I'm here for U
Puedo escuchar tus quejidos de dolor por detrás de la puerta de tu habitación, hacía apenas unos cuantos días que la pelea con la que se hacía llamara a sí misma "La Gran Unificadora" había terminado al fin, pero eso no significaba que tu propia batalla hubiese terminado. Cuando percibí tu llanto del otro lado no pude más, no toqué, no pedí autorización para entra a tu habitación, simplemente tomé el añejado picaporte de fino oro con mis manos torpemente debido a la desesperación que empezó a invadir mi cuerpo con la tan simple idea de que de esas hermosas morenas mejillas fueran recorridas por lágrimas y entré lo más rápido que pude para poder encontrarte.
Allí estabas, la luz del sol que empezaba a reinar te daba un toque celestial ante mis ojos, no llevabas tu usual camisa, solamente portabas tus vendas que hacían que tus pechos no te molestaran al momento de la pelea, tu abdomen siempre perfecto y suculento ahora era adornado por heridas en todos lados, yagas, hematomas y raspadas que de seguro te provocaban un gran dolor, pero no tanto como el que sentías en ese instante al tener al no poder proteger a todas esas personas que perdieron su vida a manos de Kuvira. Eras el Avatar, tu deber no solo era con el mundo, sino con las personas también e irremediablemente les habías fallado. Eso pensabas, lo sabía, siempre tienes la tendencia de querer cargar todo en tus hombros y eso me molestaba bastante. Pero ya no. No estabas sola ya. Estaba aquí para ti.
Sin pensarlo o analizarlo, me dirijo a dónde tú estabas y te tomo por detrás, de manera inconsciente apoyo mi barbilla en tu hombro mientras que busco tu mano con la mía para entrelazarlas. Siento como te encojes cediendo a todos esos sentimientos que tenías en tu interior y no tienes idea de lo mal que me pone verte en ese estado, siempre eras tan alegre, tan activa y ahora con trabajo puedes mirarme a la cara y la sonrisa que alguna vez me enamoró era casi inexistente.
— Korra… — Te llamé, y casi al instante tu llanteo fue liberado junto con los sollozos que había alcanzado a escuchar.
— 'Sami… — Dijiste mi nombre mientras apretabas mi mano con fuerza, con el anhelo mudo de que no nos separáramos.
— Tranquila…. Estoy aquí para ti… No puedes cargar todo esto sombre tus hombros. Déjame estar a tu lado. Por favor.
