CAPÍTULO 01 – PRÓLOGO
Como cualquier historia que se precie, la consecución de las acciones fue extremadamente rápida, siendo este, en este caso, nuestra llegada a Equestria.
Todo ocurrió recién terminada la octava y última temporada de la serie "My Little Pony – Friendship is Magic"; todos los seguidores de la serie (llamados bronies) estábamos como locos haciendo mil y una cábalas con respecto a lo que transcurriría en la tercera película que cerraría con honores todo un evento que afectó positivamente a millones de personas de distintas generaciones.
Las semanas que siguieron fueron atropelladas para las agrupaciones que se encargaban de hacer convenciones, pues a lo largo y ancho de todo el planeta se prepararon jornadas adecuadas. Y precisamente este hecho debería habernos puesto la mosca tras la oreja a los más avispados, pues todos coincidieron en la fecha de celebración.
Por supuesto, yo nunca podría entrar en ese selecto grupo de personas inteligentes y, como si fuese un zombi, no solo me apunté a la convención más cercana, sino que con toda la ilusión que mi orondo cuerpo podía albergar, me presenté en el hotel donde se celebraba dispuesto a vaciar mi cartera con una inusitada rapidez, en pos de llenar mi orgullo y mis estanterías de figuras, peluches, dibujos, y todo lo que se me pusiera por delante.
Lo segundo que debió de haber llamado mi atención, de haberme centrado mínimamente en otra cosa que no fuese la insana adquisición de merchandising vario, fue la doble puerta cerrada y defendida a capa y espada por unos recortes gigantescos de las seis protagonistas de la serie en las típicas posiciones que hemos visto todos mil y unas veces, así como unas coloridas letras que reseñaban un "Pronto estaréis con nosotras".
He de confesar que en la convención gozé como pocas veces antes lo había hecho: charlas, entrevistas, vídeos, karaoke, y un sinfín de divertimentos por y para los fans de la serie; y tanto lo hice que acabé rendido nada más echarme en la cama, no sin antes cenar y bailar junto a otros amigos bronies que hacía tiempo conocía y que nos habíamos reunido para la ocasión.
Y el domingo llegó, y con él el colofón final. A última hora de la tarde, media hora después del evento de clausura, los que más habíamos contribuido (como fue mi caso, siendo el segundo que más merchandising había adquirido de toda la convención), o los que habían ganado un premio, fuimos reunidos delante de las puertas misteriosas. Entre risas y chanzas, los allí presentes bromeábamos sobre ciertas Princesas en versión anthro que en ediciones anteriores nos amenizaron la estancia con su simple presencia… Aunque, a decir verdad, esta vez serían seis personas las que se disfrazarían de las seis Guardianas de la Armonía. Qué inocentes éramos.
Las puertas se abrieron, y fuimos pasando de forma ordenadamente atropellada a la estancia. Allí pudimos observar unas semiderruidas columnatas de cartón piedra pintadas de color oscuro y rodeadas de enredaderas. No pude evitar sonreír, al recordar la escena en la premiere de la primera temporada, donde sin duda debían haberse inspirado al realizar dicha estructura. Pero allí no había nadie más que nosotros, los invitados. Los organizadores, poco después, accedieron a la sala y cerraron la puerta tras ellos, poniéndose a nuestro lado; aunque dos de ellos caminaron hacia el fondo y, descorriendo una gran cortina, descubrieron una tela blanca que haría de pantalla del proyector que colgaba en mitad de la habitación. Apenas hicieron eso, volvieron con nosotros y encendieron toda el sistema audiovisual.
En la pantalla se sucedieron un collage de bronies famosos, así como de los miembros del elenco de la serie, todos dando las gracias por el apoyo dado a la serie. Y sería un vídeo promocional o de gratitud normal y corriente, si no hubiese sido por el final, donde las seis yeguas más conocidas de todas (o más bien sus recortes, exactamente iguales a los que aún yacían pegadas a las puertas) exclamaban en un perfecto español un "Ahora estaréis con nosotras", siendo las voces doblajes que las chicas de la organización habían realizado, y realizando una cuenta atrás empezando desde diez.
Las luces se apagaron y, para asombro de todos (incluyendo los organizadores), un pequeño punto oscilante apareció entre las dos columnatas; punto que creció cada vez más, hasta rozar ambos elementos arquitectónicos. Antes de que esto ocurriese, primero la inquietud y luego el pánico empezó a apoderarse de todos los presentes, comenzando a retroceder hasta situarse junto a las puertas.
Pero el punto, como siempre suele ocurrir en estos casos, no vino solo, sino que estaba acompañado por un poder de atracción simplemente irresistible que irremediablemente nos atrajo uno a uno (o de forma grupal, nunca supe con certeza cómo ocurrió de forma detallada), devorándonos al entrar en contacto.
Lo siguiente que recuerdo no es sino pisar en blando, doblar de forma antinatural las piernas, y rodar hacia un lateral, siendo el extremo dolor lo que me impedía tener percepción más allá del deseo de que todo sufrimiento acabase pronto. Apenas me recuperé, me incorporé hasta tener vertical mi espalda, giré mi pie dislocado a lo que debía ser su posición normal, y me arrastré hacia atrás, siendo entonces partícipe y consciente de dónde había caído en un principio: Ante mí se hallaba una pequeña montaña de cuerpos inertes en su mayoría, aunque algunos se movían espasmódicamente o se acurrucaban gritando o directamente pidiendo ayuda.
Mi mentalidad de broni, o mi supina estupidez, se apoderaron de mí y me obligaron a intentar levantarme del todo, todo para ayudar a aquellos que estaban sufriendo a pocos metros de mí. Un nuevo pinchazo de infinito dolor recorrió mi cuerpo al intentar apoyar el pie derecho, dándome a entender que estaba roto o, con suerte, dislocado. A pesar de todo, cojeé y agarré una mano que sobresalía de la macabra loma, y tiré con fuerza, sacando a una chica que nunca antes había visto, y que me agradeció el gesto con un "Thanks!" entrecortado mientras intentaba recuperar el resuello. Me fijé brevemente en su vestimenta, la cual no era otra sino un logrado intento de cosplay de Applejack, aunque tristemente ajado por la situación, y al que le faltaba el sombrero. De esa guisa, ella se había convertido ante mis ojos en lo más parecido a una figura de la poni campestre realizada por la mismísma Hasbro que jamás creí ver. Otros se acercaron al montículo, o a otros cercanos, y jalaron a su vez de más y más personas, salvando la vida de la mayor cantidad de personas posibles. Y habríamos salvado a todos, si no fuese porque los que allí había nos dimos cuenta de dónde estábamos.
Allá donde se podía mirar, y hasta donde alcanzaba la vista, un paisaje lleno de colores pastel y rebordes infantiloides llenaba absolutamente. Las nubes, las colinas, los árboles… todo parecía tan adorable como solo podía ser…
El silencio que hubo fue generalizado, roto únicamente por los quejidos de los que aún estaban atrapados en la maraña de cuerpos, pero sí… Estábamos allí, en… Me da vergüenza decir que la felicidad inundó de nuevo mi ser, pero… ¿quién nos podía culpar de ser dichosos ante tal situación de desesperante dolor? ¡Nos hallábamos al otro lado de la pantalla cuando emitían la serie! ¡Estábamos en Equestria!
Otra oleada de quejidos despertó de su ensimismamiento a la mayoría de los que se habían librado de ser parte del barullo de brazos, piernas, cabezas y torsos; y poco después los que aún seguíamos admirando lo único positivo que nos rodeaba nos pusimos a la tarea de seguir desenredando el tétrico enredo humano. Y debo decir, a nuestro favor, que la cantidad de supervivientes superó por mucho la de cadáveres.
Y solo al escuchar los gritos de júbilo, los quejidos y las maldiciones que proferíamos por doquier, nos dimos cuenta de la verdad: todo el mundo, literalmente, estaba presente: éramos personas de habla inglesa, francesa, española, italiana, portuguesa, japonesa, y de muchas nacionalidades más… Y todos compartíamos mínimo una cosa en común, la devoción por la serie.
Entonces llegaron ellos, y terminaron lo que la cuasi-mortal llegada no había logrado. Por aquí y por allá empezaron a disparar rayos con sus cuernos, reduciendo así nuestras opciones de huida al mínimo. Afortunadamente para los presentes, los soldados de la Guardia Real Equestriana no son de los que primero disparan y luego preguntan; sino que simplemente optaron por lanzar hechizos paralizantes como medida preventiva. A día de hoy me sigo preguntando cómo no optaron por erradicarnos, pues bien podíamos haber sido un ejército de invasores espacio-temporales, o como coño se supone que seríamos a ojos de los habitantes de este mundo.
Poco después apareció Celestia, seguida instantes después por su hermana Luna, para evaluar los acontecimientos acaecidos, así como los daños causados, tanto de nosotros sobre el terreno, como viceversa. Realmente, y siendo todo lo sincero que un humano puede ser, debo confesar que me enteré de esto después, pues los únicos humanos que fueron des-paralizados (¿se dice así?) y eregidos como representantes humanos (¿o realmente debería decir "representantes bronies"?) estaban situados bastante lejos de mi posición. El resto fuimos trasladados, tal y como estábamos, mediante la magia de levitación, así como de teletransporte. Al final, después de muchas reuniones por ambas partes, ambas monarcas, así como otros líderes de países colindantes que se adscribieron después al tratado, acordaron dar cobijo a todos los seres humanos, los cuales debían corresponder ayudando y trabajando para la común prosperidad.
Y bueno… aquí me hallo, en uno de los mejores lugares donde jamás podía haber sido enviado, Ponyville. Y en la casa de una de las mejores ponis de la serie (o por lo menos de las que mejor me cae de todo el elenco secundario). Podría ser peor, sí… pero no hay día que no recuerde todo lo que he dejado atrás (y no hay día en que no se me olvide acordarme de la putísima madre que parió a los que inventaron ese odioso portal dimensional… aunque de este asunto me enteré muchísimo después). A decir verdad, creo que mi vida es, a todas luces, mucho más interesante de lo que era antes de recalar en este lugar.
—¿Qué haces ahí parado? —inquirió una voz femenina a mi espalda, una voz que, a pesar de todo, seguía sonando musical en mis oídos—. La casa no se va a barrer sola, así que date más brío, que para algo tienes esas garras en los cascos.
—Sí, ama. Lo que usted diga, mi ama —respondí, antes de recibir un golpe en la parte trasera de la cabeza.
—¡Te he dicho que no me llames así! —exclamó la yegua, poniéndose delante de mí y mirándome con sus ojos color fucsia.
—Perdón… —me amilané ligeramente, antes de esbozar una sonrisa—. Sí, ama Berry Punch. Lo que usted diga, mi ama Berry Punch.
—¡Arg! —se desesperó la equina de pelaje color cereza y crines de tonalidad lavanda—. ¡Por enésima vez, ni yo soy tu ama, ni tú mi esclavo! ¡Como mucho no eres sino un parásito que vacía la nevera y hace el vago todo el día! ¡Así que sigue pasando la escoba, que aún hay mucho que hacer hasta la hora de la comida! Yo voy a salir a comprar ingredientes… y ya hablaremos sobre el asunto de que consumas carne, que ya sabes que me repugna pedir eso en el mercado, y más prepararlo. Y a ver si te veo luego en la cocina, que parece mentira que estés tan gordo y no sepas preparar una simple sopa de heno...
No pude por menos reír de manera amistosa antes de continuar mis tareas.
Definitivamente, ella es una de las mejores ponis de la serie. Y sí, podría haber sido mucho peor… No quiero imaginar lo que deberá estar sufriendo el pobre desgraciado que haya sido asignado a la casa de Lyra Heartstring.
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Castlemania: Pony of Shadows - Riou McDohl
Querida princesa Celestia - amadeusdark
Los Mercenarios Remaker version - edgareo
Aitana Pones: La fiebre infernal - Volgrand
Escalera al abismo - LloydZelos
La Sombra del Cristal - Coire Leblanc
Los viajes de Hafsa - Nima Storyteller
Poemas equestres — MoisesR
Diamante purpura — agu10play
