Amor entre radares
Capítulo 1
Kylo Ren anduvo por los pasillos de la Supremacía, de camino a ver a Snoke, que había demandado comunicarse con él.
Llevaba el casco puesto, para dar más impresión al resto de habitantes de la Starkiller y así hacerlos sentir inferiores. Aunque lo eran ya de por sí.
Todo aquel con el que se cruzó durante el camino se apartó de él, totalmente aterrorizado.
Aquello le daba la vida; hacer sufrir a los demás.
Tenía fama de enfadarse fácilmente por cualquier cosa, y era real.
Mientras se dirigía al ascensor, le dio a una llave metálica con la bota. Esta salió despedida pasillo abajo.
—¡Bueno, ya está bien! —gritó una voz femenina. Giró la cabeza para ver quién era y se encontró con una muchacha que miraba para el pasillo, no a él.
—¡Como soy la nueva me tenéis que molestar con estas cosas! —ella se levantó, haciendo caso omiso de su presencia, en dirección a la llave.
La joven parecía del servicio técnico, por sus ropas grises y naranjas. Cuando esta se dio la vuelta y le vio, se quedó petrificada con la herramienta entre las manos y cara de susto.
Kylo se le acercó lentamente, sin decirle nada, disfrutando del momento y la expresión de su rostro. Pese a eso, sus ojos le miraron directamente, sin esconderse.
—Lo siento… No sabía que… Bueno, siempre me hacen esta broma pesada y pensé que… —rio de forma natural.
Kylo no dijo nada al principio, solo se fijó en lo bonita que era.
—Puedes seguir con tus tareas —dijo con la voz distorsionada.
—Gracias, comandante —ella le sonrió de tal forma que lo dejó descolocado.
La joven fue corriendo a por su bolsa de herramientas y desapareció.
No pudo evitar echar la vista atrás.
Kylo bajó en el ascensor, aún pensando en que la chica solo se había asustado al principio, pero luego incluso rio de forma natural, aunque probablemente fue por el nerviosismo de encontrarse con él.
Intentó quitarse el estúpido tema de la cabeza y fue a la estancia donde se solía comunicar con el Líder Supremo.
Nada más entrar, un holograma del desfigurado alienígena lo miró enfadado.
—Kylo Ren, llevo esperando demasiado.
El caballero de Ren hincó la rodilla y no lo miró, ni dijo nada.
—¡Cómo va la construcción de la Starkiller! —demandó.
—Vamos muy adelantados, Líder Supremo.
—Siempre igual con ese casco estúpido que llevas. Haz el favor de quitártelo en mi presencia.
Kylo se despojó de él y dejó ver su rostro y sus cabellos negros y abundantes.
—No eres tu abuelo, Kylo. Que se te meta bien en la cabeza.
El joven intentó guardar para sí, muy dentro, lo que sintió. Pero Snoke podía notarlo perfectamente.
—Bien, ya sabes que la necesitamos terminada lo antes posible.
—Sí, Líder Supremo.
—Y ten cuidado, porque estoy seguro de que la Resistencia intentará sabotearla.
El holograma desapareció y Kylo salió con el casco bajo el brazo y los labios apretados. Subió por el ascensor y volvió por los mismos pasillos recorridos. Sacó la espada láser roja y destrozó a golpes una de las paredes, gritando de rabia.
Se calmó poco a poco y apagó la espada. Al darse la vuelta volvió a dar con la chica del servicio técnico, que lo miró asombrada.
—Yo… Me he dejado una cosa… —Caminó lentamente hacia un martillo que estaba sobre el suelo, lo cogió y reculó de igual forma, sin dejar de observar a Kylo. Se puso obviamente roja.
—Luego arreglaré los desperfectos —añadió.
Normalmente nadie veía sin casco a Kylo, al que le gustaba más ir con él por diversas razones, entre ellas que no le agradaba en absoluto su rostro. Se sintió extrañamente desprotegido delante de la joven técnico.
—¿Tengo permiso para irme?
Kylo asintió sin decir palabra.
Volvió a desaparecer de su vista.
Aquella noche, mientras descansaba en su estancia personal, Kylo pensó en la chica. Si hubiera sido cualquier otro, puede que se lo hubiese quitado de en medio de un empujón, o hubiera usado la Fuerza. Pero ante ella fue incapaz.
De hecho, le tranquilizó su presencia.
Quiso saber un poco más de ella, pero como comandante de la Primera Orden no podía hablar normalmente con ningún técnico sin resultar extraño.
Algo tendría que inventar.
