Disclaimer: Todos los personajes de este fic, pertenecen a CLAMP.
Las ventajas de ser su amigo
—Shaoran me voy a casar— la noticia que salió de los labios de la chica que amaba me dolió más que nada. Sabía que destruir una boda desde fuera era complicado pero desde dentro sería mucho más sencillo, sobre todo jugando con la ventaja de ser su amigo.
Capítulo 1. Antes de la boda
Desde que recibí la llamada de Sakura en la cual me citaba en la cafetería de la plaza, el chico con el que compartía piso se comportó de un modo extraño. Ese chico era mi mejor amigo y respondía al nombre de Eriol Hiiragizawa, había ido a mi misma escuela desde los diez u once años, ya ni me acuerdo. No era raro que él tuviera una actitud rara y extraña, sin embargo los motivos por su cambio de comportamiento era lo que me preocupaban.
—No deberías ir, Shaoran —dijo cuando le conté sobre mi cita con Sakura.
—¿Acaso no te das cuenta? —rebatí en una pregunta—. Es la ocasión perfecta para decirle mis sentimientos.
—Tonterías —contestó, nervioso—. Deberías esperar… un poco.
Puse los ojos en blanco y me metí en mi cuarto, escuchando los pasos nerviosos de Eriol. Siempre solía decir acertijos indescifrables y explicaciones que, en realidad, no llevaban a ninguna parte. La mayor parte del tiempo le ignoraba.
Me quité la camiseta del pijama, buscando alguna presentable y discreta. Sin poder evitarlo, mis ojos se toparon con la fotografía que descansaba sobre la mesita de noche. Éramos Sakura y yo. Tendríamos unos dieciséis años; mis mejillas rojas y mis ojos avergonzados ya sabían qué era el amor en aquella época. Probablemente llevaba más de diez años enamorado de la misma persona.
Cogí el marco entre las fotos. Una chica de cabellos cortos y castaños sonreía a la cámara mientras sus profundos ojos verdes brillaban con intensidad. Y pensar que habían pasado tantos años y ni siquiera le había insinuado mis sentimientos. Más que patético, lamentable.
Volví a dejar la foto en su sitio y salí de mi habitación ya cambiado. Eriol me miró desde el sofá, pero se abstuvo de decir algo.
—¿Sabes algo que yo no sepa? —pregunté.
—¿Qué debería saber? —se puso de pie de un salto—. Pero… —me puso las manos sobre los hombros—, si necesitas compañía, llámame.
—¿Te me estás insinuando? —pregunté arrugando la nariz.
Me dio un golpe en la cabeza y se dirigió pisando fuerte hacia su habitación. En realidad lo había hecho adrede. Eriol, hacía unos días, tuvo un percance en un bar. Tomoyo Daidouji, era la novia de mi amigo, aunque como toda pareja siempre tuvo alguna que otra pelea. Y siempre que se peleaban, mi compañero de piso, salía a ahogar sus penas a bares de 'calidad', sin embargo, ignoro cómo y por qué acabó en un bar de alto estándar solo para hombres.
Llegó a nuestro piso antes de lo que esperaba. Nada más entrar, cerró la puerta con llave —cosa que nunca hacíamos— y me miró con los ojos desorbitados 'nunca vayas a beber solo, sobre todo sino te conoces los bares de la zona'. Me costó dos días saber a qué se debía su comportamiento y, en cuanto lo supe, ese hecho fue convertido en objeto de mis burlas. Yo había tenido que soportar sus risas sátiras en todo lo que concernía mi desastrosa situación amorosa por culpa de una jovencita de ojos verdes.
Además, que su novia y Sakura también rieran había provocado una misoginia irrefrenable hacia los chicos que preferían la compañía de los otros chicos. En resumen, no soportaba estar con un gay en la misma habitación.
Desconocía qué clase de situación había vivido, sin embargo no debía ser nada buena.
Antes de salir del piso —el cual era bastante pequeño— me miré en el espejo de la entrada y me lo desordené con los dedos. Que yo recordara jamás me lo había peinado; una vez lo intenté, sin embargo Sakura me dijo que le gustaba mi aspecto despreocupado y mi pelo rebelde. Desde entonces me lo despeinaba adrede.
Hundí las manos en los bolsillos de los pantalones. Paseé tranquilamente por las calles de Tomoeda mientras me dirigía a la cafetería.
¿Qué me querrá decir? El corazón me latió desesperado al pensar en miles de escenas, las cuales todas acababan en un desenlace perfecto. A juzgar por su tono de voz, tembloroso y nervioso, debería ser una noticia muy grande. Casi podía jurar que se me quería declarar. No es que yo fuera creído ni cualquier cosa por el estilo, sin embargo, en muchas de las tantas noches que habíamos quedado —todo nuestro grupo de amigos— siempre habían existido esos tonteos y esas miradas en las que dices todo sin mediar palabra.
Ni siquiera tenía ese presentimiento de que algo iba a salir mal, ya que nada podía salir mal. Me gustaba pensar que nuestros destinos se entrelazaron y juntaron en el momento que nos conocimos, a pesar de llevarnos mal en aquel entonces.
Entré a la cafetería, jubiloso.
Sakura, como cabía de esperar, todavía no arribaba. Desde bien pequeña tenía la manía de llegar tarde a la escuela, a las quedadas y a todos sitios. Y por mucho que prometía que no volvería a suceder, sabías que mañana sería igual. Porque así era ella. Porque así me gustaba que fuera.
Pedí una coca cola y jugué con el pequeño círculo de agua que se había formado causado por mi vaso de bebida.
La puerta se abrió de nuevo y ahí estaba aquella criatura que me volvía loco. Su cabello estaba un poco despeinado por la carrerita que se había dado por llegar a tiempo. El sonrojo sofocado de sus mejillas provocó un cosquilleo molesto en mi estómago. Cuando se sentó me dedicó una de sus sonrisas caracterizadas.
—Lo siento por el retardo, Shaoran —me fijé en que sus labios estaban rojos e hinchados y una extraña sensación me embargó el pecho. Pero la ignoré.
—¿Culpa de Tomoyo? —asintió mientras hacía una seña al camarero y pedía otra coca cola.
—No, esta vez recae sobre mí la culpa —volvió a sonreír a modo de disculpa.
—¿De qué querías hablarme? —pregunté, ansioso pero como yo era un caballero, empezaría yo—: en realidad ya lo sé.
Abrió los ojos como platos y sus labios formaron un 'o'.
—No quería que te enterarás por otras bocas… sé que debía haber confiado en ti…
—Sakura, tranquila —cogí mis manos entre las suyas, sobre la mesa—. Me gustaría decirte y aclararte que yo siento lo mismo y a pesar de ser amigo, yo siempre…
—¿De qué estás hablando, Shaoran? —preguntó, interrumpiendo mi monólogo.
—¿A qué te refieres?
Sonrió como una niña pequeña.
—Shaoran, voy a casarme —por un eterno momento, el corazón se me detuvo. Todas mis esperanzas quedaron reducidas a cero, destruidas por unas simples palabras capaces de doblegas al hombre más frío de la faz de la tierra. Sentí que el aire me faltaba y los ojos me escocían.
Mi mejor amiga continuaba hablando sobre el chico que la había conquistado, pero yo no podía reír con ella, darle mi enhorabuena; no podía. Me dolía demasiado el corazón.
Convoqué mi máscara de inexpresividad y me resguardé de todo el dolor y tristeza que albergaba en mi interior. De pronto, todo lo vi muy oscuro, sin ninguna salida. Era como si hubiera salido a toda prisa corriendo de casa y en la primera calle un coche me hubiese arrollado, dejándome inconsciente. Con la única diferencia que estaba consciente y la chica que amaba había elegido a otro.
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—¿Desea algo más, señor?
¡Claro que deseaba algo más! Alguna cosa para olvidar mi tortura, mi desdicha, mis esperanzas rotas… Era en este tipo de situaciones en las que deseaba poder ser un espectador de mi propia vida y no sufrir las consecuencias de mis actos.
—Otro cubata más cargado que el anterior —pedí, sin embargo, acallando esos pensamientos y sentimientos que solo se concentraban en aquella muchachita de ojos verdes que me veía como a su mejor amigo. ¡Cómo a su puñetero mejor amigo!
La camarera dejó el vaso frente a mí; era consciente de las miradas insinuantes que me lanzaba, pero ni siquiera el sexo sería capaz de hundir mis penas. Ya nada sería capaz de salvarme del abismo, aunque… En un momento de lucidez dentro de mi ebriedad, comprendí que yo era su mejor amigo. La persona a la cual se le pedía el consejo para todo tipo de cosas… tan solo necesitaba un plan y un cómplice.
Sonreí cogiendo mi cubata. Aún había espacio para la esperanza en algún lugar remoto de mi cerebro salvado del alcohol.
Alcé el vaso al cielo, como si brindara con alguien y me lo llevé a los labios, apurando todo su contenido de un trago. Definitivamente haría algo para que esa boda no se llevara a cabo… y tenía una semana para lograrlo.
Ya decían por ahí que por amor se hacían muchas locuras; yo era un claro ejemplo.
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...
Hasta aquí llega el primer capítulo introductorio; no tiene una largura muy extensa sin embargo es tan solo el principio de lo qué vendrá a continuación. En fin, aquí tan solo se ve a un Shaoran enamorado de su mejor amiga y cómo sus esperanzas al descubrir que ésta se va a casar quedan reducias a cero, sin embargo en los próximos capítulos se verá la evolución que él tendrá y las tonterías que esta dispuesto a cometer en tan solo siete días.
No sé si merezco algún tomatazo o palomitas o felicitaciones o lo que fuera xD. Tan solo déjenme un pequeño (o grande xD) review para saber qué les pareció la historia y si promete o no... ¡o lo qué deseen decirme! xD
Espero que os haya gustado :)
LadyDubois
