Prólogo. Sabor a heridas.
—x—x—x—
¿Sabrá bien romperse entre nosotros mismos? ¿sabrá bien lastimarse a uno mismo? ¿sabrá bien ignorarte a ti? Sinceramente, seguir adelante, es bastante complicado. ¿Será que ambos han entendido el valor de tenerse?
—x—x—x—
Si alguien tenía la desdicha de pasar a tu lado ¿qué más daba? ¿la compañía no era tu aliada? ¿deseabas alejar a cualquiera que se quisiera poner a un lado? La pregunta aquí no era un por qué, o un cuándo, si no, preguntar ¿cuál es tu pasado? ¿pisaste mal alguna grieta? ¿caíste tan bajo que no pudiste recuperarte? Y luego de esto dirás, "que crueldad la tuya" ¿crueldad por intentar saber tu pasado o crueldad por hacer preguntas tan directas?
Porque… entonces si no estás intentando tener un trago amargo, recomiendo que no estés aquí, intentando no confesarme tu pasado, intentando reponerte frente a mí, e intentando hacer ver que estás bien.
—&—
La vista perdida. Una noche perdida. El pelo desaliñado, la mente disparada. ¿Qué rayos estaba pasando?
Con la mirada nublada, y con la cabeza martilleándole salvajemente, se dejo caer nuevamente en la cómoda cama, soltando un fuerte suspiro.
No tuvo razón para reaccionar cuando su cuerpo en automático regreso lo que posiblemente había sido toda la comida de ayer en plena cama. Lo bueno de la situación es que esta vez no se había ahogado en absoluto con su propio vomito, y tuvo la suficiente consciencia para ir al baño a rastras para tomar papel y limpiarse sin cuidado los restos de esa cosa asquerosa que tenía un muy mal sabor y olor.
Recordaba vagamente como la noche anterior le había dicho en repetidas ocasiones a su mejor amiga que se encontraba bien, pero, ahora que lo veía mejor, sabía que eso era una total mentira.
—¡Por dios! Sakura Kinomoto ¿estás viendo todo este destrozo en mi casa? ¡NO! Mi sabana favorita… —Escucho a lo lejos la joven, aunque bastaba con recalcar que no estaba en sus cinco sentidos como para entender lo que su mejor amiga le decía con exactitud.
Y, si alguien pensaba que aquello iba a ser gracioso, pues no. Sakura Kinomoto estaba entrando en un estado para nada agradable de alcoholismo. Donde sus propios sentidos estaban siendo nublados por el dolor y la pérdida de conocimiento.
¿Las consecuencias? El hospital de Tomoeda.
. . .
Recordar aquella experiencia tan catastrófica no era nada agradable para ella. Contarla y siquiera volver a pensarla le daba mucha pena, porque admitir que ella, Sakura Kinomoto, era una alcohólica, no la llenaba de absoluto orgullo o felicidad alguna. A sus 24 años, había pasado por la traumática experiencia de estar al borde de la muerte por una sobredosis de alcohol.
Todo esto, la hizo ver que debía dejar atrás esa adicción que tanto la estaba dañando, que tanto le estaba consumiendo la vida, y lo que tanto la hacía miserable.
A un año de entrar a un centro de rehabilitación, podía decir que estaba sana y sobria desde hacia 9 meses. Irónicamente, se sentía algo orgullosa de eso, aunque debía admitía que salir de nuevo adelante no había sido para nada fácil, y es que, ella de antemano lo sabía perfectamente, que combatir a la vida en el día a día era una tarea bastante exhaustiva y real.
—Me alegro de que estés de vuelta, amiga, de verdad que sí —Y ahí estaba ella nuevamente Nakuru Akizuki brindándole todo aquello que le hacia falta. Cariño.
Porque ahora que ella estaba en su vida, Sakura podía definir con cierta honestidad lo que era una verdadera amistad.
La mejor amiga para ella, era aquella chica de cabellos castaños rebeldes y ojos intensos de color miel. Aquella que nunca la había dejado sola desde que se conocieron, aquella que la estaba guiando a una mejor vida.
—Lo siento de verdad, Nakuru —Pronuncio la chica. Sakura.
—¡Bah! No tienes por qué, yo haría cualquier cosa por ti, de verdad —Contesto con entusiasmo la mencionada. Sakura sonrió tímidamente, estaba costándole la vida no ser una persona drásticamente tímida y vergonzosa con ella.
—Gracias, de verdad eres una persona maravillosa y muy importante para mi ¿lo sabías ya? —Menciono Sakura con más alegría. Nakuru sonrió ampliamente, y sin decir nada, la atrajo hacia ella, dando un gran y fuerte abrazo.
—Sakura… de verdad me alegro de que hayas vuelto —Murmuro aquella castaña que le sobrellevaba apenas unos centímetros a la otra chica. Envuelta en lagrimas de emoción, ambas se dieron la muestra de amor más sincera que brotaba por su ser. Un tímido y tierno abrazo, que demostraba cuanto se habían extrañado la una a la otra.
. . .
Y luego de tres meses, los verdes y preciosos ojos de Sakura Kinomoto, observaban como la vida seguía avanzando. Era obvio que en algún momento iba a retomar todo aquello que había dejado botado por culpa de las grandes adicciones.
Trabajo. Lo que muchos definían como monótono y encerrador, Kinomoto lo tomaba como algo que debía estar en su vida sí o sí para una máxima desconcentración en el alcohol. Porque, aunque estuviera curada de espanto, ella pensaba que siendo como era, podría tomarlo en cualquier otro momento.
—Hey, deja de estar tan distraída y trabaja —Le dijo una voz a sus espaldas. La pequeña chica se sobresalto en un segundo, y continuo su labor fuera de sus pensamientos.
Takashi Yamazaki era su mejor amigo… y jefe. Un chico tan extrovertido y carismático como la propia Nakuru Akizuki, aunque el primero era mucho más ocurrente que la segunda.
Con unos brillantes y oscuros ojos, se ganaba el respeto de varios colegas del departamento.
Trabajo siempre iba a ser trabajo, y en esta ocasión, Sakura se disponía a investigar cosas por lo bajo, hablaba de estafas ajena a lo correcto.
Ver todo lo que la gente hacía por ambición, causaba que Sakura quisiera ir y partirles todo lo que se decía cuerpo y especialmente, cara.
En esta ocasión, se preparaba para descubrir a algún delincuente malicioso que buscaba llenarse de dinero hasta por los dientes. Algo muy típico por aquellos rumbos.
Y es que en Japón era muy común ver casos de estos, donde la mafia se apoderaba de los sentidos de las personas en cuestión de segundos, haciendo que la delincuencia aumentara considerablemente.
—Te tengo… —Musito por lo bajo aquella castaña de ojos verdes.
Trabajo. Comercio. Estrategia. Adicciones. ¿Interesante vida? O… ¿desastroso destino?
—&—
¡Alóooo bellos lectores de este fandom tan divino! OMG, cuanto tiempo ha pasado de no publicar una historia por aquí ¿no es así? ¿cómo han estado? ¿cómo les está yendo? Espero que muy, muy bien. Hoy les traigo este pequeño vistazo a una historia que dios mío, como me ha hecho batallar. Espero que gusten de ella, porque de verdad me gustaría saber sus opiniones respecto a este pequeño inicio. De antemano, yo les agradezco muchísimo el ya estar aquí, nos estamos leyendo muy pronto ¡hasta luego! Besos y abrazos;)
