La luz que alumbra la oscuridad.

La hermosa luna alumbraba las bellas calles de parís, todo estaba tranquilo, a excepción de un callejón de la ciudad de la luz, donde una serie de personas encapuchadas se reunían para discutir un asunto de suma importancia…

Uno de los miraculous había caído en malas manos, en las zarpas de hawkmoth, el conocido villano por akumatizar a sus víctimas y convertirlas en monstruos sedientos de venganza.

Por suerte los héroes de París aparecían para salvar el día, y purificar a los akumas corruptos por el portador del miraculous de la mariposa. Pero la cosa no podía seguir así, los akumas cada vez se volvían más fuertes y a los héroes se les dificultaba el trabajo de poder controlarlos, hoy había sido la gota que colmaba el vaso, hawkmoth había akumatizado a dos personas a la vez, y Chatnoir había salido de la pelea con una herida de guerra.

Preocupados, los guardianes, decidieron reunirse en la hermosa ciudad que estaba siendo corrompida por la poderosa magia que llevaban siglos intentando controlar. Algunos creían que un poder tan grande como aquel, no debería están en manos de dos niños tan jóvenes, otros diferían de esta opinión alegando que hasta ahora no había ningún motivo para desconfiar de los adolescentes, ya que por el momento habían ganado todas las batallas sin desvelar el secreto que tan codiciosamente guardaban los guardianes.

La disputa siguió, algunos gritaban enfadados mientras otros empezaban a aburrirse, las peleas y los problemas que surgían con cada nueva generación siempre eran las mismas, y siempre terminaban de la misma forma, cada uno se iba por su lado y no se dirigían la palabra hasta que la siguiente generación hacia su aparición y el circulo vicioso se repetía una y otra vez, no tenían remedio.

¡Silencio! – el maestro Fu hizo su aparición en escena con este grito, estaba harto de que sus compañeros siempre pelearan por tonterías, así que, por primer vez en siglos decidió aparecer en la reunión, sorprendiendo a sus compañeros.

El maestro Fu es uno de los más poderosos de todos los tiempos, conocido por su casi inagotable paciencia y su perseverancia. Pero por una razón desconocida, el guardián desapareció llevándose todos miraculous con él, para poder entregarlos a las personas adecuadas sin el estorbo de las continuas peleas de sus hermanos. El llevaba una vida tranquila en la ciudad de París, cuando todo esto empezó y decidió que ya era hora de volver a aparecer, y que la historia se volviese a repetir.

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Marinette abrió los ojos sobresaltada cuando su reloj sonó, normalmente era su madre quien venía a liberarla de los brazos de Morfeo, pero durante esa semana y parte de la siguiente, sus padres habían asistido a un comité de pasteleros en Berlín, así que tendría que acostumbrarse a despertarse con ese sonido tan molesto y estridente durante los próximos nueve días.

Se levantó pesadamente de la cama y se dirigió al baño de la planta inferior. Su pelo esa mañana era un completo desastre, intento peinarlo con el cepillo pero su cabello no cedía, así que opto por dejar sus características coletas de lado y atárselo en un gracioso topo como hacía en antaño.

Al terminar con su sesión diaria, fue a desayunar, una ventaja de que tus padres sean pasteleros de renombre, era que nunca se terminaban las galletas de chocolate. A diferencia de donde solía desayunar habitualmente, Marinette cogió una bolsa de galletas y dos vasos de leche y subió a su habitación donde su kwami tikki la esperaba sentada en la cama desperezándose.

Buenos días Marinette- la saludo su pequeña amiga aun sin despertarse del todo.

Buenos días- contesto ella con una sonrisa. La pequeña kwami se acercó volando a su portadora.

¿No vas a desayunar en la cocina?- pregunto tikki algo extrañada al ver a Marinette sentada en la cama con un vaso de leche y galletas de chocolate.

He pensado que durante estos días, podríamos desayunar juntas en mi cama, ya que mis padres no están.- Tikki sonrió y se acomodó para comer una gran galleta.

Las dos chicas terminaron de desayunar y se prepararon para salir hacia la escuela de Marinette, esa mañana, a diferencia de otras, la joven no llegaba tarde a sus clases, por lo que se permitió ir paseando tranquilamente.

Su amiga Alya se sorprendió al ver que Marinette llegaba tan temprano a clase, y no disimuló la expresión de sorpresa, al contrario, la exagero aún más.

¡Por Chatnoir! ¡Quién eres tú y que has hecho con mi amiga Marinette!- grito exageradamente fuerte, llamando la atención de algunos compañeros de clase.

Soy yo Alya- dijo algo divertida Marinette por la reacción de su amiga- y acostúmbrate el verme aquí tan temprano, ya que esta semana será difícil que me quede dormida gracias al regalo que me dieron mis padres la semana pasada.

¿Y que fue?- pregunto curiosamente Alya, su alma de reportera no se quedaba callada ante nuevas incógnitas.

Un horrible despertador – tras esa gran revelación Marinette soltó un suspiro de cansancio- mis padres no estarán esta semana y es por esa razón necesitaba algo con lo que despertarme.

¿Y el despertador del móvil?- pregunto su amiga divertida.

Ese no funciona conmigo- dijo Marinette.

No tienes remedio – dijo Alya, para seguidamente soltar una risotada.

Marinette miro con reproche a su amiga, pero finalmente se uno a sus risas. En ese momento dos personas entraron en clase, se trataba de los compañeros que se sentaban enfrente de ellas, Nino, el novio de Alya y Adrien, el amor platónico de Marinette.

Marinette enmudeció, y su cara se volvió roja, intento ocultarlo detrás del libro de historia pero no pasó desapercibido a su amiga, que a su lado rio más al ver la reacción de su compañera.

Buenos días- saludo Nino a las dos chicas, Alya saludo con un corto beso en los labios al moreno, el cual se sorprendió por el atrevimiento de la chica, aun no se acostumbraba a salir con ella, por no decir que no acostumbraba a salir con una chica.

Bu-buenos días- tartamudeo Marinette, no podía evitar hacerlo delante de Adrien, las palabras se quedaban congeladas en su cerebro antes de llegar a su boca, ese era el efecto que el producía en ella.

Buenos días- saludo cordialmente Adrien a la chica, quien casi se olvida de respirar al ver que el chico le sonreía.

Fue entonces cuando la profesora entro para empezar las clases, y un sonrojado Nino y un sonriente Adrien se sentaron para atender a lo que su profesora decía.

Las clases transcurrieron tranquilamente, sin complicaciones ni akumas molestos que interfirieran en su horario de estudios. Marinette observaba a Adrien desde su asiento con su cabeza apoyada en sus brazos, que estaban entrecruzados sobre la mesa, en su opinión ese chico no podía ser más perfecto, y por supuesto que lo era ¡Adrien era un modelo muy codiciado en parís! ¿Cómo no iba a ser perfecto? Y por esa razón, alguien como él jamás podría interesarse en una chica como ella, Marinette soltó un suspiro de resignación, tenía que quitarse esos pensamientos negativos de la cabeza, o eso era lo que se repetía constantemente, ya que si se deprimía o enfurecía por cosas como aquellas un akuma podría poseerla, y eso sería espantoso. Hawkmoth la tendría a su merced, y sin su ayuda Chatnoir no podría purificar el akuma y salvar el día.

Marinette desvió la mirada hacia otro lado, esos días había considerado seriamente intentar olvidar a su compañero de clases, pero por más que lo intentara no lo lograba, el único momento del día en el cual podía olvidarse de esos pensamientos era durante las patrullas nocturnas con Chatnoir, ese gato casanova siempre conseguía de una forma u otra que ella olvidase sus problemas. Esos pensamientos consiguieron sacarle una sonrisa, sin casi darse cuenta ese gato bobo había conseguido meterse en su corazón, esa noche pensaba agradecérselo, pero ¿Cómo?

¡Marinette!- grito la profesora- si encuentras más interesante lo que hay por la ventana que nuestra clase de economía puedes salir fuera a observarlo más de cerca.

¡Lo siento! –grito la chica algo sonrojada, provocando algunas risas de fondo.

Como veo que algunos de vosotros están algo distraídos- dijo mirando sin ningún reparo a Marinette- repetiré la tarea que me entregareis el próximo jueves, todos tendréis que cocinar un postre, el cual traeréis a clase y explicareis a los compañeros los ingredientes y los pasos que habéis seguido para crearlo ¿todo claro?

¡Si!- gritaron todos a coro.

¿Un postre? ¡Eso era perfecto! Sus pares le habían enseñado a cocinar desde muy pequeña, y con una panadería a su disposición las 24 horas del día no le resultaría difícil elaborar un postre en un santiamén. ¿Pero que podría cocinar? Entonces una idea le vino a la mente, esa era su oportunidad de destacar frente a Adrien, y mostrar su valía ante él.

Saco su cuaderno de dibujo y se puso a diseñar un bellísimo pastel, decorado de una forma tan exquisita que apetecía comerse hasta el dibujo. Marinette sonrió pensando en ella entrando a clase con su pastel, y Adrien con una cara de asombro y fascinación total le pediría que se casasen y tuviesen tres hijos y un hámster.

La chica fue sacada de sus ensoñaciones al escuchar el timbre que anunciaba el final de la jornada de clases por ese día, de camino a casa se puso a enumerar mentalmente los ingredientes que necesitaría para poder elaborar el pastel y el tiempo que tardaría en reunirlos y cocinarlo. El tiempo era un tema preocupante para Marinette ya que entre las tareas de clase y sus obligaciones como heroína de la ciudad la mantenían muy ocupada.

Bien, hoy es lunes por lo tanto si hoy termino con todas mis tareas atrasadas, mañana diseño el pastel, el miércoles podría comprar los ingredientes y cocinarlo a tiempo para el lunes – dijo Marinette con una sonrisa en el rostro.

¡Por supuesto que si Marinette!- dijo tikki desde su bolso- veras como logras crear un bellísimo y delicioso pastel, y con el sorprenderás a ¡toda la clase!

Pero a Marinette le daba igual sorprender a toda su clase, solo quería impresionar a una persona, y que por primera vez, que el chico mostrara algo de atención hacia ella. En ese momento se oyó una explosión seguida de gritos de pánico. Marinette corrió a esconderse en un callejón, sabiendo que eso se debía a que un nuevo akuma andaba suelto por las calles de parís.

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Adrien estaba preocupado, nunca en su vida había conseguido siquiera freír una tortilla sin quemarla, ¿Cómo iba a elaborar un postre? Sabía que si se lo pedía a Nathalie, la secretaria de su padre, contrataría a los mejores chefs del país para que cocinaran una delicatesen, digna de los mejores restaurantes de Francia, pero él no quería eso, él ansiaba presentar ante sus compañeros algo elaborado con sus propias manos, y que al menos, fuese comestible.

Podrías hacer una tarta de queso – dijo su kwami desde la chaqueta- no puedes fallar en con tu postre si la receta incluye queso.

Adrien soltó un bufido, para Plagg la solución siempre era el queso.

No creo que el queso sea la solución a este problema Plagg.- dijo Adrien no muy convencido de la idea de su pequeño compañero.-

¿Por qué no?- pregunto el kwami extrañado, como si el queso fuese siempre la solución a todos los problemas de la vida, pero sin embargo esta vez, el pequeño gato negro le sorprendió- yo se cocinar una magnifica tarta de queso que todos los Chatnoir llevan cocinándome desde hace miles de años, podría enseñarte a prepararla.

¿Llevas siglos obligando a los Chatnoirs de la historia a que te preparen un pastel de queso?- pregunto Adrien divertido por la situación.

No les obligaba, lo hacían por mi encanto. – dijo el kwami con una expresión de superioridad.

Adrien rio por la afirmación se su kwami, sorprendiendo un poco a su chofer, que empezaba a preocuparse por el chico, ya que desde hacía un tiempo Adrien reía y hablaba solo. Armando empezaba a preguntarse si la soledad de aquella gran mansión había conseguido volver loco al joven modelo. Pero no decía nada por miedo a que su jefe lo despidiese al cuestionar como criaba a su hijo.

La limusina se estacionó frente a la mansión Agreste y Adrien bajo de esta con una sonrisa en el rostro, ya que su pequeño problema había sido solucionado gracias a su gran amigo. El pequeño momento de tranquilidad se rompió al escucharse una serie de gritos y explosiones unas calles más allá. Adrien entro corriendo en su casa.

¡Plagg transfórmame!- dijo el rubio, que en ese momento paso de ser el educado y gentil Adrien al irónico y extrovertido Chatnoir.

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Ladybug llevaba luchando contra la persona akumatizada lo que le parecía una eternidad, ¿Dónde estaba su compañero el gato? En ese momento Chatnoir apareció de un salto a su lado.

¿Me extrañabas mi lady? – pregunto Chatnoir con una sonrisa coqueta.

Y yo que pensaba que hoy no tendría que soportar tus coqueteos – respondió Ladybug mirándolo con una sonrisa.

O mi lady sabes que te encanta – dijo Chatnoir acercándose a su rostro, para que acto seguido Ladybug lo apartase con un dedo en la nariz del muchacho, algo que ya era común en la pareja.

No hay tiempo para esto Chatnoir, necesitamos encontrar el akuma antes de que alguien resulte herido.- dijo algo preocupada Ladybug, últimamente el trabajo se les estaba dificultando, y su poder de curación milagrosa no podía solucionar los daños psicológicos o emocionales.

No problemo- dijo Chatnoir con una sonrisa tranquilizadora- ¿dónde está el akuma?

Y como si el destino contestase a su pregunta un torbellino de polvos pica-pica les impacto por detrás, arrojando a los dos héroes unos metros en el aire.