Mi amado Patroclo.

Recuerda a la perfección el día en que vi por primera vez, tus ojos grandes y sinceros no hay que esconde lo solitario que te envía, exiliado, en un reino desconocido y presente ante el príncipe.

Desde que te vi, quedé fascinado con tu presencia, no te mirabas como nadie que hubiera conocido antes.

Tu manera de actuar de desconcierto, la mayoría de hijos exiliados que mi padre recibió en su reino, buscaban desesperadamente mi atención, no los culpaban, mi nacimiento era dirigido a ser inmortal, glorioso, amado por todos, siendo el mejor de los griegos.

Pero simplemente no buscabas mi atención, podía encontrarme en mi casa, pero la miraba cuando mirabas la mía.

Un día en el que mi padre regresó, me conto acerca de porque te exiliaron, me hice un hombre, en el instante en que lo hice, no lo creí, te mirabas sincero y bueno, no hay ningún ser capaz de asesinar a un hombre.

Sin embargo, cada vez que puedo ver tus ojos, claros y sinceros, dudaba bastante de lo que decía mi padre de ti ...

Sabía que eras especial.

Por eso no dude en hacerte con mi hermano de armas, un enlace formado en la lealtad y el amor.

Mi padre, me pregunto porque lo elegía a él, era diferente de todos los posibles candidatos, Patroclo era asombroso, me sorprendía que los demás lo vieran, que él lo miraba, que era la forma en que se quedaba admirando como el sol se escondía y las estrellas alumbrando la noche, o como simplemente con una mirada posible, lo sincero y lo fuerte que era su alma.

Mi madre Tefis se opuso también, pero mi decisión era final.

El tiempo que pasamos con el centauro Quirón, enseñándonos, guiándonos, es el más maravilloso de mi vida, estabas en tu Patroclo, las épocas y mi felicidad, lo único que deseo, lo que realmente deseas.

Todos deseaban algo de mí, mi madre quería el inmortal, mi padre que fuera el mejor guerrero, mi pueblo que fuera el mejor de los griegos, pero tu Patroclo, solo deseaste mi felicidad y tu solo deseasba tuya.

Ahora mi nombre esta inmortalizado.

Y junto a el, estas tu, Patroclo, mi compañero, mi amigo, mi amante, lo único por lo que realmente vivía.

Si el destino, nos hubiera dado más tiempo ...

Si nunca hubiera permitido que fuera un pelear con los troyanos ...

Si había olvidado mi orgullo y acabado con la guerra de Troya ...

Pero el hubiera no existe.

Te amare por siempre, Patroclo.