Creo que es mi primera historia del año ¡Yeeeeeeeeeyy!

Es mi primera vez en está sección, soy fan del GumiyaxGumi desde que comencé a ver las imágenes de cierta artista, la reconocerán al ver la imagen de portada. Por cierto...

DISCLAMER: Alicia en el país de las maravillas es autoria de Lewis Caroll, me base en una imagen en gran medida, pero todo lo demás es mio y solo de mí.

¡Ah leer eh dicho!


¿Wonder qué?

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Parte I

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By Pc

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—¡Eres insoportable! —gritó enojada.

Sus orejas calientes por la furia y la boca torcida en un gesto de completo rechazo, podía sentir como su rostro despedía vapor, literalmente.

—Tú lo eres más —gritó de regreso el chico frente a ella.

Ambos compartieron una mirada mortal, y por un momento entre tan apasionado ataque saltaron chispas, la rivalidad y enojo eran palpables. Apartaron la mirada al mismo tiempo elevando el mentón en orgullo, todo bajo las miradas preocupadas y aburridas de sus compañeros. Gumi y Gumiya solían pelear a menudo, generalmente por pequeñeces como: quien se comió el último pedazo de pastel de zanahoria o acerca de quién tomo las gafas de quien, esta vez la cosa era diferente, esta vez se trataba del brutal ataque hacía 'Carry' la almohada en forma de zanahoria de Gumi.

La esponjosa zanahoria había sido profanada cuando el distraído Megpoid derramo algo de té sobre ella, que por supuesto intento quitar tallando demasiado fuerte y desgarrando la suave tela, dejando al descubierto su mullido interior. Gumi se le hubiera lanzado encima cuando se entero de lo sucedido si no fuera por la intervención de Mikuo y Kaito, pero mayor fue su enojo cuando Gumiya le echo en cara el hecho de haberla dejado en un lugar tan inapropiado, adjudicándole la culpa descaradamente.

—Fue un accidente —trato de recordarle Miku sin éxito alguno.

Gumi hacía de oídos sordos mientras observaba su querida y adorada almohada con tristeza, desde siempre la había tenido, verla así le hacía sentir fatal.

—Al menos intento reparar el daño —apoyó Rin dándole algo de consuelo

Sí, al menos lo intento —aceptó, pero tan pronto llegó la idea su interior volvió a llenarse de enojo y rabia, porque la había intentado limpiar lo termino empeorando.

De golpe se puso de pie y sin mirar atrás salió de la habitación bajo el silencio de sus amigas. Necesitaba airé fresco, si seguía mirando más a su 'Carry' terminaría por explotar con ellas, más cuando abogaban por Gumiya sin tomar en cuenta las consecuencias de sus acciones.

Las pobres e inocentes piedras se vieron victimas de su trato rencoroso hacía Gumiya, cada vez que pateaba una imaginaba que era él, mientras más avanzaba más piedras pateaba y con mayor fuerza. Siguió por un buen rato hasta que se dio cuenta de que había terminado en el parque cercano a la casa, donde viejos juegos infantiles, un arenero y un jardín descuidado la recibieron en completo silencio y calma. Frustrada aun por la situación anterior tomó asiento en uno de los columpios y comenzó a mecerse lentamente, arrastrando los pies sobre la removida tierra.

Estaba tan concentrada lanzado maldiciones hacía el inútil de Gumiya, planeando diversas formas de tortura y venganza, cuando un sonido extraño la alerto. Al alzar la mirada se encontró con unas extrañas orejas de conejo por sobre los arbustos, estás se movieron veloces obligándola a seguir su acto y olvidar su enojo por un momento. Gumi las vio moverse como si fueran un radar en busca de algo, primero hacía la derecha, luego hacía la izquierda, justo como un girasol en busca del sol; una de ellas se doblo sobre si misma cuando apuntaron en su dirección.

Pestañeo curiosa y algo confundida por aquello, sus piernas la llevaron cautelosas hacía el conejo, tan pronto se acerco esté huyo hacía el otro extremo deteniendo su movimiento para después volver a intentar la cercanía.

—Espera —pidió tan pronto se volvió a repetir la situación inicial.

El pequeño conejo comenzó a brincar veloz cuando Gumi se canso de aquello y sin reservas lo persiguió, así como inicio su carrera por atrapar al animalito término, en especial cuando una azul y ondulante bufanda la deslumbro y descolocó. Frente a ella Kaito, sí, Bakaito, huía disfrazado de conejo blanco. Un reloj colgaba de su mano mientras la mirada azulada lo revisaba cada determinado tiempo, Gumi se detuvo en seco cuando lo vio con un bote de helado en la otra mano, sin prestarle la mínima atención al seguir su camino.

—¡Kaito! —Gritó saliendo de su estupefacción.

¿Por qué usaba esas orejas y vestía esas ropas?

Su entrecejo se frunció por un momento al suponer que era un teatro para orillarla a hacer las paces con el idiota de Gumiya, después de todo Kaito y Len eran sus mejores amigos, un trió de tontos en toda regla. Conociéndolo como lo hacía no se le hacía raro ver que intentara solucionar el problema con alguna idea absurda, después de todo se trataba del mismo sujeto que regalaba ropa interior a las chicas sabiendo que eso solo le traería golpes seguros.

— ¡Espera! ¡Kaito! —Volvió a llamar al ver que no le hacía caso, lo siguió entre el área verde del parquecito ganándose uno que otro rasguño de los arbustos con espinas — ¿Por qué estas vestido así? Sí piensas que con esto perdone a Gumiya espera sentado un millón de años

Gumi trato de darle alcance sin éxito alguno, incluso intento atraparlo por la bufanda pero el pedazo de tela se le escapo de las manos frustrándola.

—¡Voy tarde, voy tarde! La Reina va a matarme —murmura Kaito el conejo tomando otra cucharada del bote de helado en sus manos.

Precitadamente y bajo los ojos incrédulos de Gumi el conejo blanco, dígase Kaito actuando aun más extraño de lo normal, saltó al interior de un agujero en la base de un árbol, ella lo imitó lanzándose sobre su vientre en un intento de prever la caída, sus dedos apenas rozaron las suaves orejas antes de que se perdiera en la oscuridad del abismo

—¡Kaito! —Chilló incorporándose y acercándose al borde del agujero para buscarlo con la mirada —, deja de jugar, no entrare ahí —señalo firme, sus brazos cruzados y esa mirada autoritaria que rara vez mostraba.

Espero un momento, luego otro y unos cuantos minutos más.

No hubo respuesta o intención de salir, ni siquiera lo vio moverse entre las sombras del agujero. Gumi comenzó a sentirse algo nerviosa y expectante, supuso que al no ceder él saldría, pero no fue así. Los pensamientos más fatalistas comenzaron a cruzar por su cabeza como estrellas fugaces. Ahora que lo pensaba ¿qué tan profunda era esa madriguera para no poder ver entre la penumbra?

Uh uh.

—Te sacaré de ahí, s-solo espera un poco —gritó hacía las profundidades buscando desesperadamente algo que pudiera usar para sacarlo de ahí. Estúpido Kaito, mil veces estúpido ¡¿Cómo se le ocurría saltar a una madriguera de dudosa profundidad?! Podría haber reptiles rastreros o mofetas, ardillas rabiosas y quien sabe que más.

Estando tan nerviosa y distraída apenas reparo en el cercano borde, completamente ajena a que la tierra cedía a su peso. Apenas le dio tiempo de gritar cuando todo lo que la sostenía se desvaneció súbitamente haciéndola caer hacía las profundidades del abismo, Gumi extendió las manos en un intento de sostenerse de alguna raíz descubierta, pero la gravedad la empujo hacía abajo dejándola caer libremente hacía la oscuridad que la devoró por completo en un abrir y cerrar de ojos.

—o—

Algo pico su mejilla.

—Uhmm

Gumi agito la mano tratando de detener esos golpecitos constantes, quería seguir durmiendo, solo un poco más.

Otro golpecito, esta vez un poco más fuerte

—Cinco minutos más Gakupo nii-sama —masculló girando sobre sí misma y tratando de echarse las mantas encima para evitar que la luz la perturbara. Sus dedos tantearon sus costados sin éxito alguno.

Perezosa entreabrió los ojos encontrándose con la silueta de Kaito cercana a ella, la miraba curioso, casi fascinado. Pensó que era el siguiente en turno para despertarla, así que no le pareció extraño que fuera él quien la estuviera picando, pero su actitud relajada desapareció al notar el par de orejas blancas en su cabeza.

Orejas largas y delgadas.

Orejas de conejo.

—¿Kaito…? —preguntó cautelosa

—¿Sí? — respondió mirándola con curiosidad, el bote de helado aun en sus manos.

Gumi entrecerró los ojos casi acusadora ¿por qué aun seguía haciendo cosplay?

Recordaba que el muy tonto había saltado a un agujero y posteriormente ella también había caído intentando ayudarlo, sin embargo, ese lugar no lucía como el interior de un agujero. Arboles y más arboles se alzaban a su alrededor ¿era el parque acaso? No lo recordaba tan grande.

—¿Dónde estamos?

El peliazul se llevó una cucharada de helado a la boca dejándola en espera de una respuesta, saboreando la textura del delicioso y helado manjar.

—En Wonderland ¿Dónde más?

Gumi enarcó una ceja, nunca había oído hablar de esa ciudad, o lugar. Sea como sea se vio a si misma preguntándose si Shion no se había golpeado la cabeza o ingerido alimento en descomposición para tales alucinaciones. Fue entonces que lo notó. Su rostro se puso rojo haciéndola parecer una manzana madura, incluso las orejas se le calentaron tanto que quemaban. Rápidamente paso de la vergüenza a la furia. Kaito la miraba atentó mientras seguía embutiéndose de helado, y aun cuando vio venir la acción no se aparto.

Las manos de Gumi lo tomaron de las solapas y lo agitaron de un lado al otro mientras su rostro expulsaba vapor hirviendo

—¿C-cuando? ¿P-por qu-ué cambiaste mis ropas? —gimió echando otra mirada al vestido negro y al delantal blanco que ahora tenía puesto. La vergüenza la consumía de solo pensar en ello.

¡Incluso le había puesto unas medias largas! Parecía una sirvienta ¿acaso Kaito era fetichista? Lo suponía desde hace mucho ¡pero ahora lo confirmaba!

—Yo no lo eh echo —se justificó negando con la cabeza

—Entonces ¿quién? —exigió apretando el agarre y acercándolo más hacía sí para intimidarlo. ¿Por qué estaba tan tranquilo? Es más, parecía más disperso que lo usual y eso le molestaba.

Kaito se encogió de hombros con cuchara en la boca.

Gumi lo soltó y se encogió en su sitio con las manos en la cabeza, ya no se podría casar y Gakupo nii-sama… ¡Gakupo nii-sama!. Dos pequeñas gotitas asomaron por sus ojos ¿qué le diría a Gakupo nii-sama?

—¡Voy tarde! ¡La Reina, la Reina! —Kaito recién volvió a echar una mirada al reloj con cadena dándose cuenta de la hora, se acercó a Gumi dándole el bote de helado y salió corriendo con prisa, comiendo una paleta helada que había sacado de su chaqueta.

—No me dejes sola —dijo incorporándose y lanzando el envase a su espalda

No tenía idea de donde estaba o si estaba cerca de casa. Kaito seguía actuando aun más extraño que lo normal y no planeaba quedarse en medio de la nada para cuando el sol se ocultara y una manada de lobos salvajes, u osos, salieran en busca de comida. Sin más remedio siguió el mismo camino que Kaito, corriendo a través de lo que parecía ser un frondoso y profundo bosque. Gruño frustrada cuando lo perdió de vista, el tonto Kaito-usagi la había abandonado en medio de la nada.

Si sigues el camino lo encontraras —se dijo así misma tratando de tranquilizarse.

Suspiro en resignación y avanzó por el sendero con la incertidumbre en su corazón. Camino por lo que le pareció horas, incluso sus pies le dolían aun cuando llevara zapatillas cómodas, tenia sed y el sol no ayudaba mucho. Ya cansada decidió tomar un descanso a la sombra de algún árbol, si se daba prisa encontraría el final del camino antes de que el sol se ocultara.

—¡Hey tú! Este es mi árbol, consíguete el tuyo —gritó alguien desde la copa del árbol

Gumi elevó la mirada encontrándose con la persona que menos quería ver en ese momento, su ceño se frunció y sus mejillas se inflaron en un puchero. Estaba irritada, sedienta y de mal humor, solo faltaba aquello para rematar el mal día.

Sentado en la rama más alta del árbol Gumiya le devolvía la mirada, su rostro se inclino en curiosidad, examinando a la intrusa, Gumi se cruzó de brazos y miro para otro lado en un gesto de molestia, si no le pedía disculpas no le hablaría; De un saltó aterrizó de forma elegante frente a ella, quien retrocedió previniendo que le cayera encima. No sabía si sorprenderse o echarse a reír al verlo disfrazado de aquella forma, las orejas de un color más oscuro que su cabello e incluso la cola se movía de un lado a otro como si fuera autónoma. Vestido con ese chaleco oscuro y los pantaloncillos cortos lo hacía ver como un gato callejero, incluso el corbatín a rayas y esas calcetas no le ayudan, ¿y qué onda con esos zapatos al estilo Peter Pan?

Gumiya la escaneo, desde la uña del pie hasta la punta de los cabellos, a la vez que la rodeaba y acechaba como todo un felino, incluso sus orejas se movían produciéndole escalofríos a Gumi, en Kaito era pasable, pero en él ¡Ugh!

—¿Cómo te llamas? —preguntó acercándose lo suficiente para olfatearla

Ella se erizó de pies a cabeza y de un empujón lo apartó.

—¿Cómo que cómo me llamo? —Cuestionó sarcástica —, ¿tanto te cuesta disculparte que tienes que fingir no reconocerme?

El minino parpadeó confundido ante sus palabras, su cola se meneo suavemente capturando la atención de Gumi ¿cómo podía hacer eso? Se preguntó y sintió ganas de tocarlo, sacudió la cabeza disipando la idea. Gumiya volvió a rodearla, pero esta vez como si fuera un león en busca de una presa, observándola detenidamente.

—No, no te conozco —dijo por fin encogiéndose de hombros y con gesto despreocupado

—¡Oh por favor Gumiya!

—No conozco a ningún Gumiya, yo soy Cheshire, el gato de la Reina —corrigió inflando el pecho de orgullo.

Gumi le lanzó una mirada incrédula ¿acaso todos habían comido la misma comida descompuesta? ¿Sí era así por qué a ella no le había afectado?

—Deja de jugar, esto me está dando miedo —admitió al recordar a Kaito y como la había dejo sola en medio de la nada, llevaba horas ahí y aun no lo encontraba, ni siquiera la salida se veía cercana.

El felino negó suavemente

—No estoy jugando, a menos que tú quieras jugar ¿lo quieres?

La chica no salía del asombró, esto ya era demasiado, sí era una broma ya había llegado demasiado lejos. Gumiya actuaba como un gato, incluso comenzó a lamer el dorso de su mano y pasarlo por su cabello como si se estuviera bañando, eso la aterró, él nunca haría eso. Odiaba admitirlo, pero el muy engreído tenía dignidad.

—¡Suficiente! —Exclamó abalanzándose sobre él y tirando de las orejas para quitárselas —. Deja de fingir, la broma acabo, los descubrí —continuó nerviosa, no importaba cuanto tirara de esas suaves y bonitas orejas de gato, están no se removían como pensó en un principio. Gumiya comenzó a gruñir y su cabello se erizo como un gato real, ella jalo con más fuerza.

—¡Detenté, me lastimas, Myauun!

El peliverde la empujo alejándola de sí y oculto sus maltratadas orejitas para protegerlas de otro ataque y sobárselas ante el dolor, todo bajo el ojo incrédulo de Gumi

—S-son reales —balbuceó sintiendo como la realidad la golpeaba de forma certera

—Te lo dije, soy el gato de su majestad, Cheshire —le recordó dándole una mirada rencorosa

Gumi ni siquiera pudo escuchar que más le tenía que decir, sus piernas cedieron y ella se desplomo contra el suelo hundiéndose en la oscuridad ante la vista de un Neko-Gumiya real.


Fin primera parte


¿Qué tal?

Desde que vi esas hermosas imágenes de GumiyaxGumi no dejo de pensar en darles historia, me encantan los dibujos, son tan lindos. Gumiya me parece todo un tsundere y Gumi un pan de Dios super ingenua, awww's, me derrito de solo pensar en ellos.

Muchas gracias por leer, espero nos encontremos en la segunda parte :)

No será largo, calculo y termina en la siguiente entrega, así que después seguiré meditando si publicar One-shot's o drabbles de la pareja, dejen su comentario.

Nos leemos luego

Chao!