Sólo sueño a tu lado

1.Aprendiendo a sentir

Hinata entró en la aséptica habitación, tratando de controlar el pánico. La misión para traer a Sasuke Uchiha de vuelta a Konoha había sido todo un fracaso, y habría sido fatal de no ser por la ayuda prestada por la Arena. Hinata respiró con fuerza y se acercó un poco más a la cama donde, inconsciente, su paciente la aguardaba. Hubiera preferido estar con Naruto, que había vuelto gravemente herido, o atendiendo a su primo Neji que luchaba entre la vida y la muerte, pero Tsunade-sama le había encargado personalmente aquel chico.

Gaara del Desierto había llegado justo a tiempo para salvar a Rock Lee de una muerte segura. Por lo que habían contado su pelea contra el ninja del sonido, Kimimaro, había sido muy igualada y le había llevado al límite de sus fuerzas. Pero curiosamente, el ninja de la arena había escondido su precaria condición y había gastado sus últimas fuerzas para transportar a todos los heridos en su arena de vuelta a la aldea de la Hoja. Si Neji y los demás seguían con vida se lo debían a él.

En cuanto llegaron a la aldea enseguida el equipo médico se hizo cargo de los heridos, realmente parecían que estuvieran esperando que todo acabara así. Lo que nadie había previsto era que el ninja pelirrojo se desplomara inconsciente a las puertas del Hospital, provocando que sus hermanos rozaran la histeria. Tsunade-sama había sido muy rápida en actuar teniendo en cuenta la avalancha de pacientes en estado grave, de modo que asignó el cuidado del pelirrojo a la primera persona capaz que encontró: Hinata Hyuuga.

La temblorosa chica se acercó a su paciente esperando que en cualquier momento se abalanzara sobre ella dispuesto a matarla con sus propias manos como el demonio sediento de sangre que todos esperaban que fuera, pero no fue así. Todo lo contrario, Gaara estaba tratando de relajarse en su sueño pero sin mucho éxito. Hinata se acercó más a él y ni siquiera necesitó usar su Ojo Blanco para saber qué le sucedía: Gaara del Desierto había gastado todo su chakra y, aunque sus heridas no eran graves gracias a su poderosa defensa de arena, todo el flujo de chakra en su cuerpo estaba alterado, de modo que aunque poco a poco recuperaba sus fuerzas no lograba dispersarlo por su cuerpo y ese esfuerzo inútil había terminarlo por agotarlo del todo y al final, hacerle perder la consciencia.

Un poco más segura ahora que su paciente parecía inofensivo, Hinata se dispuso a hacer su trabajo. Lo que le ocurría a Gaara era algo bastante corriente en los ninjas y ella había llevado el procedimiento a cabo en multitud de ocasiones. Se concentró y con la ayuda de su Ojo Blanco pudo ver fácilmente el flujo de chakra y sus obstrucciones, tenía que usar su propio chakra para equilibrar el del chico, así que posó su mano sobre la de él y comenzó.

Gaara luchaba consigo mismo en un vano intento de recuperar su cuerpo. Se sentía drenado de toda energía, vacío por completo y tenía un miedo atroz a que su demonio particular aprovechara su situación para salir y destruir todo aquello que tanto le había costado conseguir. Estaba a punto de desesperar cuando de pronto, sintió una mano posarse delicadamente sobre la suya. Por instinto, Gaara entrelazó sus dedos con los de aquella mano desconocida, como aquel que perdido en la oscuridad se aferrara al más leve resquicio de luz, y eso fue precisamente lo que obtuvo a cambio: una sensación cálida empezaba a extenderse por todo su cuerpo desde su mano, calmando y aliviando su maltrecho cuerpo, devolviéndole las fuerzas justas para entreabrir los ojos.

Cuando Gaara entrelazó sus dedos con los suyos, Hinata no pudo evitar sonreír, no era tan distinto a los demás después de todo, y aquel gesto la alentó para dar más fuerza al equilibrio de chakra, notó cómo lo estaba consiguiendo ya que a los pocos segundos, el ninja se movió un poco, lo suficiente para que ella desviase su atención y le mirara a la cara. Gaara del Desierto la estaba mirando con una expresión que no pudo descifrar. Pero no había nada amenazante en él de modo que Hinata se limitó a sonreírle dulcemente y con voz muy suave decirle qué estaba haciendo.

La mente de Gaara estaba todavía demasiado embotada para comprender las palabras pero no le hacían falta. Aquella chica, su voz, le traían recuerdos de un pasado muy lejano, de la única persona a la que había querido en su vida. Pero por una vez no eran recuerdos dolorosos de traición, sino recuerdos de risas alegres, de caricias en la frente y sonrisas llenas de cariño. El rostro de sus recuerdos se fue fundiendo con el que se reclinaba sobre él y cuando Hinata posó su otra mano en la frente para continuar su labor, Gaara se relajó por completo, cerró los ojos y dejó que, por una vez el sueño reparador se apoderara de él.


-"Llevan mucho tiempo ahí dentro" – Temari paseaba por el pasillo como una pantera enjaulada

-"No hay gritos ni nada que indique que Shukaku haya salido" – le respondió Kankuro con una seguridad que no tenía –"Gaara no debe de haberse dormido"

-"¿Pero por qué no podemos pasar?" – protestó una vez más Temari

-"Porque entorpeceríais la labor médica" – respondió una nueva voz –"Yo misma entraré y os daré personalmente noticias sobre el estado de vuestro hermano"

Tsunade estaba muy preocupada pero de ninguna manera iba a dejarlo ver, nadie debía saber que la 5ª Hokage había cometido un error. Además ni siquiera era un error grave, sólo un detallito de nada. Con todo aquel ajetreo ¿cómo iba a acordarse de que aquel niñato pelirrojo llevaba sellado a un demonio sanguinario que aprovechaba sus ratos de sueño para salir? De modo que abrió la puerta de la habitación con más fuerza de la que debería, esperando ver sangre por las paredes y restos de lo que había sido la inocente Hinata Hyuuga esparcidos por doquier. Por eso tuvo que parpadear un par de veces para que la escena cobrara sentido en su cabeza: Gaara del Desierto estaba profundamente dormido y se aferraba a la mano de Hinata como si su vida dependiera de ello, mientras tanto la pequeña kunoichi se limitaba a susurrar palabras de ánimo mientras le apartaba el pelo de la frente.

-"Ejem" – carraspeó la nueva Hokage para hacer notar su presencia –"¿todo bien por aquí, Hinata?"

La pobre kunoichi dio un respingo por la inesperada aparición de la 5ª e inconscientemente se separó de Gaara, éste gimió protestando por la pérdida de contacto y se aferró con más fuerza a ella, impidiéndole que le abandonara por completo. Hinata se sonrojó y respondió a su superior sin apartar la vista del suelo

-"He conseguido equilibrar el flujo de su chakra, dentro de poco lo habrá regenerado por completo"

-"¿No ha ocurrido nada...extraño?"

-"No Tsunade-sama"

-"Bien, entonces informaré a sus hermanos de que no tienen de qué preocuparse" – Tsunade se giró e Hinata recuperó su lugar original junto a Gaara –"Ah una cosa más" – dijo desde la puerta –"tu primo Neji ya está fuera de peligro, creo que se alegrará de verte cuando despierte" – Tsunade sonrió con picardía antes de irse –"siempre y cuando tu paciente te deje marchar de su lado, claro"


Poco a poco el mundo a su alrededor volvía a ser claro: los olores, los sonidos,... todo se abría paso entre la bruma que embotaba sus sentidos y su conciencia hasta que se despertó por completo. Era una sensación extraña la que sentía ahora, siempre se había despertado sobresaltado, por un golpe o por un grito, nunca había tenido un plácido despertar como ahora. También había algo que no encajaba: aquella habitación debía estar llena de sangre y lo que quedara de las víctimas de Shukaku en el suelo pero solo había una chica sentada a su lado en una silla. Estaba dormida y apoyaba la cabeza en la cama, cerca de su brazo. Fue entonces cuando se dio cuenta que tenían las manos unidas y, curiosamente, todo indicaba que había sido él quien forzara el contacto. Entonces la recordó. Ella lo había curado. Con mucho cuidado liberó su mano y se sentó en la cama, desde allí se dedicó a estudiar aquel rostro dormido. Aquella chica irradiaba paz e inocencia, algo a lo que no estaba acostumbrado, quizás por eso quiso grabar su rostro en su memoria, recordar la textura de su pelo y el olor de su piel. Recordar la cálida sensación que le había recorrido y que de ahora en adelante se convertiría en uno de sus mejores recuerdos.

En silencio para no despertar a su salvadora, Gaara bajó de la cama. Tenía su ropa puesta y su tinaja de arena estaba apoyada contra una pared. Se la colocó a la espalda y con su estoico rostro habitual salió para encontrarse con sus hermanos. Temari le miró con ojos acuosos, una mezcla de alivio y alegría al verle salir, Kankuro se limitó a preguntar

-"¿Todo bien, Gaara?"

El respondió con una inclinación de cabeza y tendió el brazo a su hermana para que ella también se levantara haciéndola sonreír. Quería saber en qué estado se encontraba Naruto y también si la 5ª Hokage les necesitaba para algo más. Estaban saliendo del hospital cuando habló, sorprendiendo a sus hermanos

-"La chica del Hospital ¿quién era?"

Temari y Kankuro intercambiaron una mirada ante semejante pregunta. Kankuro se encogió de hombros

-"Por esos ojos, una Hyuuga supongo"

-"Hinata, creo que así la llamó la 5ª" – puntualizó Temari –"Puedo preguntarle a Shikamaru si quieres"

-"Como si fuerais a perder el tiempo hablando"-comentó Kankuro entre dientes

-"¿Qué estás insinuando?" – respondió Temari con las manos en las caderas y su peor mirada. Como era de esperar, en breves momentos los hermanos se enzarzaron en una pelea sobre tal o cual conquista. Gaara sonrió internamente ante lo que ya reconocía como algo habitual y siguió caminando. Hinata Hyuuga.


Hinata se recostó mejor contra el árbol, demasiado tímida para intervenir en la conversación ante ella pero contenta de estar allí. Durante aquellos días con la mayoría de sus compañeros hospitalizados, las kunoichi se habían acostumbrado a comer todas juntas a la sombra de aquel inmenso árbol cerca de la entrada principal del hospital. La verdad es que la razón por la que estuviera allí era Tenten. La kunoichi no se había separado de Neji ni un momento y cuando Hinata la convencía de que ella se encargaría de su primo un rato, Tenten se iba a visitar a su otro compañero, Rock Lee. Quizás por esta preocupación por Neji que la tímida Hinata había sido capaz de acercarse a la sociable Tenten, de modo que allí estaba, rodeada por las mujeres de la Hoja. Apenas le prestaban atención, pero sólo por estar allí entre ellas, escuchando sus cotilleos, era suficiente para Hinata.

-"Oh vaya, allí está esa chica de la Arena" –comentó Ino con una mueca de disgusto

-"Ni que te hubiera hecho algo Ino" –comentó otra chica extrañada

-"Simplemente no me gustan las chicas fáciles" –dijo Ino encogiéndose de hombros. Tenten sonrió, por lo que ella sabía Ino había salido con la mitad de los chicos de Konoha. –"Está todo el día colgada de Shikamaru"

-"Yo mas bien diría que Shikamaru está todo el día tras ella" –puntualizó otra chica, riéndose

-"A saber lo que esa le habrá hecho para tenerlo así" – siguió Ino en sus trece

-"Yo creía que te gustaba Sasuke Ino, no debería importarte con quien esté Shikamaru" – se atrevió a decir Hinata, pero sin atreverse a mirar a Ino.

Tenten miró a la introvertida Hyuuga y le apretó el brazo en signo de apoyo. La mayoría de las chicas sonrieron, complacidas de que por fin Hinata empezara a ser sociable y se sintiera cómoda entre ellas. Sin embargo, Ino miró a la kunoichi como si hubiera cometido un pecado mortal. Era cierto que ella seguía luchando con Sakura por Sasuke, pero ya lo había dado por perdido. No porque Sakura hubiera ganado, sino porque el propio Sasuke dejó muy claro que no estaba interesado en ninguna de ellas, mejor dicho, en ninguna de las chicas de la Hoja. Por eso se había dedicado a divertirse con todos los chicos guapos que se habían interesado un poco en ella, pero por supuesto Sasuke estaba primero en su lista. De modo que, aunque las palabras de Hinata eran totalmente ciertas, no le habían gustado a Ino ni un pelo y decidió descargar su frustración en la pobre Hyuuga.

-"¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro Hinata Hyuuga¿Qué sabrás tú de los chicos¡Si nunca nadie te ha besado!"

-"Ino!" – protestó Tenten en defensa de Hinata, que de golpe perdió toda su confianza y se levantó para irse corriendo antes de que Ino volviera a humillarla así. El problema es que un cuerpo le bloqueó el paso.

-"Hinata Hyuuga" – susurró una voz desconocida mientras unos ojos verdes la perforaban al mirarla

Los hermanos de la Arena salían del Hospital por última vez después de una última visita a Naruto. Tsunade ya no los necesitaba más y ya era hora de que volvieran a casa. Estaban lo suficientemente cerca como para escuchar la conversación entre las chicas y mientras Temari gruñó ofendida por los comentarios de la chica rubia, Gaara había reaccionado de forma totalmente inesperada por las últimas palabras que se habían pronunciado. Por eso se había acercado, bloqueando la huida de la pobre Hinata y, sin pensarlo dos veces, su mano se cerró sobre la frágil garganta de la kunoichi y, en un gesto brusco la acercó a sus labios.

Al principio Hinata se asustó, tener la mano de Gaara del Desierto en contacto con su garganta no era nada bueno. En seguida se imaginó a sí misma estrangulada por el pelirrojo, por eso el beso la pilló totalmente desprevenida y no supo cómo reaccionar. Ante su falta de respuesta, Gaara se sintió un poco apaleado. La había besado por impulso, había querido besarla y lo había hecho, así es cómo el se comportaba. No era un experto en ese tipo de cosas, pero se suponía que la chica no se quedaba helada e inmóvil como estaba Hinata, de modo que lo tomó como una respuesta negativa, después de todo ¿por qué iba a querer ella que Gaara del Desierto, el asesino sin escrúpulos, la besara?

Justo cuando estaba a punto de soltarla, Hinata reaccionó al fin. Gimió tan suavemente que sólo Gaara fue capaz de notarlo, y al poco notó suaves manos sobre su pecho, una mano justo sobre su corazón. Allí estaba de nuevo esa sensación cálida que había identificado con ella. Sólo ella le producía esa sensación agradable y, dejándose llevar, se separó de ella un poco pero sin terminar el beso, lo suficiente para que su abrazo dejara de ser amenazante, y se atrevió a entreabrir sus labios, maravillado de cómo ella también los entreabría y los seguía. Ahora la sensación ya no era tan cálida, cada vez sentía más calor y notaba cómo Hinata había perdido toda la rigidez y parecía derretirse apretada a él. Estaba a punto de pasarle un brazo por la cintura para asegurarse que la chica no cayera al suelo, cuando sintió a Shukaku revolverse en su interior. Aquel beso estaba atrayendo a su demonio demasiado cerca de la superficie y, de pronto sintió miedo. Miedo de que Shukaku escapara a su control e hiciera daño a Hinata. Por eso la liberó de golpe y reprimió el impulso de mantenerla abrazada, cerca de su cuerpo. Recompuso su máscara habitual y la miró a los ojos. Ella le devolvió la mirada totalmente desconcertada, pidiendo una explicación a lo que acababa de pasar, pero eso era algo que Gaara no estaba dispuesto a darle, porque ni él mismo lo sabia. Así que simplemente, Gaara dio media vuelta y desapareció junto a sus hermanos en un torbellino de arena.