Disclaimer: ni los personajes ni el universo SNK me pertenecen. Escribo por gusto y sin ánimos de lucro.
N/A: ¡Al fin puedo postear el primer capitulo de esta historia! La idea surgió hace ya bastante tiempo en una de mis charlas con la gran Dreekas (a quien como siempre agradezco todo el support) y me gustó tanto que dije que escribiría al respecto. Aprovechando un corte de electricidad (ayudan a mi inspiración aparentemente...) pude escribir practicamente en una noche este primer capitulo, y la emoción de al fin poder postearlo (al fin volvio la luz!) me sobrepasa. Lo que sí me debatí bastante fue si hacerlo yaoi o no, y como eso ni se pregunta, es obvio que será ligeramente yaoi, como ya puse en el summary :D
Espero y sea de su agrado!
Aclaraciones:
—Diálogo
"Pensamiento"
Énfasis.
Era verano en South Town, la jungla de concreto ardía, el día simplemente estaba inaguantable. El mar seguro estaría hirviendo bajo los rayos del sol, por lo que ni siquiera sería agradable buscar refrescarse en el agua, pero sin importar que tan alta fuera la temperatura, había gente divirtiéndose allí. Las calles estaban atestadas como siempre aunque el agotamiento o mal humor que el calor generaba en algunos era notable, aun así por supuesto, el ritmo de la ciudad no se detendría. La mejor opción era la de permanecer dentro de cualquier edificación que estuviera mínimamente fresca, para algunos no era posible, para otros sí.
Dentro de un vaso, unos cubos de hielo flotaban en un whiskey bastante aguado, que parecía haber sido olvidado sobre el escritorio. El enorme ventanal de la habitación había sido cubierto por unas gruesas y oscuras cortinas para que el lugar estuviera protegido del sol abrasador, aunque se perdiera la hermosa vista que se tenía de la ciudad desde aquel punto tan alto, era conveniente y así era menos complicado mantener el ambiente fresco. El piso de madera estaba particularmente frío, los hielos en el vaso se agitaron apenas por un fuerte temblor.
— Perdiste, y no me sorprende en lo absoluto —se jactó Geese con una sonrisa de suficiencia en el rostro, aun sosteniendo a Billy por el cuello para mantenerlo en suelo con una mano y con la otra rodeando firmemente sus delgadas muñecas, presionándolas contra su pecho para que no las moviera. Luego de haberlo azotado con fuerza contra el bello piso de madera por tercera vez, sabía que no podría levantarse.
Billy se revolvió adolorido, inútil sería tratar de librarse y luchar otra vez, ya había perdido y como su jefe había dicho, realmente no era ninguna sorpresa. No había sido una buena idea desde el principio, pero creyó que aquel tal vez podría ser su día de suerte, el día en que vencería a su jefe y mentor. Respiró profundamente intentando recobrar el aliento, molesto de ver como Geese no se había agitado en lo absoluto a pesar de haber estado peleando con él por un rato, haciéndolo ver aún más ridículo. No le había costado nada derrotarlo tres veces.
— E-Esta bien, ya entendí… —cerró los ojos con fuerza, como si la sonrisa del mayor, o el ligero brillo de la cadena de oro en su cuello lo encandilara. Jadeó en cuanto lo soltó, el calor de su cuerpo luego de la propia agitación que provocaba una pelea se le subió a la cabeza, haciendo arder su rostro, otra vez estaba con sus tonterías. La áspera risa de Geese al escuchar los aplausos casi de broma de Ripper y Hopper le indicaron que estaba prestándole atención a cualquier cosa menos él, como siempre.
Geese se puso de pie y sacudió un poco su ropa de puro teatro, y antes de arreglarse las mangas de la camisa o prender el botón del cuello, se acercó al escritorio para levantar el vaso ya sin ningún hielo a la vista y beber su desabrido pero fresco contenido. Miraba divertido como Billy tomaba su sansetsukon del suelo y se levantaba tembloroso, ya lo regañaría por su evidente descuido en los entrenamientos otro día, o más efectivo que eso, lo pondría a practicar. No era bueno que el hombre que se suponía era el más fuerte después de él estuviera en tan mala forma.
— Ahora, ¿te vas a volver con Lilly a Inglaterra? Dios salve a la Reina, ahí nunca hace demasiado calor.
— No, n-no quiero, no quiero irme, de verdad...
— Si quieres que te de una paliza otra vez, repite eso.
Cerró la boca antes de seguir llevando la contraria, lo severo en su tono de voz le indicaba cuan serio era el asunto para él, pero Billy no lograba entenderlo del todo. Después de todo, ¿por qué era tan malo que no quisiera aceptar salir de vacaciones? Tan importante era que incluso lo había golpeado por no aceptar a la primera, a la segunda, o a la tercera. Podría argumentar todo lo que quisiera, pero Geese parecía estar de humor para unos combates y después de tan patéticas muestras de su parte, no le convenía en lo más mínimo.
— Billy no seas idiota y vete a tu casa ya, que nadie te va a quitar tu título de empleado del mes —comentó Hopper de mala gana, mientras se apartaba un mechón de cabello de la frente—, además, mírate, diste asco.
— Pues discúlpame por perder contra la persona más fuerte de toda esta ciudad, imbécil —Geese sonrió al verse adulado— ¡Está bien, está bien! Si me hace tanta falta como dicen, pues me quedaré en casa por todo el mes.
— Eso era todo lo que tenías que decir —se encogió de hombros y le señaló la puerta—, ya vete, a ver si logras entender que es por tu bien.
Billy lo miró un momento, como si quisiera memorizar su imagen, como si fuera capaz de olvidarla, estaba seguro de que lo extrañaría. Saludó a los tres apenas con un gesto con la mano y se marchó derrotado. ¿Vacaciones? ¿Acaso podría algo ser más ridículo que eso? Un guarda espaldas no toma vacaciones, por más tenso que se le viera, por más estrés con el que cargara, puras tonterías. Vivía por su trabajo y además de ello, le encantaba, no tenía ningún problema en ir al edificio todos los días. Nada le hacía más feliz que ir a la torre, que estar con Geese. Por supuesto en su argumento en contra a lo que le decían, había obviado esa última parte. Podría hacerle bien distanciarse unas semanas, así ese tonto enamoramiento que sentía hacía un tiempo se evaporaría con el calor veraniego. Chasqueó la lengua fastidiado mientras oprimía el botón llamando al elevador, obviamente que no sería así.
El calor lo adormeció ligeramente, por lo que el largo viaje en auto hasta donde vivía le pareció durar solo unos minutos aunque normalmente tomara un poco más de media hora sin tráfico. El chofer lo despertó al llegar y antes de que se bajara, le dijo que se relajara. Dio un portazo al salir del vehículo, ¿de verdad se le veía tan mal? ¿De verdad le hacía tanta falta algo de descanso? No era como si alguien hubiera muerto de estrés, ¿o sí? Ignoraba bastante acerca de esas enfermedades modernas, que todo el mundo decía tener solo para librarse unos días de tener que levantarse temprano y trabajar, la gente así le desagradaba y no quería convertirse en uno de ellos.
Bajo el inclemente sol del mediodía subió las escaleras que lo conducían hacía su departamento mientras buscaba las llaves en los bolsillos de sus pantalones. Tal vez era mera sugestión, pero de solo ver su puerta se sintió increíblemente cansado, por lo que la abrió tan rápido como pudo para entrar. Cerró la puerta y le echó llave nuevamente, colocó su sansetsukon en una esquina y se dejó caer en el sofá del centro de la habitación, no sin antes encender el aire acondicionado. El pobre aparato hizo un ruido extraño, como si se tratara de un viejo motor de auto, y las cintas descoloridas que tenía atadas a la parrilla no se movieron sino hasta pasados unos minutos. Billy suspiró, sería un largo verano así, debería considerar en comprar uno nuevo.
Se quedó dormido rápidamente, y no despertó sino hasta el anochecer. No se sentía mejor, en lo absoluto, incluso le dolía el cuello por la incómoda posición en la que había estado durmiendo. Se quedó mirando el techo por un rato, debatiéndose internamente en si debía salir o no. Podría empezar su verano como cualquier otro ciudadano, embriagándose en algún bar de la ciudad, quizás serviría para ahogar su supuesto estrés o el mal humor con el que se había despertado. La verdad es que esa opción era bastante atractiva.
Una rápida ducha, un cambio de ropa, y estuvo listo para salir por ahí. Ni siquiera llevó su sansetsukon, se había hecho a la idea de que no debía causar o inmiscuirse en ningún pleito, iba a portarse bien, a donde sea que fuera a ir. El verano apenas comenzaba y ya le parecía un bodrio irremediable. Una buena pelea le habría dado la emoción que le hacía falta, o habría bastado para liberar la frustración de los fracasos en la oficina de Geese, pero corría el riesgo en que el resultado fuera mismo, y ese tipo de vergüenza sería difícil de llevar, mucho más que ahora tendría bastante tiempo libre para pensar en ello, y de paso en todos los errores que había cometido últimamente.
Las calles de la ciudad estaban tan repletas como se hubiera imaginado, por lo que se adentró en un callejón rápidamente para evitar al resto de los transeúntes que con su bullicio lo sacarían de quicio en un santiamén. Sacó la cajetilla de cigarrillos de sus bolsillos y miró a su alrededor, asegurándose en que no hubiera nadie conocido que pudiera recriminarle el hecho de que estuviera a punto de fumar, cuando se la pasaba protestando en contra del humo que supuestamente no le gustaba. Se maldijo mentalmente al ver que solo le quedaban un par de cigarrillos luego de sacar el que planeaba fumarse, junto con el pequeño encendedor plástico que guardaba en la caja. Se recargó contra la pared luego de encenderlo, sintiendo como su humor mejoraba ligeramente al sentir el sabor del tabaco, mirando la calcomanía de la Union Jack que había pegado en el hacía un par de semanas. No parecía mala idea simplemente quedarse ahí sin compañía de nadie, fumar tres cigarrillos y regresar a su casa, pero algo llamó su atención.
Levantó la vista y miró en dirección a donde creyó escuchar algo de música. Un leve fulgor incandescente sobre una puerta parecía indicar la entrada, o salida, de alguna clase de antro musical. Se acabó su cigarrillo y lanzó la colilla al suelo, aplastándola con la bota, para luego acercarse a aquella puerta, dispuesto a entrar. Supuso que no habría ningún problema en ello, la mano derecha de Geese difícilmente tenía problemas en cuanto quería entrar en algún lugar, y si este no era el caso, lo resolvería a los golpes. Billy ajustó la bandana en su cabeza y empujó la puerta de metal que emitió un chirrido al estar tan oxidada, pero éste fue ahogado por el sonido de una banda tocando en vivo. Entró al lugar, bastante animado, se veía interesante.
La noche transcurrió rápida, mucho mejor de lo que hubiera esperado, escuchando jóvenes con el cabello sucio, vestidos de mezclilla y camisetas rotas al igual que él, dejándolo todo en un escenario de no más de un metro de alto como si estuvieran dando el concierto de su vida frente a miles de fanáticos. Con una cerveza en mano, y sin que nadie lo reconociera, Billy se sintió bastante cómodo en aquel lugar escuchando la música que más le gustaba, estaba seguro de que volvería, tal vez y pediría prestada una guitarra para acompañar a alguna banda alguna vez. No sería suya, como la que tuvo en Inglaterra, pero seguía siendo una buena idea. Por lo menos, era algo con lo cual matar el tiempo, que era justo lo que ahora tenía de sobra.
El amargo sabor de la cerveza le recordó un poco a su actitud, quizás volver a Europa con Lilly habría sido una buena idea, pero aunque amaba a su hermana, no sentía ánimos de volver. La campiña inglesa con su verde césped y suave brisa veraniega era increíblemente aburrida, y luego de estar tan acostumbrado al movimiento de la ciudad y las peleas, la tranquilidad era insufrible. La única emoción que había allí era la de ver como la secadora se sacudía cuando centrifugaba ropa, cuando la cuerda por algún motivo extraño se cortaba o cuando se reunía con los pocos amigos que había hecho ahí para tocar en la cochera de la casa de uno de ellos. Suspiró mientras pedía otra cerveza, hacía bastante que no se comunicaba con ellos, y no le habría sorprendido en lo absoluto que lo hubieran olvidado, o que tuvieran cosas más importantes de las cuales preocuparse.
Un mes en el campo a muchos les habría hecho bien, pero a él respirar aire puro sin contaminar lo habría hecho sentir como sapo de otro pozo sin duda alguna. Y si por fuerza de la costumbre llegaba a adecuarse nuevamente a toda esa normalidad, ya sería tiempo de volver a América, y eso significaría soportar los ruegos de Lilly por quedarse, que nunca lograría aprender a manejar. Tampoco se sentiría del todo tranquilo, a sabiendas de que algo podía suceder en South Town en su ausencia. A pesar de que hubiera gente que pudiera lidiar con cualquier eventualidad, se sentiría responsable si las cosas no iban bien. Inglaterra entonces no era una opción, pensar demasiado, tampoco.
Se frotó las sienes, molesto, luego palpó sus bolsillos en busca de sus cigarrillos otra vez. Encendió uno al ver que había más gente fumando, ahogándose apenas con la primera bocanada de humo. Seguía fumando como si fuera un adolescente fingiendo ser más malo que realmente era, al igual que el muchacho demasiado delgado que estaba acomodando el pie del micrófono a su altura. Sonrió de lado un tanto divertido, la mayoría de los chicos que había visto esa noche se veían así. Tal vez la ropa estaba bien, pero ellos no. No pudo evitar pensar que los músicos hacia un poco más de diez años se veían mejor, tal vez incluso él mismo se vería mucho mejor.
En un momento, la gente empezó a marcharse, probablemente el lugar ya iba a cerrar, y como esas personas, debería hacer lo mismo. Le pagó al sujeto que estaba en la barra y antes que se bajara de la banqueta en la que había estado sentado toda la noche, el sujeto lo llamó y le tendió un papel que aceptó sin revisar y dobló apresuradamente para guardar en su bolsillo. Salió por la misma puerta por la que había entrado, esta vez el chirrido fue bastante audible ya que no había ninguna banda en el escenario, solo se escuchaba el murmullo de gente despidiéndose. El callejón estaba igual que antes, pero las calles estaban vacías por suerte. Regresó a casa con más tranquilidad.
Una vez dentro de su departamento, miró el reloj en la pared de la salda y pudo ver lo tarde que era, casi las cuatro de la madrugada. No había problema en eso ya que al día siguiente no necesitaba despertar temprano para dirigirse a la torre, muy a su pesar. Encendió de nuevo el aire acondicionado, que esta vez no presentó problema alguno y se recostó otra vez en el sofá luego de quitarse las botas. Antes de cerrar los ojos recordó el papel que le había dado el sujeto del bar y que no se había molestado en leer, lo sacó de su bolsillo para revisar bien que era. Rio por lo bajo al notar el ligero color púrpura, casi rosado, del mismo, y lo desdobló para sacarse la duda respecto a lo que era. En el centro del papel, escrito con letras grandes podía leerse:
Se necesita guitarrista.
Arqueó una ceja ante la sorpresa, parecía una afortunada casualidad pues justo había estado pensando en eso en el bar, era justo lo que necesitaba. A fin de cuentas, su verano podría no ser tan aburrido como hubiera pensado. Siguió leyendo, solo había una dirección, ni siquiera habían dejado un número de teléfono, mucho menos algo que indicara el estilo de guitarrista que se necesitaba, tampoco un horario en el que pudiera presentarse, o hasta cuando se extendería la búsqueda. Supuso que quien estuviera al frente de la convocatoria no estaba muy enterado en cómo debía elaborarse un buen aviso. Se levantó, fue directo a su habitación, y sacó del closet el estuche de su guitarra y su pequeño amplificador, que no se comparaba en lo más mínimo al equipo que tenía en la torre de Geese. Recordó que allí tenía unas cuantas guitarras más y su batería, junto a inmensos amplificadores que más de una vez habían hecho vibrar a toda la isla con su potencia, y por supuesto, molestado a más de uno. Sonrió mientras conectaba el pequeño amplificador a un tomacorriente y se sentaba al lado en el suelo, con la espalda contra la pared. Si se metía en una banda, no podía imaginarse algún lugar donde ensayar que fuera más adecuado que ese.
Abrió el estuche con cuidado y se quedó mirando su guitarra un momento. Se quitó la bandana de la cabeza y con ella limpió un poco la lustrosa madera del instrumento, como si tuviera algo de polvo. Practicar un poco era buena idea, aunque no dudaba de su capacidad musical, incluso estaba seguro de que podría ser el elegido, el guitarrista que el desconocido del anuncio púrpura necesitaba. Conectó el cable de la guitarra al amplificador y bajó el volumen del mismo, considerando lo tarde que era. Afinó de oído la guitarra aunque no fuera necesario, ya que lo había hecho hacía solo un par de días, rasgando apenas las cuerdas para comprobar que sonara a la perfección.
Tocó una melodía tranquila, murmurando la letra de la canción, y todo lo que le hubiera salido mal en el día simplemente se esfumó, no le importaba en lo absoluto. Se quedaría en South Town, entraría en una banda, tocaría en el pequeño escenario del bar que había visitado y quizás en otros más, se haría de un par de nuevos amigos, se divertiría durante sus vacaciones, ya lo tenía perfectamente planeado. A la mañana siguiente iría al lugar que se indicaba en el anuncio para no dejar pasar la oportunidad que tenía en frente.
Subió un poco el volumen del amplificador y se puso de pie, del puro entusiasmo que le producía tocar la guitarra. Se perdió en un magnífico solo improvisado, que no era más que pura emoción, un fiel reflejo de sí mismo. Billy solo dejó de tocar en cuanto el cielo comenzaba a teñirse de un naranja bastante oscuro, posiblemente amanecería en poco tiempo. Guardó su bella guitarra de nuevo en el estuche, la sacaría a dar una vuelta y lucirse en unas cuantas horas. Bostezó cansado mientras se dirigía a su habitación, necesitaba dormir un poco, aunque esperaba que esto no se le dificultara por lo ansioso que estaba.
Hasta el proximo capitulo, gracias por leer!
