I. Despertar.
La mañana era bastante apacible, aunque calurosa, así que Zoro optó por entrenar en cubierta. Hacía apenas pocos días que habían llegado a Villa Cocoyashi, y Nami había decidido que se quedarán ahí algunos días. (N/A: sí, leyeron bien, lo había decidido xD que esta mujer a veces tiene más voz cantante que el pobre Luffy)
El peliverde se estiró un poco antes de comenzar. Como en una hora más o menos (y eso dependiendo del humor del "maldito erokuku") Sanji tendría que ir a prepararle el almuerzo. Los demás se estaban hospedando en la casa de Nojiko. Estaba solo en el barco ya que le había tocado quedarse de guardia. Se agachó para recoger la impresionante pesa que había dejado en el suelo cuando descubrió una carta.
El sobre no indicaba remitente ni destinatario, de hecho no tenía ninguna señal. Extrañado, Zoro abrió el sobre y se sorprendió al encontrar una hoja con una sola frase en letra estilizada:
"¿Le darás cuerda?"
La única persona de la tripulación que escribía así de estilizado era Robin.
-Maldita mujer, si será alguna de sus bromas…-desde que se habían reencontrado, luego de que Kuma los mandara a diferentes sitios, el comportamiento de Robin hacia todos era un poco más abierto… y ya le había jugado un par de bromas a Zoro usando frases enigmáticas. Sonrió de lado y decidió seguirle la broma, solo para saber que haría. Fue hacía el cuarto de cartografía de Nami por una pluma y tinta. Garabateó un sí en la hoja y la volvió a guardar en el sobre. Metió el sobre en su haramaki y regresó a cubierta. Tan pronto como viera a Robin le daría el sobre para demostrarle que no le tenía miedo a sus bromitas.
-5999, 6000, 6001, 6002, 6003, 6004…-Zoro llevaba una hora realizando series de levantamiento de pesas cuando Sanji se dignó aparecerse.
-Buenos días, baka marimo. –saludó y se dirigió a la cocina.
-Maldito erokuku-respondió Zoro, ambos disimularon una sonrisa. Ya no peleaban tanto pero antes morirían que ser amables el uno con el otro. Sanji no iba sólo. Usopp, Chopper, Robin, Brook y Luffy iban con él.
-Oi Zoro, ¿Qué es esa caja de ahí?-preguntó Luffy. El espadachín volteó hacia donde estaba apuntando Luffy y se sorprendió al descubrir una caja de madera fina, con un broche en forma de una rosa dorada. "¿Desde cuándo está aquí esa caja?" Pensó Zoro. No se había movido de ahí en todo el rato y podía jurar que nadie se había parado por ahí.
- Es una caja muy bonita… apuesto a que a Franky le gustaría-comentó Robin con una dulce sonrisa. Franky había estado algo raro desde que habían llegado a Villa Cocoyashi y hablaba muy poco.
-Me preguntó que habrá adentro…-Chopper también estaba examinando la misteriosa caja.
- Tal vez… sea una maldición…- advirtió Usopp.-Cajas que aparecen de la nada… puede ser un zombi, un vampiro o algo peor…-Usopp temblaba hasta la nariz y le contagió su temor al renito.
-¡¡¡Ahhh!!! Una maldición… ¡Luffy arroja esa caja al agua!-Demasiado tarde, Luffy ya había abierto la caja.
-Eso es… ¿Una muñeca?-inquirió Luffy. Efectivamente, era una muñeca hecha a mano, bastante bien hecha. Vestía un camisóncito rosa y portaba un enorme moño rosado sobre sus rizos rubios. Entonces notaron una palanquita al lado que evidentemente servía para darle cuerda a la muñeca. Zoro sonrió entendiendo la misteriosa carta: "¿Le darás cuerda?". Le sonrió a Robin como para indicarle que no iba a caer en algo tan tonto y le dio cuerda a la muñeca. La arqueóloga no tuvo tiempo de interpretar la sonrisa de Zoro ya que de inmediato una extraña luz rosa rodeó a la muñeca y esta abrió los ojos. Usopp y Chopper gritaron aterrados y echaron a correr. Luffy observaba a la muñeca fascinado, no era difícil imaginar que estaba pensando en hacerla su nakama. Robin dio un paso hacia atrás sorprendida y fue entonces cuando Zoro supo que no era una broma de la arqueóloga.
La muñeca se estiró y bostezó deliciosamente. Miró con sus adormecidos ojitos a un lado y a otro, luego sonrió y se lanzó sobre Zoro.
-¡Unyu! ¡Gracias por despertarme!-lo abrazaba y canturreaba alegremente. Zoro estaba simplemente en estado de shock. La mente racional de Robin no atinaba a darle explicación a lo que pasaba, porque, es ilógico que una muñeca sea tan… real. Luffy reía y se acercó a la muñeca:
- Hola, soy Monkey D. Luffy, ¿Quieres ser mi nakama?
-¿Uh? ¿Nakama?-la pequeñita lucía desconcertada. Luffy hizo un puchero ¿Cómo podía haber alguien que no supiera que era un nakama? Sin poder evitarlo Robin sonrió.
-¿Cuál es tu nombre?-preguntó amablemente.
-Hinaichigo… -la muñequita sonrió al ver esos ojos azules tan calmados, le hicieron recordar otros tiempos, en otra dimensión.
-¿Tienes hambre Hinaichigo?
-¡Sí! ¡Quisiera comer Unyu!
-Veamos si Sanji tiene algunos…- dijo Robin sin acabar de comprender muy bien qué rayos era un Unyu. La tomó de la manita y la llevó hacia la cocina dejando a un totalmente desconcertado Zoro y a un alicaído Luffy.
- ¿Pero qué…?-el espadachín se quitó el haramaki, pero fue en vano, el sobre simplemente se había desvanecido.
Sanji se sorprendió al ver a la muñeca, pero como además era una preciosa niñita, se apresuró a tratarla gentilmente.
-¿Unyu?-Sanji le lanzó una mirada de auxilio a Robin, ¿Qué era un Unyu?
-Sí, es rojo y negro y ¡Unyyyu!
-¿Es algo dulce o salado?
-Es dulce… y etto… ¡Ah! ¡Ichigo!-la pequeña notó un montón de fresas que Sanji había estado partiendo para un postre y estiró sus manitas intentando alcanzarlas. Sanji suspiró aliviado. Ya investigaría que era un Unyyyu. Le preparó rápidamente unas fresas con crema a la pequeña y siguió preparando el almuerzo de Zoro.
"Que curioso que a Hinaichigo le gusten… las ichigo" pensó Robin divertida mientras observaba con ternura a la pequeña. Cuando era niña siempre había querido una muñeca, pero tía Roji … suspiró al recordar a su nada cariñosa tía. "Bueno, ahora tengo una muñeca que parece una niña… será divertido…"
