¡Hola! ¿Qué tal? Estoy por aquí de nuevo después de un parcial de química, dejándoles esta incipiente historia. Espero les guste.

Advertencias: Bastante narrativo. (Al menos este capítulo).

~-°0°-~ (Cambio de escena.)

¡Disfruten!


Disclaimer: InuYasha y compañía no me pertenecen, son de la autoría de Rumiko Takahashi.


El frío de la noche se sentía como agujas clavándose en su piel, pero no alteraba la infinita serenidad en el estoico rostro. Más no se preocupó, por que pronto su suave pelaje lo cobijaría.

—Jaken, cuida de Rin.— Gruñó.

—P..Pero Amo bonito yo tengo que ir con ust...— Con una mirada glacial calló al sapo y se encaminó hacia entre los árboles.

Al principio sus intenciones eran simplemente volar y que el viento acariciara su sedoso pelaje, pero luego de un buen rato de caminar por el bosque, llegó a un claro en donde la negra silueta de los altísimos pinos recortaban el azul cielo salpicado por estrellas. La estampa parecía sacada de un cuento.

Justo una correntada particularmente fuerte de viento atravesó el claro donde él estaba y entonces lo sintió. El aroma a flores, a tierra mojada, a mar y hasta dulzón de la fruta madura choco con su nariz. Con una mueca casi imperceptible dio dos pasos y respiró hondo.

El cosquilleo tan ansiado avanzaba primero por sus dedos, luego por sus extremidades, hasta llegar a su corazón. Sentía como sus garras crecían, y cómo el vello de todo su cuerpo se esparcía hasta tapar completamente la blanca piel. Sus colmillos crecieron al mismo tiempo que su boca se convertía en unas letales fauces y el aullido que escapó desde lo más profundo de su garganta retumbó a kilómetros de distancia en lo más oscuro del bosque.

Bufó y el aire caliente que salió de sus pulmones se condensó en el ambiente, dándole un aspecto escalofriante con el vapor rodeando el inmenso cuello. Su cola se agitó y de un potente salto se sumergió en la noche, entre las estrellas.

La helada brisa de otoño acariciaba su pelaje plateado. Agitaba sus imponentes orejas y sus patas se movían imitando un agitado trote.

Jadeaba con la boca abierta y con sus dorados ojos estudiaba la normalidad del bosque desde arriba. Como Lord tenía que vigilar sus tierras. El pobre que se atreviese a cometer una idiotez en su territorio lo pagaría caro. Él era Sesshomaru e imponía respeto.

Es por eso que maldijo de todas las formas posibles cuando admitió que Kagome le daba curiosidad. Él, el GRAN Sesshomaru, ¿Socializando con una humana? ¡Era inadmisible! Pero así y todo, su cuerpo ignoraba completamente las órdenes de su mente y religiosamente una noche a la semana se encontraba sentado junto a la pelinegra.

No expresaba sus sentimientos, y era increíble cómo mantenía sus expresiones encerradas en su mirada; La única persona que podía leerlas hasta ahora era aquella sacerdotisa humana. La mujer que acompañaba a su estúpido hermano.

Se exprimía los cesos intentando saber cómo lo hacía y por eso desvió el rumbo "Casual" de su vuelo hacia la fuente de ese angelical aroma, que estaba inundado en sentimientos tristes que opacaban su dulce olor y... eso le molestaba.

~-°0°-~

—InuYasha iré a tomar un baño.— Murmuró Kagome. Su cabeza iba a estallar.

—Espera Kagome-chan, te acompañaré.— Anuncio Sango.

—Si Kagome, será mejor que Sango vaya contigo.— Opinó el hanyou desde su ociosa posición en las ramas del árbol mas cercano.

—Perdonen chicos, pero realmente quisiera estar unos momentos a solas.— Contestó con serenidad mirando a Sango y luego a InuYasha.

—Keh, como tú quieras.— Kagome suspiró y vio como Sango asentía con la cabeza, comprendiendo.

Viró y se internó en el bosque, dirigiendo sus pasos hacia un claro que quedaba bastante lejos. En el trayecto el frío le calaba los huesos, pero sabía que el otoño del Japón feudal era como el invierno de su época y se había traído una campera para no enfermarse y le estaba siendo de gran ayuda.

Al llegar al claro se sentó en un tronco y miró la luna. Con un sollozo sus ojos se humedecieron.

«¿Por que tenia que ser todo tan difícil?» Se preguntó. ¿Acaso su corazón nunca se cansaría de enamorarse de la persona equivocada?

*-Flash Back-*

Había empezado a dudar de su amor por InuYaha el día en que entendió que ella sería el plato de segunda mesa por siempre.

Luego los ocasionales encuentros con el grupo de Sesshomaru comenzaron a ser más frecuentes, al punto que verse casi todas las semanas.

Pero el demonio no era ningun idiota. Cuando se le hizo imperiosa la necesidad de ver a la sacerdotisa, sus encuentros se tornaron secretos. Se acercaba a ella cuando estaba sola y el dejaba a su grupo atrás, bien lejos.

Kagome se empezó a sentir atraída por el apuesto hombre cuando pasaban largas horas contemplándose bañados por la luz mortecina de la luna... a una buena distancia uno de otro.

Entonces las distancias se fueron reduciendo y las palabras aumentando... bueno, de parte de Kagome.

Cuando llegaron al punto de sentarse uno junto a otro habían pasado dos meses y ese tiempo fue suficiente para esperanzar el femenino corazón, muy en contra de su dueña.

*-Fin Flash Back-*

Sus ojos derramaron amargas lágrimas de confusión. Un terrible dolor de cabeza atacó sus nervios y sus manos volaron a sus sienes.
¿Por qué las cosas tenían que darse así? Hacía meses que se veían a escondidas, y no sabia bien de qué iva todo esto, pero si había algo que ella tenía claro, es que la imponente presencia del Lord llenaba un poco el vacio de su corazón. Ya no se sentía del todo vacía, como cuando estaba esperando a InuYasha.

Sus mejillas mojadas se sonrosaron cuando sintió la ansiada presencia junto a ella, en el tronco. Las luciérnagas los rodeaban. La luna los observaba y los pinos a su alrededor los cobijaban.

—¿Por qué lloras, humana?— Gruñó con voz grave. ¿Que MIERDA hacía ÉL, otra vez, hablando con la humana?

Ella ahogó un sollozo. —No lo sé realmente...— Sonrió tristemente y negó con la cabeza. —Por todo, supongo...— Hipo y se tapó la cara con las manos, tratando de calmarse.

—Mírame.— Ordenó el.

Pasaron largos minutos, y cuando Sesshomaru pensó que ella no lo haría, Kagome se destapó primero los ojos con las manos temblorosas, y lo miró con ojos brillosos. Luego reposó sus manos en su falda y respiro hondo. Algo se movió dentro de el y eso no le gustó nada.

Ella nunca le quitó los ojos de encima y sintió que el oro de esas orbes resplandecientes escarbaban en lo mas profundo de su alma y despertaban en ella los anhelos mas oscuros. Los vellos de su espalda se erizaron y no precisamente por el frío.

¿Será que ella empezaba a sentir, lo que vendría después? No hay forma de saberlo.

Sesshomaru veía en Kagome una mirada tan profunda que hasta lo incomodaba. Pero el chocolate que acostumbraba a estar brilloso de alegría y ternura, estaba opacado y brilloso por lágrimas que, ¡Maldición! Él odiaba ver. ¡Mierda! ODIABA admitirlo. No podía comprender el por qué los humanos eran tan sensibles. No pasaría un segundo más con la duda. Entonces...

Conocen el dicho: "¿La curiosidad mató al gato?" Bueno, en este caso la curiosidad mató al perro.

El Lord se dijo que no podía privarse de satisfacer su duda: ¿Podría el gran Sesshomaru, cambiarle el triste humor a la sacerdotisa?

El conocía sólo la forma carnal de cambiar el humor de las hembras.. y por supuesto, Kagome no fue la excepción.

Entonces la besó. La besó saboreando con su lengua irresistible toda la femenina boca.

Casi imperceptiblemente sonrió de lado en el medio del beso, cuando oyó el corazón humano acelerarse bajo su cuerpo, cuando la aprisionó contra un grueso tronco de un longevo árbol.

La pegó a su cuerpo y delineó su espalda con una de sus grandes manos. Esa acción unió las partes rotas del corazón de Kagome, que lo abrazó, encontrando por fin en él... calidez. Un último sollozo escapó de sus labios.

Sesshomaru la miró con ojos brillantes y con una mueca condenadamente sexi en sus tentadores labios. Mientras se deshizo de su kosode y sin darle tregua a Kagome para poder acompasar su agitada respiración, aprisiono los rosados labios explorando la húmeda cavidad con su lengua. Pero ella no se quedó atrás. Pese a su confusión y timidez, enredó sus dedos con el larguísimo cabello plateado y mordió suavemente el labio masculino inferior. Mentiría si dijera que no había ansiado un beso como ese.

Él gruñó de puro placer y a Kagome le pareció lo más sensual que jamás había oído. Se pegó más a el, tallando con sus suaves manos los bien marcados abdominales del hombre y ahogó un gemido en el beso.

¿Delicadeza? ¿Ir despacio? ¿Vergüenza? Esas palabras no existían para Sesshomaru.

Tomó a Kagome por los bien torneados muslos y acomodó las blancas piernas alrededor de su cintura. La devoró de un beso nuevamente y la estrechó con más intensidad contra el tronco. Movió sus caderas lenta y sensualmente contra el centro de la chica y ella gimió más fuerte. El demonio aprovechó para saborear el níveo cuello... y más tarde el joven cuerpo completo.

La luna fue testigo de cómo Kagome se entregó al demonio con una confianza inaudita. Sesshomaru la marcó, nublado por el éxtasis en el momento en que se adueñó de la virginidad de la chica y sin saberlo... sus vidas se entrelazaron irremediablemente.


¿Continuará?


Sé que es poco y que se los dejo picando. Peeero, si me dicen qué les pareció con un rw, tengo pensada una trama espectacular: Drama, un InuYasha celoso y lujuriosas escenas de desnudos de Sesshomaru. Creo que le pondré una pizca de un embarazo problemático.

Si lo sigo o no dependerá puramente de ustedes. ¡Hasta un tomatazo es bienvenido!

Nos leemos, ¡Saludos desde Argentina!