Card Captor Sakura y sus personajes le pertenecen a las reinas del Shojo, CLAMP.
Lienzo.
Cada punto en el lienzo era sagrado. Cada detalle, rasgo o simple línea era casi su obligación, o una estela masoquista entre el rubor dulce en su rostro y las memorias dormidas en algún lugar. Aquellas memorias plasmadas en paisajes soñados de ausente castaño que le costaba horas terminar.
Revisaba una y otra vez. Corrigiendo, rompiendo o frunciendo el hermoso ceño por la perfección no alcanzada; no dormiría al menos que el retrato reflejase claramente los rincones de sus latidos, no descansaría hasta que le produjese un efecto deliciosamente similar.
No dormía hasta comprobar que todos sus impulsos se cargaban allí y no podrían salir, a menos que lo desease. Por mucho o poco que pudiese, pero nunca borrando la imagen que veía al cerrar los ojos. Esa que arrancaba una sonrisa anhelante de los labios delgados o el níveo sonrojo de sus pálidas mejillas, extrañamente inusual.
Y salía corriendo cada vez que llegaba el visitante esperado. Por más que se propusiese esconderlo, su arte en aquel cuarto se volvió un tema continuo de interrogantes entre ellos; de esos que alteraban su buen ánimo y borraban la sonrisa tierna que ansiaba dibujar.
Pero nunca se lo diría. Pues ninguna razón lógica podría explicar los constantes cuadros de una misma persona en toda la habitación y, aún si existiera una excusa, nada frenaría el deseo de robarle el beso casto ansiado, que imaginaba al tomar su mano en un descuido y sonreírle asegurándole que no era nada importante.
¿Por qué no puedo verlo, entonces?
Y la leve curva que dibujaba su boca exhibía la respuesta. Esa amarga que las palabras no se atrevían a pronunciar. Esa que las lumbres ambarinas ni siquiera imaginaban, en su tentadora insistencia y la inocencia, esas que jamás podrían pensar en el ultraje que su corazón cometía con quererle tanto.
Porque sabía que si la verdad llegara a salir de sus labios le perdería. Y el perderle era una tortura que no estaba dispuesto a soportar. Nunca, ya lo sabía. Sabía bien que, al ser fuerte, su alma también era frágil y pura, demasiado frágil para arriesgarse a quebrarla sin la posibilidad de consolarle después.
No, Syaoran no podía saberlo.
No hasta que pudiese contenerse.
N/A. Volví a las andadas, a mi pareja fetiche. Este drabble solía ser parte de un Fic largo en mi cuaderno, pero termina muy mal y no quiero deprimir a nadie. Dedicado a Pami, quien sé que me dirá cuántos errores tengo aquí xD y a clau, no sé quien sea en realidad pero tengo entendido que es fan de esta pareja también ^^. Va para tí, clau. Espero que lo leas y me digas si te gustó :D
