Todo había salido de acuerdo al plan de Sherlock. ¿Y cómo iba a suceder de otra manera? Ahora él se encontraba sentado en la sala del departamento de Molly Hooper, los pies arriba del sillón y abrazándolos mientras recargaba la barbilla en sus rodillas. Molly seguía observándolo desde la cocina mientras le preparaba una taza de té. Está por demás decir que el hombre se encontraba en shock, aunque si le preguntaras, probablemente diría todo lo contrario.

Moriarty estaba muerto y el teóricamente también. De no haber sido por ella así sería en realidad. Los detalles de cómo había sucedido todo ahora no importaban. Lo que más le atormentaba era el hecho de haberle mentido a John, pero era la única manera de salvarlo. Y él iba a regresar, pero ahora no era el momento adecuado, tenía que encargarse de muchos asuntos antes. La cuestión que atormentaba a Sherlock desde que estaba en el techo del hospital con Moriarty, era si John iba a perdonarlo después de todo.

Había planeado desaparecer un tiempo, un año quizás, pero si las cosas no salían como él pensaba (aunque estaba seguro que era poco, muy poco probable que fuera así) tardaría un poco más. Tal vez John lo olvidaría y seguiría adelante. Tal vez no lo reconocería si se parara enfrente de él y lo saludara como si nunca hubiera pasado nada.

El simple hecho de pensarlo hizo que se estremeciera. Tardó en darse cuenta que Molly se encontraba frente a él, sosteniendo una taza quizás con más fuerza de la requerida. Estaba nerviosa, no era necesario utilizar sus habilidades para darse cuenta. Quiso estirar la mano para tomar la taza, pero por más que intentaba, no podía moverse. John seguía dando vueltas en su cabeza. Tonto John, esta es la única manera, de haber sabido mi plan te hubieras opuesto rotundamente. Mentirle a quien él consideraba su único amigo no lo permitía estar en paz. Incluso la señora Hudson sabía a medias acerca de su plan. Al final, todo era para salvar a John.

Jamás consideró la tarea tan difícil que le había encomendado a la señora Hudson y a Molly. Ellas verían a John y nunca tomó en cuenta cómo se sentirían al mentirle ellas también sobre su muerte. A ambas las creía capaces y sabía que John no podría con la verdad. Al menos no por el momento.

—¿Sherlock?

Sherlock alzó la vista y observó de nuevo a Molly. Su cabello, recogido simplemente con una liga, indicaba que lo había amarrado rápidamente para que no le estorbara en sus actividades. Aun seguía sosteniendo la taza frente a él con la misma fuerza, como si esta fuera a caerse a la menor provocación.

—Yo, eh…lo siento, Molly, solo… ponla en la mesita.

Molly obedeció y dejó la taza frente a él y regresó a la cocina. Parte del plan era que ella lo escondería en su departamento durante un tiempo, pero para Molly, convivir con él le había resultado más difícil de lo que creía.

Siempre había querido a Sherlock a pesar de sus actitudes hacia ella. A su mente vino el recuerdo de la navidad pasada, donde él había dicho cosas horribles y de repente le había pedido una disculpa para luego retirarse a su habitación ignorándola nuevamente. Y aunque el beso en la mejilla que le había dado lo había sentido en un principio frío y sin sentimientos, había alcanzado a notar en su mirada (o no sabía si eran alucinaciones suyas) algo diferente. Y aun así, cuando vio su mirada triste en el laboratorio, estuvo dispuesta a ayudarlo en lo que él quisiera. Incluso fingir su propia muerte.

Sabía que la situación por la que Sherlock estaba pasando era difícil y por el momento no quería molestarlo. Poco a poco el se calmaría y ella sabía que lo único que podía hacer era dejarlo ser. Siempre estaría ahí para lo que él necesitara.

Escuchó que Sherlock se levantó del sillón y caminó lentamente hacia la habitación que ella había preparado para él. Escuchó la puerta cerrarse y ella regresó a la sala ahora desierta y se sentó en el lugar donde había estado Sherlock. Un par de lágrimas escaparon de sus ojos al checar su celular y ver un mensaje de John. ¡Si tan solo Sherlock le pusiera a ella la mitad de atención que le ponía a John! En algunas ocasiones llegó a sentirse celosa de él, pero John era una persona agradable con quien no podía pasar mucho tiempo molesta. Además, él no tenía la culpa de las actitudes de Sherlock.

Dejó el celular en la mesita y notó que la taza de té seguía intacta.


Un mes había pasado y las cosas seguían iguales. Molly seguía trabajando como era costumbre y cuando regresaba a su departamento, la mayoría de las veces lo encontraba vacío. Los primeros días se había dedicado a esperar a que Sherlock regresara, preocupada de que volviera herido o que no fuera a volver nunca. Se sentaba en la sala, jugueteando nerviosamente con su celular, hasta que Sherlock aparecía. Abría la puerta sin hacer ningún ruido, la miraba por un instante y sin decir nada se encerraba en su cuarto hasta el día siguiente. Molly dejó de esperarlo y el pareció no darse cuenta. Casi no interactuaban, él se encerraba en su mundo y ella tenía miedo de tratar de alcanzarlo.

Ese día había llovido fuertemente y había regresado empapada a su departamento. Sin sorprenderse de encontrarlo vacío, dejó sus pertenencias en la mesita que estaba en la entrada y decidió darse un buen baño con agua caliente. Al salir checó su celular y encontró otro mensaje de John. Desde que Sherlock había desaparecido, John había empezado a tratarla aun más, como si convivir con ella hiciera que el recuerdo de Sherlock no desapareciera tan pronto. Esto atormentaba a Molly, quien cada vez se rehusaba más a convivir con él, se sentía demasiado culpable y le dolía en verdad no poder decirle que Sherlock se encontraba en su departamento.

Decidió no contestar y se dirigió a la sala aun secando su cabello con una toalla. Afuera seguía lloviendo y parecía que no se iba a quitar en toda la noche. Abrumada por lo que le estaba haciendo a John, se sentó en el hueco en la esquina que se formaba entre dos de sus sillones y la ventana. Era una manía extraña que tenía desde hace mucho tiempo. Cada que se sentía triste, estresada o que Sherlock hacía algo, llegaba a su departamento y se sentaba en ese lugar como si los sillones fueran una fortaleza que la apartara del mundo exterior. Podía pasar horas sentada ahí, hasta que se relajaba lo suficiente o cuando se sentía mejor.

Abrazó sus piernas mientras veía por la ventana la lluvia caer. Afuera estaba oscuro y solo un faro iluminaba la calle. Suspiró. ¿Hasta cuándo seguirían así las cosas? Empezó a seguir los trayectos de las gotas en la ventana y sin darse cuenta, se quedó dormida.

Un par de horas después, despertó con un sobresalto. En un principio no sabía dónde estaba, pero poco a poco fue identificando los sillones y la ventana. Sus piernas estaban entumecidas por la posición y las estiró lentamente haciendo una mueca de dolor. Alzó la mano y la puso en el descansabrazos del sillón para ayudarse a levantarse y sintió la tela del abrigo de Sherlock. Sorprendida, alzó la cabeza para tratar de ver más allá del descansabrazos y se encontró a Sherlock, sentado tranquilamente en el sillón. Tenía la mirada perdida, pensando en mil cosas como era costumbre y Molly se sorprendió de verlo ahí. Era extraño que no hubiera llegado directo a su habitación.

Molly intentó levantarse rápidamente pero sus piernas no le respondieron.

—Llevas mucho tiempo así sentada. No deberías levantarte así de rápido—dijo Sherlock sin voltear a verla. Ella sin proponérselo, se ruborizó e hizo caso omiso de su comentario e intentó levantarse de nuevo. Apoyándose en el sillón, logró salir del hueco y se sentó en sillón contrario. Sherlock seguía viendo hacia un punto fijo en la pared del otro lado de la habitación y Molly se quedó en silencio. Sus piernas le dolían bastante y comenzó a estirarlas y flexionarlas suavemente para tratar de disminuir el dolor.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí sentado?—preguntó Molly pero inconscientemente no esperaba que Sherlock le respondiera.

—Mucho, Molly Hooper.

Su mente empezó a revolucionarse con todas las ideas sobre por qué estaba ella en ese rincón de su departamento, pero se quedó en silencio. Sabía que era una manera de protección que tenía o algo parecido y prefirió no volver a alterarla aunque no sabía y no encontraba una razón lo suficientemente convincente para que ella estuviera alterada.

—Bien, creo que es hora de que me vaya a dormir—dijo Molly y se levantó torpemente del sillón. Sherlock la miró un instante y antes de que ella diera un paso el ya se encontraba de pie a un lado de ella. Sin preguntarle ni decirle nada antes, se inclinó un poco, deslizó su brazo por detrás de sus rodillas y la cargó dispuesto a llevarla a su habitación.

—¿Qué…qué estás haciendo?—dijo Molly sorprendida mientras se agarraba del hombro de Sherlock. Su abrigo seguía mojado y ella sintió como su pijama se humedecía en los lugares en los que tenía contacto con el abrigo.

—Es muy probable que te lastimes si intentas caminar con las piernas así—le dijo una vez más sin mirarla—así que te llevaré a tu habitación.

Molly lo miró sorprendida. Su forma de hablar un tanto monótona hizo que la situación fuera aun más incómoda. Sherlock caminó con ella en brazos y entraron a su habitación. La dejó suavemente en su cama y se retiró en silencio. Molly se quedó quieta tratando de analizar las actitudes de Sherlock, pero abandonó prontamente todo intento de entenderlo, sabía que solo conseguiría un buen dolor de cabeza. Escuchó la puerta de la habitación continua cerrarse y suspiró.


Sherlock se quitó el abrigo y lo dejó estirado en una silla que se encontraba en una esquina de la habitación para que se secara. Se acercó a la ventana y observó desde otro ángulo el mismo faro que iluminaba tenuemente la sala, especialmente el hueco donde había encontrado a Molly al llegar al departamento.

Al llegar al departamento y abrir la puerta, notó un ambiente extraño y en vez de dirigirse a su habitación como era costumbre, decidió sentarse en la sala por un instante. Estaba agotado, pero, como era de esperarse, todo estaba sucediendo como él tenía planeado. Pronto las cosas volverían a ser como antes y regresaría a vivir al 221B de la calle Baker. Una media sonrisa se dibujó en su rostro, la misma que desapareció casi instantáneamente puesto que en ese momento fue cuando encontró a Molly dormida en el hueco entre los sillones.

La observó un instante y decidió que lo más adecuado era dejarla dormir. También dedujo que sus piernas se entumecerían y había probabilidades de que enfermara por dormir junto a la ventana en una noche tan fría. Decidió esperar a que despertara, no iba a tardar más de dos horas y supuso que no llevaba mucho tiempo ahí, su cabello seguía húmedo.

Después la había llevado en brazos y sintió como su respiración se había acelerado en cuanto la había levantado. Él la había cargado con el pretexto de sus piernas entumecidas, pero bien sabía que ese no era impedimento para que ella regresara por su cuenta a su habitación.

Se dejó caer en su cama y se quedó profundamente dormido.


Una rebanada de pan tostado y una taza de té se enfriaban ante la mirada de Sherlock. Sabía que tenía que comer algo, pero simplemente no tenía apetito. Su mente por el momento se concentraba en otras cosas y comer había pasado a segundo plano. Por alguna razón había dormido hasta tarde y cuando despertó se encontró solo en el departamento. Hacía un par de horas que Molly se había ido a trabajar y él rápidamente dedujo todos sus movimientos antes de dejar el departamento. En cuestión de segundos sabía qué había desayunado, a qué hora, incluso qué ropa llevaba puesta. También notó que había olvidado su bata.

"Olvidaste tu bata. SH" envió rápidamente y volvió a fijar la mirada en su rebanada de pan. Después de un rato le dio un pequeño mordisco y bebió el té casi de un solo trago. Se dirigió a la puerta y tomó el periódico que se encontraba en la mesita de la entrada, acto seguido se desplomó en el sillón y se puso a leer los encabezados del día.

Su celular emitió un pitido anunciando que había llegado un mensaje.

"gracias, pensé que la había perdido"

Sherlock no contestó y miró de reojo la bata que seguía en una silla del comedor. No era habitual que Molly olvidara sus cosas. Por sus actitudes recientes, Sherlock sabía que había algo que le preocupaba. Recordó que Molly siempre había tenido un trato bastante diferente con él. Hacía todo lo que él pedía e incluso cuando él decía comentarios que, según John, no eran adecuados, ella seguía ahí, dispuesta a ayudarle en todo.

Pero ahora se encontraba seria, distante. Sabía que algo le preocupaba, pero no alcanzaba a entender qué. Últimamente casi no había convivido con ella a pesar de estar viviendo en la misma casa. Tal vez tenía miedo de preguntarle sobre John; tal vez era otra cosa que aun no lograba entender y que ocupaba parte de sus pensamientos más recientes.

Se acercó a la bata y la quitó de la silla. La analizó cuidadosamente y cuando acercó su nariz para olerla descubrió que había un sutil aroma a violetas. Su nuevo perfume pensó y volvió a acercar su nariz. El olor le era agradable y en ese momento descubrió que no sabía desde cuándo había empezado a usar ese aroma.

Dejó la bata en su lugar y apresuradamente se encerró en su habitación.


Para buena suerte de Molly, ese día salió temprano de trabajar y camino a casa decidió hacer una parada en una pastelería y comprar panquecitos para cenar y con la esperanza de que Sherlock comiera por lo menos uno. Había notado que casi no comía y, aunque John siempre se había quejado de eso con ella, ella procuraba hacer lo mismo que John le había comentado alguna vez: dejar comida cerca de él con la esperanza de que él la tomara. No sabía qué tan efectiva le era esta maniobra a John, puesto que con ella solo había funcionado un par de veces. Sin embargo, era algo que hacía continuamente.

Cuando entró al departamento notó que todo seguía igual a como lo había dejado en la mañana. Parecía que Sherlock jamás hubiera estado ahí. Dejó la caja con panquecitos en la mesa del comedor y miró su bata, que seguía puesta en una de las sillas. Sonrió ligeramente al tomarla y la llevo a su habitación.

Sherlock escuchaba todos sus movimientos escondido detrás de la puerta de su habitación. Al parecer ella no se había dado cuenta que él se encontraba en el departamento. Abrió la puerta tratando de no hacer ruido y se dirigió a la habitación de Molly. La encontró sentada frente a su tocador, quitándose los aretes.

—Molly.

Molly dio un brinco y ahogó un gritito ante la repentina aparición de Sherlock. Volteo a verlo aun con una mano en su oreja y le sonrió nerviosamente.

—Sherlock, me asustaste.

—Lo sé—dijo Sherlock expresando fastidio al escuchar que Molly confirmaba algo obvio—llegaste temprano.

—Eh…sí…no había mucho trabajo así que decidí venirme antes. También traje panecillos.

Sherlock ignoró el último comentario y se acercó hacia donde se encontraba ella. Molly seguía mirándolo confundida. También a ella le había sorprendido encontrar a Sherlock en el departamento a esas horas.

—Has…¿has hablado con John?

Aunque no sabía bien Molly qué comentario esperaba de Sherlock en ese momento, hablar sobre John era lo que menos quería hacer. Claro que había mantenido contacto con él. A pesar de todo, se habían vuelto buenos amigos, pero no quería hablar de eso con Sherlock. Sabía que cada que se mencionaba algo relacionado a John, él se ponía inquieto y se encerraba en su habitación y pasaban días para que volviera a salir.

—Eh, no. Creo que está ocupado.

—¿Ocupado? ¿En qué?

—No lo sé, Sherlock. Lo último que supe fue que consiguió trabajo.

Sherlock no dijo nada más y salió de la habitación dejando a Molly aun mas confundida. Escuchó la puerta cerrarse por millonésima vez y decidió que continuaría haciendo sus actividades como si nada hubiera pasado.

Al regresar a la sala, notó que el paquete de panquecitos estaba abierto y faltaba uno.


Los sentimientos para él siempre habían sido una pérdida de tiempo. De hecho, aquel incidente con La Mujer, le había servido para comprobar que los sentimientos solo estorbaban. Gracias a ellos le había ganando el juego a Irene Adler.

Pero incluso Sherlock Holmes en algún momento jugaría en ese mismo terreno e inevitablemente perdería.

Mientras mordisqueaba las orillas del panecito discutía consigo mismo. Quién iba a pensar que a él, el gran Sherlock Holmes, le costaría trabajo iniciar una plática con Molly Hooper. Últimamente el simple hecho de hablar con ella hacía que su pulso se ace—No, claro que no. Eso es imposible—se interrumpía él mismo cada que intentaba pensar a fondo sobre el tema.

Pero aunque Sherlock tuviera la habilidad de poder engañar incluso a la mente maestra conocida como Moriarty, no podía engañarse a sí mismo. ¿Acaso…—No, es imposible—se corrigió una vez más.

¿Entonces cómo podía explicar el hecho de que la había cargado cuando ambos sabían que era totalmente innecesario? ¿Cómo podía explicar que, aunque ella no se diera cuenta, él la observaba, ponía más atención en cada uno de sus movimientos y aun así no lograba entender la mayoría de las veces qué pasaba por la cabeza de Molly Hooper?

Podía engañar a todos pero no a sí mismo. No podía seguir negando que su pulso se aceleraba cuando veía a Molly. Y no dudaba que sus pupilas se dilataran también en ese momento. Afortunadamente Molly no se había dado cuenta. Afortunadamente Molly no sabía observar las cosas como él lo hacía.

Es por eso que se había encerrado en su habitación para evitar tener contacto con ella. Sin embargo, el hecho de saber que ella siempre estaría para él le hacía sentir vacilante ya que él no podía hacer lo mismo por ella.

¿Y por qué no? Sabía que él no era nada expresivo. Y su habilidad con las mujeres era prácticamente nula. Sabía que Molly Hooper merecía a alguien más y no a alguien como él, que a pesar de todas sus virtudes era muy inestable. Incluso se cuestionó cómo es que John había logrado soportarlo durante tanto tiempo.

Tal vez lo que necesitaba era un parche de nicotina en esos momentos.

Dejó el panquecito a medio comer sobre su cama y salió decidido de la habitación. Se asomó a su habitación y la encontró vacía. Nervioso, se dirigió a la cocina y se encontró con ella, quien estaba de espaldas preparando algo de comer. La observó. Era una de las pocas ocasiones en las que llevaba su cabello suelto. Ella aun no se había dado cuenta de que él estaba recargado en la puerta de la cocina y empezó a tararear una canción. Sherlock abrió la boca para decir algo pero se quedó en silencio. Ella continuó picando lo que parecía ser un apio y después lo echó con ayuda de su cuchillo a una olla que estaba sobre el fuego.

—Molly Hooper—dijo rápidamente Sherlock, como si lo estuvieran presionando. Molly volteó a verlo tranquilamente y le sonrió.

—¿Qué sucede, Sherlock?

—Lo siento, Molly Hooper.

—¿Eh?

Sherlock miró fijamente a Molly y se acercó a ella. Molly aun seguía con el cuchillo en la mano y lo bajó suavemente al darse cuenta que lo tenía apuntado a Sherlock como si quisiera atacarla. Sherlock pareció no hacer caso de ese detalle y siguió acercándose hasta quedar frente a ella. El escucharlo disculparse, aunque en esta caso sin una razón aparente, le hizo recordar aquella navidad donde le había arruinado la noche. Eso o había destruido algo en su habitación.

—Lo siento—insistió—por todo. Y por lo que estoy a punto de hacer.

Molly lo miró inquieta al no saber a qué se refería, pero en ese instante sintió cómo Sherlock la tomaba de los hombros y la atraía hacia ella. Él inclinó su cabeza y ella instintivamente se hizo un poco hacia atrás. Sherlock la detuvo y tomó su barbilla con una mano. Molly estaba nerviosa y alcanzó a notar que Sherlock temblaba ligeramente. Lo miró fijamente durante lo que le pareció una eternidad y sin previo aviso, Sherlock se acercó aun más a ella y la besó suavemente.


Hola, nuevos lectores.

Espero que este breve relato haya sido de su agrado.

Aunque soy nueva en este universo, quedé completamente enganchada desde el primer capítulo, el cual vi hace poco. Y enterarme que ha sido una eternidad mientras esperan (ahora esperamos) la tercera temporada me frustró completamente.

Por eso decidí escribir esto, en donde Sherlock termina viviendo con Molly mientras arregla su reaparición en escena y descubre que siente algo por ella.

¿A poco no Benedict Cumberbatch es increíble?

"Jawn, silly Jawn"

Se agradecen de antemano sus reviews y favs, si es que los hay :)

~Aloine

Pd. También los invito a darse una vuelta por mi otro fic sobre Loki (sí el de Thor, interpretado por el fantástico Tom Hiddleston).