaba preocupado, buscando una forma de calmar la situación, el no quería que nadie se enterara, aunque poco le importaba la opinión de la gente, no quería que todas las personas en aquel aburrido, pequeño y desolado pueblo se enteraran de los problemas de su madre, comenzaran a compadecer al Doctor Carlisle Cullen por tener a una esposa que no lo amaba y que estaba consumida en el alcohol.

Por su parte le daba igual, el era el chico rechazado, pero no esencialmente por los demás, la raíz del rechazo social venia de el mismo, no hablaba con nadie, siempre mantenía una vista esquiva y fría que le daban un aire misterioso pero que a la misma vez ahuyentaba a la mayoría de personas, pero era solo su fachada. Las pocas personas que lo conocían sabia que tenía sentimientos, unos que no pertenecían a su edad, debido a que su juventud había quedado atrás antes de que empezara a ser consciente de esta.

-Aléjense de mi, déjenme en paz maldita sea, no los quiero ver, a ninguno de los dos.- grito Esme Cullen sacando a su hijo de sus pensamientos.

-Cariño, calmate, tranquila si?, sube a tu cuarto y descansa, no hay problema.- respondió Carlisle calmado, pero sus ojos mostraba lo desesperado que se encontraba en estos momentos.

Esme sonrío de forma algo escalofriante, en sus ojos se podía ver la perturbación causada por las ansias de libertad, la frustración y claro las drogas. Al alcance de su mano se encontraba un porta retratos, en el cual había una foto de los tres, en los cuales se veían felices, esa imagen la podríamos clasificar como una de las mas falsas que podrían verse.

Esme nunca había sido feliz, su felicidad había acabado en el momento que se entero que estaba embarazada, el momento en que sus padres la obligaron a casarse, el momento en el que se dio cuenta que había perdido su libertad. Carlisle la amaba, la ama con locura, pero ella nunca había sentido eso hacia el, el había sido para ella solo una aventura, una aventura que termino mal, aventura que la ato a una vida que nunca había deseado, una vida en los suburbios de la ciudad, una vida de ama de casa, una vida en la cual nunca encajo, la cual siempre odio, la cual la estaba matando lentamente y la llevaba a comportarse como lo hacia, ella quería escapar, quería ser libre, pero no podía, no tenia dinero, no tenia apoyo de nadie mas que no fuera su "esposo", el era el que la mantenía y ella sabia que necesitaba su dinero para seguir viviendo la vida alocada que tenia.

En un movimiento rápido cogió el porta retratos y lo tiro con fuerza hacia los dos hombres que la miraban preocupados, afortunadamente pudieron esquivarlo sin ningún problema, los dos eran hábiles, y tenían bueno reflejos los cuales los habían salvado mas de una vez de quedar con alguna herida causada por los objetos que aquella mujer tiraba cada vez que estaba fuera de si.

Edward Cullen, su hijo, se acerco a ella rápidamente y sostuvo sus brazos mientras ella se sacudía para poder salir del apresamiento.

-Esme, Esme.

La mujer mira a su hijo a los ojos, no lo quería, lo odiaba, hacia el solo sentía desprecio, resentimiento porque según ella era su culpa que ella no fuera feliz, no soportaba verlo, ver a sus ojos que en estos momentos mostraban reproche y decepción. Aunque a ella no le importaba lo más mínimo lo que el pensara de ella, ella es una madre desnaturalizada y se alegraba del hecho de que a Edward ya le diera repudio llamarla madre. Cuando era chico y el la llamaba en su inocencia, mamá, ella sentía como su estomago se revolvía, había pensado muchas veces en acabar con la vida del niño o con la suya propia pero hasta el momento aun conservaba algo de cordura, las neuronas que no habían sido quemadas por sus excesos, la pequeña parte racional que aun poseía, evitaban que se convirtiera en una asesina o en una suicida.

Edward sacudió a su madre, la cual tenia una mirada perdida, una mirada que podría ser comparada con las personas psicóticas, ella no era psicótica, al menos aun. Edward lo sabia, su padre lo sabia, pero no podían evitar sentir un estrujón dentro de si, un escalofrío recorriendo su ser al ver esa mirada tan aterradora, pero de cualquier manera no la soltó, ya se había acostumbrado a esa mirada, a ese escalofrío, a ese retorcijón en su interior, ya no le afectaba y estaba harto, ya era tarde, tenia que llegar al Instituto, pero antes debía parar los gritos de su madre, no quería que la gente se enterara y estaba harto de ver cosas volar de una lado a otro.

La mirada de Edward cambio, se volvió fría, el al igual que su madre poseía una mirada penetrante, sus ojos color verde oscuro se oscurecían aun mas, dando la apariencia de ser tan oscuros como las aguas turbias de un río, era una mirada que podía causar dolor o congelar a alguna persona, pero su madre solo sonrío de nuevo antes de gritar.

-Suéltame, no me toques, no soporto verte ni sentirte, lárgate.

Edward la soltó y ella corrió escaleras arriba, las palabras de su madre no le afectaban de la misma manera que lo hacían antes, así que simplemente se sacudió antes de irse.

-Adiós.- dijo Edward cogiendo su chaqueta y saliendo de la casa hacia su auto para ir al instituto, ya era tarde.

-Adiós hijo.- respondió su padre quien a su misma vez se alistaba para irse, se dirigió hacia el baño, se miro al espejo antes de echarse agua en la cara, todos los días era lo mismo, era una rutina y el tenia que aparentar que nada pasaba, era el Doctor Carlisle Cullen, tenia que mantener todo en control aunque dentro de si estaba siendo arrastrado poco a poco por la miseria de la mujer que amaba.

Hola

Estoy tratando de retomar todas mis historias y esta fue una de las primeras que escribí, así que cuando me di a la tarea de volver a leerla me di cuenta de los grandes errores y fallas en los capítulos, por lo que decidí primero arreglar cada uno de ellos. Los iré reemplazando uno por uno, y por las notas del final se podrá identificar cuales son los modificados y cuales los viejos.

Espero que mejore de esa forma.

Gracias por leer

A.C.