Percy Jackson y Las Crónicas de Kane no me pertenecen… solo juego un poco con sus personajes.
Extra
Un par de muchachos iban caminando por las calles desiertas y oscuras de Brooklin. La luna llena y las estrellas en el firmamento eran las únicas que iluminaban su camino. Era cerca de media noche, una hora poco segura para dar una vuelta, pero a ellos lo último que les importaba era que quisieran asaltarlos o algo por el estilo. Para sus cortas edades, se habían enfrentado a cosas peores.
-Recuérdame, Julian ¿Qué hacemos aquí?
-Velamos por la seguridad de Brooklin, eliminando cualquier amenaza.
-Repíteme ¿De qué amenazas hablas?
-Monstruos y demonios, claro está.
-Y tuvimos que salir a hurtadillas a la mitad de la noche ¿Por qué…?
-Ya tranquilízate, Sean- sonrió el rubio a su amigo- solo es una práctica, tómalo como parte del entrenamiento.
-¡Pero yo tengo sueño!- gimoteo el pelinegro, infantilmente.
Julian rio. Sean siempre se quejaba cuando salían de esa forma, sin el permiso de Carter y Sadie, pero igualmente lo seguía.
-¿Para qué vienes si no te gusta?- esa pregunta era contante durante sus escapadas.
-Porque sin mi terminarías muerto.
Y esa era la razón por la que eran mejores amigos.
Caminaron un par de cuadras más y cruzaron una esquina, encontrando lo que buscaban.
Problemas.
En medio de la calle había un grupo de 5 demonios tenían cuerpos humanos y cabezas típicas de demonio: un hacha, un sacacorchos, una navaja, una lima de uñas y un mechero, el cual estaba encendido y su llama mostraba su objetivo.
En medio de ellos había una muchacha, castaña de ojos almendrados, tenía un hierro torcido en las manos de al menos un metro de largo y lo blandía frente a los demonios, para defenderse.
Ellos comenzaron a cerrar su círculo.
-Tenemos que ayudarla- Julian estuvo a punto de saltar del escondite en el que se habían metido para observar, pero Sean lo detuvo.
-Espera un momento- susurro- piensa un poco ¿quieres?
-¿Pensar en qué?
-Tal vez ¿Por qué hay un grupo de demonios por aquí? ¿Por qué atacan a una mortal? Y ¿Cómo es que ella los ve?
-Tal vez quieren divertirse, la vieron pasar y quizá ella los vea como un grupo de pandilleros.
Tuvieron una guerra de miradas.
Julian quería atacar, así era el, por eso le iba de perlas la senda de Horus; Sean sabía que la fuerza no siempre ganaba una batalla. En otro momento dejaría que hiciera lo que quisiera, pero había una chica, con solo hierro torcido para defenderse, en medio.
Una imprudencia, y ella podía morir.
-Nos acercaremos en silencio- decidió el pelinegro- cuando de la señal, harás lo que quieras.
Julian asintió a regañadientes y salieron del escondite para acercarse más a los demonios.
Hay que decir que la señal jamás fue dada.
Ambos se acercaron con total sigilo, escondiéndose en la oscuridad. Llevaban en sus manos las varitas y sus báculos. Se ocultaron a unos 3 metros de los demonios, tras la banca de una parada de autobús.
Estos estaban tan concentrados en la chica que no repararon en la presencia de los magos.
-¡Aléjense!- grito la muchacha. Se percibía miedo y pánico en su voz- si no tendré… tendré que destruirlos, engendros de la Duat.
-¿Escuchaste lo que hizo?- Julian dio un susurro apremiante- ¡debe ser una maga!
-Te dije que podría verlos- fue toda la respuesta que obtuvo.
Harto de estar allí oculto, sin hacer nada más que observar a una posible colega en peligro, el rubio se puso de pie. Pero las cosas dieron un cambio drástico.
Hacha se adelantó hacia la chica, esta reacciono y le dio un fuerte golpe con el hierro al demonio. El círculo se rompió. Sacacorchos ataco, pero la castaña dio una pata rasa y lo hizo caer al suelo; otro demonio la sujeto, mas logro soltarse. Los mantuvo a raya unos minutos, los cuales los dos chicos se quedaron impresionados en su lugar.
Pero no fue hasta el ataque de Cabeza-de-lima que las cosas empezaron.
El demonio le atino un golpe en el cuello y otro en el estómago, ella correspondió con varias patadas muy agiles, pero no suficientemente veloces. El logro tomarle el pie y la mando a volar un par de metros calle abajo.
Julian ya estaba preparado para invocar su avatar de halcón cuando la chica se puso de pie. Pero esta vez se veía diferente: su postura era más erguida, sus pasos eran firmes, sus ojos almendrados habían cambiado a un color amarillo, con la pupila como la de un gato y la sonrisa que le dio al demonio se le hizo muy familiar.
Era como la de su antigua maestra de siestas en la casa de Brooklin, Bast, cuando iba a hacer alguna travesura.
-Es lindo estar de vuelta- su voz sonaba confiada, muy confiada de ella misma. Miro a Cabeza- de- Lima con suma diversión- ¿Una fiesta de bienvenida? Genial. Divirtámonos ¡Miau!
Julian y Sean no pudieron hacer nada más que sentarse en la banca y observar.
La muchacha hundió sus manos en la Duat y saco un par de cuchillos, con una hoja de al menos 30 centímetros, y corrió hacia el demonio. Con rápidos movimientos lo dejo hecho arena.
Miro el montoncito con lastima.
-Es una pena que nunca duren- dijo, luego miro a los otros demonios- pero aún quedan 4.
Fue por Sacacorchos y comenzaron a pelear.
Cuando acabo con él, fue por navaja, pero esta vez, Hacha y Mechero- Encendido se le unieron.
Ella al principio lo hizo muy bien, cortando y esquivando. Hasta que Navaja la hizo caer y Hacha la ataco, ella consiguió rodar, pero recibió un corte poco profundo a centímetro sobre su ombligo.
Julian no espero más.
Se puso de pie, elevándose del piso con su avatar de combate, llamando la atención de los demonios, antes de que Mechero- Encendido prendiera fuego a la castaña. Los 3 fueron por el rubio; Sean se acercó a la chica que seguía en el suelo. Se inclinó junto a ella.
-¿Estas bien?
-Mi abdomen- se lamentó ella, llevándose una mano a la herida. Cuando la vio, llena de sangre, frunció el ceño-ese maldito demonio.
-Quédate quieta- le dijo el pelinegro cuando comenzó a incorporándose, ella lo ignoro.
-Me las pagara.
Bufo como un gato y empuño sus cuchillos, corriendo a la pelea.
Julian lo hizo muy bien con Navaja, el demonio era un millón de partículas de arena esparcidos por la calle. Ella se le unió en la lucha, pero Hacha ya era bastante complicado de combatir, y el fuego de su amigo demonio no ayudaba en nada. Finalmente la magia de Julian comenzó a flaquear y su avatar verde se desvaneció.
Cayó al suelo y no tuvo más opción que blandir su jopesh.
-Largo, niño- le dijo la muchacha- estos dos son míos.
-Si claro- contesto el, con sarcasmo- ¿Para qué te hagan otra herida como el sexy corte sobre tu ombligo? Mejor…
Ella lo tumbo de una patada.
Ataco a los demonios con sus cuchillos, cuidándose del filo de uno y el fuego del otro.
El rubio se quedó en el suelo, indignado y sofocado, por la fuerza de la patada en su estómago. El pelinegro, por otro lado, no quería terminar como su amigo por ayudar a esa chica. Se mantuvo a raya de la situación.
La castaña lanzo lejos a Mechero- Encendido y se alejó otro poco de Hacha. Se veía molesta y cansada. Miro al demonio más cercano y grito:
-¡Ha- di!
El demonio exploto.
Los chicos tenían los ojos como huevos fritos. Estaba más que claro que era una maga, pero ¿Quién era? ¿A qué nomo pertenecía? ¡¿Qué le había pasado a sus ojos?!
La chica miro triunfante a los restos de Hacha, pero no prestaba atención Mechero- Encendido, quien ya estaba muy cerca de ella, apuntándola con su flama.
-¡Maw!- exclamo Sean.
El jeroglífico brillo en un leve azul sobre ella y el demonio, y varios litros de agua les cayeron encima. Julian lanzo su varita, golpeando a Mechero- Ahora- Apagado; hubo un chispazo y el demonio se convirtió en arena.
Ella se giró, furiosa y escurriendo, hacia Julian. Vio su varita y la arena, lo dejo en paz. Dirigió su enfado Sean.
-¡Me has mojado!- le reclamo en un chillido. El pelinegro se ofendió.
-¡Pero si te salve de que te quemaran viva!
-A los gatos no les gusta el agua ¡Idiota!
Ellos intercambiaron miradas, con el mismo pensamiento "¿Un gato?". Ella comenzó a caminar hacia él.
-Te voy a enseñar lo que pasa cuando mojas a un gato…
Sus ojos felinos volvieron a ser almendrados, su vista se perdió y le flaquearon las piernas. Sean la sostuvo antes de que cayera inconsciente al suelo.
Julian se acercó.
-¿Qué le paso?- el rubio se inclinó junto a su amigo, viendo a la chica.
-Se ha esforzado mucho peleando- ella estaba muy pálida- además, esa fueron palabras divinas. Ese hechizo debió dejarla muy débil.
-¿Qué hacemos?
-Llevémosla a la casa de Brooklin, Jaz tiene que verla.
-Entonces se enteraran de que salimos y estaremos en problemas.
-¿No te da curiosidad saber quién es esta chica?
-¡No!
Sean miro a Julian.
El muchacho había desviado su cara y cruzado los brazos sobre su pecho, en un berrinche.
Sean se rio de buena gana.
-Sigues molesto por cómo te pateo…
-Cállate- ladro el rubio y se puso de pie- vámonos.
Julian no lo espero, comenzó a caminar cruzado de brazos.
Sean miro a la chica. Ya no tenía los rasgos gatunos de cuando estaba peleando. También debía admitir que era bonita. Pero pálida y empapada no tenía el aspecto más encantador. Era mejor que un sanador la viera pronto.
La tomo en brazos y troto hasta alcanzar a su amigo.
